Biblias Holman

  • Biblias
    • Biblias de Referencia
    • Traducciones
    • Biblias
    • Lea la Biblia
  • Quiénes Somos
  • Recursos Gratis

UNA BIBLIA PERSONALIZADA PARA TI


  • TÉRMINOS «CRUZ-CRUCIFIXIÓN» $ USD

    SIGNIFICADO TEOLÓGICO

    Por Grant Osborne

    En tanto que una teología de la cruz se puede encontrar fundamentalmente en los escritos de Pablo, este tema se remonta a una época anterior a él, tal como se puede demostrar en los “credos” (declaraciones de fe o enseñanza) que él citó. Por ejemplo, 1 Cor. 15:3-5 dice que Pablo había recibido y que luego les había enseñado a los corintios la verdad de que Jesús “murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras”. Tres temas importantes están entretejidos en esta declaración y en otros credos (Rom. 4:25; 6:1-8; 8:32; Col. 2:11,12; 1 Tim. 3:16; Heb. 1:3,4; 1 Ped. 1:21; 3:18-22): la muerte de Jesús como nuestro sustituto (de Isa. 53:5; comp. Mar. 10:45; 14:24); la muertey resurrección de Jesús como cumplimiento de las Escrituras; y la reivindicación y exaltación de Jesús llevada a cabo por Dios.

    Para Pablo, la “palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18) es el corazón del evangelio, y la predicación de la cruz es el alma de la misión de la iglesia. “Cristo crucificado” (1 Cor. 1:23; comp. 2:2; Gál. 3:1) es más que la base de nuestra salvación; la cruz fue el acontecimiento central de la historia, el momento particular que demostró el control de Dios sobre la historia humana y Su participación en ella. En 1 Cor. 1:17–2:16, Pablo hace un contraste entre la “locura” del “mensaje de la cruz” frente a la “sabiduría” humana (1:17,18), ya que la salvación solo se puede encontrar en la cruz, y “el poder de Dios” solamente se puede ver en la locura del “mensaje de la cruz” y en la “debilidad” (1:21,25). Jesús en Su humildad obtuvo la gloria en virtud de Su sufrimiento; solo el crucificado podía convertirse en el resucitado (1:26-30). Dicho mensaje indudablemente se consideraba una locura en el siglo I. Historiadores romanos como Tácito y Suetonio miraban con desprecio la idea de un “Dios crucificado”.

    La cruz es la base de nuestra salvación en las epístolas de Pablo (Rom. 3:24,25; Ef. 2:16; Col. 1:20; 2:14), mientras que en el libro de los Hechos se enfatiza como esencia la resurrección (Hech. 2:33-36; 3:19-21; 5:31). Romanos 4:25 presenta ambos énfasis. Lo más probable es que la razón del énfasis distinto se advierta más claramente al observar que Hechos presenta una crónica de la predicación de la iglesia primitiva (donde la resurrección es el fundamento apologético de nuestra salvación) y las epístolas desarrollan la enseñanza de esa iglesia (donde la base teológica de nuestra salvación es la crucifixión). Los tres términos importantes son: “redención”, que enfatiza el “pago del rescate” que efectuó la sangre de Jesús al librarnos del pecado (Tito 2:14; 1 Ped. 1:18); “propiciación”, que se refiere a la muerte de Jesús que “satisface” la ira del Dios justo (Rom. 3:25; Heb. 2:17); y “justificación”, que describe los resultados de la cruz, la “absolución” (“declarar justo”) de nuestra culpa (Rom. 3:24; 4:25; Gál. 2:16-21; 3:24).

    La cruz ciertamente hizo aún más que procurar salvación. Forjó una unidad nueva entre los judíos y los gentiles al derribar “la pared intermedia de separación” y “crear… de los dos un solo” cuerpo (Ef. 2:14,15); en consecuencia, esto produce la “paz” al crear un nuevo acceso al Padre (v.18). Además, la cruz actuó “despojando” a las “potestades” demoníacas y concibió el triunfo final sobre Satanás y sus huestes, y forzó a esos ejércitos espirituales a seguir a su séquito en una procesión victoriosa (Col. 2:15). La cruz fue el gran error de Satanás. Cuando él entró en Judas para que traicionara a Jesús, no se dio cuenta de que la cruz se convertiría en su gran derrota. Solo pudo reaccionar con ira llena de frustración al saber que “tiene poco tiempo” (Apoc. 12:12). Satanás participó de su propia destrucción.

    CONTINUARA…


    Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


    Foto por Aaron Burden, en Unsplash

      • ADQUIÉRELA EN:
      • LifeWay
      • Amazon
      ×
    • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MARCOS $ USD

      «¿Quién es este?». Es la pregunta central del Evangelio de Marcos. Los discípulos de Jesús se hicieron esta pregunta justo después que Jesús reprendió al viento y calmó lo que parecía una amenazadora tormenta en el Mar de Galilea (4:35-41).

      Introducción

      El Evangelio de Marcos muestra a Jesús en acción: sana enfermos, expulsa demonios, realiza milagros, va de un sitio a otro y enseña. En Marcos, todo sucede «inmediatamente». En cuanto termina un episodio, ya comienza otro. Pero el ritmo acelerado de pronto disminuye cuando Jesús entra en Jerusalén (11:1). A partir de entonces, los acontecimientos se miden por días, y Su último día, por horas.

      Circunstancias de la redacción del libro

      Autor: El Evangelio de Marcos es anónimo. Eusebio, el historiador de la Iglesia primitiva, que escribió por el año 326 d.C., recogió las palabras de Papías, un padre de la Iglesia antigua. Papías citaba al «anciano», probablemente Juan, diciendo que Marcos había dejado por escrito la predicación de Pedro sobre lo que Jesús dijo e hizo, pero en forma desordenada. Fue así como desde el siglo I, se atribuyó la autoría de este Evangelio a Marcos.

      El Marcos que escribió este Evangelio era Juan Marcos, hijo de una viuda llamada María, en cuya casa algunas veces se reunía la iglesia de Jerusalén (Hch. 12:12-17) y donde Jesús posiblemente celebró la Última Cena con Sus discípulos. Marcos era primo de Bernabé (Col. 4:10), y acompañó a este y a Pablo a Antioquía después de la misión a Jerusalén para aliviar la hambruna que azotaba la región (Hch. 12:25). Luego, fungió como asistente de Pablo y Bernabé durante el primer viaje misionero (Hch. 13:5), pero regresó al llegar a Perge (Hch. 13:13).

      Cuando el apóstol Pedro escribió a las iglesias de Asia Menor poco antes de su martirio, les envió saludos de Marcos, a quien llamó «mi hijo» (1 P. 5:13). Luego, Pablo le pidió a Timoteo: «… Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio» (2 Ti. 4:11). Después de la ejecución del apóstol, se dice que Marcos se trasladó a Egipto, donde estableció iglesias y las sirvió en Alejandría (Eusebio, Hist. Ecl., 2:16). Algunos han sugerido que el joven mencionado en Mr. 14:51-52 era el mismo Marcos.

      Contexto histórico: Según los padres de la Iglesia primitiva, Marcos escribió su Evangelio en Roma, justo antes o después del martirio de Pedro. La confirmación del origen romano de este Evangelio está en Mr. 15:21, donde Marcos señaló que Simón, un hombre de Cirene que llevó la cruz de Jesús, era el padre de Alejandro y de Rufo; al parecer, conocidos por los creyentes de Roma.

      Como Marcos escribió principalmente para gentiles romanos, explicó las costumbres judías, tradujo palabras y frases del arameo al griego, empleó términos latinos en lugar de sus equivalentes griegos y rara vez citó el AT. La mayoría de los eruditos de la Biblia están convencidos de que Marcos fue el primer Evangelio escrito y que se utilizó como una de las fuentes de Mateo y Lucas.

      Mensaje y propósito

      Este Evangelio es una narración sobre Jesús. Marcos propone su tema en el primer versículo: el «evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios». Pone mucho énfasis en la divinidad del Hijo de Dios. El Padre lo anunció en el bautismo de Jesús (1:11). Los demonios y los espíritus inmundos lo reconocieron y aceptaron (3:11 y 5:7). Dios lo reafirmó en la transfiguración (9:7). Jesús lo enseñó en parábolas (12:1-12), lo insinuó (13:32) y lo manifestó de forma directa (14:61-62). Por último, el centurión romano lo confesó abiertamente y sin reservas (15:39). De esta manera, el propósito de Marcos fue convocar a la gente al arrepentimiento y a responder con fe a la buena nueva de Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios (1:1,15).

      Contribución a la Biblia

      En la época de Jesús, circulaban muchos conceptos sobre el Mesías, y hubo quienes reclamaron el título. Marcos clarifica el concepto y redefine el término. A partir de la penetrante confesión de Pedro en Cesarea de Filipos (8:29), Jesús comenzó a explicar que en el plan de Dios, el Mesías enfrentaría el rechazo, la muerte y la resurrección (8:31). Marcos también nos muestra el lado humano de Jesús y Sus emociones más que los otros tres evangelistas, con lo cual ofrece una poderosa imagen de la humanidad y la deidad del Mesías.

      Estructura El Evangelio de Marcos comienza con un prólogo (1:1-13), seguido por tres secciones principales. La primera (1:14–8:21) refiere el ministerio de Jesús en Galilea, donde sanó enfermos, echó fuera demonios e hizo milagros. La segunda sección (8:22– 10:52) es de transición. Jesús comenzó un viaje que lo llevaría a Jerusalén. La sección final (11:1–16:8) comprende una semana en Jerusalén. Desde que entró a la ciudad, disintió de los líderes religiosos, quienes rápidamente provocaron Su ejecución. En un breve apéndice (16:9-20) añadido al Evangelio, se registran algunas de las apariciones de Jesús, la comisión para los discípulos y Su ascensión.


      Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

      _________________________________________________________________________

      Foto por Wai Siew, en Unsplash

        • ADQUIÉRELA EN:
        • LifeWay
        • Amazon
        ×
      • TÉRMINOS «CRUZ-CRUCIFIXIÓN» $ USD

        Por Grant Osborne

        CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

        Jesús predijo muchas veces Su futura crucifixión. Los Evangelios Sinópticos mencionan por lo menos tres ocasiones (Mar. 8:31; 9:31; 10:33,34 y paralelos), mientras que Juan registra otras tres (3:14; 8:28; 12:32,33). Se predicen varios aspectos de la pasión de Jesús: (1) ocurrió por necesidad divina (“necesario” en Mar. 8:31); (2) tanto los judíos (“que lo entregaron”) como los romanos (“que lo mataron”) fueron culpables (Mat. 9:31); (3) Jesús sería reivindicado a través de la resurrección de entre los muertos; (4) la muerte misma implicaba gloria (se observa en las expresiones relacionadas con “levantar” que abarcaba la exaltación en Juan 3:14; 8:28; 12:32,33).

