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UNA BIBLIA PERSONALIZADA PARA TI


  • TÉRMINO «EVANGELIO» $ USD

    Por Donny Mathis

    Parte II

    El evangelio en los Evangelios y en Hechos

    Marcos

    utiliza el término euangelion en más oportunidades que los otros evangelistas (ocho veces que incluyen 16:15). Empieza con la declaración programática de que el libro es “el comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios”. El uso sorprendente del término euangelion refleja el sentido que tenía tanto para los paganos como para el AT en lo referente a la llegada de un nuevo rey y la promesa del AT de que Jehová retornaría a Sión y derrotaría a los enemigos de Su pueblo. Todo lo que Marcos describe sobre la vida y el ministerio de Jesús manifiesta que Él es el Mesías que Dios envió para liberar a Su pueblo. A través de Sus milagros, Jesús demuestra que es el Mesías, el Hijo de Dios, que tiene poder sobre la naturaleza, los demonios, las enfermedades e incluso la muerte. Por medio de las parábolas, el lector puede aprender acerca del reino que Jesús vino a establecer. El propósito final de la vida del Mesías fue morir para rescate de muchos. A través de la resurrección, Jesús se vindica como Mesías y manifiesta que Su condición de Hijo de Dios es incuestionable.

    Marcos también emplea el término euangelion para describir el ministerio que Jesús comenzó luego del encarcelamiento de Juan el Bautista (1:14-15). Jesús comenzó a predicar el evangelio, la proclamación de que el tiempo se había cumplido y que elreino de Dios estaba cerca. El Dios de Israel actúa para restaurar a Su pueblo a través del ministerio de Jesús. El corolario de esta proclamación es el llamado a arrepentirse y a creer en el evangelio. La prédica de Jesús hace eco a la de Juan el Bautista y le da cumplimiento porque Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios, quien establecería el reino de Yahvéh. Para Marcos, el evangelio trata esencialmente del establecimiento del reino de Dios. También utiliza euangelion con el sentido de kerusso cuando Jesús anuncia que la mujer que lo había ungido para la sepultura sería recordada en todo lugar donde se predicara el evangelio (Mar. 14:3-9).

    La importancia del reino también se puede observar en el uso del término euangelion en Mar. 8:35 y 10:29-30. En 8:35, luego del anuncio de Su muerte, Jesús describe el costo de seguirlo y explica que quien quiere ser Su discípulo debe estar dispuesto a perder su vida por amor a Él y al evangelio.

    Mateo

    Mateo utiliza cuatro veces euangelion (4:23; 9:35; 24:14; 26:13) y una vez euangelizomai (11:5; comp. Luc. 7:18-23). Mateo califica tres veces euangelion como el euangelion tou basileias, el evangelio del reino. En 4:23, Mateo resume el ministerio de Jesús en Galilea diciendo que Él enseñaba en sinagogas, predicaba el evangelio del reino y sanaba enfermedades y dolencias. Para Mateo, el evangelio se centra en el reino que Jesús vino a establecer a través de Su vida y muerte. Esta buena nueva encaja muy bien en la esperanza judía de que Jehová/Yahvéh restauraría a Su pueblo mediante la obra del Mesías, y apoya el argumento de Mateo en cuanto a que Jesús vino para dar cumplimiento a las Escrituras.

    Lucas – Hechos

    Lucas no utiliza euangelion en su evangelio pero emplea diez veces el verbo que se refiere al acto de proclamar las buenas nuevas.

