UNA BIBLIA PERSONALIZADA PARA TI
- ¿Es Jesús el único camino? $ USD
Por Robert M. Bowman, hijo
¿Es la fe en Jesucristo el único camino de salvación, la única forma de obtener la vida eterna? Al meditar sobre esta cuestión, debemos tener en mente algunas enseñanzas bíblicas inquebrantables:
No todo el mundo será salvo. Algunas personas no entrarán en el cielo (Mt. 7:13-14; 25:41,46; 2 Ts. 1:6-9; He. 10:26-31; Ap. 20:10-15).
Las personas serán juzgadas por sus obras. Dios no condena a las personas que no creyeron en Jesús porque nunca oyeron hablar de Él, sino que las juzgará por sus obras (Sal. 62:12; Mt. 16:27; Ro. 2:6; Ap. 2:23; 20:13). Quienes confían en Jesús son misericordiosamente salvados del justo juicio de Dios por la muerte de Cristo en su lugar.
Ninguno de nosotros podrá salvarse haciendo buenas obras: «ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; […] por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro. 3:20,23). De esto se deducen dos conclusiones importantes. Primero: Dios no tiene la obligación de salvar a nadie, ya que ningún pecador merece la vida eterna. Segundo: todos necesitamos un Salvador.
Jesús es el único Salvador disponible. Solamente Jesús murió para salvarnos de nuestros pecados (Mt. 1:21; 1 Co. 15:3; 1 Ti. 1:15; 2 Ti. 1:9- 10). Por ello, Jesús es «el Salvador del mundo» (Jn. 4:42; ver 12:47; 1 Jn. 4:14). Él declaró ser el único camino: «… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Jn. 14:6). Pedro concuerda: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hch. 4:12).
Aquellos que rechacen a Jesús se perderán. A pesar de lo que pueda decirse en cuanto a aquellos que nunca han escuchado el evangelio, los que lo hayan escuchado y rechazado tienen un serio problema. Jesús advirtió que aquellos que lo rechazan están rechazando al Padre (Lc. 10:16; Jn. 12:48). Los que saben que Cristo murió por ellos, pero se niegan a seguirlo, deberán enfrentarse a un terrible juicio (He. 10:26-27).
¿Significa todo esto que no podrá salvarse nadie que no haya escuchado el mensaje en cuanto a Jesús? No del todo. Sabemos que los creyentes del AT fueron salvos al confiar en la misericordia de Dios, a pesar de que vivieron antes de la venida de Cristo (Ro. 4:1-7; He. 11:4-32). Podemos suponer que Dios no condenará las almas de los que no llegaron a nacer, de los bebés, de los niños pequeños y de aquellas personas con deficiencias mentales, incapaces de discernir el bien del mal o de tomar decisiones morales (Is. 7:15-16; Ro. 9:11), aunque no puedan escoger conscientemente seguir a Jesús. Aparte de estas excepciones, queda claro que el mandamiento de Jesús de llevar el evangelio a todas las naciones (Mt. 28:19-20; Lc. 24:47) se basa en que las personas que no conocen a Cristo como Salvador se encuentran en tinieblas espirituales, y necesitan escuchar y aceptar el evangelio (Hch. 26:18; Ef. 2:12). Todos los cristianos deberían tener un sentimiento de urgencia en cuanto a la necesidad de todas las personas en todo el mundo de conocer a Jesucristo como su Salvador.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por (Matteo Paganelli) en Unsplash
- Expectativas mesiánicas $ USD
Por Craig A. Evans
«Mesianismo» y «expectativa mesiánica» son formas de describir la esperanza de que una persona ungida llegue para redimir a Israel o a la Iglesia. Los cristianos creen que el Mesías ya vino en la persona de Jesús de Nazaret. La aparición del Mesías se entiende como parte de un drama escatológico mayor donde la actividad humana en la Tierra se ve notablemente alterada por la introducción del «reino de Dios», un tiempo en que se experimenta de forma más tangible y permanente la voluntad de Dios en la Tierra. Suele creerse que la manifestación de esta figura ungida forma parte de los sucesos culminantes de la historia de la humanidad. La palabra «mesías» viene del griego messias (comp. Jn. 1:41; 4:25), que a su vez es la transliteración de la palabra hebrea mashiach (2 S. 22:51; 23:1), que se refiere a aquel que es «untado» o «ungido» (con aceite). El término griego equivalente es christos (comp. 2 S. 22:51; 23:1 LXX), que aparece unas 500 veces en el NT. La forma nominal de christos deriva de los verbos mashach (heb.) y chriein (gr.), que significan «ungir» o «untar (con aceite)».