        La narración de la crucifixión de Jesús en los Evangelios enfatizaba la culpabilidad de los judíos, pero los cuatro separan cuidadosamente a los líderes del pueblo que habían respaldado a Jesús en todo momento y que, al final, fue arrastrado por esos líderes. Sin embargo, la culpabilidad romana también es obvia. Al Sanedrín ya no se le permitía aplicar la pena capital; solo podían hacerlo los romanos. Más aún, solamente los soldados romanos la podían llevar a cabo. Se siguieron las costumbres romanas al aplicar los azotes, al entronarlo en medio de burlas, al acarrear la cruz y al consumar la crucifixión. La ubicación en una colina y el tamaño de la cruz (el uso de la varilla con el hisopo muestra que medía entre 2 y 3 m [7 a 9 pies] de altura) demuestran que deseaban exhibir públicamente a un “criminal”. Los elementos judíos de la crucifixión de Jesús fueron el vino mezclado con mirra (Mar. 15:23), el hisopo con vinagre (Mar. 15:36) y la remoción del cuerpo de Jesús de la cruz antes del crepúsculo (Juan 19:31).

        Los cuatro Evangelios observan la crucifixión de Jesús desde cuatro puntos estratégicos diferentes y enfatizan aspectos distintos del significado de Su muerte. Marcos y Mateo se centran en el horror de matar al Hijo de Dios. Marcos enfatiza el significado mesiánico al utilizar las burlas de la multitud, que le decía “sálvate a ti mismo” (15:30,31) como una profecía inconsciente que señalaba hacia la resurrección. Mateo fue más lejos que Marcos al señalar a Jesús como el Mesías que enfrentó Su destino con un completo control de la situación. La vindicación de Jesús no solo se evidenció en la ruptura del velo y en el testimonio del centurión (Mat. 27:51,54 en un paralelo con Marcos), sino además en la resurrección asombrosa de los santos del AT (vv.52,53), algo que asocia la cruz con la tumba abierta. Para Mateo, la cruz inauguró los días postreros cuando el poder de la muerte es quebrantado y la salvación se derrama sobre todos.

        Lucas quizás tenga el retrato más singular al presentar dos aspectos fundamentales: Jesús como el arquetipo del mártir justo que perdona a Sus enemigos, y la crucifixión como una escena asombrosa de reverencia y adoración. Lucas omitió los aspectos negativos de la crucifixión (terremoto, vino con mirra, clamor de abandono) y anuló las burlas cuando las multitudes “se volvían golpeándose el pecho” (23:48). Lucas fue el único que incluyó tres expresiones de Jesús relacionadas con la oración: “Padre, perdónalos” (v.34, en contraste con la burla); “hoy estarás conmigo en el paraíso” (v.43, en respuesta a la oración del criminal); y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (v.46). Un maravilloso sentimiento de quietud y adoración colorean el retrato de Lucas.

        La narración de Juan tal vez sea la más dramática. Todos los elementos negativos desaparecen, aun más de lo que sucede en el caso de Lucas (la oscuridad y las burlas al igual que las cosas que también faltan en Lucas), y una atmósfera de calma caracteriza la escena. En el corazón mismo de la situación se observa el control soberano que Jesús posee de toda la escena. La cruz se convierte en Su trono. Juan destacó que la inscripción de la cruz (“JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”) se escribió en arameo, en latín y en griego (19:19,20) y se convirtió así en una proclamación universal de la condición real de Jesús. A lo largo del relato y hasta la exclamación final, “Consumado es” (v.30), Jesús tuvo pleno control de lo que ocurría.

        No se puede entender la crucifixión de Jesús hasta tanto se consideren los cuatro Evangelios en conjunto. Todos los énfasis (el enfoque mesiánico, Jesús como el Hijo de Dios y el mártir justo, la naturaleza sacrificial de Su muerte, la cruz como Su trono) son necesarios para obtener un cuadro completo del significado de Su crucifixión.

        CONTINUARA…


        Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


        Foto por Aaron Burden, en Unsplash

          • ADQUIÉRELA EN:
          • LifeWay
          • Amazon
          ×
        • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MATEO $ USD

          «Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. […] y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo» (2:13,15).

          Introducción

          Es acertado que el primer libro del NT, el Evangelio de Mateo, comience con estas palabras: «la genealogía de Jesucristo». Este Evangelio se escribió desde una fuerte perspectiva judía para mostrar que Jesús es verdaderamente el Mesías que el AT prometió.

          Circunstancias de la redacción del libro

          Autor: El autor no revela su nombre. Sin embargo, el título que atribuye este Evangelio a Mateo aparece en los manuscritos más antiguos y tal vez sea original. Cuando los cuatro Evangelios comenzaron a circular como una sola colección, los títulos fueron necesarios para distinguirlos. Muchos de los antiguos padres de la Iglesia (Papías, Ireneo, Panteno y Orígenes) consideraron que Mateo era su autor. Papías también sostuvo que Mateo escribió primero en hebreo, lo que sugiere que este Evangelio se tradujo posteriormente al griego.

          Muchos estudiosos modernos desafían estas declaraciones tradicionales. Por ejemplo, contra Papías ellos argumentan que este libro no se escribió originalmente en hebreo, dado que el griego de Mateo no parece ser una traducción. Sostienen además que si la Iglesia primitiva, según la opinión de Papías, se equivocó sobre el idioma original, pudo también haber errado respecto al autor. No obstante, el excelente griego de Mateo tal vez surgió de un traductor habilidoso que trabajó a partir de un texto original hebreo. Además, hay muchos indicios de influencia hebrea en este Evangelio (ver notas en 1:17; 1:21 y 2:22-23). Por último, a medida que la Iglesia se extendía en territorios gentiles, se hizo necesario que el Evangelio circulara en una traducción griega. Por ello, no sorprende la ausencia de textos hebreos antiguos de Mateo, dado que el hebreo pronto dejó de ser la lengua dominante de los cristianos primitivos.

          Incluso si Papías se equivocó en cuanto a la lengua original de este Evangelio, no significa que él o que los líderes de la Iglesia primitiva erraran al identificar a Mateo como su autor. La Iglesia primitiva afirmó unánime que fue escrito por el apóstol Mateo. Se necesitaría una prueba sorprendente para demoler este consenso tan antiguo.

          Pistas diversas del mismo Evangelio señalan a Mateo como su autor. En primer lugar, Marcos 2:14 y Lucas 5:27 identifican como «Leví» al recaudador de impuestos a quien Jesús llamó a ser Su discípulo. Este Evangelio, sin embargo, se refiere a Leví como «Mateo». Algunos creen que Jesús le puso «Mateo» (en hebreo «regalo de Dios») a Leví cuando lo llamó a ser Su discípulo, pero en aquel entonces, era común que los judíos tuvieran dos nombres (como Saulo y Pablo). El uso de «Mateo» en este Evangelio puede ser un toque personal, una referencia a sí mismo que nos ofrece una pista sobre su autor.

          Contexto histórico: Determinar la fecha de composición del Evangelio de Mateo depende en gran medida de la relación que guardan los evangelios entre sí. La mayoría de los eruditos creen que Mateo utilizó el Evangelio de Marcos para escribir el suyo. Si esto es así, Marcos antecede a Mateo. Sin embargo, la fecha de Marcos es también un misterio. Ireneo (aprox. 180 d.C.) parece afirmar que Marcos escribió su Evangelio después de la muerte de Pedro, a mediados de la década de los 60. Sin embargo, Clemente de Alejandría, que escribió tan solo 20 años después de Ireneo, sostuvo que Marcos escribió su Evangelio cuando Pedro aún vivía. Dada la ambigüedad de la prueba histórica, la decisión debe basarse en otros factores.

          Es mejor deducir la fecha de composición de Marcos a partir de la fecha de Lucas y de Hechos. El abrupto final de Hechos que dejó a Pablo en Roma bajo arresto domiciliario sugiere que ese libro se escribió antes de la liberación del apóstol. Como uno de los temas principales de Hechos es la legitimidad del cristianismo en el Imperio romano, era de esperar que Lucas mencionara la liberación de Pablo por mano del emperador si está ya hubiera ocurrido. Esta prueba sitúa el libro de Hechos al comienzo de la década de los 60. Lucas y Hechos eran dos volúmenes de una sola obra, como demuestran los prólogos de ambos libros. Lucas se escribió antes que Hechos. Dado el trabajo de investigación que Lucas invirtió en el libro y los viajes que seguramente tuvo que hacer para entrevistar a los testigos, es razonable datarlo a finales de los años 50. Si Lucas utilizó el libro de Marcos para escribir su Evangelio, como parece probable, Marcos se escribió poco antes del final de la década de los 50, tal vez a mediados de esta. Por consiguiente, a pesar de que Mateo dependiera de Marcos, pudo haberse escrito en cualquier momento a partir de mediados de los años 50, una vez que Marcos ya estuviera escrito. La prueba histórica más antigua es congruente con esta opinión, ya que Ireneo (aprox. 180 d.C.) afirma que Mateo escribió su Evangelio cuando Pedro y Pablo aún predicaban en Roma (al comienzo de la década de los 60).

          Mensaje y propósito

          Probablemente, Mateo haya escrito su Evangelio para preservar el testimonio de los testigos oculares del ministerio de Jesús. En él, se acentúan varias verdades teológicas. En primer lugar, Jesús es el Mesías, el tan esperado Rey del pueblo de Dios. En segundo lugar, Jesús es el nuevo Abraham, el fundador de un nuevo Israel espiritual, formado de todos los judíos y gentiles que decidan seguirlo. En tercer lugar, Jesús es el nuevo Moisés, el libertador e instructor de este pueblo. En cuarto lugar, Jesús es el Emanuel, el hijo de Dios que nació de una virgen, el que cumple las promesas que el AT registra.

