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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MARCOS $ USD
«¿Quién es este?». Es la pregunta central del Evangelio de Marcos. Los discípulos de Jesús se hicieron esta pregunta justo después que Jesús reprendió al viento y calmó lo que parecía una amenazadora tormenta en el Mar de Galilea (4:35-41).
Introducción
El Evangelio de Marcos muestra a Jesús en acción: sana enfermos, expulsa demonios, realiza milagros, va de un sitio a otro y enseña. En Marcos, todo sucede «inmediatamente». En cuanto termina un episodio, ya comienza otro. Pero el ritmo acelerado de pronto disminuye cuando Jesús entra en Jerusalén (11:1). A partir de entonces, los acontecimientos se miden por días, y Su último día, por horas.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El Evangelio de Marcos es anónimo. Eusebio, el historiador de la Iglesia primitiva, que escribió por el año 326 d.C., recogió las palabras de Papías, un padre de la Iglesia antigua. Papías citaba al «anciano», probablemente Juan, diciendo que Marcos había dejado por escrito la predicación de Pedro sobre lo que Jesús dijo e hizo, pero en forma desordenada. Fue así como desde el siglo I, se atribuyó la autoría de este Evangelio a Marcos.
El Marcos que escribió este Evangelio era Juan Marcos, hijo de una viuda llamada María, en cuya casa algunas veces se reunía la iglesia de Jerusalén (Hch. 12:12-17) y donde Jesús posiblemente celebró la Última Cena con Sus discípulos. Marcos era primo de Bernabé (Col. 4:10), y acompañó a este y a Pablo a Antioquía después de la misión a Jerusalén para aliviar la hambruna que azotaba la región (Hch. 12:25). Luego, fungió como asistente de Pablo y Bernabé durante el primer viaje misionero (Hch. 13:5), pero regresó al llegar a Perge (Hch. 13:13).
Cuando el apóstol Pedro escribió a las iglesias de Asia Menor poco antes de su martirio, les envió saludos de Marcos, a quien llamó «mi hijo» (1 P. 5:13). Luego, Pablo le pidió a Timoteo: «… Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio» (2 Ti. 4:11). Después de la ejecución del apóstol, se dice que Marcos se trasladó a Egipto, donde estableció iglesias y las sirvió en Alejandría (Eusebio, Hist. Ecl., 2:16). Algunos han sugerido que el joven mencionado en Mr. 14:51-52 era el mismo Marcos.
Contexto histórico: Según los padres de la Iglesia primitiva, Marcos escribió su Evangelio en Roma, justo antes o después del martirio de Pedro. La confirmación del origen romano de este Evangelio está en Mr. 15:21, donde Marcos señaló que Simón, un hombre de Cirene que llevó la cruz de Jesús, era el padre de Alejandro y de Rufo; al parecer, conocidos por los creyentes de Roma.
Como Marcos escribió principalmente para gentiles romanos, explicó las costumbres judías, tradujo palabras y frases del arameo al griego, empleó términos latinos en lugar de sus equivalentes griegos y rara vez citó el AT. La mayoría de los eruditos de la Biblia están convencidos de que Marcos fue el primer Evangelio escrito y que se utilizó como una de las fuentes de Mateo y Lucas.
Mensaje y propósito
Este Evangelio es una narración sobre Jesús. Marcos propone su tema en el primer versículo: el «evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios». Pone mucho énfasis en la divinidad del Hijo de Dios. El Padre lo anunció en el bautismo de Jesús (1:11). Los demonios y los espíritus inmundos lo reconocieron y aceptaron (3:11 y 5:7). Dios lo reafirmó en la transfiguración (9:7). Jesús lo enseñó en parábolas (12:1-12), lo insinuó (13:32) y lo manifestó de forma directa (14:61-62). Por último, el centurión romano lo confesó abiertamente y sin reservas (15:39). De esta manera, el propósito de Marcos fue convocar a la gente al arrepentimiento y a responder con fe a la buena nueva de Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios (1:1,15).
Contribución a la Biblia
En la época de Jesús, circulaban muchos conceptos sobre el Mesías, y hubo quienes reclamaron el título. Marcos clarifica el concepto y redefine el término. A partir de la penetrante confesión de Pedro en Cesarea de Filipos (8:29), Jesús comenzó a explicar que en el plan de Dios, el Mesías enfrentaría el rechazo, la muerte y la resurrección (8:31). Marcos también nos muestra el lado humano de Jesús y Sus emociones más que los otros tres evangelistas, con lo cual ofrece una poderosa imagen de la humanidad y la deidad del Mesías.
Estructura El Evangelio de Marcos comienza con un prólogo (1:1-13), seguido por tres secciones principales. La primera (1:14–8:21) refiere el ministerio de Jesús en Galilea, donde sanó enfermos, echó fuera demonios e hizo milagros. La segunda sección (8:22– 10:52) es de transición. Jesús comenzó un viaje que lo llevaría a Jerusalén. La sección final (11:1–16:8) comprende una semana en Jerusalén. Desde que entró a la ciudad, disintió de los líderes religiosos, quienes rápidamente provocaron Su ejecución. En un breve apéndice (16:9-20) añadido al Evangelio, se registran algunas de las apariciones de Jesús, la comisión para los discípulos y Su ascensión.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Wai Siew, en Unsplash
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MATEO $ USD
«Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. […] y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo» (2:13,15).
Introducción
Es acertado que el primer libro del NT, el Evangelio de Mateo, comience con estas palabras: «la genealogía de Jesucristo». Este Evangelio se escribió desde una fuerte perspectiva judía para mostrar que Jesús es verdaderamente el Mesías que el AT prometió.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El autor no revela su nombre. Sin embargo, el título que atribuye este Evangelio a Mateo aparece en los manuscritos más antiguos y tal vez sea original. Cuando los cuatro Evangelios comenzaron a circular como una sola colección, los títulos fueron necesarios para distinguirlos. Muchos de los antiguos padres de la Iglesia (Papías, Ireneo, Panteno y Orígenes) consideraron que Mateo era su autor. Papías también sostuvo que Mateo escribió primero en hebreo, lo que sugiere que este Evangelio se tradujo posteriormente al griego.
Muchos estudiosos modernos desafían estas declaraciones tradicionales. Por ejemplo, contra Papías ellos argumentan que este libro no se escribió originalmente en hebreo, dado que el griego de Mateo no parece ser una traducción. Sostienen además que si la Iglesia primitiva, según la opinión de Papías, se equivocó sobre el idioma original, pudo también haber errado respecto al autor. No obstante, el excelente griego de Mateo tal vez surgió de un traductor habilidoso que trabajó a partir de un texto original hebreo. Además, hay muchos indicios de influencia hebrea en este Evangelio (ver notas en 1:17; 1:21 y 2:22-23). Por último, a medida que la Iglesia se extendía en territorios gentiles, se hizo necesario que el Evangelio circulara en una traducción griega. Por ello, no sorprende la ausencia de textos hebreos antiguos de Mateo, dado que el hebreo pronto dejó de ser la lengua dominante de los cristianos primitivos.
Incluso si Papías se equivocó en cuanto a la lengua original de este Evangelio, no significa que él o que los líderes de la Iglesia primitiva erraran al identificar a Mateo como su autor. La Iglesia primitiva afirmó unánime que fue escrito por el apóstol Mateo. Se necesitaría una prueba sorprendente para demoler este consenso tan antiguo.
Pistas diversas del mismo Evangelio señalan a Mateo como su autor. En primer lugar, Marcos 2:14 y Lucas 5:27 identifican como «Leví» al recaudador de impuestos a quien Jesús llamó a ser Su discípulo. Este Evangelio, sin embargo, se refiere a Leví como «Mateo». Algunos creen que Jesús le puso «Mateo» (en hebreo «regalo de Dios») a Leví cuando lo llamó a ser Su discípulo, pero en aquel entonces, era común que los judíos tuvieran dos nombres (como Saulo y Pablo). El uso de «Mateo» en este Evangelio puede ser un toque personal, una referencia a sí mismo que nos ofrece una pista sobre su autor.
Contexto histórico: Determinar la fecha de composición del Evangelio de Mateo depende en gran medida de la relación que guardan los evangelios entre sí. La mayoría de los eruditos creen que Mateo utilizó el Evangelio de Marcos para escribir el suyo. Si esto es así, Marcos antecede a Mateo. Sin embargo, la fecha de Marcos es también un misterio. Ireneo (aprox. 180 d.C.) parece afirmar que Marcos escribió su Evangelio después de la muerte de Pedro, a mediados de la década de los 60. Sin embargo, Clemente de Alejandría, que escribió tan solo 20 años después de Ireneo, sostuvo que Marcos escribió su Evangelio cuando Pedro aún vivía. Dada la ambigüedad de la prueba histórica, la decisión debe basarse en otros factores.
Es mejor deducir la fecha de composición de Marcos a partir de la fecha de Lucas y de Hechos. El abrupto final de Hechos que dejó a Pablo en Roma bajo arresto domiciliario sugiere que ese libro se escribió antes de la liberación del apóstol. Como uno de los temas principales de Hechos es la legitimidad del cristianismo en el Imperio romano, era de esperar que Lucas mencionara la liberación de Pablo por mano del emperador si está ya hubiera ocurrido. Esta prueba sitúa el libro de Hechos al comienzo de la década de los 60. Lucas y Hechos eran dos volúmenes de una sola obra, como demuestran los prólogos de ambos libros. Lucas se escribió antes que Hechos. Dado el trabajo de investigación que Lucas invirtió en el libro y los viajes que seguramente tuvo que hacer para entrevistar a los testigos, es razonable datarlo a finales de los años 50. Si Lucas utilizó el libro de Marcos para escribir su Evangelio, como parece probable, Marcos se escribió poco antes del final de la década de los 50, tal vez a mediados de esta. Por consiguiente, a pesar de que Mateo dependiera de Marcos, pudo haberse escrito en cualquier momento a partir de mediados de los años 50, una vez que Marcos ya estuviera escrito. La prueba histórica más antigua es congruente con esta opinión, ya que Ireneo (aprox. 180 d.C.) afirma que Mateo escribió su Evangelio cuando Pedro y Pablo aún predicaban en Roma (al comienzo de la década de los 60).
