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- El significado de “antropología” $ USD
Por David Depp
La antropología bíblica trata acerca del origen, la naturaleza esencial y el destino de los seres humanos. Estos no tendrían conocimiento de su naturaleza depravada ni de la labor salvadora de Dios si no fuera por la obra de la Palabra, tanto encarnada como inscripta en nuestro corazón y mente.
El AT utiliza cinco palabras para “hombre”. Adam puede ser individual o colectiva y puede incluir tanto a los hombres como a las mujeres (Gén. 5:1-2). Josefo declara que “adam” significa “rojo” porque el primer hombre fue formado a partir de “la tierra roja”. Lo más probable es que esté relacionada con la misma palabra árabe que significa “criaturas” o “humanidad”. Ish en el AT se usa con más frecuencia para el género masculino y para referirse a un hombre en contraposición a Dios (Núm. 23:19), a un hombre como diferente de una mujer (Gén. 2:23), a un hombre como diferente de una bestia (Ex. 11:7), a un hombre como esposo (Gén. 3:6), a un hombre como padre (Ecl. 6:3) y a un hombre valiente (1 Sam. 4:9). Enosh es generalmente una referencia poética a un hombre en forma individual (Job 5:17), a los hombres en sentido colectivo (Isa. 33:8) o a la humanidad en general (Job 14:19). Geber deriva de un verbo que significa ser “fuerte” o “poderoso” y se utiliza en forma poética para distinguir a los hombres de aquellos a quienes se protege, es decir, las mujeres y los niños. Metim se puede referir a varones (Deut. 2:34), a una cantidad de hombres (Gén. 34:30) o a la gente (Job 11:4).
Asimismo, el NT utiliza alrededor de cinco palabras para aludir a “hombre”. Anthropos, al igual que Adam, se utiliza para referirse a los hombres como una clase (Juan 16:21), en contraste con las otras formas de vida (plantas, animales; Mat. 4:19), como el equivalente de las personas (Mat. 5:13) y como un ser físico (Sant. 5:17) sujeto al pecado (Rom. 5:18) y a la muerte (Heb. 9:27). Anthropos se utiliza en relación con Cristo como representante de toda la humanidad (1 Cor. 15:21). Aner, al igual que ish, se usa para referirse a un hombre a diferencia de una mujer (Mat. 14:21), a un hombre a diferencia de un muchacho (1 Cor. 13:11) y a un hombre como esposo (Mat. 1:16). También se utiliza en relación con Jesús como el Hombre a quien Dios designó para ser juez de todos los hombres (Hech. 17:31). Thnetos se refiere a un hombre como mortal en referencia a la carne (sarx, 2 Cor. 4:11), al cuerpo (soma, Rom. 6:12) y al hombre mortal en general (1 Cor. 15:3). Psyche es el alma, el yo y la vida (Juan 10:11; comp. nephesh, Gén 2:7). Arsen también se usa para distinguir lo masculino de lo femenino (Mat. 19:4; comp. LXX; Gén. 1:27; Rom. 1:27).
La creación.
Las Escrituras no indican que Dios haya creado a los seres humanos a causa de una necesidad o porque se sentía solo. Puesto que Dios es independiente, no había necesidad de que creara la humanidad (Job 41:11; Hech. 17:24- 25). Él no tiene necesidad de sentirse completo o realizado fuera de sí mismo. Por lo tanto, Dios tiene que haber creado a los seres humanos para Su gloria (Isa. 43:6-7; Rom. 11:36; Ef. 1:11-12). En consecuencia, los seres humanos deben deleitarse en su Hacedor y procurar conocerlo (Sal. 37:4; 42:1-2; Mat. 6:33).