El origen de la expectativa mesiánica
Las expectativas mesiánicas de la fe judía y de la cristiana se remontan al pacto de Dios con el rey David (2 S. 7) y al período que siguió al exilio y el fin de la dinastía davídica, cuando surgió la esperanza de que Dios levantaría algún día a un rey piadoso sobre el trono de Israel. Algunos de los profetas de Israel anunciaron la venida de un majestuoso descendiente de David, y sus descripciones parecen representarlo como mucho más que un simple mortal. Isaías predijo la venida de un «niño» e «hijo» que se llamaría «Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz», y cuyo reino nunca tendría fin (Is. 9:6- 7). Isaías profetizó una vez más la venida de un vástago de David, en quien reposaría el Espíritu de Dios y que gobernaría la tierra con justicia y equidad (Is. 11:1-5). Este tipo de descripciones apuntaban a que el ungido que vendría, el Mesías, sería el propio Dios.
Durante el período intertestamentario (aprox. 400 a.C. hasta el nacimiento de Cristo), varios pasajes de la Escritura en el AT se interpretan a la luz de la esperanza mesiánica. Además de Isaías 11:1-5, se apela a menudo a Génesis 49:10 («No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies…») y Números 24:17 («… Saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel…»). Tanto el filósofo del siglo I Filón de Alejandría como el historiador y sobreviviente de la gran rebelión (66-70 d.C.) Josefo mencionan estos pasajes como referencias al Mesías. En los Rollos del Mar Muerto, Isaías 11 es especialmente interesante. 1QSb 5 aplica partes de Isaías 11:2-5 al esperado Mesías, mientras que 4Q161, un importante comentario sobre el libro de Isaías, interpreta Isaías 10:34–11:5 como una profecía sobre la venida del Mesías, llamado el «vástago de David», quien destruirá a los enemigos de Israel, los romanos (llamados los «kittim»). 4Q285 cita Isaías 10:34–11:1 y lo interpreta como una referencia al Mesías venidero, llamado el «vástago de David» y «líder de la comunidad» (es decir, el líderde la comunidad de Qumrán). Se decía que mataría al «rey de los kittim», es decir, el emperador de Roma (ver también el paralelo 11Q14).
Jesús y la expectativa mesiánica
La disposición de Jesús a sufrir y morir contrastaba fuertemente con la extendida expectativa en cuanto a la venida de un Mesías que daría muerte a Sus enemigos. Su desinterés en arrojar a los ocupantes romanos y reclamar el trono de Israel podría explicar en parte por qué fue ampliamente rechazado por las autoridades judías. Estas deseaban que persiguiera objetivos militares violentos; sin embargo, Él vino a introducir el gobierno misericordioso y perdonador de Dios. Respecto al cumplimiento de las expectativas mesiánicas bíblicas por parte de Jesús, no hay que perder de vista que la primera vez vino para sufrir y morir por los pecadores (tal como estaba profetizado en Is. 52:13–53:12), pero volverá como Rey conquistador (2 Ts. 1:7-10).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de Allef Vinicius / Unsplash
- ¿Qué significa Abba? $ USD
Por Michael Fink
Palabra aramea que signifi ca “padre” utilizada por Jesús al hablar de Su relación íntima con Dios, relación a la cual todos pueden entrar por medio de la fe. También se puede referir a un antepasado, abuelo, fundador (de algo), protector o inclusive se utiliza como título honorario para un anciano.
Antiguo Testamento
Aunque abba no aparece en el AT, su correspondiente hebreo ab ocurre con frecuencia. Ab se refiere generalmente a un padre humano. En algunas ocasiones, el AT habla de Dios en el papel de Padre de Israel (Ex. 4:22; Deut. 32:6; Isa. 45:9-11; Mal. 2:10) o del rey de Israel (2 Sam. 7:14; Sal. 2:7; 89:26-27).
Nuevo Testamento
La idea de la relación íntima de Dios con la humanidad es un rasgo distintivo de la enseñanza de Jesús. Dios se relaciona con los creyentes tal como un padre lo hace con su hijo. Algunos traducirían Abba por “Papito” para dar una idea del significado íntimo y personal de la palabra. Aun cuando “Padre” traduce en el NT la palabra griega más formal pater, sin duda la idea de Abba está en su trasfondo. Jesús se dirigió a Dios en oración como Abba (Mar. 14:36) y les enseñó a los discípulos que oraran en los mismos términos
(Luc. 11:1-2, pater). Las declaraciones de Jesús en cuanto a Su íntima relación con Dios ofendían a muchos de sus opositores pues consideraban que Abba era una expresión excesivamente familiar para dirigirse a Dios. No obstante, el uso que hizo Jesús estableció el modelo para la visión de la iglesia en cuanto a Dios y la relación de los creyentes con Él.
Pablo utilizó Abba para describir la acción de Dios al adoptar a los creyentes como hijos (Rom. 8:15) y al cambio que resulta en la condición del creyente ante Dios (G.l. 4:6-7).
Artículo extraído del Diccionario Bíbico Ilustrado Holman.
Foto por Jude Beck en Unsplash