Cuando se escribió el libro de Hebreos, los representantes de las ciudades estado griegas habían competido en los juegos olímpicos (olympiakoi agones) durante cerca de 850 años. Seguramente, el autor de Hebreos había visto este tipo de competiciones y utilizó el conocimiento de sus lectores sobre esta clase de eventos para animarlos a recordar la gran nube de testigos que los rodeaba mientras corrían. Urgió a que nos despojemos «… de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús…» (12:1-2).
Introducción
Hebreos es un homenaje al incomparable Hijo de Dios y una exhortación a los creyentes perseguidos, para que no dejaran de perseverar. Su autor tiene un propósito doble: (1) exaltar a Jesucristo, al que se dirige como «Dios» y como «el Hijo del Hombre», quien por tanto, es el único mediador entre Dios y la humanidad; y (2) exhortar a sus hermanos en Cristo a seguir «adelante a la perfección» y a vivir «por fe».
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Hebreos no identifica a su autor. No conoció al Señor en persona, porque dice haber recibido la confirmación del mensaje de Cristo de «los que oyeron» al propio Jesús (2:3). Pablo afirma la directa revelación divina de su evangelio (1 Co. 15:8; Gá. 1:12), lo cual crea la duda de su autoría. Sin embargo, el autor conocía a Timoteo, al que se refiere como «nuestro hermano» (13:23), a diferencia de Pablo que lo llamó «verdadero hijo en la fe» (1 Ti. 1:2).
Los eruditos proponen otros autores: Lucas, Clemente de Roma, Bernabé, Apolos, Timoteo, Felipe, Pedro, Silas, Judas y Aristión. Desconocer la identidad del autor no es relevante. Lo que nos importa es que los primeros cristianos la recibieron como Escritura inspirada y autoritativa, de incuestionable valor para el discipulado cristiano.
Contexto histórico: El autor conocía bien a su audiencia, a la que llama «hermanos» (3:12; 7:5; 10:19; 13:22) y «queridos amigos» (6:9). Eran, como él, conversos que habían escuchado el evangelio de boca de los primeros seguidores de Cristo (2:3). Ciertos eruditos han especulado sobre los destinatarios de la carta, pensando en el grupo disidente de una iglesia casera separada de la congregación principal. Otros sostienen que iba dirigida a antiguos sacerdotes judíos convertidos que consideraban volver al judaísmo (o, al menos, retomar algunos de sus ritos) para evitar la persecución por parte de sus compatriotas. Otra teoría afirma que no tenía por qué ser un grupo judío, ya que los cristianos gentiles también respetaban el AT como Escritura.
Claramente, Jerusalén no había caído aún (70 d.C.) cuando se redactó Hebreos. De haberse destruido ya el templo, el autor indudablemente lo habría mencionado para reforzar el argumento sobre la sustitución del sistema sacrificial del templo por el sacrificio de Cristo. La persecución de 10:32-34 implica una de las dos fechas posibles, por saberse que los emperadores romanos Nerón y Domiciano persiguieron a los cristianos (del 64 al 68 d.C. y del 81 al 82 d.C., respectivamente). Es probable que se haya escrito durante la persecución de Nerón, anterior a la destrucción del templo.
Mensaje y propósito
El autor quería exaltar a Jesucristo y manifiesta este deseo mediante el uso sistemático y repetitivo de la palabra gr. kreítton, que significa «más noble», «superior» o «mejor». Es el hilo conductor que une la compleja y sutil argumentación teológica del tratado. Jesucristo es superior a todo en el conjunto del plan divino de creación y redención.
El autor describe la superioridad del nuevo pacto sobre el antiguo, para que sus lectores recuerden que Jesucristo es el cumplimiento de la ley y de las promesas de Dios en el AT. Por tanto, deben procurar no andar «… crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y exponiéndole a vituperio» (6:6). El autor desea exhortar a estos creyentes a que abandonen su estado de estancamiento espiritual y adopten un patrón de crecimiento en su relación con Jesucristo.
Contribución a la Biblia
Ningún otro libro del NT une así la historia y las prácticas del AT con la vida de Jesucristo. Así como Cristo enseñó que el AT se cumplía en Él (Mt. 5:17-18; Lc. 24:27), el autor de Hebreos mostró que el antiguo pacto encuentra su cumplimiento en el nuevo (7:20–8:13), que es «mejor» porque el antiguo se ha cumplido en él (7:22) y porque el ministerio de Jesucristo lo ha hecho superior.
Estructura Al concluir Hebreos, el autor escribió: «Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente» (13:22). El estilo literario de Hebreos nos enseña lo que es un sermón teológico por escrito. Aunque termina como una carta, no lo parece, porque no empieza como las misivas antiguas, presentando al autor y sus destinatarios. Comienza con un ensayo introductorio sobre la superioridad de Jesucristo (1:1-4), pero por su capacidad de entender y atender las necesidades espirituales del lector, resulta ser mucho más que un mero ensayo literario. Tiene carácter de sermón porque expone la Escritura detenidamente para desafiar a su audiencia a la fe y la fidelidad. Además, el desarrollo sostenido de una compleja teología holística del pacto lo convierte en un sermón teológico que revela el amplio panorama del grandioso plan redentor de Dios para la humanidad.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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