
«Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce…» (1:10-11).
Introducción
Hageo desafió al pueblo desalentado de Jerusalén a examinar su forma de vida y a forjar nuevas prioridades que agradaran a Dios. Debían recordar que el Señor estaba con ellos, que controlaba el futuro y que deseaba que Su pueblo fuera santo.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El libro no especifica quién es el autor, pero se refiere en repetidas ocasiones a lo que Dios dijo al profeta Hageo (1:1,3,13; 2:1,10,14,20).
Contexto histórico: En el 587 a.C., Nabucodonosor vino a Jerusalén por tercera vez y, en esta ocasión, destruyó los muros, el templo y la ciudad (2 R. 25:8-21; Jer. 39–40). Llevó cautivo a Babilonia por 70 años a la mayor parte del pueblo (Jer. 25:11-12; 29:10), aunque Jeremías y algunos sobrevivientes permanecieron en Jerusalén (Jer. 41–43). Dios predijo por medio de Isaías que Ciro (Is. 44:24–45:2), un rey poderoso, derrotaría a Babilonia y a sus dioses (Is. 46–47). Después de lograr eso mismo en el 538 a.C., Ciro, rey de Persia, emitió un decreto que permitió a las naciones exiliadas en Babilonia volver a su tierra natal (Esd. 1:1-4; Cilindro de Ciro). Sesbasar guió (Esd. 1:8-11) aprox. a 43.000 peregrinos judíos de vuelta al estado de Yejúd (Judá) para reconstruir el templo en Jerusalén (Esd. 2:64-65). En el séptimo mes, bajo el liderazgo del gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, el pueblo construyó un altar para adorar a Dios (Esd. 3:1-7), y en el segundo año, echaron los cimientos del nuevo templo (Esd. 3:8-10). Pero en el decimosexto año, la obra se detuvo porque el pueblo samaritano que vivía al norte de Jerusalén frustró los esfuerzos de reconstrucción del templo, además de haber contratado abogados para que las autoridades persas dejaran de apoyar la obra (Esd. 4:1-5). Esto llevó a un período de gran desaliento. La esperanza no cumplida del pueblo judío lo sumergió en apatía. No se habían reparado los muros de la ciudad ni reconstruido el templo. Había una hambruna en la tierra (2:9-11), y el pueblo todavía estaba bajo el control de los persas. No podían hacer nada sin la aprobación de Tatnai, gobernador de «la región del otro lado del río», y de sus compañeros (Esd. 5:3-5). Parecía que no habría manera de seguir adelante y reconstruir el templo.
Después de la muerte de Ciro, su hijo Cambises se convirtió en rey (530-522 a.C.). Este marchó a través de todo Judá y conquistó la mayor parte de Egipto, pero murió camino a casa (posiblemente haya sido asesinado). Un oficial de alto rango llamado Darío asumió el control del ejército persa, marchó de regreso a Babilonia, derrotó una fuerza rebelde cuyo líder era Gaumata y se convirtió en rey en el 522 a.C. Darío aplacó varias revueltas y estableció el sistema administrativo sátrapa, con lo cual logró que el Imperio persa gozara de paz a partir del 520 a.C.
En el segundo año de Darío (520 a.C.; Hag. 1:1; Esd. 4:24–5:2), una vez terminado el conflicto para consolidar su control político sobre el imperio, Dios guio a Hageo para que incentivara a los líderes de Jerusalén a reconstruir el templo. Cuando el gobernador Tatnai se enteró de la reconstrucción, cuestionó la legitimidad del plan y le escribió a Darío para averiguar si el gobierno apoyaba el proyecto (Esd. 5:3-17). Darío aprobó la campaña de reconstrucción e incluso la apoyó a través del tesoro real, según lo confirmó el descubrimiento del decreto original de Ciro en un palacio en Ecbatana (Esd. 6:1-12). En consecuencia, la reconstrucción del templo se terminó en cuatro años (Esd. 6:15).
Mensaje y propósito
Por medio de sus mensajes, Hageo trató de persuadir a su audiencia para que glorificara a Dios por medio de la reconstrucción del templo. Su argumento era que no debían: a) concentrarse en sus propias necesidades (1:4); b) desalentarse porque el templo no fuera tan glorioso como el de Salomón (2:3); c) ser impuros e inmundos (2:10-14); d) sentirse inservibles y sin poder (2:20-23).
Contribución a la Biblia
La Biblia completa nos llama a colocar a Dios en primer lugar. El período posterior al regreso del exilio no fue la excepción de la regla. Hageo desafió a los judíos que vivían en Jerusalén después del exilio a que no se concentraran simplemente en su propia comodidad, sino que honraran a Dios. La manifestación visible de ese compromiso sería la obra del templo. Más adelante, las palabras de Jesús reflejaron el llamado de Hageo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt. 6:33).
El mensaje de Hageo al pueblo para que ordenara sus prioridades y pusiera a Dios en primer lugar por medio de la reconstrucción de Su templo tuvo gran importancia. El pueblo demostró cuáles eran sus prioridades cuando regresó a la obra, y su actitud también demostró que Dios estaba con el remanente y que había comenzado a cumplir Su promesa de restaurarlos. La obediencia del pueblo también glorificó a Dios y fue de Su agrado, pues vindicó Su nombre, después de la mancha que había significado la destrucción del templo. Dicha obediencia a las palabras de Hageo avaló el nuevo pacto y la edad mesiánica. La restauración del templo fue una señal de que el Señor no había revocado su pacto ni con Leví ni con David. Dios purificaría y restauraría a Su pueblo por medio de un templo glorioso y un soberano mesiánico.
Estructura El libro de Hageo contiene cuatro discursos cortos y de confrontación en orden cronológico que identifican de qué forma los líderes y el pueblo en Jerusalén debían cambiar su visión teológica y su comportamiento. La estructura progresa de forma lógica. El pueblo debe glorificar a Dios (1:1-15), mantener su compromiso con el plan divino (2:1- 9), agradar al Señor por medio de una vida santa (2:10-19) y servirlo fielmente (2:20-23).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
_________________________________________________________________________
Foto por Martino Pietropoli, en Unsplash.
Leave a Reply