    En Hechos, Lucas utiliza quince veces euangelizomai y solo dos veces euangelion. En las narrativas sobre Jesús y Juan el Bautista, Lucas emplea euangelizomai en la proclamación de Gabriel a Zacarías (1:19) y del ángel a los pastores la noche del nacimiento de Jesús (2:10). Cuando Jesús habla en la sinagoga en Nazaret (4:16-21), lee en Isaías sobre la restauración de los pecados y el exilio del pueblo de Jehová (Isa. 61:1; 58:6). El Mesías proclamará buenas nuevas a los pobres, declarará libertad de los cautivos, dará vista a ciegos, libertará a oprimidos y proclamará el año aceptable del Señor. Luego de leer este texto, Jesús le explica a la multitud que esta profecía se cumple en Él. Este texto bosqueja el enfoque central del relato de Lucas sobre la vida y el ministerio de Jesús. Lucas emplea nuevamente este texto para comunicarle el mensaje a Juan el Bautista cuando este buscaba confirmación de que Jesús era el que vendría después de él (7:22). La proclamación de las buenas nuevas se centra en el reino de Dios y en el cumplimiento de la ley y los profetas (8:1; 16:16). En Hechos, Lucas utiliza euangelizomai para enfatizar la proclamación sobre la vida y ministerio de Jesús. Utiliza ocho veces esta proclamación para referirse a Jesús el Mesías que es Señor de todos (5:42; 8:4-6,12,35; 10:36-44; 11:20; 13:16-41; 17:18). Estas buenas nuevas acerca de Jesús componen el centro de la prédica de los misioneros de la iglesia primitiva (8:12,25,40; 14:7,15,21; 15:35; 16:10). Las buenas nuevas que predicaban se relacionaban íntimamente con las promesas del AT y se centraban en la vida y ministerio de Jesús, particularmente en la cruz y la resurrección (8:26-39; 10:36-44; 13:16-41).

    Juan

    Juan no emplea euangelion ni euangelizomai en su Evangelio y prefiere los términos que significan “testigo” y “verdad”. También enfatiza la acción de creer que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y la vida que se imparte como resultado de la fe (Juan 20:20-31).

    El evangelio en otros lugares del NT

    En 1 Ped. 1:3-12, el apóstol define el evangelio como el mensaje que prometieron los profetas y se cumplió en el sufrimiento y la gloria de Jesucristo. La resurrección de Jesús ha provisto esperanza viva y herencia eterna. Este evangelio revela algo tan importante que incluso los ángeles anhelan tener una visión de él. En 1:23, Pedro llama al evangelio Palabra de Dios viva y perdurable. En 4:1-19, para disipar las dudas de los que argumentan sobre el tiempo del juicio venidero y del castigo final, Pedro explica que a los que rechazan el evangelio les espera un final terrible. En Heb. 4:2,6 se utiliza el término euangelizomai para aludir al mensaje acerca de Jesús el Mesías de manera similar a 1:1-4. Apocalipsis 14:6 describe el evangelio eterno que se utiliza en el juicio.

    Conclusión El evangelio en el NT se puede resumir como el mensaje sobre el reino de Dios que se instauró por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesús el Mesías, a quien Dios exaltó como Señor de todo. Estas buenas nuevas describen sucesos que se profetizan en toda la Escritura y declaran que Jesús, el Mesías, derrotó de una vez y para siempre a todos los principados y poderes. Finalmente, Dios juzgará a los seres humanos según hayan recibido o rechazado estas buenas nuevas.


    Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


    Foto por Dahiana Waszaj, en Unsplash

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    • TÉRMINO «EVANGELIO» $ USD

      Por Donny Mathis

      Parte I

      El término “evangelio” aparece con frecuencia en el NT como sustantivo y como verbo, y literalmente significa “buenas nuevas” o “proclamar las buenas nuevas”. El sustantivo euangelion, aparece 75 veces y el verbo euangelizomai 56.

      Trasfondo

      Hay dos puntos de vista sobre el trasfondo del uso neotestamentario de los términos euangelion y euangelizomai. Uno hace referencia a que provienen del contexto judío que es la base sobre la que se estableció la iglesia, particularmente por la forma en que se utilizan en la Septuaginta (LXX). El segundo estipula que los términos provienen de la cultura helenística (pagana). Estos puntos de vista se han erosionado mutuamente de tal manera que los intérpretes no entienden en forma total a qué alude la Biblia cuando utiliza el término “evangelio”.

      La LXX podría establecer el significado de estos vocablos, pero no aparece el uso singular de euangelion. Por esta razón, algunos argumentan que la influencia primaria, tal vez única y externa sobre el uso del NT del término euangelion proviene de la cultura pagana. Sin embargo, el papel importante que tiene euangelizomai en pasajes del AT (LXX) que se mencionan en el NT, hace difícil sostener una posición contra antecedentes judíos del término. En Isa. 40:9; 52:7-10; 60:6; 61:1 el heraldo de las buenas nuevas anuncia que Jehová, Dios de Israel, derrotó a los enemigos paganos, terminó con el exilio de Su pueblo y estableció Su reino. Esto se adecúa perfectamente al contexto del NT.

