Por Dale Ellenburg y John B. Polhill
Expresión que aparece tanto en el AT como en el NT. Se utiliza de las siguientes maneras: (1) como sinónimo poético de “hombre” o “ser humano”, como por ej. en Sal. 8:4 y 80:17; (2) en Ezequiel, como título que Dios utiliza habitualmente para dirigirse al profeta (2:1,3; 3:1,3), y (3) en Dan. 7, como identidad de la persona gloriosa que el profeta ve llegar en las nubes del cielo para acercarse al Anciano de días. “El Hijo del Hombre” es un modo de llamar a Cristo que aparece frecuentemente en el NT. Era la expresión preferida de Jesús para referirse a Sí mismo porque daba a entender Su misión mesiánica como así también Su perfecta humanidad.
Antiguo Testamento
“Hijo del Hombre” aparece con frecuencia en el AT como sinónimo de “hombre” o de “humanidad”. En realidad, siempre se usa de este modo (Job 25:6; Isa. 56:2; Jer. 50:40) excepto en Ezequiel.
Ezequiel utiliza más de 90 veces “hijo de hombre” para referirse al profeta. Su significado es tema de debate. Algunos piensan que la expresión simplemente consiste en una convención literaria. Otros sostienen que indica la identificación de Ezequiel con el pueblo, o que es una manera de distinguirlo de otros hombres. Sea como fuere, Ezequiel manifestó una profunda percepción de la santidad y la majestad de Dios, y la frase al menos sirve para señalar la distancia que como ser humano separaba al profeta de Jehová.
La mención más importante del título “hijo del hombre” en el AT es Dan. 7:13. El contexto alude a la matanza de la cuarta bestia terrible de Dan. 7. Esto hace que “uno como un hijo de hombre” aparezca ante el Anciano de días y reciba el dominio eterno y la gloria. Aunque algunos han interpretado que este ser divino es símbolo de los judíos fieles o “santos del Altísimo”, conviene considerarlo como una clara referencia al Mesías. Jesús a menudo se designaba a Sí mismo como tal y las nubes del cielo aparecen nuevamente relacionadas con la segunda venida de Cristo (Apoc. 1:7). Aquí el Señor Jesús se distingue de Dios el Padre, el Anciano de días, quien dará a Cristo un reino que nunca será destruido (Dan. 2:44).
Los Evangelios
La frase se utiliza 32 veces en Mateo, 14 en Marcos, 26 en Lucas y 12 en Juan, lo que suma un total de 84 menciones en los Evangelios. Si se suman las veces que se menciona en Hechos, Hebreos y Apocalipsis (ver más abajo), el total llega a 88. Es siempre Jesús quien expresa esta frase, salvo cinco excepciones: Juan 12:34; Hech. 7:56; Heb. 2:6; Apoc. 1:13 y 14:14.
En los Evangelios podemos incluir las menciones de la frase “Hijo del Hombre” dentro de tres categorías generales; todas ellas salen de labios de Jesús. Los dichos escatológicos o apocalípticos son aquellos donde Jesús se refiere a Su futuro regreso
sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad (Mar. 8:38; 13:26; Mat. 24:27; 25:31). Este es el uso más frecuente. Estas referencias evocan claramente Dan. 7. Las alusiones a la venida futura aportan varios conceptos esclarecedores: (1) el Hijo del Hombre vendrá en gloria con los ángeles y dará lugar a un juicio final (Mat. 16:27; 25:31; 26:64; Juan 5:27). (2) Esta venida gloriosa será un período de renovación y regeneración. Cristo será entronizado y les dará a Sus apóstoles lugares especiales de honor (Mat. 19:28). (3) Esta llegada será súbita e inesperada, como un relámpago (Mat. 24:27; Luc. 12:40; 17:24). (4) Cuando Cristo venga en gloria reunirá a Sus elegidos (Luc. 21:36; Mar. 13:27). (5) Esta llegada repentina e inesperada (Mat. 10:23; 24:44) dará lugar al período cuando Él se sentará en el trono mesiánico prometido (Mat. 25:31).