          Contribución a la Biblia

          Como primer libro del NT, el Evangelio de Mateo es un portal de comunicación entre los dos testamentos. Más que cualquier otro libro del NT, incluidos los demás Evangelios, Mateo es el que mejor se relaciona con el AT. Nos ofrece todo el plan de Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis. Mateo mira hacia el pasado y cita las profecías hebreas más de 60 veces («se cumplió» y «para que se cumpliese lo que fue dicho»). También ve hacia el futuro al tratar no solo con la venida y el ministerio del Mesías, sino también con el plan para Su Iglesia y Su reino.

          Estructura

          Mateo divide su Evangelio en tres grandes partes e inicia las secciones principales con: «Desde entonces comenzó Jesús» (4:17; 16:21). Estas declaraciones de transición dividen el Evangelio en introducción (1:1–4:16), cuerpo (4:17–16:20) y conclusión (16:21– 28:20). También fracciona su Evangelio en cinco grandes bloques de enseñanza, y cada uno concluye con un resumen (8:1; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1). Algunos eruditos creen que, con estos cinco reveladores discursos, se buscó correspondencia con los cinco libros de Moisés y una confirmación de la identidad de Jesús como el nuevo Moisés.


          Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

          _________________________________________________________________________

          Foto por Simon Berger, en Unsplash

            • ADQUIÉRELA EN:
            • LifeWay
            • Amazon
            ×
          • TÉRMINOS «CRUZ-CRUCIFIXIÓN» $ USD

            Por Grant Osborne

            CRUCIFIXIÓN

            Método que los romanos utilizaron para ejecutar a Jesucristo. La forma más dolorosa y degradante de pena capital del mundo antiguo se convirtió en el medio por el cual Jesús llevó a cabo el sacrificio expiatorio por los pecados de la humanidad. También se transformó en símbolo del sacrificio del yo en el discipulado (Rom. 12:1), y de la muerte del yo al mundo (Mar. 8:34).

            Desarrollo histórico

            Originariamente, una cruz era una estaca de madera puntiaguda que se usaba para construir una pared o levantar fortalezas alrededor de una ciudad. Los asirios y los persas comenzaron a utilizarla para exhibir las cabezas de los enemigos capturados o de criminales particularmente atroces, en las empalizadas que estaban encima de la puerta de entrada a una ciudad. Posteriormente, la crucifixión se convirtió en una forma de pena capital cuando a los enemigos del estado se los empalaba sobre la estaca. Los griegos y los romanos al principio reservaban el castigo solamente para los esclavos y decían que era demasiado barbárico para los ciudadanos o los nacidos libres. No obstante, llegado el siglo I, se utilizó para los enemigos del estado, aunque los ciudadanos solo podían ser crucificados mediante el edicto directo del César. A medida que fue pasando el tiempo, los romanos comenzaron a utilizar más y más la crucifixión como fuerza disuasiva para la actividad criminal, de modo que para la época de Jesús era común.

            En el AT se practicaba la forma oriental de crucifixión. Los filisteos decapitaron a Saúl y exhibieron su cuerpo sobre un muro (1 Sam. 31:9,10). Conforme a la ley judía (Deut. 21:22,23), los ofensores eran colgados en un madero; esto significaba que era “maldito por Dios” y que quedaba fuera del pueblo del pacto. Dichos criminales debían ser bajados de la cruz antes de la noche para que no contaminaran la tierra. Durante el período inter-testamentario se tomó prestada la forma occidental cuando Alejandro Janeo crucificó a 800 fariseos (76 a.C.), pero los judíos condenaron esta acción y rara vez utilizaron este método. Aun Herodes el Grande se negó a crucificar a sus enemigos. La práctica se abolió después de la “conversión” al cristianismo del emperador Constantino.

            Una persona a la que se crucificaba en la época de Jesús, primeramente se la azotaba (se la golpeaba con un azote que consistía en cuerdas con trozos de metal o hueso en los extremos) o, por lo menos, se la flagelaba hasta que sangrara. Esto no se hacía solo para demostrar crueldad sino que además su intención era apresurar la muerte y acortar el terrible sufrimiento. Después de ser azotada, se obligaba a la víctima a acarrear la cruz hasta el sitio de ejecución como una manera de expresar que la vida ya había terminado y que la voluntad para vivir había desaparecido. A menudo se colocaba alrededor del cuello del criminal una tablilla donde se detallaba el delito (o delitos) y luego se sujetaba a la cruz. Una vez que llegaba al lugar, el prisionero frecuentemente era atado (el método normal) o clavado a la cruz (si se deseaba una muerte más rápida). El clavo se colocaba atravesando la muñeca más que la palma, ya que los huesos más pequeños de la mano no podían soportar el peso del cuerpo. Luego se levantaba la viga con el cuerpo y se sujetaba al poste que ya estaba colocado en sentido vertical. En la mitad de la viga se colocaban ganchos o un bloque de madera pequeño para asentar el cuerpo ante la posibilidad de que los clavos rasgaran las heridas o las sogas hicieran que los brazos se salieran de los sostenes. Los pies finalmente se ataban o se clavaban al poste. La muerte se producía por falta de circulación de sangre o paro cardíaco. Sobre todo, si la víctima era atada, podía llevar días de horrendo dolor hasta que las extremidades se tornaban lentamente gangrenosas, de modo que los soldados con frecuencia les quebraban las piernas con una cachiporra para provocar un síncope masivo y una muerte rápida. Esta clase de ejecución por lo general se llevaba a cabo en lugares públicos y el cuerpo se dejaba durante días en descomposición y esto permitía que las aves de carroña lo destrozaran aún más.

            Se utilizaban cuatro tipos de cruces: (1) La cruz latina tenía una viga cruzada colocada a una altura de alrededor de dos terceras partes del poste vertical; (2) la cruz de San Antonio (probablemente debido a su similitud con su famosa muleta) tenía una viga en el extremo superior del poste vertical semejante a una T; (3) la cruz de San Andrés (supuestamente la forma que se utilizó para crucificar al apóstol Andrés) tenía la forma de la letra X; (4) la cruz griega tenía ambas vigas iguales con la forma de un signo de adición.

            CONTINUARA…


            Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


            Foto por Aaron Burden, en Unsplash

              • ADQUIÉRELA EN:
              • LifeWay
              • Amazon
              ×
            • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-MALAQUÍAS $ USD

              «Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones…» (1:11a).

              Introducción

              Aunque otros libros no proféticos tales como Esdras, Nehemías y Crónicas probablemente se escribieron más tarde, Malaquías es el último mensaje profético de parte de Dios antes del cierre del AT. Este pequeño libro capta el mensaje esencial del AT y muestra al lector la naturaleza de Dios, así como nuestra relación y la responsabilidad para con Él y para con aquellos que forman parte de la comunidad del pacto.

              Circunstancias de la redacción del libro

              Autor: Lo único que se conoce del autor es su nombre. El libro hace hincapié en el mensaje y no en el mensajero. Dios es quien habla en 47 de sus 55 versículos. En 3:1, se profetiza sobre aquel que «preparará el camino» para que el Señor venga a Su templo y se lo identifica en hebreo como malakiy, «mi mensajero», palabra idéntica al nombre del autor del libro.

              Contexto histórico: Aunque el libro no se refiere a ningún gobernante o hecho específico que ayude a determinar cuándo se escribió, la prueba interna y su posición en el canon parecen indicar que fue después del exilio. La referencia a un príncipe en 1:8 favorece el período persa, durante el cual Judá era una provincia o subprovincia de la satrapía persa de Nahara Abar, que también incluía Palestina, Siria, Fenicia, Chipre y, hasta el 485 a.C., Babilonia. El templo se reconstruyó en el 515 a.C. y se restableció el culto allí (1:6-11; 2:1-3; 3:1,10), pero la emoción y el entusiasmo que generaron los profetas Hageo y Zacarías se habían desvanecido. Los problemas sociales y religiosos que Malaquías plantea reflejan la misma situación que se describe en Esdras 9 y 10 y en Nehemías 5 y 13, lo que apunta a un período poco antes del regreso de Esdras a Judá (aprox. el 460 a.C.) o al segundo período de Nehemías como gobernador de Judá (Neh. 13:6-7; aprox. el 435 a.C.). Los datos lingüísticos favorecen la fecha más temprana.

              Mensaje y propósito

              Este libro se describe a sí mismo como una «profecía» (Mal. 1:1), al igual que Nahum (Nah. 1:1) y Habacuc (Hab. 1:1). Esta palabra hebrea que se traduce profecía, massa, aparece 20 veces en el AT (por ej., 2 R. 9:25; Is. 13:1; Zac. 9:1; 12:1). Aunque en el pasado se pensaba que significaba «carga», ahora se sabe que la palabra se refiere a un pronunciamiento divino por medio de un profeta de Dios.

              Acusación: Malaquías presenta los pecados de Judá mayormente mediante citas de sus propias palabras, repeticiones de sus pensamientos y descripciones de sus actitudes (1:2,6-7,12-13; 2:14,17; 3:7-8,13-15). Malaquías enfrentó a los sacerdotes porque no temieron a Dios ni sirvieron conscientemente al pueblo en sus momentos de dificultad, lo cual contribuyó a la indiferencia de Judá hacia Dios. El pueblo, por su parte, atribuía sus problemas económicos y sociales a una supuesta infidelidad de Dios, y por esa razón, eran desleales los unos a los otros (especialmente con respecto a sus esposas) y profanaban el templo casándose con mujeres paganas. También eran infieles con sus diezmos.

              Instrucción: Dios mandaba que lo adoraran sinceramente, con fe y humildad auténticas. Eso significaba que debían honrarlo con ofrendas puras, ser fieles a los pactos humanos, especialmente al matrimonial, y diezmar de todo lo adquirido para reconocer que Yahvéh era su Dios y Rey.

              Juicio: Si los sacerdotes no cambiaban su comportamiento, Dios los maldeciría y los echaría de Su servicio. Malaquías anunció también la llegada de un día en que el «Dios de justicia» vendría a juzgar al impío y a perfeccionar a Su pueblo (Mt. 3:12; 13:24-30).

              Esperanza: Para incentivar al pueblo aún más a la obediencia, Malaquías resaltó (1) las demostraciones del amor de Dios por Israel (1:2), (2) la unidad espiritual que existía entre ellos y por el pacto con el Señor, del que formaban parte (2:10), y (3) el día de salvación y bendición que vendría para aquellos que le temen (3:1-6; 3:16–4:3).