      Originalmente, el sustantivo euangelion significaba el anuncio de victoria luego de la batalla, y posteriormente el contenido de ese mensaje. El término también llegó a describir el nacimiento o arribo al poder de un nuevo rey. Una inscripción de Priano en Asia Menor, que probablemente data de aprox. el 9 a.C., describe la asunción de Augusto como nuevo emperador romano. Augusto recibe honores como el salvador que traerá la paz, y proclama su nacimiento como “el comienzo de las buenas nuevas (euangelion) que han llegado a los hombres a través de él”. Esto ilustra el contenido religioso del término que se relaciona con el culto al emperador.

      Cuando se compara el uso pagano de euangelion con la forma en que la LXX usa euangelizomai, se manifiesta un paralelo asombroso con un rey a quien el pueblo adora. El evangelio y su confesión en cuanto a que Jesús es el Señor confronta la proclamación de que César es el señor y declara que, en la cruz y en la resurrección, Jesús sube al trono como Rey de reyes. El César o cualquier otra cosa creada que reclama señorío doblará su rodilla ante el Cristo crucificado y resucitado.

      Pablo y el evangelio

      El evangelio fue el centro de la prédica de Pablo y la regla por la que vivió para gloria de Dios. El apóstol utiliza euangelion 60 de las 75 veces que aparece en el NT. Las congregaciones a las que se dirigía conocían el contenido del evangelio. Esto se puede observar en que Pablo empleó el término 28 veces sin calificadores. También califica el término como: el “evangelio de Cristo”, el “evangelio de Dios”, el “evangelio de la paz”, el “evangelio de nuestra salvación”, etc. Cuando emplea el vocablo euangelizomai, tiene el mismo significado que kerusso; ambos describen la acción de predicar el evangelio. En 1 Cor. 15 y Rom. 1, Pablo explica el contenido del evangelio que predicó.

      Primera Corintios 15

      Pablo comienza a analizar la certeza de la resurrección y asegura que el evangelio que ellos recibieron los sostiene y es el medio por el cual son salvos. Pablo define el contenido de ese evangelio como el mensaje que recibió de Jesucristo. La muerte de Jesús el Mesías en la cruz y la resurrección de entre los muertos conforme a las Escrituras son las dos características centrales. La base escritural de Pablo para su evangelio proviene de textos seleccionados del AT, pero también brota de su fe en que en toda la Escritura se menciona la muerte y la resurrección de Jesús el Mesías. Por medio de la cruz y la resurrección, Dios destruyó el pecado de Adán y la maldición que vino sobre toda la creación. Jesús en Su muerte tomó nuestro pecado y lo venció. La resurrección destruye el poder de la muerte y esta ya no posee ningún aguijón. El sepulcro ya no tiene la victoria.

      En 15:3-8, Pablo demuestra que el mensaje que proclamó tiene el mismo contenido que el de Pedro y de los otros apóstoles. Enfatiza la unidad del mensaje porque tanto él como los otros discípulos tienen el mismo Señor resucitado. A pesar de que en una época había perseguido a la iglesia, el encuentro que Pablo tuvo con Cristo lo ubica al mismo nivel de aquellos que vieron al Señor. Esta descripción del evangelio abre la discusión que sigue acerca de la resurrección, porque si Jesús había resucitado, entonces todos los que creen en Él también resucitarán. Si Jesús no resucitó, el evangelio no tiene poder y Jesús solo puede ser definido como un falso Mesías.

