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- TÉRMINOS «CRUZ-CRUCIFIXIÓN» $ USD
SIGNIFICADO TEOLÓGICO
Por Grant Osborne
En tanto que una teología de la cruz se puede encontrar fundamentalmente en los escritos de Pablo, este tema se remonta a una época anterior a él, tal como se puede demostrar en los “credos” (declaraciones de fe o enseñanza) que él citó. Por ejemplo, 1 Cor. 15:3-5 dice que Pablo había recibido y que luego les había enseñado a los corintios la verdad de que Jesús “murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras”. Tres temas importantes están entretejidos en esta declaración y en otros credos (Rom. 4:25; 6:1-8; 8:32; Col. 2:11,12; 1 Tim. 3:16; Heb. 1:3,4; 1 Ped. 1:21; 3:18-22): la muerte de Jesús como nuestro sustituto (de Isa. 53:5; comp. Mar. 10:45; 14:24); la muertey resurrección de Jesús como cumplimiento de las Escrituras; y la reivindicación y exaltación de Jesús llevada a cabo por Dios.
Para Pablo, la “palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18) es el corazón del evangelio, y la predicación de la cruz es el alma de la misión de la iglesia. “Cristo crucificado” (1 Cor. 1:23; comp. 2:2; Gál. 3:1) es más que la base de nuestra salvación; la cruz fue el acontecimiento central de la historia, el momento particular que demostró el control de Dios sobre la historia humana y Su participación en ella. En 1 Cor. 1:17–2:16, Pablo hace un contraste entre la “locura” del “mensaje de la cruz” frente a la “sabiduría” humana (1:17,18), ya que la salvación solo se puede encontrar en la cruz, y “el poder de Dios” solamente se puede ver en la locura del “mensaje de la cruz” y en la “debilidad” (1:21,25). Jesús en Su humildad obtuvo la gloria en virtud de Su sufrimiento; solo el crucificado podía convertirse en el resucitado (1:26-30). Dicho mensaje indudablemente se consideraba una locura en el siglo I. Historiadores romanos como Tácito y Suetonio miraban con desprecio la idea de un “Dios crucificado”.
La cruz es la base de nuestra salvación en las epístolas de Pablo (Rom. 3:24,25; Ef. 2:16; Col. 1:20; 2:14), mientras que en el libro de los Hechos se enfatiza como esencia la resurrección (Hech. 2:33-36; 3:19-21; 5:31). Romanos 4:25 presenta ambos énfasis. Lo más probable es que la razón del énfasis distinto se advierta más claramente al observar que Hechos presenta una crónica de la predicación de la iglesia primitiva (donde la resurrección es el fundamento apologético de nuestra salvación) y las epístolas desarrollan la enseñanza de esa iglesia (donde la base teológica de nuestra salvación es la crucifixión). Los tres términos importantes son: “redención”, que enfatiza el “pago del rescate” que efectuó la sangre de Jesús al librarnos del pecado (Tito 2:14; 1 Ped. 1:18); “propiciación”, que se refiere a la muerte de Jesús que “satisface” la ira del Dios justo (Rom. 3:25; Heb. 2:17); y “justificación”, que describe los resultados de la cruz, la “absolución” (“declarar justo”) de nuestra culpa (Rom. 3:24; 4:25; Gál. 2:16-21; 3:24).
La cruz ciertamente hizo aún más que procurar salvación. Forjó una unidad nueva entre los judíos y los gentiles al derribar “la pared intermedia de separación” y “crear… de los dos un solo” cuerpo (Ef. 2:14,15); en consecuencia, esto produce la “paz” al crear un nuevo acceso al Padre (v.18). Además, la cruz actuó “despojando” a las “potestades” demoníacas y concibió el triunfo final sobre Satanás y sus huestes, y forzó a esos ejércitos espirituales a seguir a su séquito en una procesión victoriosa (Col. 2:15). La cruz fue el gran error de Satanás. Cuando él entró en Judas para que traicionara a Jesús, no se dio cuenta de que la cruz se convertiría en su gran derrota. Solo pudo reaccionar con ira llena de frustración al saber que “tiene poco tiempo” (Apoc. 12:12). Satanás participó de su propia destrucción.
CONTINUARA…
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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Por Grant Osborne
CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
Jesús predijo muchas veces Su futura crucifixión. Los Evangelios Sinópticos mencionan por lo menos tres ocasiones (Mar. 8:31; 9:31; 10:33,34 y paralelos), mientras que Juan registra otras tres (3:14; 8:28; 12:32,33). Se predicen varios aspectos de la pasión de Jesús: (1) ocurrió por necesidad divina (“necesario” en Mar. 8:31); (2) tanto los judíos (“que lo entregaron”) como los romanos (“que lo mataron”) fueron culpables (Mat. 9:31); (3) Jesús sería reivindicado a través de la resurrección de entre los muertos; (4) la muerte misma implicaba gloria (se observa en las expresiones relacionadas con “levantar” que abarcaba la exaltación en Juan 3:14; 8:28; 12:32,33).
La narración de la crucifixión de Jesús en los Evangelios enfatizaba la culpabilidad de los judíos, pero los cuatro separan cuidadosamente a los líderes del pueblo que habían respaldado a Jesús en todo momento y que, al final, fue arrastrado por esos líderes. Sin embargo, la culpabilidad romana también es obvia. Al Sanedrín ya no se le permitía aplicar la pena capital; solo podían hacerlo los romanos. Más aún, solamente los soldados romanos la podían llevar a cabo. Se siguieron las costumbres romanas al aplicar los azotes, al entronarlo en medio de burlas, al acarrear la cruz y al consumar la crucifixión. La ubicación en una colina y el tamaño de la cruz (el uso de la varilla con el hisopo muestra que medía entre 2 y 3 m [7 a 9 pies] de altura) demuestran que deseaban exhibir públicamente a un “criminal”. Los elementos judíos de la crucifixión de Jesús fueron el vino mezclado con mirra (Mar. 15:23), el hisopo con vinagre (Mar. 15:36) y la remoción del cuerpo de Jesús de la cruz antes del crepúsculo (Juan 19:31).
Los cuatro Evangelios observan la crucifixión de Jesús desde cuatro puntos estratégicos diferentes y enfatizan aspectos distintos del significado de Su muerte. Marcos y Mateo se centran en el horror de matar al Hijo de Dios. Marcos enfatiza el significado mesiánico al utilizar las burlas de la multitud, que le decía “sálvate a ti mismo” (15:30,31) como una profecía inconsciente que señalaba hacia la resurrección. Mateo fue más lejos que Marcos al señalar a Jesús como el Mesías que enfrentó Su destino con un completo control de la situación. La vindicación de Jesús no solo se evidenció en la ruptura del velo y en el testimonio del centurión (Mat. 27:51,54 en un paralelo con Marcos), sino además en la resurrección asombrosa de los santos del AT (vv.52,53), algo que asocia la cruz con la tumba abierta. Para Mateo, la cruz inauguró los días postreros cuando el poder de la muerte es quebrantado y la salvación se derrama sobre todos.
Lucas quizás tenga el retrato más singular al presentar dos aspectos fundamentales: Jesús como el arquetipo del mártir justo que perdona a Sus enemigos, y la crucifixión como una escena asombrosa de reverencia y adoración. Lucas omitió los aspectos negativos de la crucifixión (terremoto, vino con mirra, clamor de abandono) y anuló las burlas cuando las multitudes “se volvían golpeándose el pecho” (23:48). Lucas fue el único que incluyó tres expresiones de Jesús relacionadas con la oración: “Padre, perdónalos” (v.34, en contraste con la burla); “hoy estarás conmigo en el paraíso” (v.43, en respuesta a la oración del criminal); y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (v.46). Un maravilloso sentimiento de quietud y adoración colorean el retrato de Lucas.
La narración de Juan tal vez sea la más dramática. Todos los elementos negativos desaparecen, aun más de lo que sucede en el caso de Lucas (la oscuridad y las burlas al igual que las cosas que también faltan en Lucas), y una atmósfera de calma caracteriza la escena. En el corazón mismo de la situación se observa el control soberano que Jesús posee de toda la escena. La cruz se convierte en Su trono. Juan destacó que la inscripción de la cruz (“JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”) se escribió en arameo, en latín y en griego (19:19,20) y se convirtió así en una proclamación universal de la condición real de Jesús. A lo largo del relato y hasta la exclamación final, “Consumado es” (v.30), Jesús tuvo pleno control de lo que ocurría.
No se puede entender la crucifixión de Jesús hasta tanto se consideren los cuatro Evangelios en conjunto. Todos los énfasis (el enfoque mesiánico, Jesús como el Hijo de Dios y el mártir justo, la naturaleza sacrificial de Su muerte, la cruz como Su trono) son necesarios para obtener un cuadro completo del significado de Su crucifixión.
CONTINUARA…
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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Por Grant Osborne
CRUCIFIXIÓN
Método que los romanos utilizaron para ejecutar a Jesucristo. La forma más dolorosa y degradante de pena capital del mundo antiguo se convirtió en el medio por el cual Jesús llevó a cabo el sacrificio expiatorio por los pecados de la humanidad. También se transformó en símbolo del sacrificio del yo en el discipulado (Rom. 12:1), y de la muerte del yo al mundo (Mar. 8:34).
Desarrollo histórico
Originariamente, una cruz era una estaca de madera puntiaguda que se usaba para construir una pared o levantar fortalezas alrededor de una ciudad. Los asirios y los persas comenzaron a utilizarla para exhibir las cabezas de los enemigos capturados o de criminales particularmente atroces, en las empalizadas que estaban encima de la puerta de entrada a una ciudad. Posteriormente, la crucifixión se convirtió en una forma de pena capital cuando a los enemigos del estado se los empalaba sobre la estaca. Los griegos y los romanos al principio reservaban el castigo solamente para los esclavos y decían que era demasiado barbárico para los ciudadanos o los nacidos libres. No obstante, llegado el siglo I, se utilizó para los enemigos del estado, aunque los ciudadanos solo podían ser crucificados mediante el edicto directo del César. A medida que fue pasando el tiempo, los romanos comenzaron a utilizar más y más la crucifixión como fuerza disuasiva para la actividad criminal, de modo que para la época de Jesús era común.