Mensaje y propósito
Probablemente, Mateo haya escrito su Evangelio para preservar el testimonio de los testigos oculares del ministerio de Jesús. En él, se acentúan varias verdades teológicas. En primer lugar, Jesús es el Mesías, el tan esperado Rey del pueblo de Dios. En segundo lugar, Jesús es el nuevo Abraham, el fundador de un nuevo Israel espiritual, formado de todos los judíos y gentiles que decidan seguirlo. En tercer lugar, Jesús es el nuevo Moisés, el libertador e instructor de este pueblo. En cuarto lugar, Jesús es el Emanuel, el hijo de Dios que nació de una virgen, el que cumple las promesas que el AT registra.
Contribución a la Biblia
Como primer libro del NT, el Evangelio de Mateo es un portal de comunicación entre los dos testamentos. Más que cualquier otro libro del NT, incluidos los demás Evangelios, Mateo es el que mejor se relaciona con el AT. Nos ofrece todo el plan de Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis. Mateo mira hacia el pasado y cita las profecías hebreas más de 60 veces («se cumplió» y «para que se cumpliese lo que fue dicho»). También ve hacia el futuro al tratar no solo con la venida y el ministerio del Mesías, sino también con el plan para Su Iglesia y Su reino.
Estructura
Mateo divide su Evangelio en tres grandes partes e inicia las secciones principales con: «Desde entonces comenzó Jesús» (4:17; 16:21). Estas declaraciones de transición dividen el Evangelio en introducción (1:1–4:16), cuerpo (4:17–16:20) y conclusión (16:21– 28:20). También fracciona su Evangelio en cinco grandes bloques de enseñanza, y cada uno concluye con un resumen (8:1; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1). Algunos eruditos creen que, con estos cinco reveladores discursos, se buscó correspondencia con los cinco libros de Moisés y una confirmación de la identidad de Jesús como el nuevo Moisés.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Simon Berger, en Unsplash
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MALAQUÍAS $ USD
«Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones…» (1:11a).
Introducción
Aunque otros libros no proféticos tales como Esdras, Nehemías y Crónicas probablemente se escribieron más tarde, Malaquías es el último mensaje profético de parte de Dios antes del cierre del AT. Este pequeño libro capta el mensaje esencial del AT y muestra al lector la naturaleza de Dios, así como nuestra relación y la responsabilidad para con Él y para con aquellos que forman parte de la comunidad del pacto.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Lo único que se conoce del autor es su nombre. El libro hace hincapié en el mensaje y no en el mensajero. Dios es quien habla en 47 de sus 55 versículos. En 3:1, se profetiza sobre aquel que «preparará el camino» para que el Señor venga a Su templo y se lo identifica en hebreo como malakiy, «mi mensajero», palabra idéntica al nombre del autor del libro.
Contexto histórico: Aunque el libro no se refiere a ningún gobernante o hecho específico que ayude a determinar cuándo se escribió, la prueba interna y su posición en el canon parecen indicar que fue después del exilio. La referencia a un príncipe en 1:8 favorece el período persa, durante el cual Judá era una provincia o subprovincia de la satrapía persa de Nahara Abar, que también incluía Palestina, Siria, Fenicia, Chipre y, hasta el 485 a.C., Babilonia. El templo se reconstruyó en el 515 a.C. y se restableció el culto allí (1:6-11; 2:1-3; 3:1,10), pero la emoción y el entusiasmo que generaron los profetas Hageo y Zacarías se habían desvanecido. Los problemas sociales y religiosos que Malaquías plantea reflejan la misma situación que se describe en Esdras 9 y 10 y en Nehemías 5 y 13, lo que apunta a un período poco antes del regreso de Esdras a Judá (aprox. el 460 a.C.) o al segundo período de Nehemías como gobernador de Judá (Neh. 13:6-7; aprox. el 435 a.C.). Los datos lingüísticos favorecen la fecha más temprana.
Mensaje y propósito
Este libro se describe a sí mismo como una «profecía» (Mal. 1:1), al igual que Nahum (Nah. 1:1) y Habacuc (Hab. 1:1). Esta palabra hebrea que se traduce profecía, massa, aparece 20 veces en el AT (por ej., 2 R. 9:25; Is. 13:1; Zac. 9:1; 12:1). Aunque en el pasado se pensaba que significaba «carga», ahora se sabe que la palabra se refiere a un pronunciamiento divino por medio de un profeta de Dios.
Acusación: Malaquías presenta los pecados de Judá mayormente mediante citas de sus propias palabras, repeticiones de sus pensamientos y descripciones de sus actitudes (1:2,6-7,12-13; 2:14,17; 3:7-8,13-15). Malaquías enfrentó a los sacerdotes porque no temieron a Dios ni sirvieron conscientemente al pueblo en sus momentos de dificultad, lo cual contribuyó a la indiferencia de Judá hacia Dios. El pueblo, por su parte, atribuía sus problemas económicos y sociales a una supuesta infidelidad de Dios, y por esa razón, eran desleales los unos a los otros (especialmente con respecto a sus esposas) y profanaban el templo casándose con mujeres paganas. También eran infieles con sus diezmos.
Instrucción: Dios mandaba que lo adoraran sinceramente, con fe y humildad auténticas. Eso significaba que debían honrarlo con ofrendas puras, ser fieles a los pactos humanos, especialmente al matrimonial, y diezmar de todo lo adquirido para reconocer que Yahvéh era su Dios y Rey.
Juicio: Si los sacerdotes no cambiaban su comportamiento, Dios los maldeciría y los echaría de Su servicio. Malaquías anunció también la llegada de un día en que el «Dios de justicia» vendría a juzgar al impío y a perfeccionar a Su pueblo (Mt. 3:12; 13:24-30).
Esperanza: Para incentivar al pueblo aún más a la obediencia, Malaquías resaltó (1) las demostraciones del amor de Dios por Israel (1:2), (2) la unidad espiritual que existía entre ellos y por el pacto con el Señor, del que formaban parte (2:10), y (3) el día de salvación y bendición que vendría para aquellos que le temen (3:1-6; 3:16–4:3).
Contribución a la Biblia
Malaquías fue el último mensaje profético de parte de Dios antes de que concluyera el período del AT. Es una conclusión idónea para el AT y a la vez una transición que nos ayuda a comprender la proclamación del reino en el NT. Malaquías habló a los corazones de un pueblo atribulado cuyas circunstancias de inseguridad económica, escepticismo religioso y decepciones personales eran similares a las que a menudo experimenta hoy el pueblo de Dios. El libro contiene un mensaje que no deben pasar por alto aquellos que anhelan tener un encuentro con Dios y Su reino, y que desean guiar a otros a acercarse a Él de una forma similar. Tenemos un Dios grande, amoroso y santo que tiene propósitos inalterables y gloriosos para Su pueblo. El libro nos llama a la adoración genuina, a ser fieles a Él y a los demás, a vivir por fe, y a la expectativa de lo que está haciendo y hará conforme a Su palabra en este mundo y por Su pueblo.
El amor de Dios es primordial. Malaquías expresa esta realidad destacando cómo el Señor eligió y protegió a Israel por encima de todas las naciones del mundo. Cómo Dios, por Su amor inmutable, había cuidado los intereses de Judá, les demandó que vivieran a la altura de sus obligaciones por medio de la obediencia, la lealtad y el culto sincero. La relación de amor entre Dios y Judá servía de modelo para el trato entre los miembros de la comunidad redimida, quienes debían ser fieles en todas sus relaciones interpersonales.
El pueblo de Dios disfrutaba de Su protección y provisión porque era una comunidad dedicada a Dios, pero su negligencia al no vivir rectamente delante del Señor y de los demás hombres le acarrearía juicio. Por eso, el pueblo de Dios no podía esperar el gozo de Sus bendiciones si seguía descuidando sus obligaciones para con Él y entre ellos mismos. Antes de poner a Judá en tela de juicio, Dios le concedería un último llamado al arrepentimiento. Un precursor se anticiparía al día terrible del Señor y anunciaría la venida del reino de Dios a la tierra.
Estructura
Malaquías comunica su mensaje en tres discursos interrelacionados. Cada uno de ellos consta de cinco secciones organizadas por medio de una estructura repetitiva parecida a la imagen que refleja un espejo, en torno a una parte central (a-b-c-b-a). Los dos primeros discursos comienzan con una motivación positiva o una esperanza (1:2-5; 2:10 a) y terminan con una negativa o un juicio (2:1-9; 3:1-6). En medio, está la acusación de Dios (1:6-9 y 1:11-14; 2:10b-15a y 2:17) que rodea Sus mandamientos (1:10, 2:15b-16). El discurso final, que es el clímax, comienza y termina con llamados al arrepentimiento (3:7-10a; 4:4-6). Luego, vienen secciones de motivación (3:10b-12, 3:16–4:3) referentes a la acusación (3:13-15).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Johannes Plenio, en Unsplash
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-ZACARÍAS $ USD
«Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur» (14:3-4).
Introducción
Zacarías profetizó a un grupo de israelitas desalentados y anunció que era un nuevo día para el pueblo escogido de Dios. Trató de inspirar a aquellos que habían retornado del cautiverio a reconstruir el templo y volver a consagrar sus vidas a Dios. Su mensaje de aliento trae aparejado visiones surrealistas y vívidas imágenes poéticas, y se concentra en el juicio que Dios revocaría y en el llamado del pueblo, que debía revertir su comportamiento.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Zacarías volvió a Judá con los exiliados. Aparentemente, era un sacerdote (Neh. 12:16) contemporáneo de Hageo. Aunque no se sabe si estos dos profetas cooperaron entre sí, su misión fue similar, y la Escritura da crédito a ambos por la reconstrucción del templo (Esd. 5:1-2; 6:14). Zacarías fecha dos períodos de su ministerio profético (520 y 518 a.C.; Zac. 1:1,7; 7:1). Su autoría del libro es cuestionable. Muchos estudiosos, impactados por las diferencias entre los capítulos 1–8 y 9–14, concluyen que los últimos seis capítulos fueron escritos por otro autor, pero este no es un problema de mayor importancia, ya que el concepto de autoría en los tiempos bíblicos difería de los estándares modernos. En el AT, existe cierta prueba de que algunas porciones de los libros supuestamente escritos por un solo autor, en realidad, fueron escritas por otros (Nm. 12:3; Dt. 34:5-12; Jer. 51:64c).