      Romanos 1:1-17

      En el saludo, Pablo nuevamente establece el contenido de su evangelio, cuya autoría es de Dios el Padre y presenta a Su Hijo Jesucristo. Pablo les recuerda a sus lectores que el evangelio ya había sido prometido en las Escrituras. Fortaleció este argumento al reconocer que Jesús es la simiente de David, tal como los profetas habían declarado sobre el Mesías. Jesús fue designado Hijo de Dios en virtud de Su resurrección de entre los muertos. La cruz y la resurrección son el corazón del evangelio. Toda la historia se basa en esto y si se minimiza la importancia de la muerte de Jesús en la cruz, se perjudica el evangelio. La consecuencia es la confesión de que Jesús, el Mesías, es el Señor. En Su muerte y resurrección, Jesús recibe el reconocimiento como el Mesías de Jehová y el Señor, ante quien se doblará toda rodilla y toda lengua jurará fidelidad para gloria de Dios el Padre (Fil. 2:10-11). El resumen de Rom. 1:4-5 es prácticamente idéntico a lo que Pablo llama “mi evangelio” en 2 Tim. 2:8. En 2 Cor. 4:3-5, Pablo describe el evangelio con un enfoque en la gloria de Cristo, y la confesión de que Jesucristo es Señor se equipara con el evangelio que predicó. En la conclusión de esta sección (Rom. 1:16-17), Pablo afirma que el evangelio no es solo un corpus de información sino además poder de Dios para salvación. Por medio de la cruz y la resurrección, la salvación del pecado se hizo posible para todos los que creen, tanto judíos como griegos.

      Otros pasajes paulinos

      En Rom. 10:8c-13, la fe que Pablo predica y el mensaje que se debe creer para salvación es que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos. En 10:15, la enseñanza de Pablo se refiere a la relación entre el que anuncia el retorno victorioso de Jehová y el siervo sufriente de Jehová (Isa. 52:13–53:11). En Rom. 10:8c-13, el mensajero que proclama esta palabra acerca de Jesús se asemeja al que anuncia el retorno de Jehová a Sión. Pablo entiende que el evangelio es la proclamación de que Jehová Dios venció a todos Sus enemigos y estableció Su reino.

      El evangelio se refiere a que Jesús de Nazaret, el Mesías, fue crucificado por nuestros pecados, se levantó de entre los muertos y es también Señor de toda la creación. Este mensaje es poder de Dios para salvación y trae consigo todos los aspectos que forman parte de la salvación (por ej., fe, regeneración, justificación, etc.). El evangelio es el mensaje de Pablo (1 Cor. 9:14-18; Fil. 1:5; 2:22) y la razón de su encarcelamiento y sufrimiento (Fil. 1:7; 2 Tim. 1:8; 2:8-9). Dios llamó a Pablo para proclamar las buenas nuevas, y este llamado lo anima a predicar el mensaje de salvación a los gentiles (Rom. 15:16- 20; 1 Cor. 9:19-23; 2 Cor. 10:12-18; Gál. 1:15-23; 1 Tes. 2:2,8-9; 2 Tim. 2:11-12). El evangelio también hace un llamado a vivir una vida ética (Fil. 1:27; 1 Tes. 2:12; 2 Tes. 1:11). Pablo relaciona el evangelio con el juicio final donde todos serán juzgados según la respuesta ante el Salvador proclamado en las buenas nuevas (Rom. 2:16; Col. 1:23; 2 Tes. 1:8; 2 Tim. 4:1).

      Continuara…


      Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


      Foto por Dahiana Waszaj, en Unsplash

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      • La cruz y el evangelio $ USD

        Por Bruce A. Ware

        La cruz y el evangelio de Cristo están inextricablemente unidos. En realidad, el evangelio es la buena noticia que tuvo lugar cuando Cristo murió en la cruz. Así pues, entender lo que Jesús consiguió en la cruz es entender el evangelio. Creer personalmente que lo que Cristo hizo en la cruz fue por uno mismo es creer el evangelio de Jesucristo.

        ¿Qué ocurrió en la cruz?

        ¿Qué sucedió cuando Cristo murió en la cruz? En pocas palabras: «… Cristo murió por nuestros pecados…» (1 Co. 15:3). La muerte de Cristo por nuestros pecados debe entenderse de dos formas amplias. En primer lugar, cuando clavaron a Jesús en la cruz, el Padre le imputó todo nuestro pecado (2 Co. 5:21) e hizo que en el momento de su muerte recayera en Él el castigo completo por dicho pecado (Col. 2:14). En segundo lugar, al morir por nuestro pecado, Jesús venció el poder de Satanás, las tinieblas y la muerte (Col. 2:15; He. 2:14), y afirmó así Su suprema autoridad y poder sobre toda la creación (Ef. 1:20-23). En resumen, mediante Su muerte en la cruz, Jesús pagó por completo el castigo por nuestros pecados y venció totalmente el poder del pecado.