              Contribución a la Biblia

              Malaquías fue el último mensaje profético de parte de Dios antes de que concluyera el período del AT. Es una conclusión idónea para el AT y a la vez una transición que nos ayuda a comprender la proclamación del reino en el NT. Malaquías habló a los corazones de un pueblo atribulado cuyas circunstancias de inseguridad económica, escepticismo religioso y decepciones personales eran similares a las que a menudo experimenta hoy el pueblo de Dios. El libro contiene un mensaje que no deben pasar por alto aquellos que anhelan tener un encuentro con Dios y Su reino, y que desean guiar a otros a acercarse a Él de una forma similar. Tenemos un Dios grande, amoroso y santo que tiene propósitos inalterables y gloriosos para Su pueblo. El libro nos llama a la adoración genuina, a ser fieles a Él y a los demás, a vivir por fe, y a la expectativa de lo que está haciendo y hará conforme a Su palabra en este mundo y por Su pueblo.

              El amor de Dios es primordial. Malaquías expresa esta realidad destacando cómo el Señor eligió y protegió a Israel por encima de todas las naciones del mundo. Cómo Dios, por Su amor inmutable, había cuidado los intereses de Judá, les demandó que vivieran a la altura de sus obligaciones por medio de la obediencia, la lealtad y el culto sincero. La relación de amor entre Dios y Judá servía de modelo para el trato entre los miembros de la comunidad redimida, quienes debían ser fieles en todas sus relaciones interpersonales.

              El pueblo de Dios disfrutaba de Su protección y provisión porque era una comunidad dedicada a Dios, pero su negligencia al no vivir rectamente delante del Señor y de los demás hombres le acarrearía juicio. Por eso, el pueblo de Dios no podía esperar el gozo de Sus bendiciones si seguía descuidando sus obligaciones para con Él y entre ellos mismos. Antes de poner a Judá en tela de juicio, Dios le concedería un último llamado al arrepentimiento. Un precursor se anticiparía al día terrible del Señor y anunciaría la venida del reino de Dios a la tierra.

              Estructura

              Malaquías comunica su mensaje en tres discursos interrelacionados. Cada uno de ellos consta de cinco secciones organizadas por medio de una estructura repetitiva parecida a la imagen que refleja un espejo, en torno a una parte central (a-b-c-b-a). Los dos primeros discursos comienzan con una motivación positiva o una esperanza (1:2-5; 2:10 a) y terminan con una negativa o un juicio (2:1-9; 3:1-6). En medio, está la acusación de Dios (1:6-9 y 1:11-14; 2:10b-15a y 2:17) que rodea Sus mandamientos (1:10, 2:15b-16). El discurso final, que es el clímax, comienza y termina con llamados al arrepentimiento (3:7-10a; 4:4-6). Luego, vienen secciones de motivación (3:10b-12, 3:16–4:3) referentes a la acusación (3:13-15).


              Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

              _________________________________________________________________________

              Foto por Johannes Plenio, en Unsplash

                • ADQUIÉRELA EN:
                • LifeWay
                • Amazon
                ×
              • «CRÍTICA TEXTUAL, NUEVO TESTAMENTO» $ USD

                Por Charles W Draper

                La crítica textual (en ocasiones llamada “crítica baja”) es el arte y la ciencia de reconstruir el texto de una obra que ya no existe en su forma original. Es importante destacar que la palabra “crítica” no tiene connotación negativa. Se refiere a cuidadosos métodos de estudio y análisis. Cuando se aplica al NT, el objetivo final es determinar con el mayor grado posible de detalle y exactitud, mediante un exhaustivo estudio y comparación de todos los mss. existentes, cuál es el texto original de cada libro. Esto se logra principalmente mediante una comparación de los mss. y la evaluación de datos derivados de dicha comparación. Cotejar consiste en comparar el ms. con un texto base letra por letra y registrar cada diferencia. Se trata de determinar cuál es el texto original mediante una comparación de la mayor cantidad posible de mss. y la determinación de todos los lugares donde difieren (llamados variantes o variantes de lectura). Este proceso de comparación y evaluación es el elemento principal para la reconstrucción del texto original.

                Otros objetivos incluyen el seguimiento de la transmisión histórica del texto (establecer el texto que se utilizó en determinados momentos y lugares) y la determinación de las relaciones entre diferentes mss. (a fin de separarlos en grupos, familias y tipos de textos). Esto permite comprender mejor las situaciones y controversias teológicas que se produjeron durante los primeros siglos de la historia cristiana y en el desarrollo de la doctrina cristiana a través del tiempo.

                Es importante recordar que antes de la invención de la imprenta, todas las copias de las Escrituras se hacían a mano, y todas las copias manuscritas extensas de un mismo documento difieren entre sí. Ninguna copia manuscrita de ningún libro ni grupo de libros del NT es idéntica a otra. Sin embargo, tenemos motivos ilimitados para creer que cada lectura original ha sobrevivido en algunos mss. Por eso la crítica textual estudia la mayor cantidad posible de mss.

                Los mss. del NT griego generalmente contienen un grupo de libros: Evangelios, Epístolas Paulinas, Hechos y Epístolas Generales, o Apocalipsis (que por lo general circulaba de manera independiente).En un momento, menos de 60 mss. contenían la totalidad del texto del NT griego. Existen seis tipos de mss. útiles para establecer cuál es el texto original del NT griego. Los mejores y más antiguos están escritos en papiros. Se han identificado cerca de 115 papiros, muchos de los cuales datan del siglo II. La mayoría posee una breve cantidad de texto, aunque algunos son extensos. Los mss. unciales están escritos con letras de gran tamaño similares a las mayúsculas. Los grandes códices antiguos, el Sinaítico, el Vaticano y el Alejandrino, son mss. unciales. Se han identificado más de 300 mss. unciales que datan de los siglos IV al X. Los papiros y los unciales son las fuentes más importantes. Los mss. “minúsculos” están escritos en un estilo de letra cursiva que se desarrolló después del siglo VIII. Se conocen más de 2800 minúsculos que datan de los siglos IX al XVI. Los leccionarios son textos del NT arreglados según un esquema de lecturas anuales para la adoración colectiva. Datan de los siglos VIII al XVI, pero algunos son valiosos ya que fueron copiados de un ejemplar mucho más antiguo. Mediante un estudio de sus citas de la Biblia, se han clasificado más de 2400 leccionarios. Es posible determinar los textos que utilizaron los primeros padres de la iglesia. Como algunos de estos textos son bastante antiguos, constituyen una fuente muy valiosa. Las primeras traducciones del NT griego a otras lenguas (versiones) pueden resultar muy útiles ya que se tradujeron a partir de mss. antiguos que ya no existen. Entre las versiones antiguas más importantes se incluyen las escritas en latín, siríaco, copto, armenio, georgiano, etíope y eslavo.

                Una familia o grupo de mss. tiene una ilación bastante estrecha y exhibe similitudes asombrosas análogas a un parecido entre familiares. Un tipo de texto posee una base más amplia con patrones definidos de lecturas comunes. Los tipos textuales se desarrollaron en determinadas regiones donde ejemplares similares se utilizaron en reiteradas ocasiones para copiar el NT. Se han identificado cuatro tipos de textos.

                El tipo de texto alejandrino (egipcio), que la mayoría de los eruditos considera el mejor y más antiguo, se origina en la labor de escribas bien entrenados que vivieron en los alrededores de Alejandría, Egipto, durante el siglo II. Los mejores papiros más antiguos y los primeros mss. en pergamino son de esta clase. El tipo de texto occidental también se originó en el siglo II y tuvo amplia difusión. Se caracteriza por presentar adiciones y paráfrasis que señalan un proceso de copia más libre y menos estricto. El texto occidental de Hechos es aprox. un 10% más extenso que el alejandrino. El tipo de texto cesariano probablemente se haya originado cuando el padre de la iglesia, Orígenes (siglo III), llevó consigo los textos egipcios desde Alejandría a Cesarea en Palestina y más tarde a Jerusalén, donde se utilizaron como ejemplares para copiar el NT griego. El cesariano tiende a mezclar versiones que son claramente alejandrinas y occidentales. Es el menos homogéneo de todos los tipos de texto y algunos eruditos cuestionan su existencia.

                El tipo de texto más tardío es el bizantino (también llamado koiné, sirio o antioqueño), que no apareció hasta fines del siglo IV. Los mss. Bizantinos más antiguos que aún existen pertenecen al siglo V. Según una versión del NT griego realizada por Luciano de Antioquía en Siria a fines del siglo III, el texto bizantino combinaba deliberadamente elementos correspondientes a tipos de texto más antiguos (práctica denominada refundición de versiones). Luciano y otros editores posteriores deseaban producir un texto completo, unificado y fácil de leer. Para la época en que se originó el tipo de texto bizantino, los otros tipos ya estaban establecidos, hecho que queda demostrado por ausencia de versiones marcadamente bizantinas en mss. anteriores. Por lo tanto, el texto bizantino es de índole secundaria. Solo en muy raras ocasiones (dos) una versión claramente bizantina privilegia una lectura original por sobre otros tipos de texto. El bizantino está representado en la gran mayoría de los mss. Del NT que sobrevivieron y se convirtió en la versión estándar de las iglesias ortodoxas griegas. Esta estandarización y preponderancia de los mss. Bizantinos se produjo principalmente porque la iglesia de Occidente abandonó el griego para utilizar el latín. Las iglesias del este continuaron utilizando la lengua griega y el NT griego se siguió copiando en este idioma. La existencia de una gran cantidad de estos mss. no significa que sean mejores ni que representen el texto original. Evidentemente no es así. Los mss. deben ser estimados por el valor y no la cantidad. Una gran cantidad de mss. de mala calidad no implica que el texto sea mejor.

                Las variantes en la lectura solo se producen en un 5% del texto griego del NT y, por lo tanto, todos los mss. coinciden en un 95%. Solo unas 2100 variantes se pueden considerar “significativas” yen ningún caso cuestionan o ponen en duda la doctrina cristiana. Solo se cuestiona el 1,67% de la totalidad del texto griego del NT. Esto nos asegura que el actual texto ecléctico o crítico del NT griego (un texto ecléctico o crítico es el que se basa en el estudio de la mayor cantidad posible de mss.) se ha confirmado en más del 99% de su contenido. En realidad, hay más variaciones entre algunas traducciones de la Biblia al español que entre los mss. del NT griego. La Palabra de Dios es infalible e inerrante en sus copias originales (mss.), que han desaparecido en su totalidad. Los críticos textuales del NT griego continuarán su labor hasta que, si es posible, quede establecida sin lugar a dudas la lectura original de cada porción cuestionada.