Debido a que los seres humanos fueron creados por Dios para Su gloria, es lógico que la humanidad refleje Su “semejanza” o “imagen” (Gén. 1:26-31; 5:1-3). La creación de los seres humanos fue buena (Gén. 1:31) y fueron los seres más elevados en el orden creado (Gén. 1:26; Sal. 8). En su condición de creación más elevada, se les dio responsabilidad sobre la tierra como representantes de Dios y encargados de cuidar el orden creado (Gén. 1:26-31). Todos los seres humanos fueron creados a Su imagen. Mientras que “semejanza” no indica similitud física, aun el cuerpo refleja la gloria de Dios y es el medio por el cual los seres humanos llevan a cabo los propósitos divinos. La imagen se encuentra particularmente en la mente y el corazón. El hecho de haber sido creada a la imagen de Dios separa a la humanidad del resto de la creación. Específicamente, abarca las siguientes cualidades: moral (rectitud original, Ecl. 7:29), mental (capacidad de razonamiento y conocimiento, Isa. 1:18; Rom. 12:2; Col. 1:10; 1 Jn. 5:20) y espiritual (Gén. 2:7; Job 20:3; 1 Cor. 2:12-14; 15:35-50). Sin embargo, el propósito de ser creados con estas capacidades es que los seres humanos sean aptos para conocer a su Creador y que sean conocidos por Él. Por lo tanto, la capacidad racional con la que glorificamos a Dios, lo anhelamos y nos deleitamos en Él incluye a las demás. Esa relación tiene como propósito glorificar a Dios y deleitarnos en Él para siempre (Sal. 16:11).
La redención
La imagen de Dios se ha dañado a causa de la caída. La imagen no se ha destruido, sino que solamente se ha corrompido (Sant. 3:9). Esta corrupción es universal, y afecta a todos sin distinción de raza, sexo, educación ni condición social (Rom. 3:10-26). Se entiende que los seres humanos tienen vestigios de la imagen de Dios porque la Biblia habla acerca de la necesidad de restaurarla (Rom. 8:29; 1 Cor. 3:18; Ef. 4:23-24; Col. 3:10). Por causa del pecado, los seres humanos necesitan redención o regeneración a fin de que la imagen se pueda renovar y se restaure la capacidad de relacionarse con Dios. El pecado nos separa del propósito previsto de glorificar a Dios (Rom. 3:23). En consecuencia, los seres humanos debemos depender completamente de Dios para que Él revele Su gloria como así también nuestra depravación. Se producen dos resultados cuando Él nos revela Su gloria: el conocimiento de Dios y el conocimiento de nuestra iniquidad (Ezeq. 39:21-23; Rom. 3:21-26). En la naturaleza corrupta, la humanidad rechaza la revelación de la gloria de Dios. Esto trae como resultado una falta de conocimiento tanto de Dios como de nuestra condición (Rom. 1:18-32). Él ha entregado a la humanidad a una mente depravada (Rom. 1:28). Aquellos que han ca.do a causa del pecado, y que no tienen el conocimiento de Dios, están separados de la gloria divina y van a la destrucción eterna (2 Tes. 3:1-3).
Debido a la corrupción de la imagen, la única esperanza de conocer a Dios y de reconocer nuestra depravación es a través de la revelación de la Palabra de Dios, escrita y encarnada. El medio por el cual los seres humanos somos redimidos es mediante el don gratuito de Cristo (Juan 3:16). Por medio de esta expiación sustitutoria en la cruz podemos ser creados de nuevo (Gál. 6:14-15; 2 Cor. 5:14-19). Cristo representa la imagen verdadera de Dios (Juan 12:45; Col. 1:15) como el segundo Adán (1 Cor. 15:45-47). Esa semejanza solo puede tener lugar en los seres humanos caldos cuando estos son colocados en unión con Cristo (Rom. 12:1-2). El conocimiento que Dios da de s. mismo por medio de Su gloria es lo único que se necesita para escapar de nuestra corrupción y participar de la naturaleza divina (1 Ped. 1:2-4). A través de la re-creación, el propósito de la creación se restaura, o sea, glorificar a Dios y deleitarnos en Él. Nuestra redención obra este propósito de Dios (Ef. 1:3-5), quien perdona nuestro pecado para Su gloria (Sal. 79:9). Esta obra divina es una tarea en desarrollo que se completar. en el regreso de Cristo (Fil. 1:6; 1 Jn. 3:2).