Los dichos sobre la pasión o el sufrimiento del “Hijo del Hombre” son aquellos donde Jesús se refiere a Su inminente padecimiento, muerte y resurrección. Los dichos sobre la pasión constituyen el segundo grupo más numeroso. Marcos registra tres ocasiones en que Jesús anticipó claramente el rechazo, la crucifixión y la resurrección del Hijo del Hombre (Mar. 8:31; 9:31; 10:33,34). A los judíos de la época de Jesús les resultaba difícil entenderlo porque la expectativa mesiánica no relacionaba al Hijo del Hombre con sufrimiento y muerte. Jesús sabía que estas predicciones se referían a Él.
En último lugar, hay dichos relacionados con el ministerio presente de Jesús. Estas referencias generalmente reflejan la actitud humilde de Jesús, el Señor glorioso que se humilló para hacerse hombre. Mateo 8:20 muestra que no tuvo un hogar permanente. Su objetivo era buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10) y dar Su vida en rescate por muchos (Mat. 20:28). Él es quien siembra la semilla del reino de Dios (Mat. 13:37) y, al hacerlo, es malentendido y rechazado (Luc. 7:34). Jesús advirtió que Sus discípulos también podrían ser llamados a sufrir por Él (Luc. 6:22). No obstante, este humilde Hijo del Hombre no es una persona común y corriente. Él afirma que tiene autoridad para perdonar pecados (Mar. 2:10) y asume el señorío sobre el día de reposo (Mat. 12:8).
Otro aspecto del concepto de “Hijo del Hombre” aparece en Juan. Si bien este utiliza el término con moderación, entremezcla de hermosa manera los elementos de los tres primeros Evangelios. El tema de ascenso y descenso del Hijo del Hombre constituye el énfasis principal de Juan. Presenta una constante interacción entre la humillación y la exaltación del Hijo del Hombre. Este que descendió del cielo es el mismo que está ahora sobre la tierra (Juan 3:13). Tenía que ser levantado en una cruz (la humillación máxima) para poder ser exaltado (3:14). Él es el Pan que bajó del cielo pero ascendió nuevamente allí cuando completó Su obra (6:62). Para encontrar la vida verdadera es necesario aceptar la humanidad del Hijo del Hombre (6:53), pero Él también es el Hijo de Dios que vino de lo alto y une el cielo con la tierra (1:51). Aun la traición de Judas (13:32) sirvió para lograr que Jesucristo fuera glorificado. En los Evangelios, y especialmente en Juan, “Hijo del Hombre” significa humanidad y humillación pero también exaltación y gloria.
Resto del Nuevo Testamento
Fuera de los Evangelios, el título “Hijo del Hombre” aparece solo cuatro veces. En Hech. 7:56, Esteban vio al Hijo del Hombre en el cielo a la diestra de Dios, listo para recibirlo después de que lo apedrearan. Hebreos 2:6 cita el Sal. 8, un pasaje que originariamente se refería a la humanidad en general. No obstante, el escritor de Hebreos lo utilizó para atribuir singularidad a Jesús como representante perfecto de la humanidad. Apocalipsis 1:13 y 14:14 siguen la figura literaria de Dan. 7 que presenta al Hijo del Hombre como un Juez exaltado. Es llamativo que el título no aparezca en los escritos de Pablo, pero muchos estudiosos de la Biblia han sugerido que la idea paulina de Cristo como el hombre celestial o segundo Adán puede relacionarse con el concepto de “Hijo del Hombre”. Con toda seguridad, la teología paulina se fundamenta sobre la realidad de la obra expiatoria de Cristo como el Dios/hombre; esto se observa claramente en 1 Cor. 15:3-7.
Conclusión
San Agustín escribió: “El Hijo de Dios se convirtió en Hijo del Hombre para que ustedes que eran hijos de los hombres pudieran ser hechos hijos de Dios”. Jesús se convirtió en uno de nosotros, aunque no era como nosotros. Solo Jesús es Hijo del Hombre e Hijo de Dios en una misma persona. En Mat.16:13-17, Jesús les preguntó a los discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
IMAGEN MERAMENTE ILUSTRATIVA. Foto por Mads Schmidt Rasmussen, en Unsplash
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