En el AT se practicaba la forma oriental de crucifixión. Los filisteos decapitaron a Saúl y exhibieron su cuerpo sobre un muro (1 Sam. 31:9,10). Conforme a la ley judía (Deut. 21:22,23), los ofensores eran colgados en un madero; esto significaba que era “maldito por Dios” y que quedaba fuera del pueblo del pacto. Dichos criminales debían ser bajados de la cruz antes de la noche para que no contaminaran la tierra. Durante el período inter-testamentario se tomó prestada la forma occidental cuando Alejandro Janeo crucificó a 800 fariseos (76 a.C.), pero los judíos condenaron esta acción y rara vez utilizaron este método. Aun Herodes el Grande se negó a crucificar a sus enemigos. La práctica se abolió después de la “conversión” al cristianismo del emperador Constantino.
Una persona a la que se crucificaba en la época de Jesús, primeramente se la azotaba (se la golpeaba con un azote que consistía en cuerdas con trozos de metal o hueso en los extremos) o, por lo menos, se la flagelaba hasta que sangrara. Esto no se hacía solo para demostrar crueldad sino que además su intención era apresurar la muerte y acortar el terrible sufrimiento. Después de ser azotada, se obligaba a la víctima a acarrear la cruz hasta el sitio de ejecución como una manera de expresar que la vida ya había terminado y que la voluntad para vivir había desaparecido. A menudo se colocaba alrededor del cuello del criminal una tablilla donde se detallaba el delito (o delitos) y luego se sujetaba a la cruz. Una vez que llegaba al lugar, el prisionero frecuentemente era atado (el método normal) o clavado a la cruz (si se deseaba una muerte más rápida). El clavo se colocaba atravesando la muñeca más que la palma, ya que los huesos más pequeños de la mano no podían soportar el peso del cuerpo. Luego se levantaba la viga con el cuerpo y se sujetaba al poste que ya estaba colocado en sentido vertical. En la mitad de la viga se colocaban ganchos o un bloque de madera pequeño para asentar el cuerpo ante la posibilidad de que los clavos rasgaran las heridas o las sogas hicieran que los brazos se salieran de los sostenes. Los pies finalmente se ataban o se clavaban al poste. La muerte se producía por falta de circulación de sangre o paro cardíaco. Sobre todo, si la víctima era atada, podía llevar días de horrendo dolor hasta que las extremidades se tornaban lentamente gangrenosas, de modo que los soldados con frecuencia les quebraban las piernas con una cachiporra para provocar un síncope masivo y una muerte rápida. Esta clase de ejecución por lo general se llevaba a cabo en lugares públicos y el cuerpo se dejaba durante días en descomposición y esto permitía que las aves de carroña lo destrozaran aún más.
Se utilizaban cuatro tipos de cruces: (1) La cruz latina tenía una viga cruzada colocada a una altura de alrededor de dos terceras partes del poste vertical; (2) la cruz de San Antonio (probablemente debido a su similitud con su famosa muleta) tenía una viga en el extremo superior del poste vertical semejante a una T; (3) la cruz de San Andrés (supuestamente la forma que se utilizó para crucificar al apóstol Andrés) tenía la forma de la letra X; (4) la cruz griega tenía ambas vigas iguales con la forma de un signo de adición.
CONTINUARA…
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- «CRÍTICA TEXTUAL, NUEVO TESTAMENTO» $ USD
Por Charles W Draper
La crítica textual (en ocasiones llamada “crítica baja”) es el arte y la ciencia de reconstruir el texto de una obra que ya no existe en su forma original. Es importante destacar que la palabra “crítica” no tiene connotación negativa. Se refiere a cuidadosos métodos de estudio y análisis. Cuando se aplica al NT, el objetivo final es determinar con el mayor grado posible de detalle y exactitud, mediante un exhaustivo estudio y comparación de todos los mss. existentes, cuál es el texto original de cada libro. Esto se logra principalmente mediante una comparación de los mss. y la evaluación de datos derivados de dicha comparación. Cotejar consiste en comparar el ms. con un texto base letra por letra y registrar cada diferencia. Se trata de determinar cuál es el texto original mediante una comparación de la mayor cantidad posible de mss. y la determinación de todos los lugares donde difieren (llamados variantes o variantes de lectura). Este proceso de comparación y evaluación es el elemento principal para la reconstrucción del texto original.
Otros objetivos incluyen el seguimiento de la transmisión histórica del texto (establecer el texto que se utilizó en determinados momentos y lugares) y la determinación de las relaciones entre diferentes mss. (a fin de separarlos en grupos, familias y tipos de textos). Esto permite comprender mejor las situaciones y controversias teológicas que se produjeron durante los primeros siglos de la historia cristiana y en el desarrollo de la doctrina cristiana a través del tiempo.
Es importante recordar que antes de la invención de la imprenta, todas las copias de las Escrituras se hacían a mano, y todas las copias manuscritas extensas de un mismo documento difieren entre sí. Ninguna copia manuscrita de ningún libro ni grupo de libros del NT es idéntica a otra. Sin embargo, tenemos motivos ilimitados para creer que cada lectura original ha sobrevivido en algunos mss. Por eso la crítica textual estudia la mayor cantidad posible de mss.
Los mss. del NT griego generalmente contienen un grupo de libros: Evangelios, Epístolas Paulinas, Hechos y Epístolas Generales, o Apocalipsis (que por lo general circulaba de manera independiente).En un momento, menos de 60 mss. contenían la totalidad del texto del NT griego. Existen seis tipos de mss. útiles para establecer cuál es el texto original del NT griego. Los mejores y más antiguos están escritos en papiros. Se han identificado cerca de 115 papiros, muchos de los cuales datan del siglo II. La mayoría posee una breve cantidad de texto, aunque algunos son extensos. Los mss. unciales están escritos con letras de gran tamaño similares a las mayúsculas. Los grandes códices antiguos, el Sinaítico, el Vaticano y el Alejandrino, son mss. unciales. Se han identificado más de 300 mss. unciales que datan de los siglos IV al X. Los papiros y los unciales son las fuentes más importantes. Los mss. “minúsculos” están escritos en un estilo de letra cursiva que se desarrolló después del siglo VIII. Se conocen más de 2800 minúsculos que datan de los siglos IX al XVI. Los leccionarios son textos del NT arreglados según un esquema de lecturas anuales para la adoración colectiva. Datan de los siglos VIII al XVI, pero algunos son valiosos ya que fueron copiados de un ejemplar mucho más antiguo. Mediante un estudio de sus citas de la Biblia, se han clasificado más de 2400 leccionarios. Es posible determinar los textos que utilizaron los primeros padres de la iglesia. Como algunos de estos textos son bastante antiguos, constituyen una fuente muy valiosa. Las primeras traducciones del NT griego a otras lenguas (versiones) pueden resultar muy útiles ya que se tradujeron a partir de mss. antiguos que ya no existen. Entre las versiones antiguas más importantes se incluyen las escritas en latín, siríaco, copto, armenio, georgiano, etíope y eslavo.
Una familia o grupo de mss. tiene una ilación bastante estrecha y exhibe similitudes asombrosas análogas a un parecido entre familiares. Un tipo de texto posee una base más amplia con patrones definidos de lecturas comunes. Los tipos textuales se desarrollaron en determinadas regiones donde ejemplares similares se utilizaron en reiteradas ocasiones para copiar el NT. Se han identificado cuatro tipos de textos.
El tipo de texto alejandrino (egipcio), que la mayoría de los eruditos considera el mejor y más antiguo, se origina en la labor de escribas bien entrenados que vivieron en los alrededores de Alejandría, Egipto, durante el siglo II. Los mejores papiros más antiguos y los primeros mss. en pergamino son de esta clase. El tipo de texto occidental también se originó en el siglo II y tuvo amplia difusión. Se caracteriza por presentar adiciones y paráfrasis que señalan un proceso de copia más libre y menos estricto. El texto occidental de Hechos es aprox. un 10% más extenso que el alejandrino. El tipo de texto cesariano probablemente se haya originado cuando el padre de la iglesia, Orígenes (siglo III), llevó consigo los textos egipcios desde Alejandría a Cesarea en Palestina y más tarde a Jerusalén, donde se utilizaron como ejemplares para copiar el NT griego. El cesariano tiende a mezclar versiones que son claramente alejandrinas y occidentales. Es el menos homogéneo de todos los tipos de texto y algunos eruditos cuestionan su existencia.
El tipo de texto más tardío es el bizantino (también llamado koiné, sirio o antioqueño), que no apareció hasta fines del siglo IV. Los mss. Bizantinos más antiguos que aún existen pertenecen al siglo V. Según una versión del NT griego realizada por Luciano de Antioquía en Siria a fines del siglo III, el texto bizantino combinaba deliberadamente elementos correspondientes a tipos de texto más antiguos (práctica denominada refundición de versiones). Luciano y otros editores posteriores deseaban producir un texto completo, unificado y fácil de leer. Para la época en que se originó el tipo de texto bizantino, los otros tipos ya estaban establecidos, hecho que queda demostrado por ausencia de versiones marcadamente bizantinas en mss. anteriores. Por lo tanto, el texto bizantino es de índole secundaria. Solo en muy raras ocasiones (dos) una versión claramente bizantina privilegia una lectura original por sobre otros tipos de texto. El bizantino está representado en la gran mayoría de los mss. Del NT que sobrevivieron y se convirtió en la versión estándar de las iglesias ortodoxas griegas. Esta estandarización y preponderancia de los mss. Bizantinos se produjo principalmente porque la iglesia de Occidente abandonó el griego para utilizar el latín. Las iglesias del este continuaron utilizando la lengua griega y el NT griego se siguió copiando en este idioma. La existencia de una gran cantidad de estos mss. no significa que sean mejores ni que representen el texto original. Evidentemente no es así. Los mss. deben ser estimados por el valor y no la cantidad. Una gran cantidad de mss. de mala calidad no implica que el texto sea mejor.