Contexto histórico: Ciro de Persia permitió que los cautivos volvieran a Palestina (538 a.C.), un punto clave de la historia de los israelitas. El pueblo escogido acababa de vivir una de las peores experiencias posibles en el mundo antiguo. Los ejércitos invasores habían devastado su tierra natal. Habían derrumbado y saqueado la ciudad capital y el templo, matado a muchos de sus líderes y a gran parte del pueblo, y transportado la mayoría de los sobrevivientes a tierras paganas. Los que volvieron por el largo camino a Judá enfrentaron el reto de restablecer el templo y la ciudad de Jerusalén. Según el relato del libro, la obra comenzó de inmediato. Pero después de reconstruir el altar y echar los cimientos del templo, surgieron problemas, y se detuvo el proyecto (Esd. 3:1–4:24). Aunque se ofrecían sacrificios, el templo siguió en ruinas por casi dos décadas.
Mensaje y propósito
Relación de pacto: El mensaje de Zacarías fue tanto de aliento como de desafío. Nada sería imposible, ni siquiera la reconstrucción del templo, porque Dios empoderaría a Su pueblo escogido. Sin embargo, Zacarías estaba preocupado por algo más que los ladrillos y el mortero. El punto fundamental era el pacto entre el Señor y los israelitas. Dios no estaría satisfecho con que solo se reconstruyeran el templo y la ciudad. Él quería restaurar la relación con Su pueblo.
Como los antepasados del pueblo de Dios habían desobedecido la ley de un modo vergonzoso, ya que no adoraron al Señor en espíritu y en verdad ni actuaron con justicia entre sí, Él llamó a las naciones circundantes para castigar a Su pueblo. Era hora de determinar si los repatriados del exilio habían aprendido esa dura lección y si cumplirían mejor que sus antepasados con la parte del pacto que les correspondía.
Crítica y estímulo: El mensaje de Zacarías ponía mucho en juego. El remanente que había salido del cautiverio era la única esperanza para el futuro de Israel. Considerando la trayectoria de las generaciones anteriores, sería necesario utilizar un lenguaje severo para quebrantar la terquedad y abrir los oídos cerrados y los corazones petrificados del pueblo de Dios (7:11-12). El método que Zacarías adoptó fue criticar la visión del mundo que predominaba entre los israelitas y estimularlos a considerar una realidad completamente nueva. La poesía era el medio ideal para lograr su propósito porque permitía usar un lenguaje vociferante.
Contribución a la Biblia
El libro de Zacarías está colmado de juicio, pero también rebosa con las promesas de Dios. El Señor desafió a Su pueblo a emprender una tarea extremadamente difícil y aseguró el éxito por Su poder. Pero la naturaleza de estas promesas iba más allá de la reconstrucción del templo. De principio a fin, la Biblia cuenta la historia del plan redentor de Dios y culmina en Su triunfo sobre el mal y en la salvación de los pecadores. Las profecías de Zacarías anticipan esta gran culminación de la historia y describen un rey glorioso que ha de venir, un Dios que triunfa sobre todo y un mundo donde se habrá remediado todo mal. Estas promesas preparan el terreno para el reino futuro de Dios, según lo demuestran las citas y las alusiones a Zacarías en el NT.
Estructura
El libro de Zacarías es complejo y consta de unidades que, a veces, aparentemente no tienen conexión, como si se tratara de una serie de fotografías desordenadas. La aparente falta de organización podría indicar que el libro proviene de un recuento oral, una colección de sermones empalmados de forma escrita. Pero también podría ser intencional; quizás Zacarías aprovechó la fluidez de sus ideas y raciocinio como parte de una técnica para asombrar a su audiencia y lograr que el pueblo volviera en sí. Los caps. 1–8 contienen visiones y sermones fechados cuidadosamente, mientras que los caps. 9–14 son oráculos poéticos y descripciones narrativas de juicio y bendición, sin fecha. Zacarías utilizó una mezcla de géneros. Sus sermones, poesías y oráculos de juicio y salvación son característicos del género profético, pero sus visiones se asemejan a la literatura apocalíptica, cuya máxima representación en el AT es el libro de Daniel. El contenido de algunas de sus profecías, donde describe la intervención divina y un mundo radicalmente diferente, también es característico de la literatura apocalíptica. Es así como Zacarías puede representar una etapa evolutiva entre el género profético y el apocalíptico.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-HAGEO $ USD
«Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce…» (1:10-11).
Introducción
Hageo desafió al pueblo desalentado de Jerusalén a examinar su forma de vida y a forjar nuevas prioridades que agradaran a Dios. Debían recordar que el Señor estaba con ellos, que controlaba el futuro y que deseaba que Su pueblo fuera santo.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El libro no especifica quién es el autor, pero se refiere en repetidas ocasiones a lo que Dios dijo al profeta Hageo (1:1,3,13; 2:1,10,14,20).
Contexto histórico: En el 587 a.C., Nabucodonosor vino a Jerusalén por tercera vez y, en esta ocasión, destruyó los muros, el templo y la ciudad (2 R. 25:8-21; Jer. 39–40). Llevó cautivo a Babilonia por 70 años a la mayor parte del pueblo (Jer. 25:11-12; 29:10), aunque Jeremías y algunos sobrevivientes permanecieron en Jerusalén (Jer. 41–43). Dios predijo por medio de Isaías que Ciro (Is. 44:24–45:2), un rey poderoso, derrotaría a Babilonia y a sus dioses (Is. 46–47). Después de lograr eso mismo en el 538 a.C., Ciro, rey de Persia, emitió un decreto que permitió a las naciones exiliadas en Babilonia volver a su tierra natal (Esd. 1:1-4; Cilindro de Ciro). Sesbasar guió (Esd. 1:8-11) aprox. a 43.000 peregrinos judíos de vuelta al estado de Yejúd (Judá) para reconstruir el templo en Jerusalén (Esd. 2:64-65). En el séptimo mes, bajo el liderazgo del gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, el pueblo construyó un altar para adorar a Dios (Esd. 3:1-7), y en el segundo año, echaron los cimientos del nuevo templo (Esd. 3:8-10). Pero en el decimosexto año, la obra se detuvo porque el pueblo samaritano que vivía al norte de Jerusalén frustró los esfuerzos de reconstrucción del templo, además de haber contratado abogados para que las autoridades persas dejaran de apoyar la obra (Esd. 4:1-5). Esto llevó a un período de gran desaliento. La esperanza no cumplida del pueblo judío lo sumergió en apatía. No se habían reparado los muros de la ciudad ni reconstruido el templo. Había una hambruna en la tierra (2:9-11), y el pueblo todavía estaba bajo el control de los persas. No podían hacer nada sin la aprobación de Tatnai, gobernador de «la región del otro lado del río», y de sus compañeros (Esd. 5:3-5). Parecía que no habría manera de seguir adelante y reconstruir el templo.
Después de la muerte de Ciro, su hijo Cambises se convirtió en rey (530-522 a.C.). Este marchó a través de todo Judá y conquistó la mayor parte de Egipto, pero murió camino a casa (posiblemente haya sido asesinado). Un oficial de alto rango llamado Darío asumió el control del ejército persa, marchó de regreso a Babilonia, derrotó una fuerza rebelde cuyo líder era Gaumata y se convirtió en rey en el 522 a.C. Darío aplacó varias revueltas y estableció el sistema administrativo sátrapa, con lo cual logró que el Imperio persa gozara de paz a partir del 520 a.C.
En el segundo año de Darío (520 a.C.; Hag. 1:1; Esd. 4:24–5:2), una vez terminado el conflicto para consolidar su control político sobre el imperio, Dios guio a Hageo para que incentivara a los líderes de Jerusalén a reconstruir el templo. Cuando el gobernador Tatnai se enteró de la reconstrucción, cuestionó la legitimidad del plan y le escribió a Darío para averiguar si el gobierno apoyaba el proyecto (Esd. 5:3-17). Darío aprobó la campaña de reconstrucción e incluso la apoyó a través del tesoro real, según lo confirmó el descubrimiento del decreto original de Ciro en un palacio en Ecbatana (Esd. 6:1-12). En consecuencia, la reconstrucción del templo se terminó en cuatro años (Esd. 6:15).
Mensaje y propósito
Por medio de sus mensajes, Hageo trató de persuadir a su audiencia para que glorificara a Dios por medio de la reconstrucción del templo. Su argumento era que no debían: a) concentrarse en sus propias necesidades (1:4); b) desalentarse porque el templo no fuera tan glorioso como el de Salomón (2:3); c) ser impuros e inmundos (2:10-14); d) sentirse inservibles y sin poder (2:20-23).
Contribución a la Biblia
La Biblia completa nos llama a colocar a Dios en primer lugar. El período posterior al regreso del exilio no fue la excepción de la regla. Hageo desafió a los judíos que vivían en Jerusalén después del exilio a que no se concentraran simplemente en su propia comodidad, sino que honraran a Dios. La manifestación visible de ese compromiso sería la obra del templo. Más adelante, las palabras de Jesús reflejaron el llamado de Hageo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt. 6:33).
El mensaje de Hageo al pueblo para que ordenara sus prioridades y pusiera a Dios en primer lugar por medio de la reconstrucción de Su templo tuvo gran importancia. El pueblo demostró cuáles eran sus prioridades cuando regresó a la obra, y su actitud también demostró que Dios estaba con el remanente y que había comenzado a cumplir Su promesa de restaurarlos. La obediencia del pueblo también glorificó a Dios y fue de Su agrado, pues vindicó Su nombre, después de la mancha que había significado la destrucción del templo. Dicha obediencia a las palabras de Hageo avaló el nuevo pacto y la edad mesiánica. La restauración del templo fue una señal de que el Señor no había revocado su pacto ni con Leví ni con David. Dios purificaría y restauraría a Su pueblo por medio de un templo glorioso y un soberano mesiánico.