                Los críticos textuales trabajan en función de ciertos procedimientos llamados “cánones de crítica textual”. Las variantes en la lectura se clasifican en intencionales o involuntarias y significativas o insignificantes. La inmensa mayoría de las variantes son involuntarias e insignificantes, y tienen que ver con disparidades ortográficas. Las variantes de lectura importantes de los mss. se evalúan mediante un estudio de la evidencia interna (literaria) relacionada con ese ms. en particular (por ej. prácticas y cuestiones estilísticas de los escribas), y de la evidencia externa (histórica) (por ej. fecha, distribución geográfica y relación con otros mss.). Las variantes involuntarias pueden ser resultado de errores de visión, audición, falta de concentración o criterio del escriba. Las variantes intencionales generalmente se producen cuando el copista pensó que mejoraba el texto al realizar cambios ortográficos o gramaticales, cambios para uso litúrgico (adoración), cambios al corregir la geografía o la historia, o al armonizar pasajes paralelos (especialmente en los Evangelios Sinópticos). En ocasiones, las citas del AT se ampliaban y se agregaban complementos naturales (por ej. cambiar Jesús por Señor Jesús o Señor Jesucristo). En alguna ocasión los cambios se realizaban por cuestiones doctrinales. La mayoría procuraba que el texto fuera más ortodoxo (según lo que el escriba interpretaba como ortodoxia). Esta explicación puede parecer poco ortodoxa, pero en general, los copistas eran muy escrupulosos y cuidadosos en cuanto a ser fieles al texto que estaban copiando.

                Al evaluar la evidencia interna, el factor clave quizás consista en determinar qué versión explica mejor la existencia de otras lecturas. Por lo general se prefiere la versión más difícil ya que es probable que los escribas intentaran que la lectura fuera más fácil de entender y no más complicada. También se prefieren las versiones más breves ya que era bastante más frecuente la adición de texto que la exclusión. Al considerar la evidencia externa, generalmente se prefieren los mss. más antiguos porque son resultado de un proceso de copiado más corto y, por lo tanto, más fiel al original. El lugar de origen, si se conoce, es importante, como así también las afinidades textuales con las diferentes familias de mss. y tipos de texto. Cuanta mayor distribución geográfica haya tenido determinada versión en la antigüedad, mayor es la probabilidad de que sea original. Se considera toda la evidencia, se evalúan versiones de mss. pertenecientes a todo tipo de textos y se decide cuál es la probable versión original. La crítica textual es una ciencia pero también un arte, y la subjetividad no puede eliminarse por completo. Por eso, los críticos textuales trabajan en cooperación a fin de tomar en cuenta todas las perspectivas y para que las parcialidades inevitables no determinen el resultado final.

                Existen dos NT griegos críticos que se utilizan comúnmente: el de Nestle-Aland (actualmente en la 27ª edición: N/A27) y el de Sociedades Bíblicas Unidas (actualmente en la 4ª edición revisada: UBS4). El NT de Nestle-Aland se inició con el trabajo de Erwin Nestle a fines del siglo XIX, labor que fue continuada luego por su hijo Eberhard. Más tarde, Kurt Aland y una comisión se hicieron responsables de dicho NT. En 1966, Sociedades Bíblicas Unidas produjo una edición del NT griego para que fuera utilizada principalmente por estudiantes y traductores. Desde 1979, el texto de estos dos NT griegos ha sido el mismo y supervisado por la misma comisión. La diferencia reside en el aparato crítico que los acompaña. En un aparato crítico, las variantes de lectura importantes y la evidencia que las apoya se colocan al pie de cada página para que cada estudiante del NT griego pueda evaluarla. El aparato crítico del N/A27 contiene más variantes y es, por lo tanto, más útil para los eruditos. El del UBS4 contiene menos variantes pero proporciona más evidencias sobre cada una de ellas, y esto lo convierte en más útil para estudiantes y traductores. En el UBS4, las lecturas del texto en los lugares donde hay variantes se califican según el grado de certeza (A, B, C, D) mediante el voto de la comisión editorial.

                A medida que se recopilan y comparan más mss., la información se ingresa en bases de datos para evaluar la posibilidad de incorporarla en futuras ediciones del NT griego. Un gran esfuerzo internacional denominado Proyecto del Nuevo Testamento Griego Internacional (International GreekNew Testament Project) trabaja actualmente en una nueva edición crítica del NT griego. El trabajo es coordinado por muchos reconocidos eruditos, entre ellos el Dr. Bill Warren, Director del Centro de Estudios Textuales del Nuevo Testamento (Center for New Testament Textual Studies) del Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleáns. El Centro de Nueva Orleáns lidera este esfuerzo. Hay más copias de todo o parte del NT griego que de cualquier otro texto antiguo (aprox. 5700). Eruditos de otros tipos de literatura antigua desearían poder acreditar de manera tan completa los textos que estudian como sucede con el texto del NT griego, pero no lo logran porque solo cuentan con pocas copias que sobrevivieron o, en el mejor de los casos, algunos cientos. Por lo tanto, el texto griego del NT es el documento antiguo mejor acreditado y más preciso que existe. Podemos estar seguros de que la Biblia que utilizamos, basada en los textos críticos del NT griego y el AT hebreo, es la verdadera Palabra de Dios.


                Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


                Foto por Mick Haupt, en Unsplash

                  • ADQUIÉRELA EN:
                  • LifeWay
                  • Amazon
                  ×
                • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-ZACARÍAS $ USD

                  «Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur» (14:3-4).

                  Introducción

                  Zacarías profetizó a un grupo de israelitas desalentados y anunció que era un nuevo día para el pueblo escogido de Dios. Trató de inspirar a aquellos que habían retornado del cautiverio a reconstruir el templo y volver a consagrar sus vidas a Dios. Su mensaje de aliento trae aparejado visiones surrealistas y vívidas imágenes poéticas, y se concentra en el juicio que Dios revocaría y en el llamado del pueblo, que debía revertir su comportamiento.

                  Circunstancias de la redacción del libro

                  Autor: Zacarías volvió a Judá con los exiliados. Aparentemente, era un sacerdote (Neh. 12:16) contemporáneo de Hageo. Aunque no se sabe si estos dos profetas cooperaron entre sí, su misión fue similar, y la Escritura da crédito a ambos por la reconstrucción del templo (Esd. 5:1-2; 6:14). Zacarías fecha dos períodos de su ministerio profético (520 y 518 a.C.; Zac. 1:1,7; 7:1). Su autoría del libro es cuestionable. Muchos estudiosos, impactados por las diferencias entre los capítulos 1–8 y 9–14, concluyen que los últimos seis capítulos fueron escritos por otro autor, pero este no es un problema de mayor importancia, ya que el concepto de autoría en los tiempos bíblicos difería de los estándares modernos. En el AT, existe cierta prueba de que algunas porciones de los libros supuestamente escritos por un solo autor, en realidad, fueron escritas por otros (Nm. 12:3; Dt. 34:5-12; Jer. 51:64c).

                  Contexto histórico: Ciro de Persia permitió que los cautivos volvieran a Palestina (538 a.C.), un punto clave de la historia de los israelitas. El pueblo escogido acababa de vivir una de las peores experiencias posibles en el mundo antiguo. Los ejércitos invasores habían devastado su tierra natal. Habían derrumbado y saqueado la ciudad capital y el templo, matado a muchos de sus líderes y a gran parte del pueblo, y transportado la mayoría de los sobrevivientes a tierras paganas. Los que volvieron por el largo camino a Judá enfrentaron el reto de restablecer el templo y la ciudad de Jerusalén. Según el relato del libro, la obra comenzó de inmediato. Pero después de reconstruir el altar y echar los cimientos del templo, surgieron problemas, y se detuvo el proyecto (Esd. 3:1–4:24). Aunque se ofrecían sacrificios, el templo siguió en ruinas por casi dos décadas.

                  Mensaje y propósito

                  Relación de pacto: El mensaje de Zacarías fue tanto de aliento como de desafío. Nada sería imposible, ni siquiera la reconstrucción del templo, porque Dios empoderaría a Su pueblo escogido. Sin embargo, Zacarías estaba preocupado por algo más que los ladrillos y el mortero. El punto fundamental era el pacto entre el Señor y los israelitas. Dios no estaría satisfecho con que solo se reconstruyeran el templo y la ciudad. Él quería restaurar la relación con Su pueblo.

                  Como los antepasados del pueblo de Dios habían desobedecido la ley de un modo vergonzoso, ya que no adoraron al Señor en espíritu y en verdad ni actuaron con justicia entre sí, Él llamó a las naciones circundantes para castigar a Su pueblo. Era hora de determinar si los repatriados del exilio habían aprendido esa dura lección y si cumplirían mejor que sus antepasados con la parte del pacto que les correspondía.

                  Crítica y estímulo: El mensaje de Zacarías ponía mucho en juego. El remanente que había salido del cautiverio era la única esperanza para el futuro de Israel. Considerando la trayectoria de las generaciones anteriores, sería necesario utilizar un lenguaje severo para quebrantar la terquedad y abrir los oídos cerrados y los corazones petrificados del pueblo de Dios (7:11-12). El método que Zacarías adoptó fue criticar la visión del mundo que predominaba entre los israelitas y estimularlos a considerar una realidad completamente nueva. La poesía era el medio ideal para lograr su propósito porque permitía usar un lenguaje vociferante.

                  Contribución a la Biblia

                  El libro de Zacarías está colmado de juicio, pero también rebosa con las promesas de Dios. El Señor desafió a Su pueblo a emprender una tarea extremadamente difícil y aseguró el éxito por Su poder. Pero la naturaleza de estas promesas iba más allá de la reconstrucción del templo. De principio a fin, la Biblia cuenta la historia del plan redentor de Dios y culmina en Su triunfo sobre el mal y en la salvación de los pecadores. Las profecías de Zacarías anticipan esta gran culminación de la historia y describen un rey glorioso que ha de venir, un Dios que triunfa sobre todo y un mundo donde se habrá remediado todo mal. Estas promesas preparan el terreno para el reino futuro de Dios, según lo demuestran las citas y las alusiones a Zacarías en el NT.