Las variantes en la lectura solo se producen en un 5% del texto griego del NT y, por lo tanto, todos los mss. coinciden en un 95%. Solo unas 2100 variantes se pueden considerar “significativas” yen ningún caso cuestionan o ponen en duda la doctrina cristiana. Solo se cuestiona el 1,67% de la totalidad del texto griego del NT. Esto nos asegura que el actual texto ecléctico o crítico del NT griego (un texto ecléctico o crítico es el que se basa en el estudio de la mayor cantidad posible de mss.) se ha confirmado en más del 99% de su contenido. En realidad, hay más variaciones entre algunas traducciones de la Biblia al español que entre los mss. del NT griego. La Palabra de Dios es infalible e inerrante en sus copias originales (mss.), que han desaparecido en su totalidad. Los críticos textuales del NT griego continuarán su labor hasta que, si es posible, quede establecida sin lugar a dudas la lectura original de cada porción cuestionada.
Los críticos textuales trabajan en función de ciertos procedimientos llamados “cánones de crítica textual”. Las variantes en la lectura se clasifican en intencionales o involuntarias y significativas o insignificantes. La inmensa mayoría de las variantes son involuntarias e insignificantes, y tienen que ver con disparidades ortográficas. Las variantes de lectura importantes de los mss. se evalúan mediante un estudio de la evidencia interna (literaria) relacionada con ese ms. en particular (por ej. prácticas y cuestiones estilísticas de los escribas), y de la evidencia externa (histórica) (por ej. fecha, distribución geográfica y relación con otros mss.). Las variantes involuntarias pueden ser resultado de errores de visión, audición, falta de concentración o criterio del escriba. Las variantes intencionales generalmente se producen cuando el copista pensó que mejoraba el texto al realizar cambios ortográficos o gramaticales, cambios para uso litúrgico (adoración), cambios al corregir la geografía o la historia, o al armonizar pasajes paralelos (especialmente en los Evangelios Sinópticos). En ocasiones, las citas del AT se ampliaban y se agregaban complementos naturales (por ej. cambiar Jesús por Señor Jesús o Señor Jesucristo). En alguna ocasión los cambios se realizaban por cuestiones doctrinales. La mayoría procuraba que el texto fuera más ortodoxo (según lo que el escriba interpretaba como ortodoxia). Esta explicación puede parecer poco ortodoxa, pero en general, los copistas eran muy escrupulosos y cuidadosos en cuanto a ser fieles al texto que estaban copiando.
Al evaluar la evidencia interna, el factor clave quizás consista en determinar qué versión explica mejor la existencia de otras lecturas. Por lo general se prefiere la versión más difícil ya que es probable que los escribas intentaran que la lectura fuera más fácil de entender y no más complicada. También se prefieren las versiones más breves ya que era bastante más frecuente la adición de texto que la exclusión. Al considerar la evidencia externa, generalmente se prefieren los mss. más antiguos porque son resultado de un proceso de copiado más corto y, por lo tanto, más fiel al original. El lugar de origen, si se conoce, es importante, como así también las afinidades textuales con las diferentes familias de mss. y tipos de texto. Cuanta mayor distribución geográfica haya tenido determinada versión en la antigüedad, mayor es la probabilidad de que sea original. Se considera toda la evidencia, se evalúan versiones de mss. pertenecientes a todo tipo de textos y se decide cuál es la probable versión original. La crítica textual es una ciencia pero también un arte, y la subjetividad no puede eliminarse por completo. Por eso, los críticos textuales trabajan en cooperación a fin de tomar en cuenta todas las perspectivas y para que las parcialidades inevitables no determinen el resultado final.
Existen dos NT griegos críticos que se utilizan comúnmente: el de Nestle-Aland (actualmente en la 27ª edición: N/A27) y el de Sociedades Bíblicas Unidas (actualmente en la 4ª edición revisada: UBS4). El NT de Nestle-Aland se inició con el trabajo de Erwin Nestle a fines del siglo XIX, labor que fue continuada luego por su hijo Eberhard. Más tarde, Kurt Aland y una comisión se hicieron responsables de dicho NT. En 1966, Sociedades Bíblicas Unidas produjo una edición del NT griego para que fuera utilizada principalmente por estudiantes y traductores. Desde 1979, el texto de estos dos NT griegos ha sido el mismo y supervisado por la misma comisión. La diferencia reside en el aparato crítico que los acompaña. En un aparato crítico, las variantes de lectura importantes y la evidencia que las apoya se colocan al pie de cada página para que cada estudiante del NT griego pueda evaluarla. El aparato crítico del N/A27 contiene más variantes y es, por lo tanto, más útil para los eruditos. El del UBS4 contiene menos variantes pero proporciona más evidencias sobre cada una de ellas, y esto lo convierte en más útil para estudiantes y traductores. En el UBS4, las lecturas del texto en los lugares donde hay variantes se califican según el grado de certeza (A, B, C, D) mediante el voto de la comisión editorial.
A medida que se recopilan y comparan más mss., la información se ingresa en bases de datos para evaluar la posibilidad de incorporarla en futuras ediciones del NT griego. Un gran esfuerzo internacional denominado Proyecto del Nuevo Testamento Griego Internacional (International GreekNew Testament Project) trabaja actualmente en una nueva edición crítica del NT griego. El trabajo es coordinado por muchos reconocidos eruditos, entre ellos el Dr. Bill Warren, Director del Centro de Estudios Textuales del Nuevo Testamento (Center for New Testament Textual Studies) del Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleáns. El Centro de Nueva Orleáns lidera este esfuerzo. Hay más copias de todo o parte del NT griego que de cualquier otro texto antiguo (aprox. 5700). Eruditos de otros tipos de literatura antigua desearían poder acreditar de manera tan completa los textos que estudian como sucede con el texto del NT griego, pero no lo logran porque solo cuentan con pocas copias que sobrevivieron o, en el mejor de los casos, algunos cientos. Por lo tanto, el texto griego del NT es el documento antiguo mejor acreditado y más preciso que existe. Podemos estar seguros de que la Biblia que utilizamos, basada en los textos críticos del NT griego y el AT hebreo, es la verdadera Palabra de Dios.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- «CRÍTICA TEXTUAL – ANTIGUO TESTAMENTO» $ USD
Por Charles W Draper
La crítica textual (en ocasiones denominada “baja crítica”) es el estudio de copias de cualquier obra cuyo original ya no existe. Es importante destacar que la palabra “crítica” no tiene una connotación negativa en este contexto. Tiene que ver más bien con estudio y análisis cuidadoso. Cuando se aplica al AT, se refiere al esfuerzo continuo por estudiar del modo más completo posible el texto hebreo antiguo del AT. Han sobrevivido miles de copias de todo o parte del AT hebreo, pero hace solo algunas décadas que casi todas se presentaron en un texto realmente uniforme y estable. Desde mediados del siglo XX se han realizado interesantes descubrimientos que amplían nuestro conocimiento sobre el desarrollo del texto hebreo original y la historia de su transmisión.
Los Rollos del Mar Muerto son el hallazgo más famoso y consta de aprox. 40.000 fragmentos que representan alrededor de 600 documentos, de los cuales 200 son textos bíblicos. Además, antedatan en 1000 años los mss. más antiguos del AT con que contábamos, y son de una importancia incalculable. Pero además se encontraron mss. en la fortaleza judía de Masada, en Muraba’at cerca del Mar Muerto, en la Geniza (habitación para guardar textos antiguos a fin de darles un destino apropiado) de una sinagoga de El Cairo, y dos amuletos de plata pequeños que contenían una cita del libro de Números. Esto demuestra que realmente existió un proceso pero también que el posterior texto consolidado (el texto masorético) es sumamente exacto. Más del 90% del texto ha sido sólidamente acreditado, y las dudas significativas atañen solo a un pequeño porcentaje de variantes. Por lo tanto, los críticos textuales del AT están mejor equipados que nunca para resolver cuestiones sobre pasajes difíciles.
Como en la crítica textual del NT, los mss. Pueden estudiarse y evaluarse con datos derivados del cotejo de mss. Cotejar el texto consiste en compararlo con un texto base o estándar y registrar cada una de las diferencias. Los lugares donde los mss. difieren se denominan variantes o variantes de lectura. El objetivo final es establecer cuál es el texto original en cada lugar donde aparece una variación.
A diferencia de la crítica textual del NT, la del AT trata algunas cuestiones no relacionadas con las palabras del texto dado que los mss. Hebreos contienen anotaciones marginales que son producto de una antigua práctica de crítica textual. Estas lecturas marginales arrojan luz sobre la transmisión del texto y ayudan a la crítica textual a decidir cuál es la probable versión original.
