UNA BIBLIA PERSONALIZADA PARA TI
- Idiomas de la Biblia $ USD
Por Larry McKinney
El AT se escribió primero en hebreo, con excepción de gran parte de Esd. 4–7 y Dan. 2:4–7:28, que aparecen en arameo. El NT se escribió en griego, aunque es probable que Jesús y los primeros creyentes hablaran arameo.
Características del hebreo
Es un lenguaje semítico emparentado con el fenicio y los dialectos de la antigua Canaán. Los idiomas semíticos poseen la capacidad de transmitir profundo significado mediante pocas palabras. Lo importante es el verbo que, por lo general, aparece al comienzo de la frase porque la acción es el elemento más importante. Asimismo, los modificadores (por ej. los adjetivos) siguen al sustantivo, lo que le otorga a este mayor peso. El orden típico de las palabras en una frase es: verbo–sujeto–modificadores del sujeto–objeto– modificadores del objeto. Cuando se cambia este orden, se le coloca más énfasis a la palabra que aparece primero.
Características del arameo
El arameo es similar al hebreo y ambos comparten gran parte del vocabulario. Comenzó como el idioma de Siria y gradualmente se adoptó como idioma de las comunicaciones internacionales. Después de aprox. el 600 a.C., remplazó al hebreo como el idioma común de Palestina. El hebreo, pues, continuó como el idioma religioso de los judíos, pero tomó prestado el alfabeto arameo para la escritura.
Características del griego
El griego pertenece al grupo de idiomas indo-europeos. Se esparció a lo largo del mundo mediterráneo después de aprox. el 335 a.C. con las conquistas de Alejandro. El NT está escrito en un dialecto llamado koiné (que significa “común”) y que era el lenguaje de las personas comunes. El griego del NT está sumamente imbuido de la modalidad del pensamiento semítico, y aparecen muchas palabras arameas que se representan con letras griegas (por ej., talita cumi, Mar. 5:41; efata, Mar. 7:34; Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?, Mar. 15:34; maranata, 1 Cor. 16:22). Así también aparecen palabras latinas tales como centurión y denario. La precisión de las expresiones griegas y su amplio uso lo convirtieron en el idioma ideal para la comunicación del evangelio en los primeros tiempos. No hay duda de que Pablo conocía los tres idiomas bíblicos como así también el latín.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
IMAGEN MERAMENTE ILUSTRATIVA. Foto por Taylor Flowe, en Unsplash
- TÉRMINO «HUMILDAD» $ USD
Por Gary Hardin
Cualidad de la persona en cuanto a carecer de arrogancia y orgullo y tener una justa estima del valor personal.
Antiguo Testamento
El AT relaciona la humildad con la penosa experiencia de los israelitas como esclavos en Egipto; un pueblo pobre, afligido y sufrido (Deut. 26:6). La palabra hebrea que se traduce “humildad” es similar a otra que significa “estar afligido”. En el concepto del AT, la humildad estaba íntimamente relacionada con personas pobres y afligidas (2 Sam. 22:28).
Dios no desea sacrificios externos sino un espíritu humilde (Sal. 51:17; Miq. 6:8). Este se muestra de diversas maneras: reconocimiento de la propia pecaminosidad frente a un Dios santo (Isa. 6:5), obediencia a Dios (Deut. 8:2) y sometimiento a Dios (2 Rey. 22:19; 2 Crón. 34:27).
El AT promete bendiciones a los humildes: sabiduría (Prov. 11:2), buenas noticias (Isa. 61:1) y honra (Prov. 15:33).
La experiencia de muchos reyes indica que quienes se humillan ante Dios serán exaltados (1 Rey. 21:29; 2 Rey. 22:19; 2 Crón. 32:26; 33:12- 19). Los que no se humillan ante Él serán afligidos (2 Crón. 33:23; 36:12). El sendero hacia el avivamiento es el camino de la humildad (2 Crón. 7:14).
Nuevo Testamento
La vida de Jesucristo provee el mejor ejemplo de lo que significa humildad (Mat. 11:29; 1 Cor. 4:21; Fil. 2:1-11). Jesús a menudo predicó y enseñó sobre la necesidad de ser humilde (Mat. 23:12; Mar. 9:35; Luc. 14:11; 18:14) e instó a practicar humildad a los que deseaban vivir según las pautas de Su reino (Mat. 18:1; 23:12).
La persona humilde no desdeña a los demás (Mat. 18:4; Luc. 14:11). En el NT, la humildad está íntimamente ligada a la mansedumbre (Mat. 5:5). En tanto que Dios resiste a los orgullosos, tiene misericordia con los humildes (Sant. 4:6). En el NT es fundamental la convicción de que los humildes no se preocupan por su prestigio personal (Mat. 18:4; 23:12; Rom. 12:16; 2 Cor. 11:7).
Pablo creía que las buenas relaciones con otras personas, especialmente con las que habían errado espiritualmente, dependían de que hubiera mansedumbre o humildad (1 Cor. 4:21; Gál. 6:1; 2 Tim. 2:25). Tanto el AT como el NT afirman que Dios exaltará a los humildes y humillará a los orgullosos (Luc. 1:52; Sant. 4:10; 1 Ped. 5:6). El mundo griego aborrecía la cualidad de mansedumbre o humildad, pero la comunidad cristiana creía en el valor de estas características (2 Cor. 10:18; Col. 3:12; Ef. 4:2).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
IMAGEN MERAMENTE ILUSTRATIVA. Foto por Joice Kelly, en Unsplash
- TÉRMINO «HOMOSEXUALIDAD» $ USD
Por Jerry A. Johnson
Relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Cuando se trata el tema, el énfasis bíblico está en la conducta, y el veredicto siempre la declara pecaminosa.
La homosexualidad es consecuencia del rechazo al orden creado
Prima facie, el argumento contra la homosexualidad en las Escrituras se encuentra en el plan creador de Dios para la sexualidad humana. Dios creó a la humanidad como hombres y mujeres que debían procrearse en el contexto del matrimonio (Gén. 1:27,28; 2:18-24). Este orden de la creación para la sexualidad humana recibió la aprobación del Señor Jesucristo (Mar. 10:6-9; Mat. 19:4-6) y del apóstol Pablo (Ef. 5:31). En apariencia, la conducta homosexual se debe reconocer como pecaminosa porque viola el plan original de Dios para la monogamia heterosexual.
Sobre este trasfondo del esquema de Dios para la expresión sexual humana, Pablo presenta un argumento teológico en Rom. 1:18-32, donde dice que la homosexualidad es consecuencia de rechazar a Dios como Creador y rechazar el orden creado. Pablo plantea que tanto la homosexualidad como el lesbianismo son resultado de negar a Dios. Comienza señalando que al rechazar la “creación” (1:20) y al “creador” (1:25) las mujeres “cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza” (1:26 NVI). Agrega que también los hombres “dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes” (1:27 NVI). El argumento paulino es que como esas personas rechazan a Dios, Él las entrega a los deseos pecaminosos de sus corazones. A lo largo de este pasaje, Pablo usa varios términos negativos adicionales para describir la homosexualidad, por ej. “inmundicia”, “deshonra”, “pasiones vergonzosas”, “extravío”, “mente depravada”, “cosas que no deben”. Además, la homosexualidad se incluye aquí en una lista de vicios que merecen la muerte, no solo para quienes los practican sino también para quienes los aprueban (1:32).
En cuanto a la idea moderna de “orientación homosexual”, la perspectiva bíblica considera que cualquier inclinación hacia el mismo sexo es tan dañina como la tendencia hacia cualquier otro pecado, como una de las consecuencias negativas de la naturaleza humana caída con inclinación al mal. A la luz de Rom. 1, la predisposición homosexual también puede ser señal y resultado de otros pecados anteriores.
La homosexualidad es un pecado que da como resultado el juicio
La primera mención de homosexualidad en la Biblia describe el juicio de Dios por considerarla pecado. Fue la notoria trasgresión de Sodoma y Gomorra. La severidad del juicio en este caso es indicador de la gravedad de este pecado (Gén. 19:1-11). Ambas ciudades fueron destruidas cuando “Jehová hizo llover desde los cielos azufre y fuego” (19:24). El comentario del NT sobre este hecho es que esas dos ciudades fueron convertidas en cenizas por la ira santa de Dios, específicamente porque sus habitantes se habían entregado a la inmoralidad sexual y a los “vicios contra naturaleza” (2 Ped. 2:6,7; Jud. 7).