        La subsiguiente resurrección de Jesús no fue un simple final feliz, sino la prueba necesaria de que Su muerte por el pecado había sido plenamente eficaz (1 Co. 15:17). El castigo por el pecado es la muerte, y esta representa también el mayor poder que tiene el pecado sobre nosotros. Pero como la paga del pecado es la muerte, y como Cristo pagó por completo el castigo por el pecado mediante Su muerte en la cruz, Su resurrección de entre los muertos demostró que dicho castigo había sido completamente pagado. Además, como el principal poder del pecado es la muerte, y Cristo venció todo ese poder mediante Su muerte en la cruz, Su resurrección victoriosa demostró que el poder del pecado había sido también derrotado.

        La anulación del certificado de deuda

        Gracias a que Cristo pagó el castigo por el pecado, pudo también liberarnos de su poder. Es decir, el haber pagado el castigo por el pecado (lo que se conoce a veces como «sustitución penal») es la base sobre la que se levanta Su victoria sobre el poder del pecado (en ocasiones llamada Christus- Victor).

        Por ejemplo, consideremos el siguiente pasaje que nos muestra la verdad de dicha afirmación. Colosenses 2:13-14 enseña que los creyentes son perdonados de todos sus pecados mediante la muerte de Cristo en la cruz. Aquí se enfatiza la expiación: la responsabilidad que tenemos ante un Dios santo de sufrir el castigo por nuestra violación de Su ley desaparece cuando Cristo carga sobre sí todo nuestro historial de deudas. Jesús anuló «… el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz» (v. 14).

        La muerte vicaria de Cristo, mediante la cual canceló la deuda de los pecadores, es pues, el telón de fondo de la siguiente verdad gloriosa que encontramos en Colosenses 2:15: Jesús despojó «… a los principados y a las potestades, [y] los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz». Por lo tanto, la muerte que desarma a Satanás y lo exhibe para vergüenza pública es una muerte que cancela nuestro pecado. El desarme de Satanás y la cancelación de nuestro pecado están teológicamente unidos de la siguiente manera: el fundamento del poder de Satanás sobre los pecadores es el propio pecado; la única forma de acabar con ese poder fue pagar por el pecado y perdonarlo. El perdón que Cristo consiguió mediante la sustitución penal es, por lo tanto, el medio por el cual somos liberados del poder de Satanás.

        Una analogía de nuestra libertad

        Una analogía podría ayudarnos a aclarar la enseñanza de la Escritura sobre el perdón que Cristo consiguió en la cruz para los creyentes. Bajo un sistema legal justo, solo puede encarcelarse a una persona cuando ha sido condenada por un crimen cuyo castigo incluye la reclusión. Observemos, pues, que su culpabilidad es el fundamento de su pérdida de la libertad. El Estado solo tiene derecho de encarcelarla porque se ha probado que es culpable de haber quebrantado la ley. Es más, si un prisionero pudiese probar que en realidad es inocente, con lo cual la acusación que pesaba sobre él debería retirarse (por ej., si una prueba forense o análisis de ADN disponible tras su encarcelación demostrase su inocencia), el Estado estaría obligado a liberarlo. Así pues, queda claro que el poder del Estado para encarcelar criminales deriva de la culpabilidad en que incurrieron y de la pena correspondiente que se les aplica como resultado. Si se elimina la culpabilidad y su castigo, desaparece el fundamento necesario para que el poder del Estado pueda imponer una pena de prisión.

        De manera similar, el poder de Satanás sobre los pecadores está unido de manera específica y exclusiva a la culpabilidad por causa del pecado. Su poder sobre ellos se debe a que se ha rebelado pecaminosamente contra Dios. Sin embargo, si se elimina la culpabilidad de alguien gracias al pago de Cristo por el pecado, ¡se habrá eliminado el fundamento del poder de Satanás sobre ese pecador! Así que, mediante Su muerte, Cristo cargó sobre sí el pecado de otros y pagó el castigo completo por el pecado de ellos. En consecuencia, el poder de Satanás sobre los pecadores queda necesariamente quebrantado, ya que el fundamento de su cautividad es eliminado. Elimínese la culpabilidad, y se eliminará el cautiverio; consígase la sustitución penal, y se conseguirá la ChristusVictor.