Estructura El libro de Hageo contiene cuatro discursos cortos y de confrontación en orden cronológico que identifican de qué forma los líderes y el pueblo en Jerusalén debían cambiar su visión teológica y su comportamiento. La estructura progresa de forma lógica. El pueblo debe glorificar a Dios (1:1-15), mantener su compromiso con el plan divino (2:1- 9), agradar al Señor por medio de una vida santa (2:10-19) y servirlo fielmente (2:20-23).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Martino Pietropoli, en Unsplash.
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-SOFONÍAS $ USD
«Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados. […] Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal» (1:7,12).
Introducción
Sofonías es uno de los Profetas Menores, y su mensaje se centra en la necesidad de vivir rectamente delante de Dios. De todos los profetas, quizás fue él quien dio la descripción más contundente sobre el juicio, pero a la vez, destacó la posibilidad de restauración para aquellos que se arrepintieran y se volvieran a la justicia.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: La larga genealogía de Sofonías (1:1, cuatro generaciones atrás hasta Ezequías) sugiere que era de linaje real. ¿Por qué listar cuatro generaciones si el último nombre no era significativo? (otros profetas incluyen dos generaciones a lo sumo, ver Zac. 1:1). Quizás, como el nombre de su padre era «Cusi», la gente tendía a sospechar que era de ascendencia mixta, una mezcla de cusita e israelita. En realidad, Sofonías menciona dos veces a los cusitas («los de Etiopía») en su breve profecía (2:12, 3:10), lo cual tal vez sugiera que tenía raíces cusitas.
La prueba interna indica que el libro de Sofonías se escribió en algún momento entre el 640 y el 612 a.C. Sofonías 1:1 se refiere al reinado de Josías (aprox. 640-609 a.C.), y 2:13-15 profetiza la caída de Nínive, que cayó en el 612 a.C. Por tanto, la profecía de Sofonías pudo haberse anunciado antes de tal suceso. Además, las prácticas idólatras de Judá (1:4-6) implican que el ministerio de Sofonías comenzó antes de las reformas de Josías cerca del 621 a.C. (2 R. 23).
Contexto histórico: El padre del rey Josías, el rey Amón (1:1), era un hombre malvado, al igual que su padre el rey Manasés (2 R. 21:1-7,11,16,20-22). Esta herencia de maldad explica la idolatría desenfrenada que reinaba en la tierra cuando Josías heredó el trono en el 640 a.C. Josías luchó para destruir la idolatría en Judá (Sof. 1:4-9). Tanto los sacerdotes paganos como los «ortodoxos» practicaban el culto a Yahvéh al mismo tiempo que adoraban a Baal, Moloc y otros dioses paganos (1:4-6). La lectura pública del libro de la ley (aprox. 621 a.C.) ayudó a implantar las reformas de Josías, ya que el pueblo se arrepintió, derribó sus numerosos altares (comp. Jer. 11:13), destruyó la parafernalia idolátrica que se utilizaba para adorar a Baal y Moloc (2 R. 23:1-14; comp. Sof. 1:3-4) y quitó a los sacerdotes idólatras (2 R. 23:5).
Mensaje y propósito
En vista de la inminente destrucción del «Día del Señor» (1:7-18; 2:2-3), el objetivo principal de Sofonías fue hacer un llamado inaplazable. Urgió al pueblo de Judá a buscar solo a Yahvéh en justicia y mansedumbre (2:1-3). El propósito inmediato era advertir a un Judá idólatra del juicio apremiante del Señor (1:4-13). El objetivo final era llamar a un «remanente» de todas las naciones (Judá, 2:7-9; Israel, 3:12-13; y todas las naciones, 3:9-10) a confiar en el Señor, a causa del día en que Su juicio vendría sobre la tierra (1:2-3, 17-18).
El Día del Señor: En los tiempos bíblicos, tomar una ciudad mediante el asedio de guerras llevaba meses y hasta años. Solamente un rey guerrero poderoso (ver los títulos de Yahvéh, 3:15,17) podía decir que ganaría una batalla, e incluso una guerra, en un solo día. El Día del Señor era cualquier jornada en que Dios «visitara» la tierra, ya fuera para castigar a Sus enemigos (1:7-9,12) o para salvar a Su pueblo (2:7; comp. 3:17). En algunos casos, se trataba del día en que liberaba a Su pueblo de las penurias inmediatas (2:7,9). Sin embargo, el Día del Señor definitivo vendrá en los últimos tiempos (3:11-20; comp. Jl. 3:14-21; Zac. 14:1-14).
El remanente: Sofonías hizo hincapié en que el juicio de Dios, que aparentemente incluía a todos (1:2-3,17-18; comp. 3:6; Am. 9:1-4), no se contradeciría con la preservación de unos pocos sobrevivientes, llamados el «remanente» o «resto» de Su pueblo (ver nota en 2:9). Aunque Dios iba a destruir a los malvados de Judá y a sus pueblos vecinos paganos (2:4-9), prometió preservar un remanente, que incluía aun extranjeros, para que adorara a Yahvéh (3:9; comp. 2:11b).
Los nombres de Dios: Jehová es a la vez Dios de Israel (2:9a) y Señor (lit. Yahweh) de los Ejércitos (2:9a-10), gobernante soberano de todos los ejércitos del cielo y la tierra. Yahvéh, el Rey de Israel (3:15), es a la vez «guerrero» y «Yahvéh tu Dios», que salva a Su pueblo (3:17; comp. Ex. 15:2-3,13-18). Segundo, «el Señor Dios» (heb. ’adonai Yahweh), Señor absoluto de la tierra, derrama Su ira (desbordando Su enojo) en el Día del Señor (1:7,14-18), tanto sobre los idólatras como sobre los adoradores complacientes (1:4-13). Además, el nombre «Señor de los Ejércitos» hace hincapié en el castigo que daría a las naciones que maltrataron a Su pueblo (2:8-10) y en Su deseo de destruir los falsos dioses de ellos (2:11). De esta forma, se desata la ira celosa de Yahvéh (1:18; comp. Dt. 4:23-27) no solo contra Judá (2:2-3), sino también contra todos los reinos de la tierra (3:8). Yahvéh es un Dios justo que hace justicia (3:5) en medio de una Judá rebelde (3:1-4) y elimina a los soberbios (3:11). Sin embargo, por causa de Su amor (3:17), este rey guerrero (3:15,17) estorbará a los enemigos opresores y eliminará el castigo que Su remanente merece, para salvarlo del mal (3:15-17,19).
Contribución a la Biblia
La promesa de un remanente ilustra cómo la asombrosa gracia de Dios contrarresta Su ira celosa y Su enojo ardiente contra los malvados (Nah. 1:2-8). Él juzgará a las naciones arrogantes (2:8-11,13-15) y purgará a los soberbios de Su pueblo (3:11) para preservar a los humildes. Así Sofonías invita a todos los que humildemente obedecen al Señor a que lo busquen para que sean guardados (2:2-3). El NT manifiesta la maravillosa verdad de que todos podemos encontrar la salvación por la fe en Cristo. Pablo enfatizó la idea de que habría un remanente judío y nos recordó que el remanente es «escogido por gracia», no por obras (Ro. 11:5-6).
Estructura
Las expresiones «Palabra de Jehová (lit. Yahvéh)» (1:1a) y «dice Jehová» (3:20b) enmarcan todo el libro para enfatizar dos mensajes cruciales y complementarios: el juicio inminente y universal (1:1–3:8), y la bendición final del remanente (3:9-20). La primera sección, un quiasmo, entrelaza las ideas con el estribillo de refuerzo «dice Jehová» (ver 1:2-3,10a; 2:9a; 3:8a; comp. 2:5, «La palabra de Jehová») y destaca un juicio que incluye a todos. Sofonías 3:8 es una exhortación que sirve como nexo y que mira tanto hacia atrás («por tanto» v. 8) como hacia delante (esperar pacientemente la consumación del juicio por parte de Dios que traerá la salvación del remanente, vv. 9-13, introducido por el término heb. ki, «para/porque»; vv. 9,11). Pueden sintetizarse dos exhortaciones que ofrecen esperanza durante el juicio en 3:8-13: en 1:7 (callar/esperar en el Día del Señor el «castigo» de los malos) y en 2:1-3 (una invitación esencial a buscarlo para posiblemente ser salvos).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Gadiel Lazcano, en Unsplash.
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-HABACUC $ USD
«Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad […], y volarán como águilas que se apresuran a devorar» (1:6-8b).
Introducción
El libro de Habacuc, uno de los Profetas Menores, tiene un estilo singular. En vez de hablar al pueblo en nombre de Dios, Habacuc habló a Dios en nombre del pueblo y se esforzó por entender Su forma de actuar a través de la historia. En especial, deseaba comprender cómo era posible que el Señor utilizara una nación impía como instrumento de Su justicia. Dios respondió a la objeción del profeta: «… el justo por su fe vivirá» (2:4).
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: La Biblia no menciona a Habacuc en ningún otro sitio. Se cree que su nombre deriva de la palabra hebrea kjabác, «abrazar», pero la estructura no parece ser hebrea. Es más probable que el nombre esté relacionado con la palabra acadia habbaququ (planta de jardín o árbol frutal), una lengua semítica relacionada con el hebreo.
Contexto histórico: Habacuc predijo que los caldeos invadirían Judá (1:6). La palabra «caldeos» (heb. kasdim; acad. kaldu) se utilizaba originalmente para referirse a un grupo étnico que apareció en el siglo IX a.C. en el sur de Babilonia. En el siglo VIII a.C., los caldeos comenzaron a asumir allí el poder. Entre los primeros reyes caldeos, estuvo Merodac-baladán II (2 R. 20:12; Is. 39:1), quien asumió (y perdió) el trono de Babilonia dos veces a finales del siglo VIII a.C. El caldeo Nabopolasar (626-605 a.C.) comenzó a desmantelar el Imperio asirio con la ayuda de los medos, y fundó el Imperio neobabilónico. En la época de Habacuc, «caldeo» se había convertido en sinónimo de «babilonio».