Algunos intérpretes que están a favor de la homosexualidad han afirmado que el pecado de Sodoma y Gomorra no era la homosexualidad en sí sino la que estaba asociada con bandas de violadores. Aunque es cierto que los hombres de Sodoma intentaron violar a los huéspedes de Lot, el texto no indica que habría sido aceptable si los visitantes angelicales hubiesen accedido. Además, el juicio de Dios sobre dos ciudades enteras es un argumento a favor en cuanto a que lo que ofendió a Dios no fue un único incidente de violación por parte de un grupo de Sodoma. Por el contrario, Dios había anunciado Su plan de destruir Sodoma y Gomorra antes del incidente de intento de violación. Esto indica que la práctica de conducta homosexual en ambas ciudades era una afrenta a la santidad divina. Cuando los homosexuales pidieron “conocer” carnalmente a los invitados de Lot, sencillamente procuraban hacer lo que ya venían haciendo antes. Lot protestó diciendo: “No hagáis tal maldad” (Gén. 19:7). Pero mucho antes que esto, cuando Lot estableció su campamento cerca de la ciudad de Sodoma, leemos que “los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera” (13:13). Una vez más, antes del intento de violación por parte de ese grupo, Dios ya había dicho que “el pecado de ellos se ha agravado en extremo” (18:20), y Abraham también había expresado que ellos eran “impíos” (18:23,25).
Otra interpretación a favor de la homosexualidad es que el pecado de Sodoma y Gomorra consistió en falta de hospitalidad y no en homosexualismo ni violación homosexual. Según Ezeq. 16:49, el juicio de Sodoma se pronuncia debido a la falta de hospitalidad. A partir de este pasaje se afirma que, en Gén. 19, los hombres querían “conocer” (yada’) a las visitas de Lot solo en el sentido de “familiarizarse con ellos”. Sin embargo, la palabra yada’ se emplea en sentido sexual por lo menos diez veces en el AT, y la mitad aparece en Génesis. Además, el contexto de Gén. 19 argumenta a favor del significado sexual de “conocer”. No tiene sentido decir que en el v.8 yada’ significa “familiarizarse” cuando Lot dice que sus hijas no han “conocido varón”. Con toda seguridad ellas estaban familiarizadas con los hombres de la ciudad, pero no habían “conocido sexualmente” a ningún hombre.
Los intérpretes de la “falta de hospitalidad” también señalan la ausencia de menciones de homosexualidad en otros pasajes que hablan de Sodoma y Gomorra como ejemplos de juicio, por ej. Isa. 1:10; Jer. 23:14; Mat. 10:14,15 y Luc. 10:10-12. Pero este enfoque también presenta varios problemas. En primer lugar, estos pasajes no excluyen la homosexualidad. En el caso de Ezeq. 16:49, el pecado sexual tendría que ser considerado como una forma de egoísmo, pero en el v.50 se evidencia que el pecado era sexual porque se dice que “hicieron abominación”. En Lev. 18:22 se usa la misma palabra para describir pecados homosexuales. Pero el problema principal de este enfoque es que los pasajes de 2 Pedro y Judas vinculan el juicio a las dos ciudades con el pecado de homosexualidad, y esto no contradice los demás textos que hablan del juicio. Quienes toman en serio la autoridad de las Escrituras rechazarán el argumento pro-homosexual de la falta de hospitalidad (Jue. 19:16-24).
Violación de la ley del Antiguo Testamento
Las leyes de santidad, que transmitían las exigencias de Dios para ordenar la vida de Su pueblo del pacto, incluían dos prohibiciones claras contra la actividad homosexual. En una larga sección sobre moralidad sexual que debería considerarse como extensión del séptimo mandamiento, “Habló Jehová a Moisés, diciendo […] No te echarás con varón como con mujer” (Lev. 18:1,22). Más adelante, al repetir junto con 18:22 que la homosexualidad “es abominación”, Lev. 20:13 agrega: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos”.
Violación de la ética del Nuevo Testamento
En 1 Tim. 1:8-10, Pablo señala el valor de la ley del AT para la era presente si se la emplea con sabiduría. Se debe utilizar para juzgar a los “pecadores”. Luego incluye a los homosexuales (arsenokoitai) en la lista de vicios con que describe a los “impíos”. En 1 Cor. 6:9-11 también aparece la expresión “homosexuales” en una lista similar de pecados, y Pablo comenta que cualquiera que los practique no heredará el reino de Dios. Arsenokoites se refiere a la parte activa en el acto homosexual. Sin embargo, además de los homosexuales que se mencionan en 1 Cor. 6:9, Pablo agrega otra palabra, “afeminados” (malakoi). Este término alude a la parte pasiva en la relación homosexual. La cuestión es que ambos tipos de conducta homosexual, la pasiva y la activa, son pecaminosos, impíos e inhabilitan para entrar al reino de Dios a quienes los practican.
La posibilidad de perdón y cambio por medio de Jesucristo
Sin importar cuán impío e inmerecedor del reino de Dios pueda ser un homosexual, existe la oportunidad de ser perdonado, cambiado y declarado justo por medio de Jesucristo. En 1 Cor. 6:11, Pablo sigue diciendo: “Y esto erais algunos de vosotros”. Es evidente que en la iglesia de Corinto había ex homosexuales que se habían convertido. Es más, Pablo agrega “pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados; ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios”. El homosexual que se arrepiente y cree recibe la misma limpieza, santificación y justificación que cualquier otro creyente que se vuelve del pecado a Cristo.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
IMAGEN MERAMENTE ILUSTRATIVA. Foto por Robert V. Ruggiero, en Unsplash
- TÉRMINO «HISTORIA» $ USD
Por Malcolm B. Yarnell III y Steve Bond
La historia bíblica es el registro escrito del tiempo (pasado, presente y futuro) que revela que Dios creó la humanidad y el medio ambiente y que Él los está guiando en una progresión lineal de acontecimientos hacia un final significativo. Hay cuatro aspectos principales para la comprensión bíblica de la historia: la providencia, la cronología lineal, el sentido y la esperanza.
Providencia:
Durante el período bíblico, la mayoría de los paganos veían la historia como una esfera inestable de conflictos entre deidades en disputa. En oposición a la visión pagana, y por su encuentro con Yahvéh, los judíos creyeron en un Dios todopoderoso como Creador y Señor de la historia y de todas sus manifestaciones.Cronología lineal:
La comprensión hebrea del tiempo como progresión lineal o cronología no repetitiva que se mueve hacia una meta definida difería de la idea pagana, que lo consideraba una repetición cíclica de acontecimientos.Sentido:
Aunque la Biblia contiene historia en sentido cronológico, su principal propósito es trasmitir el significado de la historia. Esto se evidencia claramente en la diferenciación léxica entre las palabras griegas chronos “un período de tiempo”, y kairos “un punto fatídico y decisivo en el tiempo”. El constante uso de la palabra kairos en el NT indica la intención de la Biblia de transmitir una historia con sentido.Esperanza:
El antiguo Cercano Oriente por lo general era pesimista en cuanto al mundo material, y quería huir de la historia hacia una realidad inmaterial eterna. En agudo contraste, la Biblia describe a Dios como quien guía la historia hacia un final benéfico para los que se encuentran en un pacto de fe con Él.Perspectivas alternativas de la historia
Con frecuencia los seres humanos han intentado asignarles sentido a los sucesos que experimentan y descubrir la dirección de la historia. Dichos esfuerzos han generado diversas perspectivas que entran en conflicto con la revelación divina de la historia registrada en la Biblia. Las seis alternativas son: la visión cíclica, la del progreso inevitable, la mecanicista, la historicista, la futurista y la caótica.
(1) La perspectiva cíclica es uno de los puntos de vista más antiguos de la historia documentada y lo sostenían de formas diversas religiones y filosofías antiguas de Europa, Asia y África. En la época moderna, la perspectiva cíclica fue defendida por Friederich Nietzche, que la usó en sus ataques contra el cristianismo. Según esa perspectiva, el tiempo es un círculo que se repite de manera inevitable y periódica. Como la historia no va hacia una meta específica, esta perspectiva conlleva un profundo sentido de pesimismo y resignación. Los defensores de la idea cíclica procuran escapar del ciclo histórico hacia una realidad inmaterial e impersonal. Desde la perspectiva cristiana, la falla de la visión cíclica es la falta de progresión lineal y de esperanza.
(2) La perspectiva del progreso inevitable tiene su origen en la Ilustración del siglo XVII. Esta perspectiva destaca la competencia de la razón humana y ansía descartar las ideas religiosas tradicionales. Auguste Comte afirmaba que la humanidad atraviesa tres etapas que la alejan de la teología y la acercan al positivismo científico. La teoría darwiniana de la evolución biológica reforzó esta perspectiva al afirmar el principio de la selección natural. Georg Hegel creía que el “Espíritu”, una idea absoluta en que los seres humanos participan por medio del conocimiento dirige la historia en un esquema dialéctico de una progresión a otra. La historia como concepto dialéctico significa que un acontecimiento particular, la tesis, encuentra su opuesto, la antítesis, y que estos concluyen en una síntesis que se convierte en una nueva tesis destinada a encontrar otra antítesis. Finalmente, la historia termina con el triunfo de la ciencia (Comte), la ley del más fuerte (Darwin) o la concreción histórica de la idea absoluta (Hegel). Desde la perspectiva cristiana, la visión del progreso inevitable afecta la providencia trascendente de Dios y pone la esperanza erradamente en algo ajeno a la esperanza bíblica de redención del pecado y de la muerte.
