Por J. Scott Duvall
Cuando el término apokryphos aparece en el NT significa simplemente “cosas ocultas”. Este sentido original no incluye los significados posteriores que se le asociaron.
En el uso cotidiano y práctico, la palabra apócrifo también significa “supuesto, falsificado, no auténtico”. En la formación del canon cristiano de las Escrituras, “apócrifo” pasó a tener el sentido de obras que no fueron divinamente inspiradas y carecen de autoridad. Ciertos grupos (por ej.: los gnósticos) también utilizaron el término para describir sus escritos como reservados. Creían que esos escritos se habían producido muchos años antes pero se mantuvieron ocultos hasta más adelante. Aun en ese entonces, esos escritos solo estaban a disposición de quienes ya eran iniciados.
Debido a que la iglesia comenzó a reconocer obras que se leían abiertamente en cultos públicos de adoración, el término “apócrifo” pasó a significar “falso” y se comenzó a utilizar para describir material herético. A diferencia de lo sucedido con porciones de los apócrifos del AT, los cuales fueron aceptados por algunas ramas de la iglesia cristiana, ninguno de los apócrifos del NT (con la posible excepción del Apocalipsis de Pedro y los Hechos de Pablo) se aceptó jamás como parte de las Escrituras.
Aunque algunos eruditos permiten que el término describa escritos que no son ni parte del NT ni estrictamente apócrifos (por ej.: los padres apostólicos), pareciera más conveniente restringir el término a materiales que no fueron recibidos en el canon de las Escrituras pero que, aun así, por su forma y contenido auto declaran condición y autoridad equivalente a las Escrituras.
El propósito de los apócrifos
Tres razones generales explican la existencia de los apócrifos neotestamentarios.
Primero, algunos grupos los aceptaron debido al deseo universal de preservar la memoria de la vida y la muerte de figuras importantes del NT. Sin importar si las tradiciones transmitidas eran verdaderas o falsas, el deseo de las generaciones posteriores de conocer más detalles hicieron atractivos los escritos apócrifos.
El segundo propósito está íntimamente relacionado con el primero. La intención de las obras apócrifas era complementar la información que se daba en el NT acerca de Jesús o los apóstoles. Esta tal vez sea la motivación detrás de la Tercera Epístola a los Corintios (proveer parte de la correspondencia perdida entre Pablo y la iglesia de Corinto) y la Epístola a los Laodicenses (proporciona la carta a que se hace referencia en Col. 4:16). Por la misma razón, los hechos apócrifos se aseguran de registrar los eventos relacionados con la muerte de los apóstoles, tema sobre el cual el NT generalmente guarda silencio.
Tercero, los grupos herejes produjeron escritos apócrifos en un intento por obtener autoridad para sus puntos de vista particulares.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
IMAGEN: (Brody Childs) en Unsplash
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