Estos sucesos mundiales terminaron por afectar a Judá. El faraón Necao de Egipto cruzó Palestina tratando de apoyar al remanente asirio en el norte de Siria, en la guerra contra los babilonios. El piadoso rey Josías encontró la muerte al enfrentarse a Necao en Meguido en el 609 a.C. Judá cayó entonces en manos de Egipto desde el 609 hasta el 605 a.C.
La suerte de Judá cambió de nuevo cuando el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor II, venció a Necao en la batalla de Carquemis (mayo/junio del 605 a.C.) en el Río Éufrates, al noreste de Alepo, y sucedió a su padre en el trono de Babilonia en septiembre de ese mismo año. El ejército babilonio persiguió a Necao hasta Egipto, y esto hizo que Judá cayese bajo el dominio babilonio a partir del 604 a.C.
Habacuc predijo que los caldeos devastarían Judá(1:5-11), pero esa profecía no parece haberse cumplido en la ocupación babilónica relativamente pacífica del 604 a.C. Sin embargo, cuando Joacim, a quien Necao había colocado en el trono de Judá en el 609 a.C., se rebeló contra Babilonia aprox. En el 600 a.C., Nabucodonosor finalmente invadió la tierra y sitió Jerusalén del 598 al 597 a.C. Como consecuencia, Joacim fue depuesto y asesinado en el 598 a.C., y a su hijo Joaquín lo llevaron al exilio babilónico en el 597 a.C. Sedequías, último rey de Judá, trajo aun más devastación a su pueblo, porque se rebeló contra Babilonia en el 588 a.C. Cuando Judá cayó en manos de los babilonios en agosto del 587 o 586 a.C., Nabucodonosor arrasó Jerusalén y destruyó el templo. Sin embargo, tal como predijo Habacuc (2:6-20), Babilonia tuvo su propio día de juicio en el 539 a.C., cuando fue conquistada por Ciro de Persia.
Estos sucesos históricos nos ayudan a fechar el libro. Habacuc probablemente haya escrito su profecía durante el tiempo de calamidad que siguió a la muerte del rey Josías de Judá en el 609 a.C., pero antes de que el reino del sur sufriese las devastaciones de 598/597 a.C. y 587/586 a.C. a manos de los caldeos. Esto coloca la profecía durante el reinado de Joacim (aprox. 609-599 a.C.), probablemente durante el período de dominación egipcia, antes de que Babilonia invadiera Judá (609-605 a.C.).
Mensaje y propósito
Al igual que Job, Habacuc lucha por comprender los caminos del Señor: ¿Por qué permite Dios que la injusticia prevalezca (1:3)? ¿Cómo puede Él utilizar para castigar a Judá a un pueblo como los babilonios, aun más malvado (1:13)? ¿Por cuánto tiempo permitirá que aquellos que hacen iniquidad dominen el mundo (1:17)?
Dios no da respuestas claras a las preguntas de Habacuc. En cambio, llama a los justos a tener fe (2:4). Cuando Habacuc declaró que se regocijaría en el Señor sin importar lo que sucediera (3:17-19), demostró que había aceptado este mensaje y lo había hecho parte de su vida.
La grandeza soberana de Dios: Habacuc muestra la grandeza de Dios. A diferencia de los ídolos de madera o de piedra (2:18-19), Él vive eternamente (1:12), Sus profecías se cumplen (2:3), puede levantar naciones para lograr Sus propósitos (1:6) y sacudir al mundo mediante plagas y guerra (3:2-15).
La justicia escondida de Dios: El Dios de Habacuc es santo (1:12). El profeta esperaba que Él se opusiera a la injusticia (1:2-4,13a), aunque a veces sea difícil ver la justicia de Dios a través de los sucesos de la historia humana (1:13b). Pero aunque el Señor pueda utilizar la maldad de los hombres para lograr Sus buenos propósitos y permitir que el mal prevalezca por un tiempo, al final los malos pagarán por sus crímenes (2:6-14), y Él vendrá a salvar a Su pueblo y aplastar a los malvados (3:13-15).
Fe: El versículo clave de Habacuc es 2:4b: «… el justo por su fe vivirá». Aunque es difícil comprender los caminos de Dios para con los hombres, podemos aprender, como Habacuc, a confiar en Su bondad y exaltarla, a pesar de nuestro entendimiento imperfecto (3:16-19).
Contribución a la Biblia
Habacuc analiza un problema que enfrentamos a menudo: tratar de discernir los propósitos de Dios. Por un lado, somos conscientes de que Él tiene un propósito para este mundo. Esta verdad se revela a lo largo de toda la Escritura: las promesas de Dios a Abraham; Su deseo de que vivamos una vida abundante y Su voluntad de crear una comunidad humana segura, justa y llena de gozo. Pero, a fin de cuentas, la única forma de triunfar en el mundo y tener vida abundante es la fe. El mensaje de Habacuc de que el justo vivirá por fe preparó el camino para una mayor comprensión de esta verdad en el NT, el cual enfatiza la salvación mediante la fe en Cristo (Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38-39).
Estructura
Los primeros dos capítulos constan de un diálogo entre el profeta y Dios. Habacuc se quejó primero de la injusticia en Judá (1:2-4). Dios respondió anunciando que enviaría a los caldeos para castigarla (1:5-11). Habacuc se quejó luego de la respuesta del Señor, diciendo que parecía injusto que utilizara a los babilonios, que eran incluso peores que los judíos, para castigarlos (1:12–2:1). Dios respondió que los babilonios eran ciertamente arrogantes y que al final recibirían el castigo que merecían; aun así, los utilizaría según había determinado (2:2-20). El capítulo final consiste en un salmo en el cual Habacuc reflexiona sobre su diálogo con Dios.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-NAHUM $ USD
Relieve (aprox. 728 a.C.) que representa el ataque de arqueros asirios contra una ciudad sitiada, probablemente en Mesopotamia. Los soldados asirios portaban un gran escudo para proteger a dos arqueros, mientras estos apuntaban. La obra pertenecía al palacio central de Nimrod y actualmente se encuentra en el Museo Británico, en Londres. El Imperio asirio destruyó Israel (Samaria) en el 722 a.C. Un siglo después, cuando Asiria era la potencia dominante en el antiguo Cercano Oriente, Nahum profetizó que, en contra de las apariencias, Dios destruiría por completo Nínive, la bella capital Asiria (1:7-8).
Introducción
El libro de Nahum presenta de manera dramática cómo Dios abate Asiria para socorrer a Su pueblo oprimido. Sin duda, para los enemigos de Israel fue un mensaje sumamente duro, pero para el pueblo de Judá representó una nota de esperanza.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El presunto autor, Nahum (1:1), es la única persona con ese nombre en el AT. Al igual que Jonás el siglo anterior, Nahum profetizó juicio sobre Nínive. Los ninivitas del tiempo de Jonás se Arrepintieron (Jon. 3), pero cuando los líderes de la ciudad reanudaron sus malvadas acciones, el Señor llamó a Nahum a reafirmar Su juicio venidero. Es irónico que el nombre hebreo Nahum signifique «consuelo»: consuelo para Judá (1:12-15), porque Asiria, su cruel opresora, sería castigada y no habría quien la consolara (3:7). Aparte del nombre de su ciudad natal, Elcos (1:1), no se sabe nada con certeza sobre este profeta.
Nahum se escribió en algún momento entre dos sucesos históricos específicos: la captura y caída de Tebas, alrededor del 663 a.C., y el anuncio de la segura destrucción de Nínive (1:1; 2:8; 3:7), que sucedería en el 612 a.C. El libro enfatiza la caída de Tebas como si se tratara de un suceso reciente, lo cual favorece una fecha algo posterior al 663 a.C., durante el reinado del malvado Manasés (aprox. 686-642 a.C.) o de su perverso hijo Amón (642-640 a.C.). Nahum 1:12 («… Aunque reposo tengan [es decir, estén en paz], y sean tantos…») sugiere una época anterior a la caída de ese imperio. Dicha descripción concuerda con el reinado del cruel Asurbanipal (aprox. 668-627 a.C.), cuando Asiria se encontraba en el apogeo de su poder.
Contexto histórico: Nínive, la capital asiria, estaba situada a unos 350 km (220 millas) al norte de Bagdad, capital actual de Irak. Para la época de Nahum, Israel y Judá llevaban tiempo sufriendo una larga y angustiosa aflicción a manos de los asirios. Ya en el gobierno de Salmanasar III (858-824 a.C.), el rey Jehú pagaba tributo. Con frecuencia, el Señor utilizó a Asiria como «vara y báculo» de Su furor (Is. 10:5) para castigar a Su pueblo. Salmanasar V (727-722 a.C.) y su sucesor Sargón II (722-705 a.C.) sitiaron y destruyeron Samaria, y llevaron al cautiverio al reino del norte de Israel (2 R. 17:3-6). Asimismo, Senaquerib capturó y devastó Judá, cuando sitió Jerusalén en el 701 a.C. (2 R. 18–19; Is. 36–37). En el reinado de Asurbanipal (aprox. 669-627 a.C.), los gobernantes asirios se hicieron famosos por su crueldad (ver notas en 3:10 y 3:19).
Mensaje y propósito
Juicio: El tema principal del libro es el juicio inminente del Señor contra Nínive (1:1,8; 2:8-13; 3:7-19), mediante el cual liberaría a Su pueblo (1:12-15; comp. vv. 7-8). Jehová trataría a Nínive y a los asirios como ellos habían tratado a sus enemigos. Los asirios eran conocidos por deportar a los cautivos sometiéndolos a marchas brutales en las que muchos morían. Por ello, el Señor enviaría un destruidor (2:1) para dispersarlos en represalia por su crueldad (3:18-19; comp. 3:10). Como los asirios se deleitaban en derramar sangre y amontonar los cadáveres de sus enemigos, Dios transformaría Nínive en una ciudad de sangre, donde sería difícil andar sin tropezar con los cadáveres (3:1-3).