        La cruz es buena noticia

        El evangelio es la buena noticia de que el castigo por nuestro pecado ha sido plenamente pagado por Cristo en la cruz. De esta forma, la poderosa reivindicación del pecado sobre nuestras vidas que finalmente nos llevaba a la muerte es derrotada por completo. Si confiamos de verdad en lo que Cristo ha conseguido para nosotros —la paga del castigo por el pecado y la victoria sobre su poder— y no dependemos de nuestras propias obras ni logros, como si pudieran ganarnos el favor de Dios, seremos salvos (Ef. 2:8-9).

        Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

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        Foto por (Cam Ferland) en Unsplash

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        • Diferencias en los Evangelios $ USD

          Por Robert H. Stein

          Los lectores serios de los Evangelios notan varias diferencias entre ellos. Una tiene que ver con la disposición geográfica. En los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), Jesús visita Jerusalén solo una vez en el transcurso de Su ministerio. Por ejemplo, todos los sucesos de Marcos 1:1–11:10 tienen lugar en Galilea (1:1–8:21) o camino a Jerusalén (8:22–11:10). Solo desde 11:11 en adelante, se registra la entrada de Jesús en la ciudad. El Evangelio de Juan aborda los hechos de manera diferente. Juan relata varias visitas de Jesús a Jerusalén a lo largo de su ministerio (2:13– 4:45; 5:1-47; 7:1–10:40; 12:12–20:31), incluida una limpieza temprana del templo (Jn. 2:13-22). Los Sinópticos no mencionan esta primera expulsión de los mercaderes del templo, y en cambio, Juan no dice nada respecto al incidente posterior que narran los Sinópticos (Mt. 21:12-13; Mr. 11:15-18; Lc. 19:45-48). Al parecer, los autores escogieron formas diferentes de usar la geografía como herramienta para su relato de los acontecimientos de la vida de Jesús. Marcos, cuyo Evangelio probablemente precedió e influenció a Mateo y Lucas, escoge no tratar ninguna de las cosas que hizo Jesús en Jerusalén previas al comienzo de los sucesos culminantes de su ministerio en 11:11. Este abordaje literario va creando una tensión constante que estalla finalmente con la crucifixión de Jesús en la ciudad santa. Juan, que escribe años después de los Sinópticos, aborda los hechos de una forma diferente, salpicando todo su relato con referencias a Jerusalén.

          Otra consideración literaria que ayuda a explicar las diferencias entre los Evangelios es la forma en que los autores escogen agrupar las enseñanzas de Jesús. Mateo presenta bloques alternos de relatos sobre Jesús y Sus enseñanzas: capítulos 1–4 (J); 5–7 (E); 8–9 (J); 10 (E); 11–12 (J); 13 (E); 14–17 (J); 18 (E); 19–22 (J); 23–25 (E); 26–28 (J). En cambio, Lucas coloca las enseñanzas de Jesús en dos grandes secciones: 6:20–8:3 y 9:51–18:14. Estos diferentes abordajes explican por qué los autores de los Evangelios suelen situar los dichos de Jesús en distintos contextos. Por ejemplo, Mateo registra la oración modelo en una etapa temprana de Su ministerio (6:9-13), mientras que Lucas la coloca después (11:1-4). Los autores de los Evangelios organizaron gran parte de su material por temas o siguiendo criterios lógicos, y no cronológicamente. La primera referencia a un Evangelio la hizo Papías, un padre de la Iglesia de la primera década del siglo II, quien señaló que Marcos había escrito con precisión, pero sin seguir un orden cronológico, las tradiciones que había recibido de Pedro. Esto indica que los lectores primitivos notaron las diferencias entre los Evangelios y entendieron algunas de sus causas básicas, pero no las consideraron problemáticas.

          Otra razón que nos ayuda a entender las diferencias tiene que ver con el estilo literario de cada evangelista. En Mateo 8:5-13 y Lucas 7:1-10 tenemos dos versiones de la curación del siervo del centurión que llevó a cabo Jesús. En Lucas, la conversación tiene lugar entre Jesús y los ancianos judíos que hablan en nombre del centurión. En Mateo, Jesús habla directamente con él. Vemos que no hay conflicto entre ambos relatos cuando nos damos cuenta de que Mateo ha abreviado la historia (103 palabras en comparación con las 186 de Lucas). Mateo omite material prescindible de la historia, y los ancianos (que actúan como intermediarios) son el elemento menos importante del relato. Así pues, como los periodistas actuales que informan sobre las reuniones entre jefes de estado sin mencionar a los intérpretes, Mateo no menciona a los ancianos.