Al igual que la crítica textual del NT, la del AT hebreo también se guía por “cánones”, aunque levemente diferentes. Esta tarea es una ciencia y un arte al mismo tiempo, y no es posible evitar cierto grado de subjetividad. Dado que el texto es tan similar en su totalidad, la crítica textual del AT se refiere mayormente a detalles e incongruencias de poca relevancia. Los mss. deben evaluarse (“medirse”) por su trascendencia y no por la cantidad. Se toma en cuenta la evidencia interna (literaria) de los mss. estudiados (por ej. tendencias de los copistas, estructura literaria, gramática, sintaxis, modelos quiásmicos, patrones acrósticos y estructura de las oraciones). También se pesa la evidencia externa (histórica) (por ej. fecha y lugar de escritura y relaciones con otros mss.). Se procura llegar a la lectura más apropiada para el contexto inmediato. Por lo general, se prefiere la versión que pueda explicar mejor la existencia de otras variantes, es decir, las versiones más distintivas y más breves. Las primeras traducciones del AT hebreo (griego antiguo y Septuaginta griega, distintas versiones del tárgum arameo, Peshitta siríaca [aramea] y latín) también son valiosas ya que en ocasiones representan un ejemplar hebreo muy antiguo. Ver Crítica textual, Nuevo Testamento.
Actualmente, la crítica del AT está más activa que nunca. El texto erudito actual, la Biblia Hebraica Stuttgartensia, se basa en el Códice de Leningrado (1009 d.C.) y está siendo objeto de una revisión. La nueva edición, la Biblia Hebraica Quinta, se completará en un futuro cercano. Se ha publicado una muestra (Rut). Una nueva edición, la Biblia Hebraica Leningradensia, también basada en el Códice de Leningrado, fue preparada por la universidad de Tel Aviv. La tan esperada Hebrew University Bible (Biblia de la Universidad Hebrea), basada en el Códice de Alepo (930 d.C.) ha estado en desarrollo desde 1955. Se han publicado los libros de Isaías y Jeremías. Todas estas ediciones son “diplomáticas”, es decir, están basadas en un solo ms. A pesar de contar con un aparato crítico con variantes de lectura, no son realmente textos eclécticos o críticos (basados en el estudio de muchos mss). La selección que realizaron los editores de las versiones recuperables más antiguas se conserva en uno de los numerosos aparatos críticos anexos. Existen varias tradiciones textuales en los numerosos mss. de la Biblia hebrea y están en proceso de estudio. Sin embargo, todos los textos actuales dan prioridad a una de las ramas del texto masorético, la correspondiente a la familia de ben Aser de los masoretas de Tiberias. Si bien debemos reconocer que se convirtió en un texto estandarizado y está bien preservado, es un texto crítico producido hace mucho tiempo, cuando se carecía de los recursos con que actualmente cuentan los eruditos. Sería posible producir un texto hebreo realmente ecléctico, una verdadera editio critica maior si se emplean todas las fuentes disponibles de mss. La Oxford Hebrew Bible (Biblia Hebrea Oxford) de Oxford University Press pareciera tener como objetivo la producción de un texto ecléctico. Más allá de todo esto, la próxima generación tendrá impresas las mejores fuentes que jamás se hayan tenido a disposición para realizar un estudio meticuloso del texto hebreo del AT.
Algunos sostienen que hay que priorizar el texto de ben Chayim del AT hebreo por encima del masorético tradicional ya que lo consideran el Textus Receptus del AT. Los argumentos que respaldan esta postura no son convincentes dado que el objetivo de Jacob ben Chayim era recuperar el texto masorético de Aarón ben Moses ben Aser, que es exactamente lo que contienen los códices de Leningrado y de Alepo.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- Cristología $ USD
Por Daniel L. Akin, Ralph P. Martin y Charles W. Draper
Métodos
Cualquier estudio de cristología debe considerar la metodología. Algunos comienzan con la formulación de credos que confiesan a Jesucristo como “verdaderamente Dios” y “verdaderamente humano”, “completo en Deidad y completo en humanidad” (por ej., de Nicea y de Calcedonia) y luego retroceden hasta la cristología de la iglesia primitiva y del NT. Este método es cristología “desde arriba”. El enfoque alternativo, la cristología “desde abajo”, comienza con los registros históricos y la información teológica del NT y detalla la interpretación cristológica de la Iglesia antes que aparecieran los credos. En otras palabras, ¿es ontológica (que se ocupa del papel trascendente de Cristo en relación con Dios, con el mundo o con la Iglesia) la teología neotestamentaria? ¿O acaso es primeramente funcional (ante todo interesada en relacionar a la persona de Jesucristo con Sus logros como Salvador y Señor en el contexto del ministerio terrenal)?
Los dos métodos tienen distintos puntos de partida. El primero pregunta, “¿Quién es Cristo y cuál es su relación con Dios?” El segundo hace surgir las preguntas: “¿Qué hizo el Jesús humano y cómo llega la Iglesia a considerarlo Dios al otorgarle títulos de divinidad?” O: “¿Es correcto denominar a Jesús Hijo de Dios porque me salva” (cristología funcional), o “me salva porque Él es Dios”? (cristología ontológica). Los dos enfoques alcanzan el mismo objetivo y ambos están presentes en el NT.
Juan, especialmente en el prólogo de su Evangelio (1:1-18), pone mayor atención en la cristología ontológica, igual que otros textos clásicos de cristología. Filipenses 2:6-11 expone la unión hipostática y la doctrina de la kénosis; Col. 1:15-23 y 2:9,10 presentan al Hijo como la misma imagen (eikon) de Dios y el Creador en quien habita toda la plenitud (pleroma); y Heb. 1:1-3 confirma a Cristo como el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de la naturaleza divina. Es imposible defender el argumento que dice que la iglesia primitiva se interesaba poco o nada en la naturaleza ontológica de Jesús y en su condición de Hijo de Dios. La cristología “desde lo alto” estuvo presente desde el comienzo de la iglesia primitiva.
No obstante, la cristología desde abajo también es valiosa, y fue la manera en que los apóstoles y la iglesia primitiva conocieron a Jesús y entendieron quién era y qué hizo. Es sorprendente que un pueblo aferrado al monoteísmo llegara a afirmar que la vida de Cristo sin pecado (2 Cor. 5:21; Heb. 4:15), Su deidad y Su muerte en la cruz eran necesarias como expiación por el pecado de la humanidad.
El curso de la cristología del Nuevo Testamento
Los primeros creyentes fueron judíos que aceptaron a Jesús por la fe como Mesías y Señor resucitado (Hech. 2:32-36). El reconocimiento hacia Jesús surgió de la convicción de que Su resurrección y exaltación, la nueva era del triunfo de Dios prometido en el AT, ciertamente había amanecido y las Escrituras (Sal. 110:1; Isa. 53:10-13) se habían cumplido. La cruz requería una explicación ya que la forma en que murió Jesús estaba en contraposición directa con las expectativas mesiánicas judías de ese tiempo. Deuteronomio 21:23 declara que cualquiera que fuera colgado de un madero moría bajo la maldición de Dios (comp. Gál. 3:13). La iglesia primitiva respondió de dos maneras: afirmando que el rechazo de Cristo se predijo en el AT (Sal. 118:22; Isa. 53), y que la resurrección reivindicó al Hijo de Dios y lo instaló en el más alto lugar de honra y poder (Fil. 2:5-11). La primera cristología tenía dos ideas centrales: Él es el Hijo de David en su ascendencia humana, y en la resurrección es el Hijo de Dios con gran poder (Rom. 1:3,4). Sus afirmaciones mesiánicas implícitas durante Su vida terrenal se pusieron de manifiesto en Su resurrección y exaltación, y Su naturaleza se reveló gloriosamente. Más aún, la venida del Espíritu Santo en Pentecostés autenticó la nueva era que Jesús inauguró (Hech. 2:16-21; comp. Joel 2:28).
A nivel práctico, esta opinión acerca de la vida y la resurrección de Jesús les dio a los creyentes una relación personal con Jesús como realidad presente. Él no fue una figura del pasado, sino actual. La primera oración cristiana que se registra es “Marana tha” (“el Señor viene”, 1 Cor. 16:22). Al estar dirigida al Señor resucitado, lo hace igual a Jehová, el Dios del pacto con Israel (Rom. 10:9-13; comp. Hech. 7:55,56,59) y lo hace también digno de adoración.
Además, las Escrituras del AT ponen luz a la verdadera identidad de Jesús y explican cómo Él usó el título “Hijo del Hombre”. Tomado de Dan. 7:13-18, Hijo del Hombre es un título de autoridad y dignidad, dos ideas confirmadas por la resurrección (Hech. 7:56). Aunque rara vez lo utilizaron otras personas aparte de Jesús, la iglesia preservó esta enseñanza por varias razones: (1) para demostrar de qué manera malinterpretaron y rechazaron a Jesús como un mesías falso, pero que como el “Hijo del Hombre”, Él inaugura el reino de Dios y comparte el trono divino; (2) para señalar la forma en que Jesús introdujo una nueva era de revelación que no estaba ligada a la ley de Moisés sino universalizada para todas las personas. El “Hijo del Hombre” es cabeza de un reino universal, que sobrepasa en gran medida las estrechas expectativas judías (Dan. 7:22,27), y (3) para hallar un impulso misionero que llevara a los creyentes a evangelizar a los no judíos (Hech. 7:59–8:1; 11:19-21; 13:1-3).
Esa era la misión de la iglesia en el mundo de la cultura y la religión grecorromanas. El títulomás destacado era “Señor”, que se utilizaba para dioses y diosas. De más importancia aún, “Señor” designaba la honra y la divinidad del culto al emperador. Ambos aspectos resultaron útiles para la aplicación del término Señor, el título cristológico más común de Jesús. Utilizado previamente con referencia a Yahvéh en el AT griego, ahora se aplicaba al Cristo exaltado y se convertía en un punto de contacto útil entre los cristianos y los paganos familiarizados con sus propias deidades (1 Cor. 8:5,6). Posteriormente, “Señor” se convirtió en la piedra angular de la lealtad cristiana a Jesús cuando las autoridades romanas requerían que se le rindiera homenaje al emperador como ser divino, tal como sucede en Apocalipsis cuando el emperador Domiciano (81–96 d.C.) se proclamó señor y dios (Apoc. 17:14).