(3) La perspectiva mecanicista está vinculada con la del progreso inevitable. Ludwig Feuerbach consideraba que el hombre hace su propia historia; más aún, pensaba que Dios es una falsa proyección creada por el hombre para explicar el universo, y que el hombre hallará salvación cuando comprenda que él mismo es el único Dios verdadero. Karl Marx desarrolló su perspectiva mecanicista sobre las bases establecidas por Hegel y Feuerbach. Según este y Marx, la única realidad es material. Marx pensaba que la historia está atrapada en una progresión dialéctica de la economía. Las personas son seres esencialmente económicos que han evolucionado en varias etapas que concluirán con la eliminación de las clases económicas y darán lugar a la participación en común de todos los recursos materiales. Las religiones y las filosofías metafísicas fueron creadas por las clases más altas para mantener su opresión sobre las otras clases. En el cristianismo, la visión mecanicista ha remplazado la providencia de Dios con la de teorías falibles de la economía o del materialismo científico.
(4) La perspectiva historicista no tiene un enfoque mecanicista ni materialista pero no es menos desdeñosa de la providencia de Dios. Según el historicismo, las creencias y costumbres culturales son producto de la experiencia histórica de un grupo. El historicismo, por su parte, no considera que la historia avance de manera lineal hacia cierta meta; más aún, es la intuición más que la razón lo que permite al historiador hallar sentido a los acontecimientos. Los cristianos se sentirían incómodos con el concepto del historicismo que excluye la libertad divinamente provista al ser humano. Además, el historicismo no cree que Dios esté dirigiendo la historia en una progresión lineal de sucesos hacia una meta final.
(5) La perspectiva futurista tiene origen relativamente reciente, pero es un paralelo secular de los esfuerzos de antiguos videntes y falsos profetas. Futurólogos como Alvin Toffler procuran descubrir sucesos futuros por medio de análisis sociológico y antropológico. De esa manera, los seres humanos pueden manipular los resultados futuros para obtener el final deseado. Los cristianos deben ser cautelosos con dichos intentos de remplazar la providencia divina por la humana.
(6) La perspectiva caótica no ve ningún propósito ni patrón en la existencia humana. Según esta perspectiva, Dios no interfiere con el hombre en la historia y esta no tiene rumbo. En consecuencia, la historia carece de sentido.La visión de la historia de un individuo o una sociedad determinará la calidad de vida de esa persona o esa sociedad. Hay vestigios de la perspectiva bíblica de la historia en algunas opiniones alternativas de la historia. No obstante, cuando se pierde la visión bíblica en su totalidad, primero se producirá deterioro espiritual seguido más tarde por decadencia de la moral del individuo, la cohesión social y la vitalidad económica.
La esperanza cristiana del cielo tiene consecuencias significativas en el tiempo, tanto para los individuos como para las sociedades de las que forman parte. Juan describe el impacto de esta esperanza: “Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro” (1 Jn. 3:2-3). El escritor y teólogo C. S. Lewis dijo: “Apunta al cielo y recibirás la tierra por el mismo precio. Apunta a la tierra y no recibirás ninguno de los dos”.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-APOCALIPSIS $ USD
Amanecer en Patmos, la pequeña isla del Mar Egeo donde Juan recibió del Cristo resucitado la visión de Apocalipsis. Eusebio (260-340), el historiador de la Iglesia primitiva, escribió que Juan fue enviado a Patmos por el emperador Domiciano en el 95 d.C., y liberado después de un año y medio.
Introducción
Jesucristo, el Hijo del Hombre, resucitado y glorificado, se le apareció con un doble propósito al apóstol Juan, que se hallaba cautivo «en la isla llamada Patmos» (1:9): (1) exponer el estado espiritual de siete de las iglesias de Asia Menor que Juan conocía (caps. 2–3) y (2) revelarle, mediante una serie de visiones, los acontecimientos y los factores relacionados con el fin de los tiempos (caps. 4–22).
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: La tradición atribuye la autoría de Apocalipsis al apóstol Juan, quien también escribió el cuarto Evangelio y las tres cartas que llevan su nombre. Las pruebas de esto son: (1) el autor se refiere a sí mismo como «Juan» (1:4,9; 22:8); (2) tenía vínculos estrechos con las siete iglesias de Asia Menor (1:4,11; caps. 2–3); (3) las circunstancias del autor (1:9) concuerdan con las del apóstol Juan (al que fuentes históricas confiables del siglo II d.C. sitúan en Asia Menor entre el 70 y el 100 d.C.); y (4) el texto está saturado de imágenes y referencias del AT, lo que apunta a un autor judío como Juan, que escribe en un entorno predominantemente gentil, como Asia Menor.
Contexto histórico: Los destinatarios originales de Apocalipsis fueron un grupo de siete iglesias locales situadas en el sudoeste de Asia Menor (1:11; caps. 2–3). Algunas de estas congregaciones estaban padeciendo persecución (2:9-10,13), probablemente bajo el reinado del emperador Domiciano (81-96 d.C.). Otras tenían dificultades prácticas y doctrinales (2:6,13-15,20-23). Además de estos problemas evidentes, se libraba una guerra espiritual invisible, pero poderosa (2:10,14,24; 3:9).
Los eruditos evangélicos suelen situar la fecha de redacción hacia finales de la década de los 60 o mediados de los 90 d.C. La opinión mayoritaria favorece la fecha más tardía. Las diferencias de datación obedecen a distintos puntos de vista respecto a la persecución descrita en las cartas a las iglesias (2:9-10,13). Existen importantes pruebas históricas que apuntan a que la intensa persecución que sufrieron algunas de las iglesias citadas ocurrió bajo el reinado de Nerón, a finales de la década de los 60. Sin embargo, la referencia en 17:10 a siete reyes, cinco de los cuales habían caído, concuerda mejor con mediados de la última década del siglo I, durante el reinado de Domiciano.
A pesar de que quienes postulan la fecha de finales de la década de los 60 se basan en datos relacionados con Nerón y una alusión al templo de Jerusalén en 11:1-2 (que fue destruido por los romanos en el 70 d.C.), todos los demás factores favorecen una fecha de redacción próxima al 95 d.C., en especial, la tradición que sitúa el exilio del apóstol Juan en Patmos durante el período de intensa persecución desatado bajo el emperador Domiciano, quien gobernó del 81 al 96 d.C.
Mensaje y propósito
Gran parte de Apocalipsis se centra, más que ningún otro libro de la Biblia, en los sucesos relacionados con el final de los tiempos (escatología), sin descuidar las decisiones prácticas que creyentes e incrédulos deben tomar en el curso de su vida y que tendrán finalmente consecuencias trascendentales.
Contribución a la Biblia
Apocalipsis brinda un estudio teológico casi completo. En él, encontramos mucha información sobre Cristo, la humanidad y el pecado, el pueblo de Dios (tanto la Iglesia como Israel), los santos ángeles, y Satanás y los demonios. También incluye información importante acerca del poder de Dios, Su carácter trino (es decir, la Trinidad), así como aspectos de la obra del Espíritu Santo y la naturaleza de la Escritura.
Estructura
Apocalipsis anticipa en 1:19 la estructura secuencial de su contenido: «Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas». Cuando el apóstol Juan recibió la orden de escribir, ya había recibido la visión del Hijo del Hombre exaltado (cap. 1). A continuación, se le ordenó escribir cartas a las siete iglesias, en las que describiría el estado espiritual de cada una (caps. 2–3). Por último, en el contenido principal del libro (4:1–22:5), Juan declaró las cosas que sucederían «después de estas».
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-2 PEDRO $ USD
Ruinas del siglo I d.C. en el exterior de una sinagoga (siglo IV d.C.) de Capernaum, con un memorial en honor a Pedro de fondo. Este memorial se construyó sobre lo que puede haber sido la casa de Pedro.