                  Estructura

                  El libro de Zacarías es complejo y consta de unidades que, a veces, aparentemente no tienen conexión, como si se tratara de una serie de fotografías desordenadas. La aparente falta de organización podría indicar que el libro proviene de un recuento oral, una colección de sermones empalmados de forma escrita. Pero también podría ser intencional; quizás Zacarías aprovechó la fluidez de sus ideas y raciocinio como parte de una técnica para asombrar a su audiencia y lograr que el pueblo volviera en sí. Los caps. 1–8 contienen visiones y sermones fechados cuidadosamente, mientras que los caps. 9–14 son oráculos poéticos y descripciones narrativas de juicio y bendición, sin fecha. Zacarías utilizó una mezcla de géneros. Sus sermones, poesías y oráculos de juicio y salvación son característicos del género profético, pero sus visiones se asemejan a la literatura apocalíptica, cuya máxima representación en el AT es el libro de Daniel. El contenido de algunas de sus profecías, donde describe la intervención divina y un mundo radicalmente diferente, también es característico de la literatura apocalíptica. Es así como Zacarías puede representar una etapa evolutiva entre el género profético y el apocalíptico.


                  Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

                  _________________________________________________________________________

                  Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman

                    • ADQUIÉRELA EN:
                    • LifeWay
                    • Amazon
                    ×
                  • «CRÍTICA TEXTUAL – ANTIGUO TESTAMENTO» $ USD

                    Por Charles W Draper

                    La crítica textual (en ocasiones denominada “baja crítica”) es el estudio de copias de cualquier obra cuyo original ya no existe. Es importante destacar que la palabra “crítica” no tiene una connotación negativa en este contexto. Tiene que ver más bien con estudio y análisis cuidadoso. Cuando se aplica al AT, se refiere al esfuerzo continuo por estudiar del modo más completo posible el texto hebreo antiguo del AT. Han sobrevivido miles de copias de todo o parte del AT hebreo, pero hace solo algunas décadas que casi todas se presentaron en un texto realmente uniforme y estable. Desde mediados del siglo XX se han realizado interesantes descubrimientos que amplían nuestro conocimiento sobre el desarrollo del texto hebreo original y la historia de su transmisión.

                    Los Rollos del Mar Muerto son el hallazgo más famoso y consta de aprox. 40.000 fragmentos que representan alrededor de 600 documentos, de los cuales 200 son textos bíblicos. Además, antedatan en 1000 años los mss. más antiguos del AT con que contábamos, y son de una importancia incalculable. Pero además se encontraron mss. en la fortaleza judía de Masada, en Muraba’at cerca del Mar Muerto, en la Geniza (habitación para guardar textos antiguos a fin de darles un destino apropiado) de una sinagoga de El Cairo, y dos amuletos de plata pequeños que contenían una cita del libro de Números. Esto demuestra que realmente existió un proceso pero también que el posterior texto consolidado (el texto masorético) es sumamente exacto. Más del 90% del texto ha sido sólidamente acreditado, y las dudas significativas atañen solo a un pequeño porcentaje de variantes. Por lo tanto, los críticos textuales del AT están mejor equipados que nunca para resolver cuestiones sobre pasajes difíciles.

                    Como en la crítica textual del NT, los mss. Pueden estudiarse y evaluarse con datos derivados del cotejo de mss. Cotejar el texto consiste en compararlo con un texto base o estándar y registrar cada una de las diferencias. Los lugares donde los mss. difieren se denominan variantes o variantes de lectura. El objetivo final es establecer cuál es el texto original en cada lugar donde aparece una variación.

                    A diferencia de la crítica textual del NT, la del AT trata algunas cuestiones no relacionadas con las palabras del texto dado que los mss. Hebreos contienen anotaciones marginales que son producto de una antigua práctica de crítica textual. Estas lecturas marginales arrojan luz sobre la transmisión del texto y ayudan a la crítica textual a decidir cuál es la probable versión original.

                    Al igual que la crítica textual del NT, la del AT hebreo también se guía por “cánones”, aunque levemente diferentes. Esta tarea es una ciencia y un arte al mismo tiempo, y no es posible evitar cierto grado de subjetividad. Dado que el texto es tan similar en su totalidad, la crítica textual del AT se refiere mayormente a detalles e incongruencias de poca relevancia. Los mss. deben evaluarse (“medirse”) por su trascendencia y no por la cantidad. Se toma en cuenta la evidencia interna (literaria) de los mss. estudiados (por ej. tendencias de los copistas, estructura literaria, gramática, sintaxis, modelos quiásmicos, patrones acrósticos y estructura de las oraciones). También se pesa la evidencia externa (histórica) (por ej. fecha y lugar de escritura y relaciones con otros mss.). Se procura llegar a la lectura más apropiada para el contexto inmediato. Por lo general, se prefiere la versión que pueda explicar mejor la existencia de otras variantes, es decir, las versiones más distintivas y más breves. Las primeras traducciones del AT hebreo (griego antiguo y Septuaginta griega, distintas versiones del tárgum arameo, Peshitta siríaca [aramea] y latín) también son valiosas ya que en ocasiones representan un ejemplar hebreo muy antiguo. Ver Crítica textual, Nuevo Testamento.

                    Actualmente, la crítica del AT está más activa que nunca. El texto erudito actual, la Biblia Hebraica Stuttgartensia, se basa en el Códice de Leningrado (1009 d.C.) y está siendo objeto de una revisión. La nueva edición, la Biblia Hebraica Quinta, se completará en un futuro cercano. Se ha publicado una muestra (Rut). Una nueva edición, la Biblia Hebraica Leningradensia, también basada en el Códice de Leningrado, fue preparada por la universidad de Tel Aviv. La tan esperada Hebrew University Bible (Biblia de la Universidad Hebrea), basada en el Códice de Alepo (930 d.C.) ha estado en desarrollo desde 1955. Se han publicado los libros de Isaías y Jeremías. Todas estas ediciones son “diplomáticas”, es decir, están basadas en un solo ms. A pesar de contar con un aparato crítico con variantes de lectura, no son realmente textos eclécticos o críticos (basados en el estudio de muchos mss). La selección que realizaron los editores de las versiones recuperables más antiguas se conserva en uno de los numerosos aparatos críticos anexos. Existen varias tradiciones textuales en los numerosos mss. de la Biblia hebrea y están en proceso de estudio. Sin embargo, todos los textos actuales dan prioridad a una de las ramas del texto masorético, la correspondiente a la familia de ben Aser de los masoretas de Tiberias. Si bien debemos reconocer que se convirtió en un texto estandarizado y está bien preservado, es un texto crítico producido hace mucho tiempo, cuando se carecía de los recursos con que actualmente cuentan los eruditos. Sería posible producir un texto hebreo realmente ecléctico, una verdadera editio critica maior si se emplean todas las fuentes disponibles de mss. La Oxford Hebrew Bible (Biblia Hebrea Oxford) de Oxford University Press pareciera tener como objetivo la producción de un texto ecléctico. Más allá de todo esto, la próxima generación tendrá impresas las mejores fuentes que jamás se hayan tenido a disposición para realizar un estudio meticuloso del texto hebreo del AT.

                    Algunos sostienen que hay que priorizar el texto de ben Chayim del AT hebreo por encima del masorético tradicional ya que lo consideran el Textus Receptus del AT. Los argumentos que respaldan esta postura no son convincentes dado que el objetivo de Jacob ben Chayim era recuperar el texto masorético de Aarón ben Moses ben Aser, que es exactamente lo que contienen los códices de Leningrado y de Alepo.


                    Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


                    Foto por Mick Haupt, en Unsplash

                      • ADQUIÉRELA EN:
                      • LifeWay
                      • Amazon
                      ×
                    • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-HAGEO $ USD

                      «Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce…» (1:10-11).

                      Introducción

                      Hageo desafió al pueblo desalentado de Jerusalén a examinar su forma de vida y a forjar nuevas prioridades que agradaran a Dios. Debían recordar que el Señor estaba con ellos, que controlaba el futuro y que deseaba que Su pueblo fuera santo.

                      Circunstancias de la redacción del libro

                      Autor: El libro no especifica quién es el autor, pero se refiere en repetidas ocasiones a lo que Dios dijo al profeta Hageo (1:1,3,13; 2:1,10,14,20).

                      Contexto histórico: En el 587 a.C., Nabucodonosor vino a Jerusalén por tercera vez y, en esta ocasión, destruyó los muros, el templo y la ciudad (2 R. 25:8-21; Jer. 39–40). Llevó cautivo a Babilonia por 70 años a la mayor parte del pueblo (Jer. 25:11-12; 29:10), aunque Jeremías y algunos sobrevivientes permanecieron en Jerusalén (Jer. 41–43). Dios predijo por medio de Isaías que Ciro (Is. 44:24–45:2), un rey poderoso, derrotaría a Babilonia y a sus dioses (Is. 46–47). Después de lograr eso mismo en el 538 a.C., Ciro, rey de Persia, emitió un decreto que permitió a las naciones exiliadas en Babilonia volver a su tierra natal (Esd. 1:1-4; Cilindro de Ciro). Sesbasar guió (Esd. 1:8-11) aprox. a 43.000 peregrinos judíos de vuelta al estado de Yejúd (Judá) para reconstruir el templo en Jerusalén (Esd. 2:64-65). En el séptimo mes, bajo el liderazgo del gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, el pueblo construyó un altar para adorar a Dios (Esd. 3:1-7), y en el segundo año, echaron los cimientos del nuevo templo (Esd. 3:8-10). Pero en el decimosexto año, la obra se detuvo porque el pueblo samaritano que vivía al norte de Jerusalén frustró los esfuerzos de reconstrucción del templo, además de haber contratado abogados para que las autoridades persas dejaran de apoyar la obra (Esd. 4:1-5). Esto llevó a un período de gran desaliento. La esperanza no cumplida del pueblo judío lo sumergió en apatía. No se habían reparado los muros de la ciudad ni reconstruido el templo. Había una hambruna en la tierra (2:9-11), y el pueblo todavía estaba bajo el control de los persas. No podían hacer nada sin la aprobación de Tatnai, gobernador de «la región del otro lado del río», y de sus compañeros (Esd. 5:3-5). Parecía que no habría manera de seguir adelante y reconstruir el templo.

                      Después de la muerte de Ciro, su hijo Cambises se convirtió en rey (530-522 a.C.). Este marchó a través de todo Judá y conquistó la mayor parte de Egipto, pero murió camino a casa (posiblemente haya sido asesinado). Un oficial de alto rango llamado Darío asumió el control del ejército persa, marchó de regreso a Babilonia, derrotó una fuerza rebelde cuyo líder era Gaumata y se convirtió en rey en el 522 a.C. Darío aplacó varias revueltas y estableció el sistema administrativo sátrapa, con lo cual logró que el Imperio persa gozara de paz a partir del 520 a.C.