En Hebreos se observa otro aspecto de la cristología neotestamentaria. El autor de esta epístola demuestra la irrevocabilidad de la revelación de Cristo como Hijo de Dios y gran “sumo sacerdote” (5:5; 7:1–9:28), un tema exclusivo de este libro. Junto con Pablo (Rom. 3:25) y Juan (1 Jn. 2:2; 4:10), Hebreos ve la obra de Cristo como propiciación (satisfacción) por el pecado (Heb. 2:17). Hebreos también afirma que en Su muerte en la cruz, Jesús nos limpió de nuestros pecados (1:3), quitó el pecado (8:12; 10:17), soportó nuestros pecados (9:28), ofreció un sacrificio por los pecados una vez y para siempre (10:12), hizo ofrenda por el pecado (10:18), y anuló el pecado mediante Su sacrificio (9:26). El Hijo se hizo cargo del pecado en todos los aspectos. Aun en estas maravillosas confesiones (Rom. 9:5; Tito 2:13; 1 Jn. 5:20), la iglesia nunca transigió en su creencia en la unidad y la singularidad de Dios (Deut. 6:4-6), una herencia cristiana proveniente de los judíos y elemento esencial del monoteísmo del AT. Jesús y el Padre son uno (Juan 10:30). Jesús, el Verbo, está con Dios y es Dios. Hay unidad en esencia pero distinción entre personas. Jesús no era una deidad nueva ni un rival que competía con el Padre (Juan 14:28; 1 Cor. 11:3; Fil. 2:9- 11). La adoración de la iglesia está correctamente dirigida a ambos, junto con el Espíritu Santo. La iglesia neotestamentaria enseñó y practicó esto sin entrar en una profunda reflexión teológica acerca de las relaciones de la Deidad. No se ha explicado cómo se relacionan los dos lados (humano y divino) de la persona de Jesús. Los escritores le dejaron un rico legado a la iglesia que constituyó la sustancia de los debates trinitarios y cristológicos que condujeron a los concilios de Nicea (325 d.C.) y de Calcedonia (451 d.C.), donde se decretó y expresó que Jesucristo es “Dios de Dios, Luz de Luz, el mismo Dios del mismo Dios”, y que las dos naturalezas de Cristo están unidas en una sola Persona. Esta declaración de fe ha permanecido como la posición esencial de la iglesia desde ese entonces, una verdadera confesión de una cristología cuyas raíces se encuentran en el terreno de las Santas Escrituras.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- ¿QUÉ ES EL TÉRMINO «CRISTO»? $ USD
Por Daniel L. Akin, Ralph P. Martin y Charles W. Draper
“Cristo” es el término español para el griego Christos, “el ungido”. La palabra hebrea es Mashiach, Mesías. Cristología es un término compuesto por las palabras griegas Christos y logos (palabra, discurso). Cristología entonces es el estudio de la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios (quién es) y de su obra (lo que hizo y hace).
Jesús como el Cristo en los Evangelios
Los Evangelios presentan retratos de Jesús que son singulares y a la vez complementarios. Las presentaciones de los Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) son similares, mientras que la de Juan es significativamente diferente. Los Sinópticos dan menos importancia al título “Cristo” de lo que podríamos esperar. Jesús no hace alarde de Su condición de Mesías ni declara abiertamente serlo debido a que no se presenta como el rey guerrero de Israel que libertaría a Palestina del dominio romano. Sí declaró ser aquel en quien el reino de Dios estaba presente (Mar. 1:14,15; Luc. 11:20). Sus parábolas anunciaban tanto la llegada como el carácter del reino, y a través de ellas enseñaba cómo ser hijos de Dios (Mat. 13; Mar. 4). Sanar a los enfermos, resucitar a los muertos y echar fuera demonios fueron demostraciones de Su poder divino y de la presencia de Dios en Su ministerio (Luc. 5:17). Su enseñanza sobre la oración demostró que era consciente de que Dios era Su Padre de manera exclusiva e íntima. Llamaba a Dios “Abba” (“mi querido Padre”), palabra que los hijos judíos utilizaban afectuosamente con relación a un padre (Mar. 14:36; Luc. 10:21,22; 11:2). Su misión era anunciar el reino venidero que estaba unido a Su muerte sacrificial y sustitutoria en la cruz (Mar. 8:31,32; 9:31; 10:32-34; Luc. 9:51; 13:32-35). El reino de Dios solo podía venir a través de la cruz, y la voluntad de Dios sería hecha mediante su Siervo e Hijo ungido (Luc. 4:16-19).
Puesto que la redención incluía a un Mesías sufriente, Jesús adoptó una actitud reservada en cuanto al título “Cristo”. Cuando Pedro confesó “Tú eres el Cristo” (Mar. 8:29), la respuesta de Jesús fue que lo mantuvieran en secreto. Él no lo negó, pero se alejó de las expectativas nacionalistas judías en cuanto a un Mesías libertador (Mar. 10:35-45; Luc. 24:19-21). Aun los discípulos abrigaban esa esperanza (Hech. 1:6). En el juicio de Jesús ante el Sanedrín, les respondió que Él era el Cristo, el Hijo del Bendito, y luego agregó el título de “Hijo del Hombre” (Mar. 14:61,62). No obstante, ante Pilato fue más cauto (Mat. 26:63,64; Mar. 15:2; Luc. 22:67,68) y no se identificó con ninguna idea política mesiánica. Jesús fue sentenciado a muerte sobre la base de una acusación falsa de ser un mesías político y rival de Roma (Mar. 15:26,32). En cambio, Jesús consideraba su misión como “Hijo del hombre” (Mar. 10:45), representante de Dios que sufre, es leal a la verdad, compartiría el trono de Dios (Dan. 7:13,14) y era el Siervo de Dios sufriente (Isa. 42:14; 49:5-7; 52:13–53:12). En Su bautismo (Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-13; Luc. 3:21-22), la voz de Dios reveló la clase de Mesías que era. “Este es mi Hijo amado” (comp. Sal. 2:7) es mesiánico. “En quien tengo complacencia” (Mat. 3:17; comp. Isa. 42:1) proviene de los primeros cánticos del Siervo Sufriente. Su condición de Mesías se concretó por medio de Su sufrimiento y Su muerte, al ser Él quien cargó con los pecados. Como Jesús sabía cuál era Su identidad y cuál Su misión mesiánica, miró con confianza más allá del rechazo por parte de los suyos (Juan 1:11) y la muerte en la cruz, seguro de que Dios lo reivindicaría mediante Su resurrección corporal de entre los muertos.
El Evangelio de Juan efectúa una contribución singular a la cristología. Mateo y Lucas narran acontecimientos relacionados con la concepción y el nacimiento virginal (Mat. 1–2; Luc. 1–2) de Jesús. Juan, por el contrario, enfatiza la encarnación del Hijo divino, el Verbo (Logos) de Dios (Juan 1:1-18). La cristología de los Sinópticos es “desde abajo”, comenzando con el nacimiento de Jesús; la cristología de Juan es “de lo alto”, empezando con el Verbo preexistente (Logos) que estuvo con Dios en la creación y que era Dios (1:1-2). Juan 1 y Colosenses 1 presentan la cristología más elevada del NT. El trasfondo del uso que hace Juan del término logos son los conceptos veterotestamentarios de la “Palabra” y la “Sabiduría” (Prov. 8) de Dios. El Verbo es: el agente de la creación (Juan 1:1-3; comp. Gén. 1:1; Sal. 33:6-9); el agente de la revelación (Juan. 1:4; comp. Gén. 12:1; 15:1; Isa. 9:8; Jer. 1:4; Ezeq. 33:7; Amós 3:1); eterno (Juan 1:1-2; comp. Sal. 119:89) y el agente de la redención (Juan 1:12,29; comp. Sal. 107:20). En Prov. 8, mucho de esto se atribuye a la sabiduría. Esta estaba con Dios en el principio y estaba presente en la creación (Prov. 8:22-31). Génesis 1–2 y Prov. 8 proporcionan el contexto del AT para el prólogo de Juan (1:1-18). Jesús hablaba y enseñaba como un hombre sabio. Gran parte de Su discurso fue sapiencial y utilizó muchas formas tradicionales de sabiduría (incluso parábolas y proverbios). Jesús se presenta a sí mismo como un hombre sabio, y otros también se refieren a Él de ese modo (Mat. 12:42; 13:54; Mar. 6:2; Luc. 2:40,52; 11:31; 21:15; Juan 1:1-4; Rom. 11:33-36; Col. 2:2,3; Apoc. 5:12; 7:10- 12). Además se presenta como la sabiduría misma de Dios (1 Cor. 1:22-24,30; 2:6-8). Esta cristología de la sabiduría es un rasgo importante del retrato neotestamentario de Jesús. Juan también descubrió que Logos era una palabra valiosa que le permitía hablar en forma unitaria a diversas culturas al mismo tiempo, tales como los judíos y los griegos. Para estos, el Logos era el principio ordenador del universo. El Verbo (Jesús) del prólogo de Juan se hizo carne (1:14) y le ha explicado al hombre lo invisible de Dios (1:18).
Juan también desarrolla su cristología en torno a siete señales y siete expresiones “Yo soy”, todas las cuales apuntan a la naturaleza divina del Hijo. Las señales eran milagrosas, pero la importancia que le otorga Juan está en que demostraban quién era Jesús.
LAS SIETE SEÑALES DE JUAN
2:1-11 Jesús convierte el agua en vino.
4:46-54 Jesús sana al hijo de un noble.
5:1-16 Jesús cura a un paralítico.
6:1-15 Jesús alimenta a los 5000.
6:16-21 Jesús camina sobre el agua.
9:1-41 Jesús sana a un ciego.
11:1-57 Jesús resucita de los muertos a Lázaro.
LAS SIETE DECLARACIONES “YO SOY”
“YO SOY el pan de vida” (6:35,41,48,51).