Introducción
La segunda carta de Pedro es una de las Epístolas Generales y enfatiza la vida cristiana práctica. Con este fin, Pedro escribió para advertir contra los falsos maestros y su influencia negativa en la vida moral. La misiva enfatiza el verdadero conocimiento de Dios al enfrentarse a la falsa doctrina y exhorta a los lectores a conservar la virtud cristiana en medio del vicio del mundo.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El autor de 2 Pedro se identifica claramente como el apóstol Pedro (1:1). Se llama a sí mismo «Simón Pedro» (1:1), nombre que no suele utilizarse para el apóstol (solo en Hch. 15:14). La ortografía es semítica y confiere un sentido de autenticidad a la carta. Además, era natural que, al ser semita, utilizara la forma original de su nombre. Se designa como «siervo y apóstol de Jesucristo». Se consideraba un siervo sometido al señorío de Cristo, que había sido ordenado en forma divina y enviado directamente por el Señor Jesucristo. Era Su representante autorizado.
La carta contiene varias alusiones personales a la vida de Pedro. Menciona que su muerte estaba próxima (1:14), se describe como testigo ocular de la transfiguración de Jesús (1:16-18), cita las palabras pronunciadas desde el cielo en aquella ocasión (1:17), indica que antes había escrito a los destinatarios de su epístola (a los que se refiere como «amados» en 3:1) y también llama a Pablo «nuestro amado hermano» (3:15), lo que sugiere que eran cercanos. Todos estos detalles señalan su autoría.
Sin embargo, muchos eruditos contemporáneos rechazan esta autoría. Por ejemplo, argumentan que (1) las referencias personales a la vida de Pedro son un recurso literario utilizado por alguien que escribió con su nombre, para dar una sensación de autenticidad; (2) en 2 Pedro, se usa un estilo de griego distinto al de 1 Pedro; (3) la alusión a las cartas de Pablo como colección (3:15-16) indica una fecha posterior al tiempo en que vivió Pedro; y (4) 2 Pedro depende de Judas. Si esto es cierto, la autoría de Pedro es problemática.
En respuesta a estas objeciones, debería considerarse que (1) la Iglesia primitiva rechazaba por completo la práctica de escribir con un pseudónimo apostólico y lo consideraba una falsificación; (2) es posible que alguien ayudara a Pedro al escribir 1 Pedro (5:12), pero no en el caso de 2 Pedro, lo que explicaría los distintos estilos de griego; (3) es probable que Pedro se refiriera solo a las cartas paulinas conocidas en el momento de escribir su epístola y no a toda la colección; y (4) es posible que Pedro tomara alguna parte de Judas o que ambos utilizaran una fuente común. Estas pruebas sugieren que debería aceptarse la autenticidad de 2 Pedro.
Contexto histórico: A diferencia de 1 Pedro, esta carta no menciona ningún destinatario específico. El apóstol alude a su epístola como la «segunda carta» escrita a sus lectores (3:1). Si la misiva que escribió antes es 1 Pedro, se trata de los mismos receptores («… los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia»; 1 P. 1:1). No obstante, si su escrito anterior es alguna otra epístola que desconocemos, no podemos determinar con certeza a quién y dónde iba destinada esta.
Es probable que Pedro escribiera desde Roma, donde la tradición de la Iglesia ubica al apóstol en sus últimos días. Al mencionar que su muerte está próxima (1:14), parece que la redacta justo antes de morir. La tradición fecha el martirio de Pedro alrededor del 57 d.C., durante el reinado de Nerón (54-68 d.C.).
La relación literaria entre 2 Pedro y Judas es tema de debate. Cualquier decisión que se tome al respecto afecta irremediablemente la autoría y la fecha de cada carta. Ambas son sorprendentemente similares en contenido. Por tanto, si 2 Pedro se nutrió de Judas y este último libro se escribió en algún momento entre el año 65 y el 80 d.C., es imposible que el apóstol Pedro fuera el autor de esta epístola. Sin embargo, que Judas haya utilizado 2 Pedro no plantea ningún problema respecto al autor o la fecha. Es posible que Judas se surtiera de 2 Pedro o que ambos autores hayan utilizado una fuente común.
Pedro escribió esta carta poco antes de morir (1:14), y aunque no se mencione, es probable que lo hiciera desde la cárcel. Se dirigió a los amigos cristianos que enfrentaban la amenaza de los falsos maestros que negaban la obra salvífica de Cristo y Su segunda venida. Como testigo ocular de la vida de Jesús (1:16-18), Pedro procuró afirmar ante sus lectores la realidad del regreso de Cristo y recordarles las verdades que, de otro modo, podrían olvidar (3:1).
Mensaje y propósito
Pedro advierte a los creyentes que se cuiden de los falsos maestros con sus doctrinas falaces y su licencioso modo de vida. La tentación de vivir pecaminosamente preocupaba tanto a Pedro que, poco después de su primera carta, ahora retoma el tema. Amonesta también sobre la negación del regreso de Cristo con el juicio que lo acompañará. Insta a sus lectores a no escatimar esfuerzos para crecer en el conocimiento y la práctica de la fe cristiana.
Contribución a la Biblia
Pedro establece firmes conexiones con el AT y desafía a su audiencia para que viva una vida cristiana auténtica. Él había estado con Jesús cuando habló por primera vez de Su regreso (Mt. 24–25), y enfatizó la certeza de la segunda venida.
La palabra de Dios está en primer plano en esta breve carta. Lo vemos en el cap. 1, cuando Pedro enfatiza el conocimiento (vv. 3,5,6,8,12,20-21) y su origen divino; en el cap. 2, al demostrar su historicidad (vv. 4-8); y en el cap. 3, al indicar que las cartas de Pablo son iguales a «las otras Escrituras» (vv. 15-16). Pedro insiste en la importancia de la Escritura para guiar y conservar nuestra fe.
Estructura
Esta es una carta general con sus rasgos típicos: salutación, cuerpo principal y despedida. Solo falta una expresión de agradecimiento. Es una carta de estilo pastoral, que se rige por las necesidades de los destinatarios, no un tratado formal.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-1 PEDRO $ USD
Nevsehir es la capital de la región de Capadocia, donde vivían algunos de los receptores de la primera carta de Pedro. Hechos 2:9 relata que había judíos de Capadocia en Jerusalén cuando Pedro predicó en Pentecostés. Seguramente, los que se convirtieron al cristianismo aquel día dieron un buen testimonio al volver a casa. Los capadocios vivían en un entorno duro, como resulta evidente en esta imagen. Tres destacados teólogos del siglo IV fueron capadocios: Basilio; su hermano Gregorio de Nisa; y el amigo de ambos, Gregorio Nazianceno. Ellos hicieron contribuciones sustanciales al desarrollo de la doctrina de la Trinidad.
Introducción
Se considera que 1 Pedro forma parte de las Epístolas Generales. Esta carta proporciona aliento a los creyentes del norte de Asia Menor que sufrían en medio de una intensa persecución, y exhorta a mantenerse fiel bajo opresión. En especial el santo pueblo de Dios debía llevar un estilo de vida diferente como habitante temporal en un país extranjero. Aunque sufrieran por Cristo en este mundo no cristiano, debían recordar que el cielo era su patria futura.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El autor de 1 Pedro se identifica como «Pedro, apóstol de Jesucristo» (1:1). Consideraba que había sido ordenado en forma divina, enviado directamente por el Señor Jesucristo, y que era Su representante autorizado. Varias declaraciones en la carta indican que el Pedro que desempeña un papel destacado en los Evangelios también es el autor de esta epístola. Por ejemplo, se denomina «anciano y testigo» de los sufrimientos de Cristo (5:1). Además, describe la crucifixión de Cristo con un conocimiento íntimo de ese hecho que solo un discípulo podía tener (2:21-24).
Varias expresiones reflejan sus experiencias con Jesús. Por ejemplo, la exhortación a los ancianos para que «apacienten la grey de Dios» (5:2) evoca el encargo que Jesús le hizo a él en Juan 21:15-17. Asimismo, el mandamiento de revestirse «de humildad» (5:5) puede recordarnos el episodio de Juan 13:2-17, cuando Jesús lavó los pies de los discípulos.
Varios temas pueden hallarse también en los sermones del apóstol en Hechos. Por ejemplo, Dios es «… aquel que sin acepción de personas juzga…» (1:17; comp. Hch. 10:34), y quien resucitó a Cristo de los muertos y le dio gloria (1:21; comp. Hch. 2:32-36). Cristo es «… la piedra que los edificadores desecharon…» (2:7-8; comp. Hch. 4:10-11).
Las objeciones a la autoría de Pedro no son concluyentes ni pueden demostrarse. La afirmación de que alguien escribió esta carta utilizando el nombre del apóstol como pseudónimo no tiene fundamento. Algunos líderes de la Iglesia —como Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandría— aceptaron la autenticidad de esta epístola, y esta comunidad primitiva rechazaba por completo el uso de un pseudónimo apostólico, por considerarlo una falsificación. Por tanto, debe aceptarse que fue el apóstol Pedro quien escribió esta carta. Es posible que Silvano lo haya ayudado de alguna manera en su función de secretario (gr. amanuensis), pero es más probable que solo fuera el portador de la misiva (5:12).