Tal como los asirios habían devorado Samaria, la capital de Israel, como el que se traga la fruta temprana (cumplieron así Is. 28:4), el Señor haría que su capital Nínive y otras fortalezas cayeran en las bocas de sus enemigos hambrientos (3:12). Aunque Nínive (al igual que Tebas) era aparentemente inexpugnable por su fuerza militar (3:8) y sus aliados (3:9), los asirios serían exiliados así como ellos habían exiliado a los egipcios (3:10).
Dios, el guerrero bondadoso: El carácter de Dios, a quien se presenta como un guerrero poderoso, pero también bondadoso (1:2-7), fue la fuerza propulsora del juicio contra Nínive. El celo del Señor por Su pueblo y la ira hacia Sus enemigos (1:2-3), equilibrados por Su naturaleza compasiva y paciente (1:3; Ex. 34:6-7), parecen orbitar alrededor de Su gran poder (1:3) y bondad (1:7). Jehová el guerrero se vengará de Sus enemigos (1:2,3-6). La representación de un Dios de ira es coherente con Su promesa de vengar la sangre de Sus siervos (Dt. 32:35-36,42-43). Por otra parte, la bondad y la compasión de Dios no son como el amor embobado de un abuelo permisivo e incapaz (2 P. 3:9-10,12). Dios es «bueno» (o tierno) con los que se refugian en Él (1:7), y al mismo tiempo, envía destrucción sobre Sus enemigos impenitentes, incluida Nínive (1:8).
Contribución a la Biblia
Nahum ofrece una maravillosa visión de un Dios poderoso y justo, que mantiene Sus normas morales absolutas y ofrece esperanza a los despreciados y oprimidos. Nos enseña a confiar en Dios; aun cuando nos sentimos desprovistos de toda ayuda, podemos estar seguros de que el Señor estará con los suyos.
Estructura
Nahum entrelaza temas proféticos característicos, tales como cantos de juicio contra los enemigos de Dios (1:9-11,14; comp. 2:13; 3:5-7); un vaticinio de aflicción o escarnio (3:1-7); profecías de salvación para Su pueblo, Judá (1:12-15); un himno de victoria a Jehová, el guerrero divino (1:2-8; comp. Ex. 15; Sal. 98); y una «visión» sarcástica de una inminente invasión enemiga (2:1-10; comp. 3:2-3). También, colorea su tapiz literario con «canciones de mofa» donde se burla de la inversión de roles que vendría sobre Nínive (2:11-12; 3:8-19; comp. 2:1-2; 3:4-5). Ridiculiza la práctica ninivita de dispersar a los pueblos cautivos a otras naciones, anunciando que el «destruidor» divino (2:1- 2; 3:18-19) pagaría con la misma moneda. Nahum se burla diciendo que la guarida de león donde Nínive guardaba su botín de guerra pronto sería saqueada (2:11-13) y que era una bruja prostituta condenada a la pena correspondiente: la vergüenza de la desnudez (3:4-7).
Nahum utiliza la guerra psicológica (como los asirios habían hecho contra Judá) para burlarse de la dependencia de Nínive respecto a sus aliados, así como de otras supuestas defensas (3:8-10; comp. Is. 36:4-20). Esar-hadón, padre de Asurbanipal, había amenazado a Manasés, rey de Judá, en el 672 a.C. Si se rebelaban, sufrirían maldiciones de parte de sus dioses, de las que se utilizaban en los pactos. Según afirma G. Johnston, Jehová toma prestada esa misma terminología del pacto para revertir hacia ellos dicha maldición. No sería Judá, sino los militares asirios los que se verían indefensos como mujeres (3:13). Los asirios asolaban la tierra como un ejército de langostas del desierto (comp. Jl. 1:4-12; 2:4-9). Nahum modifica esa realidad para burlarse de los comerciantes y los militares de Nínive, comparándolos con langostas inofensivas en una pared, que se asustan y dispersan fácilmente (3:15-18). La enfermedad incurable con que amenazaban sus dioses se volvería sobre ellos y atacaría a Asiria (3:19).
Yahvéh, el guerrero bondadoso que se vengaría de Sus enemigos, en especial de Nínive, para salvar a Judá, constituye la columna vertebral no solo de la declaración de propósito de Nahum, sino también de la estructura literaria del libro.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman
- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MIQUEAS $ USD
«Por esto lamentaré y aullaré, y andaré despojado y desnudo; haré aullido como de chacales, y lamento como de
avestruces. Porque su llaga es dolorosa, y llegó hasta Judá; llegó hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén» (1:8-9).Introducción
El nombre Miqueas, que significa «quién como Jehová» y se encuentra al principio del libro (1:1; comp. Jer. 26:18), y la pregunta que él hace al final del libro, «¿qué Dios como tú?» (7:18), resumen su mensaje general: la humanidad debe ponderar la persona, los hechos y el carácter del incomparable «Señor de toda la tierra» (4:13). Él es incomparable en santidad, poder y amor. Toda la humanidad rinde cuentas ante este Dios soberano por aquello que adora y por su manera de vivir. Los rebeldes y los pecadores serán objeto de Su juicio (1:5), pero aquellos que de todo corazón velan y esperan en Él, encontrarán atento Su oído (7:7).
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Miqueas era de Moreset-gat (1:1,14), en las tierras bajas de Judá, a aprox. 40 km (25 millas) al suroeste de Jerusalén. Se menciona su pueblo natal probablemente porque ministraba en otros lugares, incluso en Jerusalén, y como no se indica su genealogía, podemos suponer que su familia no era prominente. Aunque provenía del campo, no era una persona rústica, sino un orador hábil, maestro de metáforas, y con un don para los juegos de palabras y las imágenes vivas y tajantes. Pocos profetas vieron el futuro con mayor claridad. Miqueas profetizó la caída de Samaria (1:5-9), la destrucción de Jerusalén (1:1-16; 3:12), el cautiverio babilónico y el regreso del exilio (4:6-10), así como el futuro nacimiento del rey davídico de Dios en Belén (5:2).
Su ministerio comenzó probablemente a finales del reinado de Jotam y terminó al principio del de Ezequías, desde el 730 hasta el 690 a.C. La referencia al juicio futuro de Samaria (1:6) demuestra que empezó algún tiempo antes del 722 a.C., por lo que coincidió en parte con el ministerio de Isaías. Los ancianos de la época de Jeremías recordaban que la profecía de Miqueas había provocado las reformas religiosas de Ezequías (Jer. 26:17-19).
Contexto histórico: A finales del siglo VIII a.C., tanto Israel como Judá experimentaron una época de abundancia y prosperidad material. En el sur, las victorias militares del rey Uzías enriquecieron a algunas personas. Se desarrolló una clase de mercaderes ricos, y muchos agricultores más pobres se encontraron a merced de hombres de negocios apoyados por el gobierno. A medida que la corrupción se adueñaba de la vida económica, se alzaron profetas de Dios que hablaron a la nación para denunciar las riquezas ilícitas y la impiedad que las acompañaba. Amós y Oseas profetizaron en el reino del norte, Israel, mientras que Isaías y Miqueas profetizaron en Judá, en el sur.
La cultura comercial y secular de Judá remplazó los ideales del pacto de Dios. Los ricos se enriquecían a expensas de los pobres. Miqueas consideró esto como una señal de que la sociedad se había corrompido y de que los fundamentos nacionales se habían desmoronado. El pueblo de Dios debía ser distinto, tanto social como económicamente. Ellos eran los administradores de la tierra de Dios (Lv. 25:23), que Él había asignado a cada familia (Jos. 13–19). La ley de Dios protegía los derechos de propiedad familiar (Lv. 25:1-55) y proveía para los pobres y los menos afortunados (Dt. 14:28-29; 15:7-11). Pero la creciente prosperidad de los días de Miqueas creó una insensibilidad cada vez mayor hacia los débiles (2:1-2) y una despreocupación flagrante por las leyes fundamentales de Dios (6:10-12). Jueces y legisladores participaban de conspiraciones, sobornos y otros tipos de corrupción (3:1-3,9-11; 7:3). Los líderes religiosos se preocupaban más por ganar dinero que por enseñar la Palabra de Dios (3:11). Los ricos separaban su forma diaria de actuar en los negocios de su vida religiosa.
En esta época, el antiguo Cercano Oriente experimentó un cambio en el equilibro internacional del poder. Asiria iba en ascenso y se convertía en uno de los imperios más malvados, sangrientos, manipuladores y arrogantes del mundo antiguo. Durante el ministerio de Miqueas, cuatro reyes asirios realizaron incursiones militares en Palestina. Tomaron Samaria en el 722 a.C. y convirtieron Israel en una provincia asiria. En el 701 a.C., Senaquerib se apoderó de 46 ciudades y aldeas, y sitió Jerusalén. El rey Ezequías se había aliado con Egipto y Babilonia contra Asiria, de lo cual tanto Miqueas como Isaías lo urgieron a arrepentirse. Dios libró a Jerusalén milagrosamente (2 R. 19:35- 36; 2 Cr. 32:21-23; Is. 37:36-37) y, según Miqueas, su sitio fue tanto un acto de juicio divino como una ocasión para que Su mano la liberara.
Judá nunca aprendió la lección. El pueblo titubeaba entre la fe y la apostasía, y pasó por muchas crisis. Miqueas predicó a un pueblo que había abandonado hacía mucho tiempo la lealtad al pacto, incluidos el rey, la corte real, los jueces y los líderes religiosos. Como los gobernantes demostraron ser cada vez más infieles, Miqueas profetizó la destrucción de Judá y el exilio en Babilonia (586 a.C.). Sin embargo, también pudo ver más allá la restauración futura de un remanente del pueblo (539 a.C.).
Mensaje y propósito
Miqueas trató de «…denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado» (3:8). Pronunció el juicio de Dios para llamar a Su pueblo al arrepentimiento. Como la injusticia era desenfrenada (2:1-2; 3:1-3,9-11; 6:10-11), experimentarían destrucción y exilio (1:10-16), silencio de Dios (3:6-7) y frustración (6:13-16). No obstante, Miqueas equilibró su profecía con la esperanza de un remanente que se salvaría mediante el juicio de Dios y la perspectiva de una restauración futura y gloriosa (2:12-13; 4:1-5; 5:5-9; 7:8-20).
