Por Michael Martin
Carta de Pablo a la iglesia de Colosas. Es una de las epístolas de la prisión (junto con Efesios, Filemón y Filipenses). La fecha y el lugar tradicionales de escritura son el 61 o 62 d.C. desde Roma. La carta en sí no menciona el lugar donde estaba encarcelado Pablo, y Cesárea y Éfeso se han sugerido como alternativas a Roma. Si se escribió desde Éfeso, el tiempo de escritura sería a mediados de los años 50; si fue desde Cesárea, fue a fines de esa década. El propósito fundamental de Colosenses era corregir las enseñanzas falsas que estaban perturbando a la iglesia.
Autoría de Colosenses
La autenticidad de Colosenses se ha debatido, como también ha sucedido con la naturaleza exacta de la relación entre esta epístola y Efesios. En favor de la autoría de Pablo se puede señalar que la iglesia primitiva aceptó la carta como genuinamente paulina. Si bien es cierto que el estilo y el vocabulario difieren de otras cartas de Pablo, esto sucede fundamentalmente en la sección que ataca la herejía colosense (1:3–2:23). La terminología inusual de esta sección se debe, por lo menos en parte, a que se está tratando un problema poco común.
Algunos descartan la autoría paulina al identificar la herejía que se ataca en Colosas como el gnosticismo del siglo II. No obstante, dichos argumentos no son convincentes porque no se pueden identificar con certeza, y el pensamiento gnóstico ya estaba invadiendo a la iglesia a mediados del siglo I.
También se debe señalar la relación entre Filemón y Colosenses. Mencionan varias personas en común y aparentemente el mismo mensajero las llevó (Col. 4:7-18; Filem. 1-2,10,23-24). La indudable autenticidad de Filemón juega en favor de la autoría de Pablo también en el caso de Colosenses.
La ciudad Colosas estaba situada en el extremo sudoeste de Asia Menor en lo que entonces era la provincia romana de Asia. Hierápolis y Laodicea se hallaban a pocos kilómetros de distancia. Las tres estaban en el Valle del Río Lycus. Por la región atravesaba un camino importante que iba desde Éfeso hacia el este.
Colosas se destacó durante el período griego. En la época de Pablo había perdido gran parte de su importancia debido quizás al crecimiento de las ciudades vecinas. Los terremotos que ocasionalmente provocaron daños graves fueron sumamente perjudiciales para todas las ciudades de la región. Poco después de que Pablo escribiera Colosenses, un terremoto devastó todo el Valle del Río Lycus (aprox. 61 d.C.) y esto probablemente puso fin a la ocupación de la ciudad.
La región incluía una mezcla de personas nativas de la zona, griegos, romanos y judíos trasplantados. Es probable que la iglesia reflejara la misma diversidad. Hasta donde sabemos, Pablo nunca visitó Colosas. No obstante, la influencia del apóstol se sintió durante su ministerio en Éfeso. (Hech. 19:10 registra que toda Asia escuchó el evangelio.) Las cartas a Filemón y a los Colosenses indican que muchos compañeros de tarea de Pablo (y Pablo mismo) habían trabajado entre las iglesias del Valle del Lycus. Como resultado, la relación entre el apóstol de los gentiles y la iglesia de Colosas era tan cercana que, cuando surgió un problema, algunos de la congregación recurrieron a Pablo para que los instruyera.
Contenido Colosenses se puede dividir en dos partes principales. La primera (1:3–2:23) es una polémica contra las enseñanzas falsas. La segunda (3:1–4:17) está conformada por exhortaciones para una vida cristiana apropiada. La introducción (1:1,2) se presenta en forma de carta personal helenística. Los que la envían (Pablo y Timoteo) y los receptores (la iglesia de Colosas) son identificables y se expresa un saludo (el usual saludo paulino de “gracia y paz” remplazaba la forma secular, “saludos”).
Como era costumbre de Pablo, una extensa gratitud (1:3-8) y una oración (1:9-14) guiaban hacia el cuerpo principal de la carta. Pablo le agradeció a Dios por la fe, la esperanza y el amor (1:4,5) que poseían los colosenses como resultado de su respuesta positiva al evangelio. Oró pidiendo que pudieran ser llenos de conocimiento y comprensión de la voluntad de Dios y que vivieran una vida digna de los santos redimidos, los ciudadanos del reino de Cristo (1:9-14).
La sección doctrinal que sigue comienza con una descripción de la grandeza de la preeminencia de Cristo (1:15-20). Aunque el significado exacto de algunas palabras y frases es incierto, no hay dudas en cuanto a la intención de Pablo. Él intentó presentar a Jesús como Dios plenamente encarnado (1:15,19), Señor supremo sobre toda creación (1:15- 17), Señor supremo de la iglesia (1:18) y como única fuente de reconciliación (1:20).
El origen de esta gran declaración sobre la naturaleza y la obra de Cristo es tema de debate. La estructura, el tono y el vocabulario del pasaje han llevado a muchos a especular que 1:15-20 sea una declaración doctrinal (himno) que se utilizaba en la iglesia en la época de Pablo. La mayoría de los eruditos creen que este pasaje y Fil. 2:6-11 son los ejemplos más evidentes de la tradición prepaulina en las cartas de Pablo. No obstante, la dificultad para reconstruir la estructura equilibrada de un himno ha convencido a muchos de que si no fue él el autor de toda la confesión, Pablo modificó partes del himno. Autor o no, el sello apostólico de aprobación se halla en estas palabras que Pablo utilizó para declarar sin ambigüedad que Cristo es Señor y Salvador de todo.