Contexto histórico: La identidad de los destinatarios de 1 Pedro se revela en 1:1. El apóstol escribió a «los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia». Estas eran provincias romanas situadas al norte de la actual Turquía, a menos que Galacia incluyera a la de la región sur de Asia Menor. Probablemente, fueran cristianos gentiles perseguidos. Antes, habían sido idólatras (4:3), ignorantes (1:14) y vanos (1:18), pero ahora eran «pueblo de Dios» (2:9-10).
La referencia «la iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros», en 5:13, sugiere que Roma es el lugar de origen de la carta.
«Babilonia» se usaba en forma enigmática para referirse a un lugar de exilio, pero también de manera específica para Roma. Otros significados posibles para Babilonia serían las ciudades de esa región de Mesopotamia y Egipto, pero es una opción sumamente improbable porque no existen datos de que Pedro haya estado en dichos lugares.
Esta primera epístola probablemente se escribió entre los años 62 y 64 d.C. Durante el período en que Pablo estuvo bajo arresto domiciliario (60- 62 d.C.), no se menciona que Pedro estuviera en Roma. Asimismo, Pedro tampoco comenta que Pablo estuviera allí; solo lo acompañaban Silvano y Marcos (5:12-13). Estos datos sugieren que Pedro escribió su primera carta después del 62 d.C. y antes de la segunda epístola que lleva su nombre.
El tema del sufrimiento aparece a lo largo de todo el libro. En cuatro de sus cinco capítulos, los destinatarios de la carta son los sufridores. Como se escribió alrededor del 62-64 d.C., coincide con la persecución de los cristianos durante el reinado de Nerón. La persecución comenzó en Roma y fue extendiéndose por Asia Menor.
Mensaje y propósito
Pedro escribe a los creyentes que sufrían en Asia Menor, para alentarlos a permanecer firmes por Cristo en medio de la persecución. Los insta a centrarse en sus privilegios espirituales y, más específicamente, en el lugar donde se encuentran sus derechos y ventajas: la vida eterna. Los creyentes en Jesús son «peregrinos» (gr. parepídemos; 1:1; 2:11) y «extranjeros» (gr. paroikéo; 2:11) en este mundo, un lugar de paso donde no tienen derecho o privilegio alguno. La herencia, los privilegios y la justicia de los cristianos pertenecen a otra esfera, al destino final que Dios tiene para ellos: el cielo, su hogar definitivo.
Esta epístola enfatiza que el sufrimiento es algo normal para los creyentes porque son habitantes temporales de este mundo. Como tales, no tienen derechos ni se les hace justicia en esta tierra extranjera. Aunque pasen por aflicciones durante su estancia transitoria sobre la tierra, la herencia y la exaltación los esperan en la patria eterna.
Contribución a la Biblia
Al escribir, la intención de Pedro fue fortalecer a los creyentes en medio del sufrimiento y la persecución que enfrentaban. Su mensaje sigue vigente para los creyentes modernos y, en medio de nuestras aflicciones, nos recuerda que tenemos una esperanza celestial y una herencia eterna. Se nos llama a la santidad y a una vida de amor. También debemos glorificar a Dios en nuestra vida diaria e imitar a Cristo.
Estructura
La estructura de 1 Pedro ha sido tema de debate desde la más temprana historia de la Iglesia. La diversidad de bosquejos ilustra que la tarea exegética no es una mera ciencia, sino también un arte. Pedro escribió esta carta con el comienzo típico de una misiva (1:1-2). Luego empieza la sección principal (1:3–2:10) con una bendición (1:3). Las dos partes siguientes van marcadas por «amados» (gr. agapetós, 2:11; 4:12) y, el segmento de 2:11–4:11 concluye con una doxología y «amén». La cuarta sección termina de igual modo (5:11), antes de concluir.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-SANTIAGO $ USD
«Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego […] y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación…» (3:5-6).
Introducción
Santiago acompaña extraordinariamente las enseñanzas de Jesús recogidas en los cuatro Evangelios. Posee un fuerte énfasis ético coherente con las enseñanzas morales que Jesús impartió a sus discípulos. Asimismo, en algunos momentos refleja las duras denuncias que profirió contra la hipocresía religiosa. Tal como las enseñanzas de Jesús, este libro es una fuente de exhortación, consuelo, reprobación y aliento, todo a la vez. Por último, Santiago se distingue por ser sumamente práctico, aunque contiene algunas de las verdades teológicas más profundas del NT.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: En 1:1, se menciona que el autor de la epístola es el apóstol Jacobo, también llamado Santiago (Santiago es la contracción de Sant + Yacob). Un gran número de personalidades del NT llevaban este nombre, pero solo tres de ellos son candidatos a la autoría de este libro. Jacobo, el hijo de Zebedeo, murió en el 44 d.C., demasiado temprano para haber podido ser el autor. Ninguna tradición nombra a Jacobo, el hijo de Alfeo (Mr. 3:18), como posible escritor de la carta. Por tanto, solo queda Jacobo, el hermano de Jesús, también llamado Santiago el Justo (Mr. 6:3; Hch. 1:14; 12:17; 15:13; 21:18; 1 Co. 15:7; Gá. 2:9,12), como candidato más probable.
A este Santiago se lo identifica como hermano de Jesús en Mt. 13:55; Mr. 6:3; y Gá. 1:19. Aunque no fue seguidor de Cristo durante Su ministerio terrenal (Jn. 7:3-5), una aparición posterior a la resurrección lo convenció de que Jesús era, en efecto, el Cristo (Hch. 1:14; 1 Co. 15:7). Posteriormente, Santiago lideró la iglesia de Jerusalén (Gá. 2:9,12) y ejerció una gran influencia allí (Hch. 1:14; 12:17; 15:13; 21:18; 1 Co. 15:7; Gá. 2:9,12).
Contexto histórico: Santiago se escribió probablemente entre el año 48 y el 52 d.C., aunque nada en ella sugiere una fecha más exacta. La muerte de Santiago, en el año 62 o 66 d.C., indica que se escribió con anterioridad. Existen sugestivas similitudes con las tradiciones de los Evangelios y los temas paulinos. Si Marcos se escribió alrededor del 65 d.C. y se concede el tiempo para que los acontecimientos de Hechos 15 y 21 hayan tenido lugar entre el primer viaje misionero de Pablo y el segundo, una fecha entre el 48 y el 52 d.C. sería más verosímil.
La referencia a «las doce tribus que están en la dispersión» (1:1) sugiere que la carta iba dirigida a los judíos cristianos que vivían en Palestina o sus alrededores. Santiago lideraba la iglesia de Jerusalén, por lo que resulta probable que la audiencia viviera en aquella zona (incluida Antioquía). La referencia en 2:2 a una sinagoga también nos hace pensar que se trataba de judíos cristianos. Las referencias a sus circunstancias (por ej., la opresión por parte de los ricos terratenientes; 5:1-6) podrían aludir a cualquier congregación en el Imperio romano. Sin embargo, el orden semítico de las palabras, las citas de la Septuaginta y la dependencia global de la epístola respecto a la tradición de la sabiduría judía sugieren una audiencia específicamente judeocristiana.
Mensaje y propósito
Como epístola general, Santiago iba dirigida a una audiencia amplia (los judíos cristianos) y no a una específica (por ej., solo los cristianos de Éfeso). Existe una evidente preocupación por tratar las dificultades internas y externas de las congregaciones de cristianos. Desde el exterior, llegaban pruebas (1:2), particularmente las diversas opresiones que ejercían los ricos terratenientes. Esta opresión no parece de naturaleza religiosa. La disensión interna parece deberse a la falta de dominio propio (1:13-17); a hablar sin medida; y a las falsas enseñanzas que conducían a malinterpretar la verdadera religión (1:19-27; 2:1-4; 3:1-8), a un favoritismo hacia los ricos (2:1-13) y a una ambición egoísta que llevó al asesinato y la crítica (4:1-12).
Santiago trata estos asuntos principalmente mediante la aplicación de los principios definidos por la tradición sapiencial del AT. Las soluciones que nombra reflejan la sabiduría de lo alto que viene del «Padre de las luces» (1:17) y da abundante sapiencia a aquellos que la piden. La sabiduría es necesaria para expresarse correctamente en la adoración y determinar quién debería enseñar (1:19-27; 3:1-8). Asimismo, es necesaria para evitar los conflictos internos que crean disensión en las congregaciones (3:13-18; 4:1-12). La fe en acción también es un tema importante (1:19-27; 2:14-26); Santiago demuestra que la fe que no se expresa por medio de buenas obras es vana. La ética es otro de los asuntos tratados en la epístola, sobre todo la justicia social (2:1-13; 4:1-12; 5:1-12).