“YO SOY la luz del mundo” (8:12).
“YO SOY la puerta de las ovejas” (10:7,9).
“YO SOY el buen pastor” (10:11,14).
“YO SOY la resurrección y la vida” (11:25).
“YO SOY el camino, la verdad y la vida” (14:6).
“YO SOY la vid verdadera” (15:1,5).
En Juan 8:58, Jesús declara ser el “YO SOY” del AT. No encontramos ninguna declaración más directa en cuanto a la deidad. Juan también desarrolla una teología de gloria mediante el sufrimiento del Mesías (12:27,28; 17:1-5). En Juan se enfatiza que Jesús era consciente de ser el Hijo del Padre, aunque esto no está ausente en los Sinópticos. La deidad de Jesús llega a su clímax mediante la exclamación de Tomás al final de Juan, “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28). Este concepto se proclamó en la iglesia apostólica (Hech. 2:22-36; 8:26-40) y fue expuesto con mayor claridad en manos de teólogos neotestamentarios como Pablo (Rom. 3:24-26) y el autor de Hebreos (Heb. 8–10).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- «CREACIÓN Y CIENCIA» $ USD
Por David Mapes
El precoz progreso de la ciencia se ha hecho posible mediante el método científico que incluye observar un fenómeno, formular una hipótesis para explicar la observación y realizar un experimento para obtener información a fin de afirmar la validez de esa hipótesis. Estos pasos ilustran dos principios importantes de la ciencia. Primero, la ciencia se limita al presente. Sin importar lo sofisticado que sea el equipamiento científico, nunca permitirá que una persona analice datos que no correspondan al tiempo presente. El científico puede examinar los artefactos, catalogarlos y efectuar suposiciones utilizando las técnicas historiográficas, pero nunca puede realizar un experimento controlado para discernir lo que sucedió en el pasado.
Segundo, el método científico proporciona información independiente del punto de vista del científico. Un científico que sea creyente (y hay muchos) arribará exactamente a las mismas conclusiones que un ateo si utiliza el método científico. La ciencia no depende de un sistema de creencias en particular y no es, por lo tanto, dominio exclusivo de los evolucionistas. De aquí que es un error intentar catalogar el debate entre los evolucionistas y los creacionistas como si fuera una disputa de la ciencia frente a la religión o de los hechos en contra de la fe.
En la actualidad, la evolución se presenta como una teoría en crisis. Los experimentos para demostrar la manera en que la vida surgió de la no vida dentro de un caldo primigenio y prebiótico han dejado a todos los evolucionistas sin ninguna explicación en cuanto a la presencia de la vida en la actualidad. El experimento de Stanley Miller del año 1953 en el que produjo algunos aminoácidos, ya no se considera válido aunque aún aparezca como prueba de la evolución en los libros de texto de todas las universidades. Miller presuponía que la atmósfera primitiva de la tierra era reducida y contenía gases de amonio y metano, pero que no había oxígeno. Como él era químico, sabía que una atmósfera reducida era absolutamente necesaria si se iban a formar espontáneamente algunas moléculas. Una nueva interpretación de datos (desde una perspectiva evolucionista) sugiere que en la tierra primitiva se encontraba presente una atmósfera neutral producida por gases volcánicos. Estos gases no forman ningún bloque productor de vida en el aparato de Miller. Como para complicarles las cosas a los evolucionistas, ciertos artefactos (rocas y agua) sugieren que el oxígeno ciertamente estaba presente desde muy temprano. El evolucionista A. G. Cairns-Smith ha demostrado que la producción de elementos químicos de existencia natural, puros y utilizables para desarrollar moléculas, sería imposible en las aguas de la tierra primitiva (Seven Clues to the Origin of Life [Siete pistas para el origen de la vida], Cambridge University Press, 1985, p.43).
Uno se debe preguntar: “Si fue posible que se formaran bloques productores de vida, ¿pudieron estos ensamblarse espontáneamente para formar una célula viviente?” Sir Fred Hoyle calculó esta posibilidad (que es un número bastante conservador) y determinó que existe solo una chance en 1.040.000 de que una célula se pueda ensamblar para formar moléculas orgánicas (The Universe: Past and Present Reflections [El universo: Reflexiones pasadas y presentes], University College, 1981). La mayoría de los científicos consideran que las posibilidades mayores al 1050 son imposibles. Francis Crick, el biólogo ganador del Premio Nobel por haber descubierto la estructura del ADN, determinó que los cuatro mil millones de años que los evolucionistas determinaron se necesitaban para la evolución, no constituían suficiente tiempo para que la vida surgiera de un caldo primigenio (Life Itself: Its Origin and Nature [La vida misma: Su origen y naturaleza], Simon & Schuster, 1981).
Los defectos de la teoría darwiniana continúan manifestándose. Darwin escribió: “Si se pudiera demostrar que existe un órgano complejo que posiblemente no se haya formado mediante modificaciones numerosas, sucesivas y leves, entonces mi teoría se destruiría por completo” (The Origin of the Species [El origen de las especies], New York University Press, 1988, p.154). ¿Cómo le va a Darwin en el día de hoy? Hay dos líneas de investigación científica que proveen evidencias contra la posición de Darwin.
La primera demuestra que las mutaciones no desarrollan genes nuevos. Pierre-Paul Grassé, antiguo presidente de la Academia de Ciencias, declaró que las mutaciones son solo cambios triviales que resultan de la alteración de genes ya existentes, mientras que la evolución creadora requiere la síntesis de genes nuevos (Evolution of Living Organisms [La evolución de los organismos vivientes], Academia Press, 1977, p.217). Sus estudios proporcionan evidencia de que las mutaciones no se extienden a generaciones subsiguientes alejadas de un punto de partida sino que, en cambio, esas generaciones se mantienen dentro de límites firmemente establecidos. Las bacterias, a pesar de sus innumerables mutaciones, no han excedido el marco estructural dentro del que siempre han fluctuado y aún lo hacen. Lee Spetner no solo ha confirmado estos hallazgos sino que además ha demostrado que las mutaciones dan como resultado una pérdida de información genética; exactamente lo opuesto a lo que pronosticaba el darwinismo. Spetner llegó a esta conclusión: “La imposibilidad de observar siquiera una mutación que agregue información es más que un simple fracaso en hallar un respaldo para la teoría. Es evidencia en contra de la teoría” (Not by Chance: Shattering the Modern Theory of Evolution [No por casualidad: Cómo hacer trizas la teoría moderna de la evolución], Judaica Press, 1998, p.160). Peor aún, una pieza clave de evidencia sostenida durante mucho tiempo como “prueba” de la evolución mediante mutación fue el desarrollo de la resistencia antibiótica de las bacterias. La resistencia antibiótica se desencadena despertando un gen que ya está presente en la bacteria. El resultado es que no existe absolutamente ninguna mutación.
La otra línea de prueba científica que desacredita la evolución es la complejidad irreductible. El esquema de Darwin, que va de lo simple a lo complejo, no ha soportado el escrutinio científico. El bioquímico Michael Behe declaró que la complejidad irreductible no solo se extiende a la célula sino también a las partes que la constituyen (Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution [La caja negra de Darwin: El desafío bioquímico a la evolución], Free Press, 1996). Es decir, la célula no se pudo haber desarrollado mediante un proceso de pasos simples. Para que la célula funcionara, debía contar con toda su complejidad desde el principio. De otra manera, habría sido basura orgánica carente de funcionalidad. El famoso ejemplo de la trampa para ratones de Behe ilustra la falacia de que es mejor tener parte de un ojo (órgano, músculo, etc.) que no tenerlo en absoluto. Tener parte de un ojo no funciona mejor que tener solo partes de una trampa para ratones. Uno sencillamente no espera atrapar menos ratones cuando falta la mitad de las partes de una trampa. La complejidad irreductible hasta en las porciones más pequeñas exige un Creador inteligente que, por Su sabiduría, creó una asombrosa célula compleja para confundir la sabiduría del mundo.
La imposibilidad de que la vida aparezca espontáneamente es un problema insuperable para los evolucionistas pero se adecúa con claridad a la verdad que declaran las Escrituras en cuanto a que Dios, en el comienzo, creó la vida. La razón por la que la vida parece ser un “principio” organizado que se autodesarrolló dentro de un plan definido se debe a que Dios, el Gran Diseñador, formó la vida con intrincado detalle. Dios no creó la célula y puso las cosas en movimiento (evolución teísta) sino que Dios creó toda cosa viviente tal como Él lo dijo en los dos primeros capítulos de Génesis.
En tanto que los puntales de la evolución se derrumban, la creación continúa siendo la única explicación realista de la vida. Explica de la mejor manera las evidencias proporcionadas hoy por los artefactos, tales como la ausencia de formas transicionales de vida de lo cual dan testimonio los registros fósiles. Los eslabones perdidos entre los peces y los anfibios, entre los anfibios y los reptiles, etc., dentro del registro fósil no aparecen porque no existen. Dios creó las especies para que se reprodujeran según su género. Aun así, Dios diseñó la diversidad genética dentro de la célula que permite observar variaciones dentro de los géneros.
Si la evolución se encuentra en esta condición, ¿por qué hay tantos que se aferran a ella? Resulta ser que la discusión no es entre la creación y la ciencia. La discusión se ubica en un nivel filosófico. El pensamiento racionalista deja de lado lo sobrenatural y busca otras explicaciones aparte de la obra de un Creador perfectamente sabio quien dejó su sello en el diseño de la creación. ¿Debe la teoría del hombre racionalista y falible moldear nuestro pensamiento, o deberíamos reconocer a Dios quien es nuestro Creador soberano y creer en Su palabra?
