Por Hershael W. York y E. Ray Clendenen
En la Biblia generalmente se refiere al entrenamiento moral que incluye el aspecto positivo de la instrucción y la faceta negativa de la corrección, a veces punitiva. El resultado de recibir disciplina con humildad implica sabiduría y una vida satisfactoria y exitosa (Prov. 4:13; 5:23; 10:17; 13:18). Estos diversos aspectos de la disciplina interactúan en la vida espiritual del creyente y de la iglesia.
En el AT, la palabra comúnmente traduce una forma del hebreo yasar, “instruir, reprender y advertir”. En el NT por lo general “disciplina” traduce una forma del término griego paideuo, “instruir, corregir”.
La disciplina en Proverbios
El libro de Proverbios habla del entrenamiento moral más que cualquier otro libro de la Biblia. Su propósito es desarrollar sabiduría a través de la “corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad” (1:3 NVI). Solo un necio impío rechazaría tal entrenamiento (1:7), que incluye instrucción de la Torá o Ley de Dios (1:8; 6:23; Deut. 6:6,7; Sal. 94:12; Ef. 6:4). Un hijo debe prestar diligente atención a la disciplina de su padre y su madre (4:1; 6:20; 13:1; 15:5), y un padre fiel y amante debe estar dispuesto a castigar las malas acciones como parte del entrenamiento del hijo (13:24; 15:10; 19:18; 22:15; 29:15).
Un efecto de dicho entrenamiento sería el desarrollo de la disciplina personal o dominio propio, característica fundamental de una persona sabia (1 Cor. 9:27; 1 Ped. 4:7). La Biblia enseña que las personas necesitan el entrenamiento moral y la disciplina del yo para derrotar las tendencias naturales al egoísmo pecaminoso y la corrupción que son el resultado de la depravación moral a partir de la caída (Gén. 4:7).
La disciplina divina
Esta disciplina es diferente al juicio o al castigo. Mientras que el juicio y el castigo divinos se aplican a los injustos, la disciplinase reserva solamente para Sus hijos. El escritor de Hebreos exhortó a sus lectores a estar agradecidos por la disciplina de Dios porque ésta sirve como prueba definitiva de que Dios es sin duda su Padre (Heb. 12:5-11). Al representar la gracia de Dios hacia Sus hijos, explicaba que Dios la ejerce para nuestro beneficio a fin de que podamos compartir Su santidad (v.10), y da como resultado el fruto de la paz y rectitud a los que han sido entrenados en ella (v.11).
Disciplina de la iglesia
Esta es quizás la disciplina más descuidada por los cristianos del siglo XXI. Así como a los miembros de la iglesia se les manda preocuparse el uno por el otro a fin de promover el amor y las buenas obras (Heb. 10:24), también se nos ordena confrontarnos unos a otros en amor cada vez que un miembro cae en pecado. Durante Su ministerio terrenal, Jesús ordenó a la iglesia que practicara la disciplina y delineó el procedimiento a través del cual se debe ejercer (Mat. 18:15-20). Si un miembro peca contra otro, la parte agraviada debe confrontar en privado al que está en pecado con la esperanza de restaurar la relación. Si una persona en pecado se niega a arrepentirse y a ser restaurada después de la reunión privada inicial, la parte ofendida debe tomar uno o dos testigos para una segunda reunión. Si la persona sigue sin arrepentirse, se debe informar a la iglesia y tomar medidas contra el miembro no arrepentido.
Si bien el Evangelio de Mateo no explica precisamente cuáles pecados son lo suficientemente serios como para aplicar la disciplina de la iglesia, las epístolas de Pablo sí lo hacen. En tres pasajes, el apóstol explica que un miembro necesita ser disciplinado por una inmoralidad grave que haya tomado estado público (1 Cor. 5:1-13), por herejía doctrinal (Rom. 16:17,18) y por la provocación intencional de división en la iglesia (Tito 3:10,11). Aunque el propósito de dicha disciplina es siempre restauración (Gál. 6:1), cuando las personas en cuestión no admiten que han estado en pecado, deben ser separadas de la comunión de la iglesia y se les debe negar cualquier privilegio como miembro de la congregación, lo que incluye no participar de la Cena del Señor pero sin limitarse solo a esto (1 Cor. 5:11). Esta acción les quita la protección espiritual de la iglesia y permite que el ataque satánico revele su verdadero estado espiritual “para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Cor. 5:5). Pablo sostiene la esperanza de que el ataque satánico pueda conducirlos de regreso a la iglesia con una actitud de arrepentimiento.
La disciplina de la iglesia se relaciona con la disciplina de sus líderes, una circunstancia especial sobre la que Pablo enseña en 1 Tim. 5:19,20: “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos para que los demás también teman.”
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Jack Sharp, en Unsplash
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