La constitución
La Biblia habla de los seres humanos como una unidad de cuerpo y alma/espíritu (Gén. 2:7). Aunque existen referencias negativas a la carne como pecaminosa, otros hablan de ella en relación con la unidad de que somos parte (Sal. 63:1). Si bien hay una parte inmaterial que puede existir sin el cuerpo (1 Cor. 14:14; Rom. 8:16; 2 Cor. 5:8), este no es la única parte afectada por el pecado. El pecado incluye el entendimiento y el corazón (Ef. 4:18). El cuerpo se puede referir a la totalidad de una persona (Rom. 7:18), a la carne (Rom. 8:7-8), a la mente y a la conciencia (Tito 1:15), y al pensamiento y la intención (Gén. 6:5).
En consecuencia, el cuerpo, la carne, el alma, el espíritu, la mente, la conciencia, el corazón, la voluntad y las emociones no son partes diferentes de un ser humano que existen independientemente, sino que constituyen la totalidad de esa persona. El espíritu, tanto como la carne, necesita ser rescatado de la corrupción y conformado a la imagen de Cristo (2 Cor. 7:1).
Implicancias teológicas
Los seres humanos tienen valor porque han sido creados a la imagen de Dios (Gén. 9:6). Este valor no está basado en ningún mérito, sino que es otorgado por Dios (Sal. 8:4-6). Él valora a los seres humanos más que a las aves y a las flores (Mat. 6:26-29) porque nosotros fuimos creados con la capacidad moral, mental y espiritual de disfrutar de Él y glorificarlo. Ni la creación ni la re-creación se basan en el mérito sino amar Su nombre (Isa. 48:9-11). Cristo se entregó. a s. mismo “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1:6). Los seres humanos “son dignos de muerte” (Rom. 1:32). Solo Cristo es digno (Apoc. 5:1-14) y nosotros tenemos dignidad solamente por virtud de que Él nos haya creado y redimido (Apoc. 4:11). La redención refleja y manifiesta la gloria de Dios en que, aunque las personas pecadoras eran indignas (Mat. 25:30; Tito 1:16), Cristo, el Digno, murió por nosotros.
Los seres humanos son frágiles y depravados. Estamos sujetos a enfermedad, angustia y muerte (Job 5:6; Sal. 103:14-16; 144:3-4). Somos concebidos en iniquidad (Sal. 51:5) y no podemos hacer nada para cambiar nuestra naturaleza (Jer. 13:23). El pecado es universal para la raza humana (Rom. 3) y para la constitución de cada ser humano (Gén. 6:5).
Los seres humanos son creados y redimidos para la gloria de Dios y para disfrutar de Él para siempre. La naturaleza humana no era corrupta cuando Dios la creó sino solo cuando Adán la manchó. A pesar de la depravación de los seres humanos por causa de la caída, Dios puede recrearnos y restaurar nuestra imagen corrompida por medio del segundo Adán. Solo cuando Dios se nos revela por medio de Cristo y Su Palabra, nos unimos a Cristo y, como resultado, nos reconocemos a nosotros mismos como depravados y a Cristo como nuestro único Redentor. Una vez que comienza el proceso de restauración, se concretará completamente. Mediante la sangre de Cristo, los hombres y las mujeres redimidos darán gloria a Su nombre y disfrutarán de Él para siempre, cumpliendo de este modo el propósito original para el que fueron creados (Fil. 2:5-11).
Los seres humanos son considerados responsables tanto en forma individual como comunitaria. Cada persona da cuenta de sus propias acciones; sin embargo, somos llamados no solo a amar al Señor Dios con todo nuestro ser sino también a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Según Gén. 5:1-2, parte de la imagen de Dios se refleja en la creación de los varones y las mujeres. A diferencia de Dios, los seres humanos son interdependientes; es decir, nos necesitamos los unos a los otros. Esto conlleva implicancias significativas en cuanto a la responsabilidad mutua entre los seres humanos al vivir juntos en este mundo para la gloria de Dios y conforme a Sus propósitos.
Artículo extraído del Diccionario Bíbico Ilustrado Holman.