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- ¿QUÉ ES EL TÉRMINO «CREACIÓN»? $ USD
Por Ted Cabal
La naturaleza de la enseñanza bíblica sobre la creación es a la vez teológica, doxológica y fáctica. Teológicamente, la Biblia refuta las teorías cosmológicas paganas tanto antiguas como modernas: este mundo no es la realidad definitiva. Doxológicamente, la creación no solo declara la gloria de Dios sino que incluso la enseñanza sobre la creación en las Escrituras se presenta como una alabanza a Dios. Por ejemplo, los eruditos reconocen la agradable simetría literaria en la estructura de los días de la creación en el Génesis. Desde el punto de vista fáctico, los textos bíblicos revelan algo de las actividades creativas y formativas de Dios en este mundo. Por lo tanto, aunque la doctrina de la creación es más que ciencia, no por eso es anticientífica. De lo contrario, la teología y la doxología bíblicas no tendrían fundamento. En realidad, estos énfasis se asocian en la doctrina creacionista como un tema central a lo largo de la Biblia.
El mensaje de la creación
Dios es eterno y trascendente; la creación no lo es (Gén. 1:1; comp. Las referencias de Jesús al “principio de la creación que Dios creó” Mar. 13:19; comp. Mat. 19:4; Mar. 10:6). Todas las cosas le deben su existencia (Isa. 44:24; 45:12; Sal. 33:6; Apoc. 4:11) a la obra de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo (comp. Gén. 1:1; Juan 1:1; Gén. 1:2), que tiene a Cristo como agente preeminente de la creación (Juan 1:10; Col. 1:16). La enseñanza bíblica da a entender que Dios creó el mundo de la nada (Heb. 11:3). A diferencia de Dios, cualquier cosa creada puede ser afectada; solo lo que Dios desea continuará existiendo (Heb. 1:3; 12:27; Col. 1:17).
A pesar de estar actualmente sujeta a la corrupción ética y material, la creación de Dios aún lleva las marcas originales de su condición completamente buena (Gén. 1:31; 1 Tim. 4:4). La raza humana es la única que disfruta del privilegio de llevar la imagen divina (Gén. 1:27, todas las personas subsiguientes, aunque no fueron creadas directamente como Adán y Eva, se consideran obra especial de la mano de Dios; Sal. 89:47; comp. Sal. 102:18). El propósito (Col. 1:16) y el diseño divino (por ejemplo, la determinación del tiempo mediante el movimiento de los cuerpos celestes en Gén. 1:14) dominaron la creación. Esta habla de la gloria de Dios en pleno contraste con el hombre (Sal. 8; 19:1-4).
La desfiguración de la creación, por lo tanto, no es original. Debido al pecado de Adán, la creación acarrea ahora evidencias de su sujeción a la vanidad, su esclavitud a la corrupción, su gemido y su sufrimiento (Rom. 8:20-22). Sin embargo, la obra de Dios continúa dando testimonio fiel de Su poder eterno y de Su naturaleza divina, a pesar de la rebelión e idolatría de una raza que decide alejarse de este conocimiento revelado (Rom. 1:18-23). La buena noticia es que, aunque la imagen de Dios se vio afectada a causa de la caída, esa misma imagen se está renovando (Col. 3:10; Ef. 4:24) en aquellos que son nuevas criaturas en Cristo (2 Cor. 5:17; Gál. 6:15). Un día, toda la creación será liberada para poder entrar en la libertad de la gloria futura de los hijos de Dios (Rom. 8:20-22). Por lo tanto, así como Adán lo anticipó en forma simbólica, Cristo es el verdadero prototipo para los redimidos (Rom. 5:14; 1 Cor. 15:45).
Cuidado al interpretar las Escrituras y la ciencia
La enseñanza escritural sobre la creación se ha vuelto objeto de análisis minucioso y de duda, especialmente desde la época de la Ilustración. En la actualidad, textos bíblicos importantes se consideran comúnmente errores precientíficos o mitología. En este entorno, los maestros y los predicadores de la doctrina creacionista pueden esperar cuestionamientos sobre la veracidad de la Biblia en relación a las “ciencias” física y literaria.
Los críticos de historia normalmente opinan que el relato de la creación de Génesis depende de las narraciones paralelas de la Mesopotamia y Egipto. No obstante, ninguna de las diversas reconstrucciones de dependencia del Génesis ha obtenido consenso entre los eruditos. Indudablemente existen historias de la creación que en algunos aspectos son similares a Génesis, pero en las comparaciones a menudo se ignoran ciertas diferencias, incluso algunas fundamentales. Por ejemplo, el monoteísmo sereno del Génesis se eleva como un alivio sobresaliente ante el politeísmo turbulento que se hallaba comúnmente en los relatos babilónicos. Algunos puntos de contacto entre el Génesis y otros relatos creacionistas se deben tal vez al repudio bíblico hacia las ideas paganas en aquellas cosmogonías.
Lo que se ha convertido en una acusación normal de los críticos de la Biblia es que el Génesis no solo contiene mitología sino que incluso está constituido en sus capítulos iniciales por dos relatos mitológicos y conflictivos de la creación. En un intento por explicar los dos primeros capítulos como si fueran una recopilación de una fuente de información y de la tradición, la conjetura común es que una fuente sacerdotal (S) que destaca Gén. 1:1–2:4a está en conflicto con el relato yahveísta (J) del resto del capítulo 2. Sin embargo, una tendencia creciente entre los eruditos es rechazar la opinión de que estos capítulos representan dos relatos opuestos de la creación. La congruencia de la estructura literaria de ambos capítulos indica la presencia de tradiciones unificadas y no separadas. Los estudios retóricos también dan a entender que ambos capítulos presentan una narrativa unitaria. Y los estudios comparativos indican que las historias de los orígenes de Sumeria y Babilonia se narraban en dos partes que consistían en presentar el relato general seguido de otro más detallado. Todo esto respalda la opinión tradicional: el capítulo 2 presenta una elaboración más detallada de los temas del capítulo 1.
Con el surgimiento de la ciencia moderna se ha lanzado otro desafío a la doctrina bíblica de la creación. Un concepto muy común es que las enseñanzas bíblicas y las científicas son diametralmente opuestas, o que son completamente irrelevantes entre sí. Sin embargo, una opinión más sana que requiere mayor cuidado y dedicación es que las Escrituras y la ciencia se complementan mutuamente cuando se las interpreta de manera correcta. Se conocen muy bien los errores interpretativos del pasado y la comprensión incompleta de la ciencia y de la Biblia. Por ejemplo, Isaac Newton estaba equivocado en cuanto a su teoría corpuscular de la luz. El fenómeno cuántico continúa dejando perplejo nuestro entendimiento. En una época, los intérpretes bíblicos creían que la Biblia enseñaba acerca de un universo geocéntrico (también la creencia científica de aquella época). También permanecen muchos enigmas interpretativos de la Biblia tales como la creación de la luz antes del sol y las estrellas en Génesis 1, o cuándo y dónde ubicar la fechade la creación. Lo que sí es claro es que la iglesia no se debe someter al escepticismo ni a las dudas interpretativas acerca de la veracidad bíblica y que, al mismo tiempo, debe resistir las tendencias pasajeras de interpretación.
La iglesia también debe permanecer firme frente a los puntos de vista mundanos especulativos que se disfrazan de verdad científica. La Biblia ciertamente parece reconocer la variabilidad genética dentro de los diversos órdenes de criaturas (por ej., puesto que todos los seres humanos han descendido de Adán y Eva, solo existe una raza humana; comp. Hech. 17:26). Pero la doctrina escritural de la creación rechaza la plasticidad casi infinita de las especies tal como lo postula el darwinismo (observar que la reproducción es “según su género”; ver Gén. 1:11,12). Es vital reconocer que el rechazo de cualquier posibilidad de diseño que reclama la teoría macroevolutiva desaparece frente al relato bíblico de la creación y no se puede armonizar con él.
Los cristianos están agradecidos cuando la ciencia, intencionalmente o no, arroja confirmación a la verdad escritural (por ej., la cosmología reciente ha comenzado a debatir nuevamente si existen evidencias de una creación ex nihilo). Sin embargo, la fe en la palabra de Dios revelada en las Escrituras es, en definitiva, esencial para entender el origen de todas las cosas (Heb. 11:3). La verdad revelada de la obra creadora soberana de Dios es un asunto terminado que no depende de la comprensión incompleta y defectuosa de los seres humanos (Sal. 119:89-91).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- ¿QUÉ ES EL TÉRMINO «CORDERO DE DIOS»? $ USD
Por Dale Ellenburg
Título que Juan el Bautista le otorgó específicamente al Señor Jesús (Juan 1:29): “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. El título aparece anteriormente, pero no con el significado específico que tiene aquí. Por ejemplo, la frase se utiliza en un libro apócrifo del siglo II para referirse al Mesías (“honra a Judá y a Leví, porque de ellos se levantará para ti el Cordero de Dios para salvar por gracia a todas las naciones”). Jeremías 11:19 e Isa. 53:7 también señalan una alusión profética. No obstante, en el NT el término halla su significado particularmente cristiano al referirse a Cristo como el Cordero que hizo expiación por nuestros pecados.
El origen de la expresión se observa en el lugar importante que ocupa el “cordero” en los sacrificios del pueblo judío. En la Pascua anual (Ex. 12:1- 36) como así también en los sacrificios diarios de Israel (Lev. 14:12-21; Heb. 10:5-7) se usaba un cordero para el sacrificio. La cantidad de ofrendas se duplicaba en el día de reposo, y en algunas fiestas importantes se ofrecía en el altar un número aun mayor (Ex. 29:38; Núm. 28:3,9,13). Todo esto le resultaba conocido a Juan el Bautista, ya que era miembro de una familia sacerdotal.