Contribución a la Biblia
Santiago nos llama continuamente a obedecer la ley de Dios. Nunca se refiere a la ley ceremonial, sino a la moral. Aunque algunos piensen que está en desacuerdo con Pablo en cuanto a la relación del cristiano con la ley, en realidad ambos autores se combinan para proporcionarnos una comprensión sólida de la ley del AT. Pablo mostró a los creyentes que Cristo cumplió todas las exigencias de la ley y, así, nos trajo salvación. Santiago muestra a los creyentes que su obediencia a los principios morales de Dios es la señal de una fe viva que se traduce en vivir al compás de Aquel que satisfizo todas las exigencias de la ley. Algunos prefieren simplificar en exceso las distinciones entre el AT y el NT, y afirman que el primero se basa en las obras y el segundo está fundado en la fe. Sin embargo, Santiago los reúne a ambos para mostrar que la fe y las obras están estrechamente relacionadas entre sí, tanto en el antiguo como en el nuevo pacto.
Estructura
Santiago es una carta (una epístola), aunque solo la salutación refleja la forma griega antigua ejemplificada en las de Pablo, sobre todo, en Gálatas. El saludo identifica a Santiago como autor, incluye un título que demuestra la fuente de su autoridad («siervo de Dios y del Señor Jesucristo»), nombra a los destinatarios («las doce tribus que están en la dispersión») y transmite «salud» (1:1). Las epístolas solían utilizarse para estimular a los receptores a un cambio de conducta o de creencia, basado en la palabra y la dirección autorizadas del remitente.
Santiago se ha comparado a la literatura sapiencial del AT. Aunque existen elementos de sapiencia en Santiago, como la comparación entre la sabiduría del mundo y la que viene de Dios, también contiene exhortaciones y elementos proféticos nada comunes en ese tipo de literatura.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-HEBREOS $ USD
Cuando se escribió el libro de Hebreos, los representantes de las ciudades estado griegas habían competido en los juegos olímpicos (olympiakoi agones) durante cerca de 850 años. Seguramente, el autor de Hebreos había visto este tipo de competiciones y utilizó el conocimiento de sus lectores sobre esta clase de eventos para animarlos a recordar la gran nube de testigos que los rodeaba mientras corrían. Urgió a que nos despojemos «… de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús…» (12:1-2).
Introducción
Hebreos es un homenaje al incomparable Hijo de Dios y una exhortación a los creyentes perseguidos, para que no dejaran de perseverar. Su autor tiene un propósito doble: (1) exaltar a Jesucristo, al que se dirige como «Dios» y como «el Hijo del Hombre», quien por tanto, es el único mediador entre Dios y la humanidad; y (2) exhortar a sus hermanos en Cristo a seguir «adelante a la perfección» y a vivir «por fe».
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Hebreos no identifica a su autor. No conoció al Señor en persona, porque dice haber recibido la confirmación del mensaje de Cristo de «los que oyeron» al propio Jesús (2:3). Pablo afirma la directa revelación divina de su evangelio (1 Co. 15:8; Gá. 1:12), lo cual crea la duda de su autoría. Sin embargo, el autor conocía a Timoteo, al que se refiere como «nuestro hermano» (13:23), a diferencia de Pablo que lo llamó «verdadero hijo en la fe» (1 Ti. 1:2).
Los eruditos proponen otros autores: Lucas, Clemente de Roma, Bernabé, Apolos, Timoteo, Felipe, Pedro, Silas, Judas y Aristión. Desconocer la identidad del autor no es relevante. Lo que nos importa es que los primeros cristianos la recibieron como Escritura inspirada y autoritativa, de incuestionable valor para el discipulado cristiano.
Contexto histórico: El autor conocía bien a su audiencia, a la que llama «hermanos» (3:12; 7:5; 10:19; 13:22) y «queridos amigos» (6:9). Eran, como él, conversos que habían escuchado el evangelio de boca de los primeros seguidores de Cristo (2:3). Ciertos eruditos han especulado sobre los destinatarios de la carta, pensando en el grupo disidente de una iglesia casera separada de la congregación principal. Otros sostienen que iba dirigida a antiguos sacerdotes judíos convertidos que consideraban volver al judaísmo (o, al menos, retomar algunos de sus ritos) para evitar la persecución por parte de sus compatriotas. Otra teoría afirma que no tenía por qué ser un grupo judío, ya que los cristianos gentiles también respetaban el AT como Escritura.
Claramente, Jerusalén no había caído aún (70 d.C.) cuando se redactó Hebreos. De haberse destruido ya el templo, el autor indudablemente lo habría mencionado para reforzar el argumento sobre la sustitución del sistema sacrificial del templo por el sacrificio de Cristo. La persecución de 10:32-34 implica una de las dos fechas posibles, por saberse que los emperadores romanos Nerón y Domiciano persiguieron a los cristianos (del 64 al 68 d.C. y del 81 al 82 d.C., respectivamente). Es probable que se haya escrito durante la persecución de Nerón, anterior a la destrucción del templo.
Mensaje y propósito
El autor quería exaltar a Jesucristo y manifiesta este deseo mediante el uso sistemático y repetitivo de la palabra gr. kreítton, que significa «más noble», «superior» o «mejor». Es el hilo conductor que une la compleja y sutil argumentación teológica del tratado. Jesucristo es superior a todo en el conjunto del plan divino de creación y redención.
El autor describe la superioridad del nuevo pacto sobre el antiguo, para que sus lectores recuerden que Jesucristo es el cumplimiento de la ley y de las promesas de Dios en el AT. Por tanto, deben procurar no andar «… crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y exponiéndole a vituperio» (6:6). El autor desea exhortar a estos creyentes a que abandonen su estado de estancamiento espiritual y adopten un patrón de crecimiento en su relación con Jesucristo.
Contribución a la Biblia
Ningún otro libro del NT une así la historia y las prácticas del AT con la vida de Jesucristo. Así como Cristo enseñó que el AT se cumplía en Él (Mt. 5:17-18; Lc. 24:27), el autor de Hebreos mostró que el antiguo pacto encuentra su cumplimiento en el nuevo (7:20–8:13), que es «mejor» porque el antiguo se ha cumplido en él (7:22) y porque el ministerio de Jesucristo lo ha hecho superior.
Estructura Al concluir Hebreos, el autor escribió: «Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente» (13:22). El estilo literario de Hebreos nos enseña lo que es un sermón teológico por escrito. Aunque termina como una carta, no lo parece, porque no empieza como las misivas antiguas, presentando al autor y sus destinatarios. Comienza con un ensayo introductorio sobre la superioridad de Jesucristo (1:1-4), pero por su capacidad de entender y atender las necesidades espirituales del lector, resulta ser mucho más que un mero ensayo literario. Tiene carácter de sermón porque expone la Escritura detenidamente para desafiar a su audiencia a la fe y la fidelidad. Además, el desarrollo sostenido de una compleja teología holística del pacto lo convierte en un sermón teológico que revela el amplio panorama del grandioso plan redentor de Dios para la humanidad.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-FILEMÓN $ USD
El valle del Río Lico visto desde Colosas. Filemón se convirtió a la fe en Cristo durante la estancia de Pablo en Éfeso.
Cuando escribió esta carta, la iglesia de Colosas se reunía en la casa de Filemón, su esposa Apia y su hijo Arquipo.Introducción
Filemón es la única carta de Pablo con carácter privado. Trata sobre Onésimo, un esclavo fugitivo que le había robado a Filemón, su amo, y había escapado de Colosas a Roma. Allí conoció al apóstol Pablo, que estaba encarcelado. El apóstol le escribió a Filemón sobre Onésimo, para después enviarlo con la carta de regreso a la ciudad colosense. En comparación con las demás cartas paulinas, esta es poco más que una tarjeta postal, pero surge del tierno corazón de un amigo que escribe como tal y no como apóstol que ejerce su autoridad.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Durante los dos años de su encarcelamiento en Roma (Hch. 28:30), probablemente entre 60-61 d.C., Pablo escribió cuatro «Epístolas de la prisión», y Filemón es una de ellas (las otras tres son Colosenses, Efesios y Filipenses).
Contexto histórico: En los vv. 1,9-10,13 y quizás el 23 se hace referencia a que Pablo estaba en la cárcel mientras escribía. Estaba bajo arresto domiciliario, que los romanos denominaban «custodia libre», en su casa alquilada, mientras esperaba ser juzgado (Hch. 28:30).