El propósito de los dos primeros capítulos era corregir la enseñanza falsa que se había infiltrado en la iglesia. La herejía no se identifica pero se pueden percibir varias características. (1) En 1:15-20 se combate una opinión disminuida de Cristo. Este pasaje cristológico implica que los herejes no consideraban que Jesús fuera plenamente divino y quizás no lo aceptaban como única fuente de redención. (2) A los colosenses se les advirtió en cuanto a “filosofías” aparentemente plausibles que iban en contra de Cristo (2:8). (3) La herejía parecía incluir el cumplimiento legalista de “tradiciones”, la circuncisión y diversas leyes sobre la dieta y las festividades (2:8,11,16,21; 3:11). (4) Los falsos maestros fomentaban la adoración a los ángeles y a espíritus de menor importancia (2:8,18). (5) Se promovía el ascetismo, privación o trato rudo del cuerpo carnal “malvado” (2:20-23). Finalmente, (6) los falsos maestros declaraban poseer una comprensión especial (tal vez revelaciones) que los constituía (más que a los apóstoles o las Escrituras) en la fuente definitiva de la verdad (2:18,19).
Los eruditos no concuerdan en cuanto a quiénes eran estos falsos maestros. Algunas características que se citaron anteriormente parecen ser enseñanzas judías, mientras que otras parecieran gnósticas. Algunos ven aquí las enseñanzas de una religión misteriosa. Autores muy capaces han propuesto decenas de alternativas. Incluso se ha argumentado que Pablo no estaba atacando una herejía específica (o si lo hacía, él mismo no la entendía claramente) sino que, más bien, les estaba advirtiendo a los colosenses en cuanto a una variedad de enseñanzas falsas que habían perturbado a la iglesia o que podían hacerlo en el futuro. Si bien el pasaje no identifica con claridad las herejías, sí declara específicamente que Cristo (no los ángeles, las filosofías, las tradiciones, el ascetismo ni ninguna otra cosa) es la fuente de la redención.
Colosenses 3:1-4 provee el nexo para unir la teología de los caps. 1 y 2 con las exhortaciones para vivir una vida cristiana de los caps. 3 y 4. El mandamiento “haced morir” (3:5) y “dejad también vosotros todas estas cosas” que desencadenarán la ira de Dios (3:5-11), se equilibra con el mandato de “vestíos” (3:12) de aquellas cosas que caracterizan al pueblo escogido de Dios (3:12-17). No obstante, los cambios están lejos de ser superficiales. Tienen su raíz en la nueva naturaleza del cristiano y en la sumisión al gobierno de Cristo en todas las áreas de la vida de una persona (3:9,10,15-17).
Los reglamentos para la familia aparecen en 3:18–4:1. Se tiene en cuenta la típica familia del siglo I, por lo tanto, el pasaje está dirigido a esposas y esposos, a padres e hijos, y a amos y esclavos. Pablo no hizo comentarios sobre lo correcto o incorrecto de las estructuras sociales; las aceptó como eran. El interés de Pablo era que dichas estructuras tal como existían estuvieran regidas por principios cristianos. La sumisión al Señor (3:18,20,22; 4:1), el amor cristiano (3:19) y la perspectiva del juicio divino (3:24–4:1) debían determinar la forma en que la gente se trataba mutuamente al margen de la condición social. Dicha motivación cristiana distingue estos reglamentos familiares de aquellos que se pueden hallar en fuentes judías y paganas.
Un último grupo de exhortaciones (4:2-6) y un intercambio de saludos (4:7-17) lleva a la carta a su fin. En esta sección final se deben señalar la mención de Onésimo (4:9), que asocia esta carta con la de Filemón; la mención de una carta a Laodicea (4:16), que podría haber sido la de Efesios; y la firma final de Pablo que indica que un amanuense (secretario) preparó la carta (4:18).
Bosquejo
- I. Advertencias contra la herejía (1:1–2:23)
– Saludo, agradecimiento y oración (1:1-14)
– Cristo es supremo en el universo (1:15-17)
– Cristo, al haber reconciliado con Dios a toda la creación y corporizado la plenitud de Dios, es supremo en la iglesia (1:18-20)
– Los creyentes experimentan la supremacía de Cristo en el poder salvador del evangelio (1:21-23)
– El Cristo supremo cumple el propósito eterno de Dios para la salvación (1:24-29)
– Los creyentes deben tener plena confianza en la supremacía de Cristo y deben olvidarse de las enseñanzas heréticas (2:1-5)
– Las tradiciones humanas elementales no deben alejar de la fe en Cristo (2:6-10)
– Las prácticas legales no pueden complementar la obra de salvación de Cristo en la cruz (2:11-23)
- II. El gobierno supremo de Cristo conduce a las reglas para la vida con Cristo (3:1–4:18)
– Los creyentes buscan la plenitud de la nueva vida en Cristo (3:1-4)
– La vida en Cristo limpia a los creyentes de las prácticas antiguas (3:5-11)
– La vida en Cristo da poder para la unidad, el amor mutuo y el perdón (3:12-14)
– La vida en la iglesia incluye aliento mutuo y adoración (3:15-17)
– La vida en Cristo produce fidelidad y compasión en las relaciones familiares (3:18–4:1)
– Saludos y bendiciones finales para los que están en Cristo (4:2-18)
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Yusuf Dündar, en Unsplash
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