          Además, los evangelistas tenían conciencia de ser intérpretes inspirados, no meros amanuenses de los hechos y las enseñanzas de Jesús. Sentían libertad para aclarar y añadir comentarios explicativos respecto a las tradiciones que estaban registrando. Por ejemplo, mientras que Mateo, en 7:11, describe cuando Jesús dice que Dios el Padre da «buenas dádivas» a los que piden, Lucas presenta Su declaración de que Dios da «el Espíritu Santo». En este caso, Lucas ha actuado como intérprete: de todas las cosas buenas que Dios da, el Espíritu Santo es la mejor. Otros ejemplos de trabajo editorial inspirado son:

          El bautismo de Jesús

          • En Mateo 3:17, la voz del cielo declara: «Este es mi Hijo amado».

          • En Marcos 1:11 y Lucas 3:22, la voz afirma: «Tú eres mi Hijo amado».

          • Explicación: En Marcos y Lucas, la voz de Dios se dirige a Jesús. Mateo cambia el enfoque volviéndolo hacia el público presente para aclarar a sus lectores que Dios les había dado a conocer que Jesús era Su Hijo. El sentido general permanece inalterado.

          Las bienaventuranzas

          • En Mateo 5:3, la primera bienaventuranza señala: «Bienaventurados los pobres en Espíritu…».

          • Lucas 6:20 declara: «Bienaventurados vosotros los pobres…».

          • Explicación: Mateo presenta un relato de lo dicho originalmente en forma de «pensamiento por pensamiento» y no «palabra por palabra». Añade «en Espíritu» para ayudar a sus lectores a entender que, en este contexto, «pobre» se refiere a la humildad espiritual. En Salmos 34:6, «pobre» se utiliza en un sentido similar cuando el rey David (que era materialmente rico) se describe como «pobre».

          La hora de la crucifixión

          • En Marcos 15:25, Jesús es crucificado a la «hora tercera» (las nueve de la mañana).

          • En Juan 19:14, Jesús es crucificado a la «hora sexta» (las doce del mediodía).

          • Explicación: Hay 23 menciones a horas concretas en el NT. Veinte se refieren a las horas tercera, sexta o novena. Solo tres designan otras (séptima, décima y undécima). En una época en que el tiempo se contaba en forma imprecisa, una crucifixión realizada por la mañana (digamos, a las 10:30) podía razonablemente decirse que había tenido lugar a la hora tercera o a la hora sexta, ya que caía entre esas dos horas.

          La negación de Cristo por parte de Pedro

          • Marcos narra a sus lectores la negación de Pedro en Marcos 14:53-54 y 14:66-72. En medio de este relato en dos partes, se encuentra la historia del juicio de Jesús.

          • Lucas finaliza el relato completo de la negación de Pedro en Lucas 22:55-62 antes de narrar el juicio de Jesús.

          • Explicación: En lugar de una discrepancia cronológica, se trata de dos formas diferentes de contar historias separadas. Marcos aplica una de sus técnicas estilísticas favoritas e intercala el juicio de Jesús entre las dos mitades de la historia de la negación de Pedro. Lucas prefiere tratarlas de manera separada.

          • Hemos evitado utilizar términos como «discrepancia» o «contradicción» al discutir las diferencias entre los Evangelios. Cuando intentamos entender la labor de los evangelistas como intérpretes de la vida de Jesús, descubrimos a menudo que sus distintos abordajes nos ayudan a extraer y aclarar las consecuencias de Sus acciones y enseñanzas. Con frecuencia, esto supone relatar lo ocurrido en la vida de Jesús siguiendo un orden temático o lógico, en vez de un orden cronológico. Si tenemos esto en cuenta, veremos que las alegadas «discrepancias» o «contradicciones» son en realidad meras «diferencias».

          Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

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          Foto por (Cathy MüHire) en Unsplash

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