Quisiéramos encarar la lectura de la Biblia con el objetivo de que nos lleve a una vida plena, fiel y fructífera. Las siguientes doce sugerencias servirán para que la lectura bíblica sea más eficaz y provechosa.
Lea la Biblia en oración: Meditar regularmente en la Biblia es un ejercicio espiritual, y necesitará poder espiritual y discernimiento para hacerlo bien. Cuando comience a leerla, pídale a Dios un corazón receptivo y disciplinado, que le hable a través de Su Palabra y que utilice los pasajes para brindarle ideas y palabras que podrá usar mientras ora.
Lea con expectación y alegría: Lea esperando oír la voz de Dios, y muestre alegría y gratitud por lo que encuentra en las Escrituras. Deje que la «música» de la Palabra le infunda gozo en su andar con Dios.
Medite en lo que lee: Meditar significa «masticar» mentalmente lo que se lee, pensar en el significado del pasaje y en lo que implica para sus creencias y prácticas. Así como tragar sin masticar puede producir indigestión, no podremos digerir nuestras lecturas bíblicas si no leemos con calma y consideramos el «alimento sólido» que allí encontramos.
Lea para ser transformado: El propósito de la Biblia no es simplemente informar, sino transformarnos conforme a la verdad de Dios (Ro. 12:1-2). Por lo tanto, lea esperando oír la voz del Señor, y mientras lee, piense cómo aplicar la verdad divina a su vida.
Lea con perseverancia: Asuma el compromiso de ser constante durante las siguientes 10 o 12 semanas, el lapso que toma adquirir un hábito a largo plazo. Conforme lea la Biblia con asiduidad y comience a ver la diferencia que la lectura provoca en su vida, comenzará a anhelar su tiempo de meditación en la Palabra.
Póngase metas realistas y adopte un buen plan: Bastan 20 o 30 minutos diarios para poder leer toda la Biblia en un año. Si solo dedica 10 o 15 minutos diarios, podrá leerla en dos años. La clave no es la cantidad, sino la constancia y un plan claro.
Reserve un tiempo y un lugar para leer y estudiar la Biblia: Debe ser un tiempo y un lugar libre de distracciones, que le permita mantener la constancia, para no dejar de leerla más que un par de veces al mes. Si deja de leerla un día, retome la lectura al día siguiente.
Disponga de buenas herramientas y téngalas a mano: Además de esta Biblia de estudio, tenga a mano un buen diccionario bíblico. Suelen contener bosquejos y esbozos de los mensajes de cada libro de la Biblia, además de servir como referencia rápida sobre elementos teológicos, históricos y culturales.
Lea con un lápiz o bolígrafo: Mientras lee, subraye los pasajes clave y haga anotaciones en los márgenes. Como dice el refrán: «Buena memoria es la escritura, pues para siempre dura». Si no desea hacer notas a mano, puede usar el teclado y guardarlas en la computadora.
Lea a la luz del contexto inmediato: No solo necesitamos tener en cuenta «todo el cuadro» de la historia bíblica, sino también «el marco» del contexto inmediato. Cuando lea, tenga presente dónde se encuentra en el desarrollo de un libro en particular.
Lea y estudie la Biblia en comunidad: Es útil tener amigos o familiares que también estén leyendo la Biblia, porque pueden animarlo y pueden reflexionar juntos sobre los temas que leen. Intégrese a una comunidad de creyentes en Cristo, una iglesia, para tener un lugar donde celebrar lo que aprende, plantear preguntas que puedan surgirle mientras estudia y usar sus dones espirituales en el servicio a los demás.
Lea a la luz de la historia dominante de la Bi blia: Leer la Biblia será mucho más significativo si lo hace a la luz de su historia principal. Mientras lee, fíjese cómo los grandes temas se vinculan y cruzan entre sí. Por ejemplo, el relato de la creación en Génesis 1–2 está relacionado con el tema de la creación en el Salmo 8, Isaías 65:17-25, Juan 1, Romanos 8:19-22 y Apocalipsis 21.
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