Contribución a la Biblia
El Dios justo y santo de Miqueas demanda santidad y justicia de toda la humanidad. Eso es lo «bueno» que Él pide (6:8). El pueblo se había contentado con los ritos religiosos, pero la devoción espiritual genuina era escasa. Incluso los líderes religiosos preferían predicar mensajes que no resultaran incómodos y les permitieran mantener su propio nivel de vida. Miqueas predicó que la verdadera religión surge de un corazón que se identifica con Dios, y se manifiesta en una vida santa. Así, la religión y la ética son inseparables. Aquellos que se niegan a arrepentirse tendrán que enfrentar el juicio de Dios, pero los fieles encontrarán Su salvación y serán guiados por un Rey levantado por Él, que traerá Su paz y prosperidad.
Estructura
El libro está estructurado temáticamente como un quiasmo equilibrado (A-B-C-D-C-B-A), en el que se destacan las secciones central y final. Cada sección se refleja en su correspondiente pareja. Esta estructura literaria enfatiza los temas principales de Miqueas: los pecados sociales de Judá, el fracaso moral del liderazgo y el establecimiento del reino de Dios en la tierra.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-JONÁS $ USD
Puerta restaurada en el emplazamiento de la antigua ciudad de Nínive, hoy localizada en la orilla izquierda del Río Tigris. Nahum profetizó la caída de esta ciudad de poder y riqueza sin parangón que fue diseñada para resistir un sitio de 20 años. La caída de Nínive comenzó con el desbordamiento del Tigris. La inundación resultante destruyó parte del muro de la ciudad. Los babilonios entraron por la brecha en el muro, invadieron la ciudad y la incendiaron. Desde el 612 a.C. hasta el 1800 d.C., Nínive permaneció oculta bajo la capa de tierra que fue acumulándose.
Introducción
Jonás, quinto libro de los Profetas Menores, se asemeja más a las historias de los profetas en los Libros Históricos, tanto en forma como en contenido. El libro nos permite dar un vistazo a la vida de Jonás, el «profeta a contramano», quien huyó de Jehová y terminó tragado por un pez. La gracia y el amor de Dios por Su pueblo son evidentes en todo el libro.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El libro es una narración anónima sobre Jonás.
Contexto histórico: Jonás aparece en 2 R. 14:25 como un profeta de Gat-hefer, en el territorio de Zabulón, en el norte de Israel. Desarrolló su ministerio durante la primera mitad del siglo VIII a.C. Predijo la restauración de las fronteras originales del reino del norte, lo cual sucedió durante el reino de Jeroboam II (aprox. 793-753 a.C.). El libro que lleva su nombre puede haber sido escrito entre el siglo VIII a.C. y el final del período del AT.
Jonás predicó a Nínive, una importante ciudad a siria. Los asirios eran un pueblo guerrero y cruel que había sido enemigo de Israel durante largo tiempo. El arte asirio enfatiza la guerra e incluye escenas de ejecuciones, empalamientos, decapitaciones y desollamientos. Esto explica la renuencia de Jonás a predicar en esa ciudad infame.
El debate clave sobre el libro es su género. ¿Relata hechos históricos o se trata de una parábola? Aquellos que sostienen que es una parábola argumentan que Jonás es una historia ficticia o una fábula para comunicar una posición teológica sobre la actitud de Dios hacia los gentiles. Según ellos, el autor utiliza los sucesos irónicos y fantásticos descritos en el libro (por ej., que Jonás estaba vivo y oraba en el estómago de un pez) para transmitir al lector que no se trata de un suceso literal. También existen dificultades históricas que se resolverían con esta postura: el tamaño exagerado de Nínive (3:3) y la falta de pruebas extra bíblicas de origen asirio que confirmen el arrepentimiento de la ciudad.
Cinco consideraciones sugieren que el libro de Jonás es genuinamente histórico. Primero, Jonás fue un personaje histórico real, en 2 Reyes 14:25 se afirma que era profeta. El libro lo presenta como un hombre con defectos de carácter. Si se tratara de una obra de ficción, sería culpable de difamación, porque diría algo inventado y peyorativo sobre una persona real a quien se presenta de manera positiva en otros textos.
Segundo, Jonás es parte de los doce Profetas Menores. Los demás libros de esta colección son profecías de mensajeros de Dios genuinos e históricos. Al colocar a Jonás en esta colección, el compilador de los Profetas Menores indicó que consideraba el libro un relato histórico.
Tercero, los milagros de Jonás no son imposibles para el Dios de la Biblia. Algunos intérpretes suponen lo contrario y permiten que su anti-sobrenaturalismo los lleve a adoptar el punto de vista que considera Jonás una parábola.
Cuarto, en Mateo 12:39-41 y Lucas 11:29-32, Jesús habló de que Jonás estuvo en el vientre del pez y de que predicó en Nínive como si se tratara de sucesos reales. En particular, la afirmación de Jesús de que «los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás» (Mt. 12:41; Lc. 11:32) no tendría sentido si el pueblo de Nínive nunca se hubiera arrepentido gracias a la predicación de Jonás. A menos que uno esté dispuesto a afirmar que Jesús estaba equivocado, es mejor decir que el libro es histórico.
Finalmente, las dificultades históricas de Jonás pueden resolverse en gran medida (ver nota en 3:1-3).
Mensaje y propósito
La actitud positiva de Dios hacia los gentiles: En el capítulo 1, marinos gentiles aprenden a adorar y venerar al Dios de Israel. Su renuencia a tirar a Jonás por la borda indica que deseaban cumplir las demandas éticas de Dios y no quitarle la vida a un hombre inocente. En el capítulo 3, el arrepentimiento de Nínive demuestra que también los gentiles pueden salvarse. A Dios le interesan todas las personas, una preocupación que anticipa el mandato misionero del NT.
La gracia de Dios: Dios fue «clemente y piadoso» (4:2) hacia Nínive, lo que prueba que el Dios del AT es un Dios de gracia.
La soberanía de Dios sobre la naturaleza: Jonás presenta el poder soberano de Dios sobre el mundo natural. Dios puede levantar una gran tempestad (1:4), hacer que una planta crezca milagrosamente y que un gusano se la coma (4:6-7), y utilizar un gran pez para que se trague a Jonás y lo salve (1:17). Todo ello demuestra el control de Dios sobre la naturaleza.
La futilidad de huir de Dios: Los problemas que Jonás enfrentó cuando trató de huir del llamado de Dios advierten a los lectores que es inútil tratar de huir de Él, y que lo único que se consigue son dificultades innecesarias.
Contribución a la Biblia
El libro de Jonás muestra la preocupación de Dios y Su gracia para con el mundo entero, Su poder sobre la naturaleza y la futilidad de huir de Él. Además, predice el sepulcro y la resurrección de Jesús. Mateo 12:38-45 y Lucas 11:24-32 comparan el ministerio de Jesús con el de Jonás, teniendo en cuenta que el de Jesús es el mayor. Ambos textos interpretan el gran pez de Jonás como una prefiguración del entierro de Jesús en la tumba, lo cual convierte al profeta en un «tipo» de Cristo. Si Jonás realmente murió en el pez (ver nota en 2:2), su resurrección guarda un paralelismo aun mayor con la de Jesús.
Estructura
El libro de Jonás muestra un alto nivel de excelencia literaria hebrea. Su estilo es rico y variado. Muchos lo consideran una obra maestra de la retórica. Goza de simetría y equilibrio, y puede dividirse en dos secciones de dos capítulos cada una. El punto culminante de la primera sección se distingue por su forma poética, que ocupa en el relato un lugar más importante que la prosa. El momento cumbre de la segunda sección es el diálogo entre Jonás y Dios. Al nombrar únicamente al Señor y a Jonás, el libro los señala como protagonistas de la historia; los demás personajes son anónimos.
Los fenómenos de la naturaleza también son puntales del libro: el viento, la tormenta, el mar, la tierra seca y los peces en la primera mitad; el rebaño y la manada, la planta, el gusano, el sol y el viento en la segunda. Cuando se colocan lado a lado, los capítulos 1 y 3 y los capítulos 2 y 4 pueden considerarse paralelos. Finalmente, tanto el capítulo 1 como el 3 comienzan con la recepción por parte de Jonás de la palabra del Señor con el llamamiento a ir a Nínive.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-ABDÍAS $ USD
«Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: […] La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en
las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te
remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová» (vv. 1,3,4).Introducción
Muchos libros proféticos contienen profecías contra varias naciones, pero Abdías se concentra exclusivamente en la nación de Edom. Su breve mensaje se centra en el futuro Día del Señor y en la promesa de que Israel poseerá la tierra de Edom.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Se supone que Abdías (v. 1) es el autor de este libro, pero no se conoce nada más de él. Su nombre hebreo, que significa «siervo del Señor», es común, y lo llevan al menos una docena de personas en el AT.
Contexto histórico: La fecha de escritura del libro se discute. Se proponen fechas muy diferentes, desde el siglo X hasta el siglo V a.C., según el año de la invasión y el saqueo de Jerusalén (vv. 11-14). Los dos puntos de vista más populares son que se escribió durante el reino del rey Joram de Judá (aprox. 848-841 a.C.) o poco después de la destrucción final de Jerusalén a manos de los babilonios (587/586 a.C.).
La fecha más temprana (aprox. el 845 a.C.) corresponde con el saqueo de Judá por parte de los filisteos y los árabes (2 Cr. 21:16-17) y con la rebelión de los edomitas (2 R. 8:20), que al parecer se convirtieron en aliados de los invasores. Como el texto no explicita que los edomitas cooperaran con los filisteos y los árabes, la fecha posterior (mediados del siglo VI o aun el siglo V a.C.) encaja mejor con los datos bíblicos, incluso con Abdías 20 (la restauración de los cautivos de Israel y Jerusalén), en contraste con las fechas anteriores a la dispersión de Israel (para el 722 a.C.) o de Judá (605-586 a.C.). Este punto de vista posexílico también se apoya en la referencia a la participación de los edomitas en la caída de Jerusalén (Abd. 10-14 describe el regocijo de Edom por la caída de Jerusalén y su participación en el saqueo. Ver también otros textos del siglo VI a.C., como Lm. 4:21a; Ez. 35:15; comp. Lm. 2:15-17). Debido a ese accionar de Edom, el Señor prometió que haría justicia sobre sus cabezas: «… como tú hiciste se hará contigo…» (Abd. 15).