Aunque Pablo dirige la carta a Apia, Arquipo y a la iglesia que se reunía en casa de Filemón (vv. 1-2), el principal destinatario es este último. Al parecer, era un próspero hombre de negocios que vivía en Colosas (según se insinúa en Col. 4:9). En su casa había varios esclavos, y era lo bastante grande como para celebrar las reuniones de la joven iglesia. Se había convertido por el ministerio de Pablo, quizás por el propio apóstol (vv. 10,19), y llegado a ser su «amado» amigo y «colaborador» (v. 1), y «compañero» (v. 17) en el servicio del evangelio. Aunque la carta es más que nada una apelación personal de Pablo a Filemón, el pronombre personal en plural «vosotros» (vv. 3,22) y «vuestras» (vv. 22,25) indican que toda la iglesia escucharía la lectura de la misiva y, por tanto, sería testigo de la respuesta de Filemón a las peticiones del apóstol.
Según parece, Onésimo había tomado algún dinero o bienes de su amo (vv. 15,18) y se había fugado. Atraído quizás por el anonimato de una gran ciudad lejana, viajó hasta Roma para tener una vida de libertad. Su camino se cruzó con el de Pablo y se convirtió al cristianismo (vv. 10,16), lo cual fue de gran utilidad para el apóstol (v. 11).
Un criterio alternativo niega que Onésimo haya sido un fugitivo que procuraba la libertad. Sugiere más bien que dejó a Filemón para buscar a Pablo y pedirle que abogara por su amo en relación a una grave pérdida que había sufrido. La idea de Onésimo habría sido siempre regresar a la casa de su dueño. Por tanto, Pablo no era culpable de haber dado refugio a un esclavo prófugo. Sin embargo, de ser así, cabría esperar que el apóstol le hubiera confirmado a Filemón que Onésimo siempre había tenido intenciones de regresar.
Mensaje y propósito
Esta carta ha servido de inspiración para la liberación de los esclavos. Pablo prefería sin duda que Onésimo se quedara con él (v. 13), pero reconocía que Filemón era su dueño legal y decidió enviarlo de regreso (v. 12). Filemón podría reincorporarlo como esclavo, aunque ahora también era un hermano en Cristo (vv. 15-16), o dejarlo libre para que siguiera prestando ayuda al apóstol en Roma (vv. 13:20-21). Onésimo regresó junto a su amo como portador de esta carta. Sabía que Pablo confiaba en su «obediencia» (v. 21), pero era consciente de que ni el perdón, ni la restitución ni la emancipación estaban garantizados.
Contribución a la Biblia
Aunque es la carta más breve y personal de Pablo, Filemón forma parte del NT por varias razones.
En primer lugar, se trata de un quebrantamiento de las barreras sociales y culturales entre los cristianos (ver Gá. 3:28). Pablo, un culto ciudadano romano, aboga por la causa de un pobre esclavo fugitivo que arriesgaba su vida por haber robado y huido (Flm. 18). La comunión cristiana elimina las barreras sociales y culturales.
En segundo lugar, refleja las actitudes de los primeros cristianos respecto a la esclavitud. Pablo la acepta (aunque no la respalda) como condición social existente y como hecho legal (ver v. 12). Sin embargo, recalca que Onésimo tiene ahora una identidad más alta, es un hermano en Cristo, y establece una nueva base (v. 16) para la relación amo-esclavo, que menoscaba dicha institución. Esto contrasta con los criterios predominantes del mundo antiguo. Aristóteles, por ejemplo, definía al esclavo como una «herramienta viva, así como una herramienta es un esclavo inanimado» (Ética Nicomaquea, VIII, 11:6).
En tercer lugar, nos muestra a un pastor habilidoso en acción: Pablo renuncia a su derecho apostólico de dar órdenes (vv. 8-9) y prefiere apelar al libre albedrío de Filemón (vv. 10,14), para seguir su conciencia cristiana a la hora de decidir cómo expresar su amor (vv. 5,7). Se identifica con Onésimo, su hijo espiritual (v. 10), y pide que lo reciba como a él mismo (v. 12). Garantiza que él mismo pagaría sus deudas (vv. 18-19) y presenta su petición ante toda la iglesia local (vv. 1-3,22-25).
En cuarto lugar, describe el corazón del evangelio (vv. 16-19). Al venir a Dios en arrepentimiento y por fe, Él nos da una nueva posición y nos recibe como si se tratara de Cristo. Pone nuestras deudas en la cuenta de Cristo, quien asume la responsabilidad personal de saldar lo que debemos a Dios.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-1-2 TIMOTEO|TITO $ USD
Restos de la Basílica de San Juan, en Éfeso. Cuando Pablo salió de Éfeso hacia Macedonia, dejó a Timoteo como pastor de la iglesia allí y le encargó que instruyera a ciertas personas que enseñaban doctrinas falsas.
Introducción
Desde el siglo XVIII, 1 y 2 Timoteo, junto con Tito, se conocen como las «Epístolas Pastorales». Resulta lógico considerar estas cartas en conjunto por sus notables similitudes en estilo, vocabulario y contexto histórico. Se distinguen del resto de las cartas paulinas en que son las únicas escritas a colaboradores de Pablo en el evangelio. Tratan cuestiones relativas a la estructura eclesiástica y, a diferencia de las demás, van dirigidas a hombres que desempeñan un papel pastoral y no a iglesias. No obstante, debemos reconocer que sus propios distintivos les confieren un carácter independiente. Su propósito primordial no fue describir la estructura de la iglesia o el ministerio pastoral (en contra de la opinión popular), sino enseñar cómo vivir el cristianismo en respuesta al evangelio.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Según se declara al principio de cada carta, Pablo las escribió (1 Ti. 1:1; 2 Ti. 1:1; Tit. 1:1). Sin embargo, muchos eruditos actuales presuponen que no fue así. Basan su opinión en el vocabulario y el estilo diferentes al resto de sus cartas, en presuntas discrepancias teológicas y en ciertas dudas sobre el lugar cronológico que ocupan en la vida del apóstol. No obstante, estas diferencias de estilo y vocabulario no representan problema alguno cuando se tiene en cuenta que los autores suelen utilizar distintas formas de dirigirse a un grupo variado, para tratar situaciones diversas. Estas cartas de Pablo no iban destinadas a iglesias, sino a colaboradores dentro de un marco ministerial único; de ahí, las diferencias en vocabulario. El criterio tradicional sobre la situación histórica en la que Pablo escribió estas misivas resulta, por tanto, razonable y justificable. En resumen, a pesar de la importante oposición de algunos eruditos, existe una base sólida para aceptar la autoría paulina de las Epístolas Pastorales.
Contexto histórico: Probablemente, Pablo haya escrito estas cartas después del período abarcado en el libro de los Hechos, que concluye con el apóstol en prisión. Según la tradición, Pablo fue liberado de este encarcelamiento y prosiguió con su obra alrededor del Mediterráneo, con la cual probablemente haya llegado hasta España (Ro. 15:22-29). Durante ese tiempo, visitó Creta y otros lugares. Primera Timoteo y Tito se escribieron durante esa época de obra misionera adicional. Timoteo se había quedado en Éfeso para ocuparse de algunos problemas causados por falsas enseñanzas (1 Ti. 1:3-4). Tito permaneció en Creta tras la obra inicial para establecer la iglesia (Tit. 1:5). Finalmente, volvieron a encarcelar a Pablo, y esto llevó a su ejecución. Durante esta estancia final en la cárcel, el apóstol escribió 2 Timoteo para pedir que este lo visitara de nuevo y poder darle las exhortaciones finales, ya que preveía su martirio.
Mensaje y propósito
En cada una de estas cartas, Pablo instruye a uno de sus colaboradores más jóvenes a vivir su fe y enseñar a otros a hacerlo. Todas muestran una preocupación importante a causa de las falsas doctrinas y sus efectos perjudiciales en el seno de la iglesia. El apóstol escribe estas misivas como aval de su representante delante de la congregación, para mantener el nivel de la enseñanza correcta y mostrar que esta debe manifestarse en una vida adecuada.
En 1 Timoteo, Pablo instruye a su colaborador a oponerse firmemente a la falsa doctrina. Asimismo, le explica cuál debe ser la conducta característica de los miembros de la iglesia. La epístola a Tito expresa un propósito similar, si bien es de menor alcance. Pablo trata sobre el carácter de los miembros de la iglesia a la luz de la obra de Cristo. El mensaje de 2 Timoteo, última carta de Pablo, es bastante distinto, más personal; es la carta de un amigo a otro. Pablo preparaba a Timoteo para que prosiguiera con la obra ministerial después de su partida. Estas cartas contienen varios temas.