                      En el segundo año de Darío (520 a.C.; Hag. 1:1; Esd. 4:24–5:2), una vez terminado el conflicto para consolidar su control político sobre el imperio, Dios guio a Hageo para que incentivara a los líderes de Jerusalén a reconstruir el templo. Cuando el gobernador Tatnai se enteró de la reconstrucción, cuestionó la legitimidad del plan y le escribió a Darío para averiguar si el gobierno apoyaba el proyecto (Esd. 5:3-17). Darío aprobó la campaña de reconstrucción e incluso la apoyó a través del tesoro real, según lo confirmó el descubrimiento del decreto original de Ciro en un palacio en Ecbatana (Esd. 6:1-12). En consecuencia, la reconstrucción del templo se terminó en cuatro años (Esd. 6:15).

                      Mensaje y propósito

                      Por medio de sus mensajes, Hageo trató de persuadir a su audiencia para que glorificara a Dios por medio de la reconstrucción del templo. Su argumento era que no debían: a) concentrarse en sus propias necesidades (1:4); b) desalentarse porque el templo no fuera tan glorioso como el de Salomón (2:3); c) ser impuros e inmundos (2:10-14); d) sentirse inservibles y sin poder (2:20-23).

                      Contribución a la Biblia

                      La Biblia completa nos llama a colocar a Dios en primer lugar. El período posterior al regreso del exilio no fue la excepción de la regla. Hageo desafió a los judíos que vivían en Jerusalén después del exilio a que no se concentraran simplemente en su propia comodidad, sino que honraran a Dios. La manifestación visible de ese compromiso sería la obra del templo. Más adelante, las palabras de Jesús reflejaron el llamado de Hageo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt. 6:33).

                      El mensaje de Hageo al pueblo para que ordenara sus prioridades y pusiera a Dios en primer lugar por medio de la reconstrucción de Su templo tuvo gran importancia. El pueblo demostró cuáles eran sus prioridades cuando regresó a la obra, y su actitud también demostró que Dios estaba con el remanente y que había comenzado a cumplir Su promesa de restaurarlos. La obediencia del pueblo también glorificó a Dios y fue de Su agrado, pues vindicó Su nombre, después de la mancha que había significado la destrucción del templo. Dicha obediencia a las palabras de Hageo avaló el nuevo pacto y la edad mesiánica. La restauración del templo fue una señal de que el Señor no había revocado su pacto ni con Leví ni con David. Dios purificaría y restauraría a Su pueblo por medio de un templo glorioso y un soberano mesiánico.

                      Estructura El libro de Hageo contiene cuatro discursos cortos y de confrontación en orden cronológico que identifican de qué forma los líderes y el pueblo en Jerusalén debían cambiar su visión teológica y su comportamiento. La estructura progresa de forma lógica. El pueblo debe glorificar a Dios (1:1-15), mantener su compromiso con el plan divino (2:1- 9), agradar al Señor por medio de una vida santa (2:10-19) y servirlo fielmente (2:20-23).


                      Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

                      _________________________________________________________________________

                      Foto por Martino Pietropoli, en Unsplash.

                        • ADQUIÉRELA EN:
                        • LifeWay
                        • Amazon
                        ×
                      • Cristología $ USD

                        Por Daniel L. Akin, Ralph P. Martin y Charles W. Draper

                        Métodos

                        Cualquier estudio de cristología debe considerar la metodología. Algunos comienzan con la formulación de credos que confiesan a Jesucristo como “verdaderamente Dios” y “verdaderamente humano”, “completo en Deidad y completo en humanidad” (por ej., de Nicea y de Calcedonia) y luego retroceden hasta la cristología de la iglesia primitiva y del NT. Este método es cristología “desde arriba”. El enfoque alternativo, la cristología “desde abajo”, comienza con los registros históricos y la información teológica del NT y detalla la interpretación cristológica de la Iglesia antes que aparecieran los credos. En otras palabras, ¿es ontológica (que se ocupa del papel trascendente de Cristo en relación con Dios, con el mundo o con la Iglesia) la teología neotestamentaria? ¿O acaso es primeramente funcional (ante todo interesada en relacionar a la persona de Jesucristo con Sus logros como Salvador y Señor en el contexto del ministerio terrenal)?

                        Los dos métodos tienen distintos puntos de partida. El primero pregunta, “¿Quién es Cristo y cuál es su relación con Dios?” El segundo hace surgir las preguntas: “¿Qué hizo el Jesús humano y cómo llega la Iglesia a considerarlo Dios al otorgarle títulos de divinidad?” O: “¿Es correcto denominar a Jesús Hijo de Dios porque me salva” (cristología funcional), o “me salva porque Él es Dios”? (cristología ontológica). Los dos enfoques alcanzan el mismo objetivo y ambos están presentes en el NT.

                        Juan, especialmente en el prólogo de su Evangelio (1:1-18), pone mayor atención en la cristología ontológica, igual que otros textos clásicos de cristología. Filipenses 2:6-11 expone la unión hipostática y la doctrina de la kénosis; Col. 1:15-23 y 2:9,10 presentan al Hijo como la misma imagen (eikon) de Dios y el Creador en quien habita toda la plenitud (pleroma); y Heb. 1:1-3 confirma a Cristo como el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de la naturaleza divina. Es imposible defender el argumento que dice que la iglesia primitiva se interesaba poco o nada en la naturaleza ontológica de Jesús y en su condición de Hijo de Dios. La cristología “desde lo alto” estuvo presente desde el comienzo de la iglesia primitiva.

                        No obstante, la cristología desde abajo también es valiosa, y fue la manera en que los apóstoles y la iglesia primitiva conocieron a Jesús y entendieron quién era y qué hizo. Es sorprendente que un pueblo aferrado al monoteísmo llegara a afirmar que la vida de Cristo sin pecado (2 Cor. 5:21; Heb. 4:15), Su deidad y Su muerte en la cruz eran necesarias como expiación por el pecado de la humanidad.

                        El curso de la cristología del Nuevo Testamento

                        Los primeros creyentes fueron judíos que aceptaron a Jesús por la fe como Mesías y Señor resucitado (Hech. 2:32-36). El reconocimiento hacia Jesús surgió de la convicción de que Su resurrección y exaltación, la nueva era del triunfo de Dios prometido en el AT, ciertamente había amanecido y las Escrituras (Sal. 110:1; Isa. 53:10-13) se habían cumplido. La cruz requería una explicación ya que la forma en que murió Jesús estaba en contraposición directa con las expectativas mesiánicas judías de ese tiempo. Deuteronomio 21:23 declara que cualquiera que fuera colgado de un madero moría bajo la maldición de Dios (comp. Gál. 3:13). La iglesia primitiva respondió de dos maneras: afirmando que el rechazo de Cristo se predijo en el AT (Sal. 118:22; Isa. 53), y que la resurrección reivindicó al Hijo de Dios y lo instaló en el más alto lugar de honra y poder (Fil. 2:5-11). La primera cristología tenía dos ideas centrales: Él es el Hijo de David en su ascendencia humana, y en la resurrección es el Hijo de Dios con gran poder (Rom. 1:3,4). Sus afirmaciones mesiánicas implícitas durante Su vida terrenal se pusieron de manifiesto en Su resurrección y exaltación, y Su naturaleza se reveló gloriosamente. Más aún, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés autenticó la nueva era que Jesús inauguró (Hech. 2:16-21; comp. Joel 2:28).

                        A nivel práctico, esta opinión acerca de la vida y la resurrección de Jesús les dio a los creyentes una relación personal con Jesús como realidad presente. Él no fue una figura del pasado, sino actual. La primera oración cristiana que se registra es “Marana tha” (“el Señor viene”, 1 Cor. 16:22). Al estar dirigida al Señor resucitado, lo hace igual a Jehová, el Dios del pacto con Israel (Rom. 10:9-13; comp. Hech. 7:55,56,59) y lo hace también digno de adoración.

                        Además, las Escrituras del AT ponen luz a la verdadera identidad de Jesús y explican cómo Él usó el título “Hijo del Hombre”. Tomado de Dan. 7:13-18, Hijo del Hombre es un título de autoridad y dignidad, dos ideas confirmadas por la resurrección (Hech. 7:56). Aunque rara vez lo utilizaron otras personas aparte de Jesús, la iglesia preservó esta enseñanza por varias razones: (1) para demostrar de qué manera malinterpretaron y rechazaron a Jesús como un mesías falso, pero que como el “Hijo del Hombre”, Él inaugura el reino de Dios y comparte el trono divino; (2) para señalar la forma en que Jesús introdujo una nueva era de revelación que no estaba ligada a la ley de Moisés sino universalizada para todas las personas. El “Hijo del Hombre” es cabeza de un reino universal, que sobrepasa en gran medida las estrechas expectativas judías (Dan. 7:22,27), y (3) para hallar un impulso misionero que llevara a los creyentes a evangelizar a los no judíos (Hech. 7:59–8:1; 11:19-21; 13:1-3).

                        Esa era la misión de la iglesia en el mundo de la cultura y la religión grecorromanas. El títulomás destacado era “Señor”, que se utilizaba para dioses y diosas. De más importancia aún, “Señor” designaba la honra y la divinidad del culto al emperador. Ambos aspectos resultaron útiles para la aplicación del término Señor, el título cristológico más común de Jesús. Utilizado previamente con referencia a Yahvéh en el AT griego, ahora se aplicaba al Cristo exaltado y se convertía en un punto de contacto útil entre los cristianos y los paganos familiarizados con sus propias deidades (1 Cor. 8:5,6). Posteriormente, “Señor” se convirtió en la piedra angular de la lealtad cristiana a Jesús cuando las autoridades romanas requerían que se le rindiera homenaje al emperador como ser divino, tal como sucede en Apocalipsis cuando el emperador Domiciano (81–96 d.C.) se proclamó señor y dios (Apoc. 17:14).