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- La singularidad de la historia de la creación en Génesis $ USD
Por Kenneth A. Mathews
Si bien existen muchas similitudes entre partes de Génesis y los mitos del antiguo Cercano Oriente (ACO), también hay diferencias sustanciales. En especial, se evidencian en cuán significativas son las distintas visiones del Creador y la creación. Cinco características distinguen el relato bíblico de la creación y su perspectiva. La enseñanza bíblica se diferencia teológicamente de la de los vecinos de Israel y se explica mejor como resultado de la revelación divina y no de la imaginación o el «genio religioso» del autor bíblico.
La identidad de Dios
La identidad básica de Dios según se revela en Génesis está bien diferenciada de todas las otras concepciones del ACO. El Señor Dios no tuvo un origen ni cuenta con una contrapartida femenina. Es más, Génesis no presenta ningún tipo de teogonía (origen de los dioses). Sencillamente, Dios siempre existió. El concepto de la fertilidad fue una explicación común entre los antiguos sobre cómo fue creado el mundo. Se creía que los dioses y las diosas dieron origen al mundo mediante la unión sexual, tal como un hombre y una mujer se unen para crear un hijo. El Dios de Israel, no obstante, se revela como asexuado, ni masculino ni femenino. Según otras religiones del ACO, el mundo (o partes de él, como el sol) era un «Él» divino, mientras que en Génesis el mundo se revela como «cosa», una realidad no sobrenatural traída a la existencia por un Dios sobrenatural.
Sin dioses rivales
Mientras que las posturas politeístas dominaban el ACO, Génesis revela que Dios no tiene competidores divinos. Una de las explicaciones más comunes de la creación entre los antiguos era que hubo una batalla épica entre los dioses creadores y las deidades anticreación. Finalmente, el dios creador venció a las fuerzas/dioses anticreación usando en algunos casos los cadáveres de sus enemigos para hacer todo lo que hay en el mundo. En Génesis no existe un rival que se oponga al Creador. Toda la creación obedeció la voz de Dios, según lo expresa la frase recurrente: «… Y fue así» (1:7).
Creación a partir de la nada
En Génesis, el Creador, por autoridad inherente como soberano Señor, hizo que la creación funcional y ordenada existiera mediante Su palabra. No hubo materia eterna precreada, como afirman los antiguos mitos. Génesis dice que Dios con Su palabra dio origen a todo. No significa que haya pronunciado palabras que en sí tuvieran poderes especiales. Por el contrario, el irrevocable poder de las palabras creadoras de Dios estaba fundamentado en Su autoridad. A diferencia de las deidades naturales, cuya existencia estaba limitada al sistema del mundo, Dios existió antes de la creación y por encima de ella. Además, la creación no fue la emanación de una persona ni de un poder divino. Fue algo separado de Él, una nueva realidad sujeta a Su voluntad.
El valor de la humanidad
En Génesis, el Creador le confirió un valor especiala la humanidad. Según la visión del ACO, los sereshumanos no eran indispensables para el funcionamientodel mundo, mientras que en Génesiseran esenciales como principales cuidadores. El Señor bendijo a la humanidad asignándole al hombre y a la mujer la responsabilidad de propagarse y gobernar sobre la tierra (1:26-28). Los mitos del ACO explicaban el propósito de la humanidad como siervos que suplían los intereses serviles de los dioses. La Biblia eleva a la persona y el rol de los humanos, que fueron coronados «de gloria y de honra» (Sal. 8:5), hechos a imagen divina. Dios preparó el resplandeciente Jardín del Edén para la humanidad, y le dio a esta una obra y un propósito significativos (Gn. 2:8-18). Además, Génesis presenta a la primera humanidad como individuos que fueron los progenitores de la raza humana.
El día de reposo (sábat)
En Génesis, el Creador declaró santo el séptimo día, para descanso y celebración (2:1-3), que luego fue conmemorado en el sábat de Israel (Ex. 20:8- 11). El sábat o día de reposo era exclusivo de Israel y no estaba ligado al movimiento de las estrellas, como dictaba la antigua astrología. El Señor fue revelado como Soberano del universo material y del tiempo. Toda la creación fue invitada a sumarse al conocimiento y la adoración de Dios como Creador y Sustentador de todas las cosas.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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