Probablemente no estás satisfecho con tu vida de oración. La mayoría de los cristianos, si son sinceros, admiten que no oran como deberían. Vivimos vidas ocupadas, con agendas llenas, y si nos descuidamos tan solo por un momento, nuestra vida de oración queda relegada a oraciones por los alimentos y antes de dormir.
Sin embargo, es claro que el propósito de Dios para el creyente es que tenga una vida constante de oración. El apóstol Pablo escribió: “Orad sin cesar” (1 Tes. 5:17). Con esto, el apóstol Pablo quería enseñar que el cristiano debe tener una vida de oración constante. En otras palabras, que debemos permanecer en un espíritu de oración a lo largo del día.
Si bien la Biblia no contiene un manual con reglas específicas acerca de cómo orar, la realidad es que encontramos múltiples ejemplos específicos sobre la manera en que debemos comunicarnos con Dios. Si quieres enriquecer tu vida de oración, considera incluir lo siguiente.
Adoración
Dios es digno de ser adorado. Su nombre debe ser exaltado por sus hijos. Cuando Cristo enseñó a orar a sus discípulos, comenzó con adoración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mt. 6:9). Cuando oramos, debemos reconocer que Dios es nuestro Padre celestial, cuyo nombre debe ser puesto aparte. No hay otro nombre como el de nuestro Dios, por lo tanto, Él es digno de ser adorado.
Debemos adorar a Dios por lo que es: un Dios santo, justo, bueno, misericordioso, y amoroso. Cuando nuestra oración carece de adoración, de manera implícita demostramos cierto egoísmo, pues olvidamos a quién nos dirigimos: al Rey de toda la tierra.
Agradecimiento
Dios siempre está haciendo cosas en nuestra vida por las cuales debemos agradecerle. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de todo lo que Dios hace a nuestro favor. Nos protege constantemente, cuida de nosotros, y nos guía por su camino. Por eso debemos darle gracias en todo. ¡Esa es la voluntad de Dios! (1 Tes. 5:18).
Al orar, dale gracias a Dios por todo lo que está haciendo en tu vida. Considera hacer una lista de agradecimientos, y úsala para recordarte a ti mismo las bendiciones de Dios en tu vida. Nunca podremos agradecerle a Dios lo suficiente por su gran salvación que hemos recibido en Jesucristo (ver Col. 1:12).
Confesión
El cristiano ha recibido una promesa inquebrantable de parte de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9). Cuando un hijo de Dios viene a su Padre para pedirle perdón, y confiesa su pecado, recibe el perdón y la limpieza espiritual.
La oración es una de nuestras herramientas principales de comunicación con Dios, así que debemos aprovecharla para pedir perdón por nuestros pecados, teniendo la certeza de que por Jesucristo recibiremos el perdón inmerecido.
Petición
Dios es un buen Padre, y como tal, escucha las peticiones de sus hijos con el propósito de contestarlas. Dios conoce nuestras peticiones inclusive antes de que las hagamos (Sal. 139:4), y nos pide que vengamos a Él en oración esperando una respuesta (Mt. 7:7-11).
Por supuesto, Dios a veces responde sí, otras veces responde no, y en otras ocasiones nos pide que esperemos. Esto es porque Él conoce nuestras peticiones incluso mejor que nosotros mismos, y sabe qué es lo que necesitamos y lo que no.
Orando con sencillez
Al incorporar estos cuatro elementos en tú oración, encontrarás que tienes mucho más que decirle a Dios de lo que pensabas. Tu oración será sencilla y profunda, pues estarás siguiendo las pautas de oración que encontramos en la Biblia. La oración, al final, se trata de entablar una conversación con el Dios personal que nos ama.
Amén