El evangelio: Pablo expresa una gran preocupación por la verdad del evangelio y, en estas Epístolas Pastorales, lo describe con términos poco habituales en sus otros escritos. Sin embargo, no son exclusivos de estas cartas. Se refiere al evangelio como «la fe» (1 Ti. 3:9; 2 Ti. 4:7; Tit. 1:13); «la verdad» (1 Ti. 4:3; 2 Ti. 2:25; Tit. 1:1); una enseñanza sólida o sana (1 Ti. 1:10; 2 Ti. 1:13; 4:3; Tit. 1:9; 2:1); la piedad o religión sana (1 Ti. 3:16; 6:3; Tit. 1:1). Quizás Pablo utilizó estos términos porque representan las frases usadas por sus oponentes. Sin embargo, al hacerlo, los renovó para que sirvieran a sus propósitos al darles un nuevo sentido.
La vida cristiana: Pablo enfatiza la importancia de una respuesta de santidad frente al acto salvífico de Dios (1 Ti. 2:15; 4:12; 5:10; 2 Ti. 1:9; Tit. 2:12). El comportamiento que resulta de la santidad debe llevar un énfasis positivo (Tit. 3:8) y negativo a la vez (2 Ti. 2:19).
El gobierno de la iglesia: Se presenta a la iglesia como una familia unida que ministra dentro de su circunscripción y está organizada para servir. Es la familia de Dios (1 Ti. 3:5,15), y los creyentes son hermanos y hermanas (1 Ti. 4:6; 5:1-2; 6:2; 2 Ti. 4:21). Pablo encomienda a la iglesia la responsabilidad de ministrar a los pobres (1 Ti. 5:16) y servir como cimiento de la verdad doctrinal y ética (1 Ti. 3:15). A los líderes de la iglesia se los llama obispos o ancianos (1 Ti. 3:1-7; 5:17-19; Tit. 1:5-9) y reciben asistencia de los diáconos (1 Ti. 3:8-13).
Contribución a la Biblia
Estas cartas son ricas en teología y ética. Una de las contribuciones clave es la forma tan clara de mostrar la relación entre la doctrina y la ética, la fe y la conducta.
Aunque no pretendían proporcionar un relato detallado del gobierno de la iglesia, ofrecen importantes perspectivas sobre el tema. La lista de requisitos para los obispos (1 Ti. 3:1-7; Tit. 1:5-9) y diáconos (1 Ti. 3:8-13) es la única de este tipo en el NT.
Estructura Las tres cartas siguen el mismo patrón típico de una epístola griega. Aunque existen algunas diferencias de léxico con la mayoría de las demás misivas paulinas, no debemos perder de vista que van dirigidas a individuos concretos. El planteamiento del liderazgo de la iglesia es único en la estructura de estas cartas.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-2 TESALONICENSES $ USD
Introducción
Como continuación a su primera carta a los tesalonicenses, Pablo escribió para aclarar un poco más cómo vivir la vida cristiana a la luz de la próxima venida de Cristo. Pide a los tesalonicenses que estén firmes y que vivan provechosamente, porque el regreso de Cristo podría acontecer en un futuro lejano.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Se afirma que Pablo es el autor de 2 Tesalonicenses (1:1). La salutación también menciona a Silvano y a Timoteo, pero Pablo fue el autor principal (3:17).
Contexto histórico: Ver la introducción a 1 Tesalonicenses. Aunque existen pocas indicaciones sobre la fecha y el lugar de escritura, probablemente haya sucedido en Corinto alrededor del 50-51 d.C., poco después de 1 Tesalonicenses. La mención conjunta de Pablo, Silvano y Timoteo en la salutación, como sucede en la primera misiva a los tesalonicenses, respalda esta teoría (1 Ts. 1:1), además de la referencia a una primera carta (2 Ts. 2:15), que probablemente haya sido 1 Tesalonicenses.
Mensaje y propósito
En parte, Pablo escribió para exhortar a los creyentes tesalonicenses a que permanecieran firmes en la verdad en medio de la persecución, y para asegurarles que Dios juzgaría a aquellos que los afligían (1:6-9; 2:13-15). Al parecer, los tesalonicenses pensaban que ya estaban viviendo el día del Señor (2:2). Pablo les asegura que no es así, ya que aún no han ocurrido ciertos acontecimientos del fin de los tiempos; entre ellos, la manifestación del «hombre de pecado» que sigue retenido (2:6-7). Aparentemente, esto fue lo que motivó la misiva. Algunas personas de la iglesia tesalonicense habían dejado de trabajar, y esto puede sugerir que su visión incorrecta estaba conduciéndolos al letargo y la pereza (3:10-11).
La carta es breve y no da un bosquejo completo de la fe cristiana. Pablo escribe para subsanar una necesidad concreta, y la disposición de la carta se ajusta a las circunstancias locales.
La grandeza de Dios: Dios ama a los tesalonicenses y los ha incorporado a la Iglesia (1:4). Los ha escogido (2:13), llamado (1:11; 2:14) y salvado. Su propósito seguirá hasta el final, el momento culminante para ellos; es decir, la venida de Cristo y el juicio. La clara expresión de las grandes doctrinas de la elección y el llamamiento, tan importantes para Pablo, resulta interesante por la fecha tan temprana de esta carta. Asimismo, distinguimos la doctrina de la justificación, en la referencia a que Dios tiene a los creyentes por dignos (1:5,11) y, por supuesto, en su enseñanza sobre la fe (1:3-4,11; 2:13; 3:2).
La salvación en Cristo: Se proclama en el evangelio y se consumará cuando Cristo vuelva para derrocar todo mal y para dar reposo y gloria a los suyos. Este gran Dios ama a Su pueblo, al que ha dado consuelo y esperanza, dos cualidades importantes para las personas perseguidas (2:16). El apóstol ora para que el corazón de sus conversos se encamine al «amor de Dios» (3:5), que puede referirse al amor que Dios siente por ellos o viceversa. Probablemente, Pablo pensó primero en el amor de Dios, aunque también se refiere al amor mutuo de los nuevos creyentes. Se alude varias veces a la revelación (1:7; 2:6,8). Aunque el término no se utilice exactamente como en otros lugares, nos recuerda que Dios no nos ha abandonado a nuestra suerte. Nos ha revelado lo necesario y tiene más revelación para los últimos días.
La segunda venida: Se contempla aquí en lo referente al derrocamiento de todo mal, especialmente del «hombre de pecado». Pablo deja claro que la venida de Cristo será majestuosa y que traerá castigo a aquellos que se niegan a conocer a Dios y rechazan el evangelio. Sin embargo, a los creyentes, les dará reposo y gloria (1:7-10). Al final, Dios y la justicia triunfarán sobre Satanás y el mal.
Pablo aclara que el día del Señor no ha llegado aún. Antes deben ocurrir varias cosas: por ejemplo, llegará «la apostasía» y la manifestación del «hombre de pecado» (2:3). Pablo no explica ninguna de ellas. Es probable que se refiera a lo que les dijo a los tesalonicenses mientras estuvo entre ellos. Lamentablemente, desconocemos aquella explicación, así que tenemos que adivinarlo. Una parte bien conocida de la enseñanza cristiana habla de una rebelión contra la fe que precederá al regreso del Señor (Mt. 24:10-14; 1 Ti. 4:1-3; 2 Ti. 3:1-9; 4:3-4).
Vida y trabajo: Pablo tenía mucho que opinar sobre las personas que vivían «desordenadamente», que parecían estar ociosas y no realizaban trabajo alguno (3:6-12). Es probable que hayan pensado que la venida del Señor estaba tan cerca que no valía la pena trabajar, o quizás tenían una mente tan «espiritual» que se concentraban en cosas más elevadas y dejaban que otros proveyeran para sus necesidades. Pablo aconseja que todos trabajen para ganarse la vida (3:12). Ningún énfasis doctrinal, ni siquiera el regreso de Cristo, debería inducir a los cristianos a dejar su trabajo. Los que puedan trabajar deben ganarse el sustento diario. Los creyentes tienen que proveer para su sustento y no cansarse de hacer bien.
Contribución a la Biblia
Segunda Tesalonicenses prosigue con los mismos temas que 1 Tesalonicenses y los amplía: la persecución, la santificación y los acontecimientos del fin de los tiempos asociados con la segunda venida de Cristo. Una diferencia importante es que 2 Tesalonicenses describe al «hombre de pecado» que se manifestará en los últimos días y aquello que impide que sea revelado (2:1-12). El libro también se explaya sobre la necesidad de que los creyentes tengan una adecuada ética de trabajo para suplir sus necesidades (3:6-15).
Estructura El tono de Pablo en 2 Tesalonicenses es bastante más «frío» que en la primera carta, donde se muestra más entusiasmado por sus progresos en el evangelio y les da consejos más serenos sobre la vida como iglesia (1 Ts. 5:12-22). En cambio, en esta misiva, Pablo expresa una gran preocupación por el estado espiritual de los creyentes tesalonicenses. Reprende tajantemente su vida como iglesia (2 Ts. 3:6-15). El estilo es el típico de sus otras cartas: una sección doctrinal que va seguida de la exhortación práctica.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.