Mensaje y propósito
Juicio a Edom por su arrogancia: Abdías predijo que Dios juzgaría a Edom por su arrogancia al confiar en la seguridad geográfica (vv. 3-5), los tratados diplomáticos (v. 7) y el consejo de sus famosos sabios (v. 8; Jer. 49:7), en vez de en el Dios verdadero de Israel. Edom era víctima de un doble engaño, pues dependía de su propio entendimiento humano (Abd. 3,8) y creía en la lealtad de sus aliados (v. 7). Por tanto, Dios lo derribaría de los elevados acantilados y de las cuevas de sus montañas. Cubriría a los edomitas de vergüenza por haberse gozado con arrogancia y por haber participado con júbilo en la caída de su hermano Jacob, la nación de Judá (vv. 10-14).
El Día del Señor: Abdías habló de la cercanía del Día del Señor (Is. 13:6; Jl. 1:15; 2:1; Sof. 1:7,14) y se concentró en lo tenebrosa y tétrica que sería la ira de Jehová (Is. 13:6-13; Jl. 1:15; 2:1-3,10-11,31; Sof. 1:7-18; 2:2; Mal. 4:1-3,5). Enfatizó la naturaleza dual del Día del Señor, pues traería juicio de retribución tanto a la nación histórica de Edom como al «Edom», símbolo de los archienemigos de Israel («… tu recompensa volverá sobre tu cabeza», Abd. 15), y al mismo tiempo, traería salvación (o restauración) a la nación de Israel (Jl. 2:30-32; Sof. 2:1-10; 3:8-16). La entidad histórica conocida en el AT como Edom quizás ya había desaparecido completamente como pueblo hacia el 70 d.C. (ver notas en Abd. 3,10,18). Por tanto, dicha entidad se entremezcla con el «Edom» que simboliza los enemigos de Israel al final de los tiempos (comp. vv. 15-16; Is. 63:1-6; Ez. 35; 36:2,5, en el contexto del Día del Señor contra todas las naciones).
Israel recupera la tierra (vv. 17-21): En una segunda presentación del tema de la conquista, el libro utiliza cinco veces la palabra hebrea que significa «ocupar por desalojo»: cuatro se refieren a que Israel (tanto el norte como el sur) recuperará (v. 17) la tierra prometida de manos de los que la ocupan (vv. 19-20); y la quinta es una palabra de la misma raíz («posesiones», v. 17) que describe lo que aquellos enemigos (incluido «Esaú») le habían arrebatado. Esta palabra hebrea, que evoca la conquista de Canaán, se utiliza a menudo en Deuteronomio para referirse a las instrucciones de Dios para la conquista de la tierra prometida (Dt. 1:8,21,39; 4:5,14,26), y también en Josué (Jos. 24:8). Por tanto, como en Jeremías 49:2 (la segunda y esperada conquista de Amón en los días del fin), este segundo tema de la conquista (ver uso de «cananeos» en Abd. 20) se refiere a que Israel poseerá la zona montañosa de «Edom» y los territorios de otros enemigos (vv. 17-20).
Contribución a la Biblia
Como Apocalipsis, que proclama la caída del opresor Imperio romano, Abdías apoya la fe en el gobierno moral de Dios y en la esperanza de que Su justa voluntad finalmente prevalecerá. Ofrece a los corazones doloridos el mensaje pastoral de que Dios está en Su trono y cuida de los suyos.
Estructura
El texto de Abdías describe el libro como una «visión» profética del Señor (v. 1), y también parece ser un oráculo de guerra (v. 1) que comunica el juicio inminente de Jehová sobre Edom (vv. 2-9). Como subtipo de las «profecías contra las naciones extranjeras» (Is. 13–23; Jer. 46–51; Ez. 25–32; Am. 1–2; Sof. 2:4-15), este libro se caracteriza por anunciar el juicio sobre un poder extranjero (específicamente, Edom; ver también Lm. 4:21-22) para liberar a Judá (Abd. 17-20; ver Jer. 46:25-28; Nah. 1:1-15; Sof. 3:14-20). Sin embargo, al igual que Nahúm y Jonás, Abdías se distingue porque concentra su atención únicamente en el juicio contra una nación extranjera, y no menciona que Israel también sería enjuiciado.
Este libro, el más corto del AT, tiene varias secciones. Una declaración del Señor anuncia un juicio inapelable contra Edom por la arrogancia y el autoengaño (v. 3) de pensar que era inmune a la intervención divina (vv. 1-9). A continuación, se explican las demás razones del juicio sobre Edom (vv. 10-14), como falta de compromiso fraternal (vv. 10-11), gozarse en el día de calamidad del pueblo de Dios (vv. 12-13) y cooperar con los enemigos de Judá para destruirla (vv. 10-11,13-14). Finalmente, el texto se centra en el Día del Señor (vv. 15-21), cuando el juicio inminente contra la nación histórica de Edom (vv. 15-16), seguido porel juicio final contra «Edom» como símbolo de los enemigos de Israel en el fin de los tiempos (v. 16), redundaría en la liberación de Judá e Israel (vv. 17- 21).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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- LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-AMÓS $ USD
Introducción
Amós es el primero de una lista de cuatro profetas del siglo VIII a.C., que también incluye a Oseas, Isaías y Miqueas. Al igual que Oseas, Amós desarrolló su ministerio en Israel, a pesar de ser de Judá. Fue un laico que no se consideraba profeta profesional (7:14-15). Por medio de palabras y visiones, predicó en contra de las instituciones religiosas superficiales de su tiempo.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Amós era un pastor de Tecoa, pueblo ubicado a unos 16 km (10 millas) al sur de Jerusalén. Dios lo llamó, probablemente alrededor del 760 a.C., y le dijo que fuera al norte a profetizar contra Samaria y el reino de Israel. No sabemos cuánto estuvo allí, pero aparentemente fue bastante poco. Provocó gran oposición y enojo, tal como lo demuestra su encuentro con Amasías, sacerdote de Bet-el (7:10-17). Al parecer, escribió su libro, un resumen de sus profecías, después de regresar a Judá, probablemente con la ayuda de un escriba.
Contexto histórico: Amós profetizó durante los reinados de Uzías de Judá (792-740 a.C.) y Jeroboam II de Israel (793-753 a.C.). Fue una época de gran prosperidad y éxito militar para ambas naciones, ya que todos sus enemigos tradicionales estaban debilitados. Samaria, la capital de Israel, disfrutaba de una enorme riqueza y de lujos.
Al mismo tiempo, décadas de lucha contra Damasco habían dejado a la población exhausta. Muchos agricultores se habían empobrecido. Los vecinos más ricos, en especial la aristocracia, habían facilitado préstamos que los pobres no pudieron pagar, por lo que habían convertido a los deudores en esclavos y se habían apoderado de sus tierras. Los líderes de la sociedad consideraban que no había razón para temer el futuro. La ciudad tenía muros altos y ciudadelas fortificadas, y el ejército iba de victoria en victoria. Eran el pueblo elegido de Dios y se consideraban inmunes al juicio.
Mensaje y propósito
Varias enseñanzas clave conforman el mensaje de Amós.
1. Dios es imparcial y justo, y juzga a cada nación apropiadamente. Ni judíos ni gentiles están exentos del juicio divino. Él castiga a los gentiles por ofensas morales que hoy llamaríamos «crímenes contra la humanidad», mientras que juzga a los judíos conforme a las exigencias de la ley mosaica (ver 1:3–2:3; comp. 2:4-5).
2. Dios odia el orgullo humano, en especial, cuando se manifiesta a través de la confianza en el poder militar, la riqueza y la indiferencia hacia los demás (6:1-8).
3. Dios es especialmente duro con cualquiera que engaña al pobre o abusa de él (8:4-6).
4. A Dios no le impresionan los cultos de adoración con música y celebración si las personas tienen un corazón impenitente (4:4-5; 5:21-24).
5. Los líderes religiosos que se oponen a la verdadera obra de Dios están sujetos a un juicio especial (7:10-17).
6. Las personas cegadas por la seguridad de poseer una condición especial ante Dios suponen que no tienen razón para temer el juicio divino, pero están totalmente equivocadas (5:18-20).
7. Cuando los problemas empiezan a acumularse contra una nación, el pueblo debe considerar que se trata de una advertencia de Dios y arrepentirse antes de que sea demasiado tarde (4:6-12).
8. Incluso después de la sentencia, cuando parece que se ha perdido toda esperanza (9:1-4), Dios puede traer redención y salvación (9:13-15).
9. La esperanza de Israel (y de la humanidad) está en la descendencia de David, la cual Dios levantará para establecer Su reino (9:11-12). Ahora sabemos que esta esperanza se cumplió en Jesucristo, descendiente de David.
Contribución a la Biblia
Amós nos recuerda la soberanía de Dios en Su relación con Su pueblo. Dios enviaría Su juicio, lo cual efectivamente ocurrió. El énfasis de Amós en el Día del Señor tuvo implicaciones para sus contemporáneos, pero también recuerda al lector moderno el día que destaca el NT: cuando Cristo regrese.
Estructura
Después del sobrescrito (1:1), el libro de Amós se divide en siete partes. La primera, la introducción, es solo un versículo (1:2), seguido por seis divisiones principales: 1:3–2:16; 3:1-15; 4:1-13; 5:1–6:14; 7:1–8:3; 8:4–9:15. Sorprendentemente, las fórmulas de expresión divina (declaraciones como «así ha dicho Jehová», «ha hablado Jehová» y «dice Jehová») se distribuyen de manera uniforme en estas secciones. Amós 1:3–2:16 tiene 14 fórmulas, y cada una de las secciones siguientes tiene 7, lo que suma un total de 49. La estructura básica y el contenido de cada sección se describen en las notas.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por RVR 1960 Biblia de estudio Holman.