El cordero de la Pascua ocupaba un lugar central en la mente del israelita devoto, y cuando Juan expresó las palabras que aparecen en Juan 1:29, no faltaba mucho tiempo para esa fiesta. Tal como sugieren algunos, el significado del término en su relación con el sacrificio es mucho más importante que la mera comparación del carácter de nuestro Señor con la mansedumbre y la bondad. Las palabras del apóstol Pablo (1 Cor. 5:7) y de Pedro (1 Ped. 1:18) reflejan claramente el uso de la frase en el contexto sacrificial.
Mientras que el uso de “cordero” es escaso en el resto del NT, las referencias en el libro de Apocalipsis adquieren una importancia fundamental. El término aparece 27 veces, pero la palabra que utiliza el apóstol Juan difiere de la que usó el Bautista. El amnos de Juan 1:29 se convierte en arnion en Apocalipsis, una forma diminutiva que sugiere la idea de afecto. Arnion también es la palabra que utilizó el Señor cuando censuró y perdonó a Pedro (Juan 21:15). Si bien arnion en Apocalipsis es el Cordero del sacrificio (5:6-10; 12:11), es también el que vendrá con ira y juicio (6:16,17).
La relación entre Juan 1:29 e Isa. 53 ha sido tema de importantes debates. En el v.10, Él sufrió habiendo “puesto su vida en expiación por el pecado”, y en el v.4, “llevó él nuestras enfermedades”. La palabra del profeta correspondiente a “llevar” (en la LXX, pherein) incluye el concepto de una ofrenda por el pecado que tiene poder para justificar y donde se tiene en vista la idea de “quitar”. Sin embargo, cuando Juan dijo que Cristo iba a “quitar” el pecado del mundo, no utilizó la palabra de la LXX, pherein, sino airein. Algunos eruditos sostienen que el término de Juan significa simplemente “hacer a un lado” o “sostener” o “soportar”. Pero esto, sin duda, descarta el significado del término relacionado, “cordero”, que Juan no podría haber empleado sin tener en cuenta su sentido sacrificial y, en consecuencia, sustitutorio. Entre las dos referencias, en Cristo hallamos el cumplimiento de la promesa de Dios de proveer un sacrificio que cargaría con la maldición del pecado y proporcionaría salvación al mundo. Aunque es probable que Isaías no haya tenido un concepto completamente dogmático de la plena relación entre la muerte de Cristo y la salvación del mundo, en su mente había una leve percepción de la idea de cargar con la maldición.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- ¿QUÉ ES EL TÉRMINO «CORAZÓN»? $ USD
Por Gerald P. Cowen
Centro de la vida física, mental y espiritual del ser humano. “Corazón” se refiere al órgano físico y se lo considera centro de la vida física. Se dice que comer y beber fortalece el corazón (Gén. 18:5; Jue. 19:5; Hech. 14:17). Como centro de la vida física, llega a representar toda la persona. Se convirtió en el centro de todas las funciones vitales del cuerpo, incluyendo la vida intelectual y espiritual. El corazón y el intelecto están estrechamente relacionados, y al corazón se lo considera asiento de la inteligencia: “Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible… De lo contrario… entenderían con el corazón, y se convertirían, y yo los sanaría” (Mat. 13:15 NVI). El corazón está vinculado con el pensamiento: “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7). Meditar algo en el corazón significa considerarlo cuidadosamente (Luc. 1:66, 2:19). La forma hebrea literal de decir que uno se preocupa por algo es “poner en ello el corazón”. En hebreo, “llamar algo al corazón” es lo que se traduce “recuerden esto” (Isa. 46:8 NVI). Todas estas son funciones mentales, pero en el lenguaje bíblico están relacionadas con el corazón.
Estrechamente relacionados con la mente están los actos de la voluntad, aquellos que resultan de una decisión consciente o deliberada. Así pues, 2 Cor. 9:7 afirma: “Cada uno dé como propuso en su corazón”. Ananías concibió en su corazón la acción de mentir al Espíritu Santo (Hech. 5:4). Las decisiones conscientes se toman en el corazón (Rom. 6:17). Asociados a la voluntad están los anhelos y los deseos humanos. Romanos 1:24 describe cómo “Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros” (NVI).
El corazón no solo está asociado con actividades de la mente y la voluntad sino que además está íntimamente relacionado con los sentimientos y los afectos de la persona. Emociones como alegría o dolor se originan en el corazón (Sal. 4:7; Isa. 65:14). También se atribuyen al corazón otros sentimientos, en especial en el AT. El temor de Nabal se describe con la frase “se le apretó el corazón en el pecho” (1 Sam. 25:37; comp. Sal. 143:4). La desilusión o la desesperación se describen con la frase, “la congoja abate el corazón”, que equivale a hacerlo detener (Prov. 12:25). Eclesiastés 2:20 dice: “Volvió, por lo tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría”. Otra emoción conectada con el corazón es la tristeza. Juan 16:6 declara: “Porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón”. Proverbios 25:20 describe la tristeza como tener el “corazón afligido”. El corazón también es el asiento del sentimiento de amor y de lo opuesto, odio. En el AT, por ejemplo, a Israel se le ordena: “No aborrecerás a tu hermano en tu corazón” (Lev. 19:17). Una emoción similar, los celos amargos, se describe en Sant. 3:14 como que está alojada en el corazón. Por otra parte, el amor tiene su asiento en el corazón. Al creyente se le pide que ame a Dios “con todo [su] corazón” (Mar. 12:30; comp. Deut. 6:5). Pablo enseñó que el propósito del mandamiento de Dios es el amor “nacido de corazón limpio” (1 Tim. 1:5).
En las Escrituras se habla del corazón como centro de la vida moral y espiritual. Por ejemplo, se lo vincula con la conciencia. En realidad, la lengua hebrea carece de una palabra para conciencia, de manera que con frecuencia se usaba “corazón” para expresar ese concepto: “No me reprochará mi corazón en todos mis días” (Job 27:6). En 1 Sam. 25:31, la versión Reina Valera traduce la palabra hebrea para “corazón” por “remordimiento”. En el N. T. también se habla del corazón como aquello que nos reprende (1 Jn. 3:19-21). Se dice que todas las condiciones morales, desde la más elevada hasta la más baja, están en el corazón. A veces se usa el corazón para representar el verdadero carácter o naturaleza de una persona. Sansón le descubrió a Dalila “todo su corazón” (Jue. 16:17). Esta verdadera naturaleza se contrasta con la apariencia externa: “el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7).
En el aspecto negativo, se dice que la maldad surge del corazón: “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Jesús dijo que del corazón salen malos pensamientos, homicidio, adulterio, fornicación, robo, falso testimonio, blasfemia (Mat. 15:19). En otras palabras, la corrupción viene del interior más que del exterior.
Debido a que el corazón es la raíz del problema, allí es donde Dios obra en la persona. Por ejemplo, la labor de la ley está “escrita en sus corazones”, y la conciencia es prueba de ello (Rom. 2:15). El corazón es el campo donde se siembra la semilla (la Palabra de Dios) (Mat. 13:19; Luc. 8:15). Además de ser el lugar donde están escritas las leyes naturales de Dios, es el lugar de la renovación. Antes de que Saúl se convirtiera en rey, Dios le dio un corazón nuevo (1 Sam. 10:9). El Señor le prometió a Israel un nuevo espíritu, que le quitaría el “corazón de piedra” y le daría “un corazón de carne” (Ezeq. 11:19). Pablo declaró que las personas deben creer en el corazón para ser salvas; “con el corazón se cree para justicia” (Rom. 10:10, comp. Mar. 11:23; Heb. 3:12).
El corazón es la morada de Dios. Se nos dice que dos personas de la Trinidad viven en el corazón del creyente. Dios nos ha dado “como garantía, el Espíritu en nuestros corazones” (2 Cor. 1:22). Efesios 3:17 expresa el deseo de que “habite Cristo por la fe en vuestros corazones”. El amor de Dios “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom. 5:5).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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- ¿QUÉ ES EL TÉRMINO «CONVICCIÓN»? $ USD
Por Glenn McCoy
Sentimiento de culpa y vergüenza que guía al arrepentimiento. La palabra “convicción” aparece una sola vez en el NT (Heb. 11:1). El término “convencer” es el que expresa de manera más cercana el significado de “convicción”.
La palabra hebrea yakah expresa esa idea de convicción. Significa “argumentar con”, “comprobar”, “corregir”. Dios puede ser el sujeto y la persona el objeto (Job 22:4), una persona puede ser el sujeto que convence a otra persona (Ezeq. 3:26).
El término griego que significa “convencer” es elencho. Quiere decir “refutar”, “reprender”, y comúnmente sugiere vergüenza de parte de la persona convencida. Ministros jóvenes como Timoteo y Tito tenían la responsabilidad de “reprender” (censurar, refutar) a quienes tenían a su cargo (1 Tim. 5:20; 2 Tim. 4:2; Tito 1:13; 2:15). Juan el Bautista “reprendió” a Herodes Antipas por su matrimonio ilícito con Herodías, la esposa de su hermano (Luc. 3:19). Nadie podía “redargüir” a Jesús de pecado (Juan 8:46). Juan 16:8-11 es un pasaje clásico sobre la convicción. El Espíritu Santo convence y el mundo (habitado) es el objeto de la convicción. Un estudio de estos versículos arroja los siguientes resultados. Primero, la convicción de pecado es el resultado de la obra del Espíritu Santo que despierta a la humanidad para que experimente un sentimiento de culpa y condenación por el pecado y la incredulidad. Segundo, la idea va más allá de la convicción mental. Abarca a la persona en su totalidad. Esto puede conducir a una acción basada en un sentimiento de convicción. Tercero, la convicción da como resultado esperanza y no desesperanza. Una vez que las personas toman conciencia de estar separadas de Dios, son desafiadas y alentadas para que arreglen esta situación. La convicción no solo implica ser expuesto al pecado (desesperanza) sino que también llama a arrepentirse (esperanza).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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