«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles […] todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten» (1:16-17). Fotografía de un paisaje de la costa de Nueva Zelanda sobre la imagen de fondo de la Vía Láctea.
Introducción
La carta de Pablo a la iglesia de Colosas es una de las que escribió desde la cárcel (junto con Efesios, Filipenses y Filemón). Con esta carta, deseaba corregir las falsas enseñanzas que iban surgiendo en la iglesia. Para ello, presenta una clara imagen de Jesucristo como Señor supremo del universo, cabeza de la Iglesia y único capaz de darnos el perdón.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Colosenses forma parte de las epístolas de Pablo que lo identifican como su autor (1:1; 4:18). Los padres de la Iglesia respaldaron sin reservas la autoría paulina (Ireneo, Adv. Haer., 3.14.1; Tertuliano, De Praescr. Haer., 7; Clemente de Alejandría, Strom., 1:1; comp. Justino, Dialogue, 85:2; 138:2). La lectura minuciosa de Colosenses revela numerosas similitudes léxicas, gramaticales y teológicas con los demás escritos paulinos (1:9,26; 2:11-14,16,20-21; 3:1,3,5-17). La estrecha relación que guarda con Filemón, epístola que la mayoría considera paulina, también favorece la autenticidad de su autoría.
Contexto histórico: Durante su ministerio en Éfeso (Hch. 19:10), Pablo envió a Epafras a propagar el evangelio en el Valle del Lico, y posteriormente, este estableció la iglesia de Colosas (1:7; 4:12-13). La mayor parte de la población de la ciudad estaba formada por frigios y griegos, aunque también constaba de un número relevante de judíos. Asimismo, la iglesia se componía en gran parte de gentiles (1:21,27; 2:13), aunque también tenía miembros judíos (2:11,16,18,21; 3.11). Cuando Epafras (Flm. 23) le comunicó a Pablo que ciertas enseñanzas heréticas se habían difundido allí, el apóstol escribió Colosenses como antídoto teológico. El apóstol escribió esta carta durante su primer encarcelamiento en Roma (4:3,10,18; comp. Hch. 28:30-31; Eusebio, Hist. Eccl., 2.22.1), a principios de la década de los 60. Junto con Filemón, Filipenses y Efesios, Colosenses suele clasificarse como «epístola de la prisión». Las cuatro comparten Vínculos personales que llevan a esta conclusión (Col. 1:7; 4:7-8,17; Ef. 6:21-22; Flm. 2,12,23).
Mensaje y propósito
Pablo escribió para rebatir la «herejía colosense» que él consideraba una afrenta al evangelio de Jesucristo. La falsa enseñanza se identifica como «filosofía» (2:8), supuestamente derivada de alguna tradición helenística, según señalan las referencias a la «plenitud» (1:19), los «rudimentos» (gr. stoijeíon; 2:8,20), la «sabiduría» (2:3,23) y el «culto voluntario» o prácticas ascetas (2:23). La falsa enseñanza contenía, además, elementos judíos, como la circuncisión (2:11; 3:11); la «tradición de los hombres» (2:8); la observancia del sábat, las reglas alimentarias, la participación en las ceremonias religiosas (2:16); el «culto a los ángeles», junto con entrometerse en cosas no vistas (2:18); y las duras normas humanas (2:21-23). Pablo trata esta filosofía sincretista exponiendo una comprensión adecuada del evangelio de Jesucristo y destacando sus repercusiones en la conducta cristiana.
Pablo no identifica la herejía, aunque discierne varias de sus características. (1) En 1:15-20, combate una visión inferior sobre Cristo. Este pasaje cristológico sugiere que los herejes no consideraban que Jesús fuera totalmente divino o que quizás no lo aceptaban como única fuente de redención. (2) Pablo también advierte a los colosenses que tengan cuidado con las «filosofías» que no se basan en Cristo (2:8). (3) Al parecer, la herejía implicaba la observancia legalista de las «tradiciones», la circuncisión y varias leyes alimentarias y ceremoniales (2:8,11,16,21; 3:11). (4) Los falsos maestros alentaban el culto a los ángeles y a los espíritus menores (2:8,18). (5) Se fomentaba el ascetismo, las privaciones o el duro tratamiento del propio cuerpo carnal considerado «perverso» (2:20-23). (6) Finalmente, los falsos maestros afirmaban tener una perspectiva especial (quizás revelaciones especiales) que los convertía (a ellos en lugar de los apóstoles o la Escritura) en la fuente suprema de la verdad (2:18-19).
Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre la identidad de esos falsos maestros. Algunas de las características mencionadas más arriba parecen judías; otras suenan a enseñanzas gnósticas. Algunos detectan aquí las tradiciones de un culto secreto griego. La teología de los capítulos 1 y 2 van seguidas de exhortaciones a vivir una vida cristiana, en los capítulos 3 y 4. Los mandamientos de «hacer morir» (3:5) y «dejar también» (3:8) aquellas cosas que los convertirán en objeto de la ira de Dios (3:5-11) se equilibran con la orden de «vestirse» (3:12) con aquello que caracteriza a Sus escogidos (3:12-17). No obstante, los cambios distan mucho de ser superficiales. Proceden de la nueva naturaleza del creyente y de la sumisión al gobierno de Cristo en todas las áreas de la vida (3:9,10,15-17).
En 3:18–4:1, se describen normas para la familia. Se considera el típico núcleo familiar del siglo I; por tanto, el pasaje se dirige a esposas y esposos, a padres e hijos, a amos y esclavos. Pablo no hace ningún comentario sobre lo correcto o lo equivocado de las estructuras sociales; las acepta y las da por sentadas. Su preocupación radicaba en que debían estar gobernadas por los principios cristianos. La sumisión al Señor (3:18,20,22; 4:1), el amor cristiano (3:19) y la perspectiva del juicio divino (3:24–4:1) deben determinar cómo son tratadas las personas, sin importar su estatus social. Esta motivación cristiana distingue estas normas domésticas de las que se destacan en las fuentes judías y paganas.
Contribución a la Biblia
Colosenses proporciona una de las expresiones más plenas de la deidad y la supremacía de Cristo que se encuentran en la Biblia. Esto se evidencia en el magnífico himno de alabanza (1:15-20) que presenta a Cristo como la imagen del Dios invisible, el Creador y Sustentador del universo, y la Cabeza de Su cuerpo, la Iglesia. En Cristo, están todos los «tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (2:3), porque en Él «habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad» (2:9). Su supremacía también repercute en la salvación de los creyentes (2:10,13,20; 3:1,11-12,17) y en su conducta (3:5–4:6). Colosenses contribuye a la Escritura con una alta cristología y una presentación de sus implicaciones en la conducta del creyente.
Estructura
Colosenses puede dividirse en dos partes principales. La primera (1:3–2:23) consiste en una polémica contra las falsas enseñanzas. La segunda (3:1–4:17) se compone de exhortaciones para una vida cristiana adecuada. Es típico del planteamiento de Pablo presentar en primer lugar una postura teológica sobre la cual se construyen las exhortaciones prácticas. La introducción (1:1-2) sigue la forma de una carta personal helenística. En la sección final, cabe destacar la mención a Onésimo (4:9), lo cual vincula esta carta con Filemón; se hace referencia a una carta dirigida a Laodicea (4:16), que podría ser la de Efesios; y finalmente, la firma de Pablo, que indica la intervención de un amanuense (secretario; ver 4:18) en la escritura de la carta.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de Kristopher Roller, en Unsplash.
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