                        En Hebreos se observa otro aspecto de la cristología neotestamentaria. El autor de esta epístola demuestra la irrevocabilidad de la revelación de Cristo como Hijo de Dios y gran “sumo sacerdote” (5:5; 7:1–9:28), un tema exclusivo de este libro. Junto con Pablo (Rom. 3:25) y Juan (1 Jn. 2:2; 4:10), Hebreos ve la obra de Cristo como propiciación (satisfacción) por el pecado (Heb. 2:17). Hebreos también afirma que en Su muerte en la cruz, Jesús nos limpió de nuestros pecados (1:3), quitó el pecado (8:12; 10:17), soportó nuestros pecados (9:28), ofreció un sacrificio por los pecados una vez y para siempre (10:12), hizo ofrenda por el pecado (10:18), y anuló el pecado mediante Su sacrificio (9:26). El Hijo se hizo cargo del pecado en todos los aspectos. Aun en estas maravillosas confesiones (Rom. 9:5; Tito 2:13; 1 Jn. 5:20), la iglesia nunca transigió en su creencia en la unidad y la singularidad de Dios (Deut. 6:4-6), una herencia cristiana proveniente de los judíos y elemento esencial del monoteísmo del AT. Jesús y el Padre son uno (Juan 10:30). Jesús, el Verbo, está con Dios y es Dios. Hay unidad en esencia pero distinción entre personas. Jesús no era una deidad nueva ni un rival que competía con el Padre (Juan 14:28; 1 Cor. 11:3; Fil. 2:9- 11). La adoración de la iglesia está correctamente dirigida a ambos, junto con el Espíritu Santo. La iglesia neotestamentaria enseñó y practicó esto sin entrar en una profunda reflexión teológica acerca de las relaciones de la Deidad. No se ha explicado cómo se relacionan los dos lados (humano y divino) de la persona de Jesús. Los escritores le dejaron un rico legado a la iglesia que constituyó la sustancia de los debates trinitarios y cristológicos que condujeron a los concilios de Nicea (325 d.C.) y de Calcedonia (451 d.C.), donde se decretó y expresó que Jesucristo es “Dios de Dios, Luz de Luz, el mismo Dios del mismo Dios”, y que las dos naturalezas de Cristo están unidas en una sola Persona. Esta declaración de fe ha permanecido como la posición esencial de la iglesia desde ese entonces, una verdadera confesión de una cristología cuyas raíces se encuentran en el terreno de las Santas Escrituras.


                        Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.


                        Foto por BBC Creative, en Unsplash

                          • ADQUIÉRELA EN:
                          • LifeWay
                          • Amazon
                          ×
                        • LIBROS DE LA BIBLIA | INTRODUCCIÓN-SOFONÍAS $ USD

                          «Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados. […] Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal» (1:7,12).

                          Introducción

                          Sofonías es uno de los Profetas Menores, y su mensaje se centra en la necesidad de vivir rectamente delante de Dios. De todos los profetas, quizás fue él quien dio la descripción más contundente sobre el juicio, pero a la vez, destacó la posibilidad de restauración para aquellos que se arrepintieran y se volvieran a la justicia.

                          Circunstancias de la redacción del libro

                          Autor: La larga genealogía de Sofonías (1:1, cuatro generaciones atrás hasta Ezequías) sugiere que era de linaje real. ¿Por qué listar cuatro generaciones si el último nombre no era significativo? (otros profetas incluyen dos generaciones a lo sumo, ver Zac. 1:1). Quizás, como el nombre de su padre era «Cusi», la gente tendía a sospechar que era de ascendencia mixta, una mezcla de cusita e israelita. En realidad, Sofonías menciona dos veces a los cusitas («los de Etiopía») en su breve profecía (2:12, 3:10), lo cual tal vez sugiera que tenía raíces cusitas.

                          La prueba interna indica que el libro de Sofonías se escribió en algún momento entre el 640 y el 612 a.C. Sofonías 1:1 se refiere al reinado de Josías (aprox. 640-609 a.C.), y 2:13-15 profetiza la caída de Nínive, que cayó en el 612 a.C. Por tanto, la profecía de Sofonías pudo haberse anunciado antes de tal suceso. Además, las prácticas idólatras de Judá (1:4-6) implican que el ministerio de Sofonías comenzó antes de las reformas de Josías cerca del 621 a.C. (2 R. 23).

                          Contexto histórico: El padre del rey Josías, el rey Amón (1:1), era un hombre malvado, al igual que su padre el rey Manasés (2 R. 21:1-7,11,16,20-22). Esta herencia de maldad explica la idolatría desenfrenada que reinaba en la tierra cuando Josías heredó el trono en el 640 a.C. Josías luchó para destruir la idolatría en Judá (Sof. 1:4-9). Tanto los sacerdotes paganos como los «ortodoxos» practicaban el culto a Yahvéh al mismo tiempo que adoraban a Baal, Moloc y otros dioses paganos (1:4-6). La lectura pública del libro de la ley (aprox. 621 a.C.) ayudó a implantar las reformas de Josías, ya que el pueblo se arrepintió, derribó sus numerosos altares (comp. Jer. 11:13), destruyó la parafernalia idolátrica que se utilizaba para adorar a Baal y Moloc (2 R. 23:1-14; comp. Sof. 1:3-4) y quitó a los sacerdotes idólatras (2 R. 23:5).

                          Mensaje y propósito

                          En vista de la inminente destrucción del «Día del Señor» (1:7-18; 2:2-3), el objetivo principal de Sofonías fue hacer un llamado inaplazable. Urgió al pueblo de Judá a buscar solo a Yahvéh en justicia y mansedumbre (2:1-3). El propósito inmediato era advertir a un Judá idólatra del juicio apremiante del Señor (1:4-13). El objetivo final era llamar a un «remanente» de todas las naciones (Judá, 2:7-9; Israel, 3:12-13; y todas las naciones, 3:9-10) a confiar en el Señor, a causa del día en que Su juicio vendría sobre la tierra (1:2-3, 17-18).

                          El Día del Señor: En los tiempos bíblicos, tomar una ciudad mediante el asedio de guerras llevaba meses y hasta años. Solamente un rey guerrero poderoso (ver los títulos de Yahvéh, 3:15,17) podía decir que ganaría una batalla, e incluso una guerra, en un solo día. El Día del Señor era cualquier jornada en que Dios «visitara» la tierra, ya fuera para castigar a Sus enemigos (1:7-9,12) o para salvar a Su pueblo (2:7; comp. 3:17). En algunos casos, se trataba del día en que liberaba a Su pueblo de las penurias inmediatas (2:7,9). Sin embargo, el Día del Señor definitivo vendrá en los últimos tiempos (3:11-20; comp. Jl. 3:14-21; Zac. 14:1-14).

                          El remanente: Sofonías hizo hincapié en que el juicio de Dios, que aparentemente incluía a todos (1:2-3,17-18; comp. 3:6; Am. 9:1-4), no se contradeciría con la preservación de unos pocos sobrevivientes, llamados el «remanente» o «resto» de Su pueblo (ver nota en 2:9). Aunque Dios iba a destruir a los malvados de Judá y a sus pueblos vecinos paganos (2:4-9), prometió preservar un remanente, que incluía aun extranjeros, para que adorara a Yahvéh (3:9; comp. 2:11b).

                          Los nombres de Dios: Jehová es a la vez Dios de Israel (2:9a) y Señor (lit. Yahweh) de los Ejércitos (2:9a-10), gobernante soberano de todos los ejércitos del cielo y la tierra. Yahvéh, el Rey de Israel (3:15), es a la vez «guerrero» y «Yahvéh tu Dios», que salva a Su pueblo (3:17; comp. Ex. 15:2-3,13-18). Segundo, «el Señor Dios» (heb. ’adonai Yahweh), Señor absoluto de la tierra, derrama Su ira (desbordando Su enojo) en el Día del Señor (1:7,14-18), tanto sobre los idólatras como sobre los adoradores complacientes (1:4-13). Además, el nombre «Señor de los Ejércitos» hace hincapié en el castigo que daría a las naciones que maltrataron a Su pueblo (2:8-10) y en Su deseo de destruir los falsos dioses de ellos (2:11). De esta forma, se desata la ira celosa de Yahvéh (1:18; comp. Dt. 4:23-27) no solo contra Judá (2:2-3), sino también contra todos los reinos de la tierra (3:8). Yahvéh es un Dios justo que hace justicia (3:5) en medio de una Judá rebelde (3:1-4) y elimina a los soberbios (3:11). Sin embargo, por causa de Su amor (3:17), este rey guerrero (3:15,17) estorbará a los enemigos opresores y eliminará el castigo que Su remanente merece, para salvarlo del mal (3:15-17,19).

                          Contribución a la Biblia

                          La promesa de un remanente ilustra cómo la asombrosa gracia de Dios contrarresta Su ira celosa y Su enojo ardiente contra los malvados (Nah. 1:2-8). Él juzgará a las naciones arrogantes (2:8-11,13-15) y purgará a los soberbios de Su pueblo (3:11) para preservar a los humildes. Así Sofonías invita a todos los que humildemente obedecen al Señor a que lo busquen para que sean guardados (2:2-3). El NT manifiesta la maravillosa verdad de que todos podemos encontrar la salvación por la fe en Cristo. Pablo enfatizó la idea de que habría un remanente judío y nos recordó que el remanente es «escogido por gracia», no por obras (Ro. 11:5-6).

                          Estructura

                          Las expresiones «Palabra de Jehová (lit. Yahvéh)» (1:1a) y «dice Jehová» (3:20b) enmarcan todo el libro para enfatizar dos mensajes cruciales y complementarios: el juicio inminente y universal (1:1–3:8), y la bendición final del remanente (3:9-20). La primera sección, un quiasmo, entrelaza las ideas con el estribillo de refuerzo «dice Jehová» (ver 1:2-3,10a; 2:9a; 3:8a; comp. 2:5, «La palabra de Jehová») y destaca un juicio que incluye a todos. Sofonías 3:8 es una exhortación que sirve como nexo y que mira tanto hacia atrás («por tanto» v. 8) como hacia delante (esperar pacientemente la consumación del juicio por parte de Dios que traerá la salvación del remanente, vv. 9-13, introducido por el término heb. ki, «para/porque»; vv. 9,11). Pueden sintetizarse dos exhortaciones que ofrecen esperanza durante el juicio en 3:8-13: en 1:7 (callar/esperar en el Día del Señor el «castigo» de los malos) y en 2:1-3 (una invitación esencial a buscarlo para posiblemente ser salvos).


                          Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.

                          _________________________________________________________________________

                          Foto por Gadiel Lazcano, en Unsplash.

                            • ADQUIÉRELA EN:
                            • LifeWay
                            • Amazon
                            ×
                          Copyright © 2022 Lifeway Christian Resources. All Rights Reserved.