Mientras más tiempo pases leyendo, meditando y estudiando las Escrituras, pronto descubrirás que hay algunos temas que aparecen persistentemente a lo largo de las Escrituras. Estos temas te permiten establecer aquellos principios bíblicos que son siempre relevantes mientras estudias. Estos principios universales te permitirán estudiar, interpretar y enseñar la Biblia de manera fiel y consistente. Mantenlos siempre en mente al interactuar con cualquier pasaje de las Escrituras:
- En el estudio bíblico, Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) es la palabra más importante. Sin importar cuál sea el libro o pasaje de la Biblia que estés estudiando, si la palabra Dios aparece explícitamente en el texto, es allí donde debes enfocar tu estudio en primer lugar. Si el texto no menciona explícitamente a Dios, entonces una de tus primeras tareas debe ser descubrir cómo se relaciona Dios con el texto. Recuerda que, en última instancia, el lector cristiano no observa ni interpreta la Biblia con ojos seculares, sino cristianos. Es decir, cuando lees, debes recordar que la suma de la palabra es la verdad (Sal. 119:160), y que la suma de las Escrituras es el evangelio de Jesucristo. Cada historia, cada afirmación, cada reprensión, cada expresión de esperanza deben siempre considerarse a la luz de lo que Dios ha hecho por el poder de su Espíritu y por medio de su Hijo Jesucristo. Busca siempre responder a la pregunta, ¿qué relación tiene este pasaje con la persona de Jesús? También puedes preguntar, ¿cuál es su relación con Dios, con su Espíritu Santo, y con su Hijo?
- Dios es soberano. Al observar el mensaje de la Biblia en cualquiera de sus historias y afirmaciones, reconoce siempre que todo lo que sucede, sucede bajo el completo control de Dios. Como afirmó el reconocido teólogo Abraham Kuyper, “no existe una sola pulgada cuadrada en todo el dominio de la existencia humana, sobre la cual Cristo, quien es Soberano, sobre todo, no proclame: ‘¡Mío!’” (Traducción de la cita en Abraham Kuyper: A Centennial Reader, ed. James D. Bratt (Eerdmans, 1998), 488). Esto incluye no solo actos de justicia, sino también de maldad y pecado. Por ejemplo, no es posible entender a Sansón como un héroe de la fe sin este principio importantísimo. Observa Jueces 14:1-3 y piensa detenidamente cómo sería diferente su interpretación sin las afirmaciones de Jueces 14:4 y Hebreos 11:32-34. Pero más aún, la historia de la cruz de Cristo, en toda su obscena injusticia y su grotesca brutalidad, solo puede ser reconocida como la expresión de una redención gloriosa a la luz de la soberanía y el poder de Dios (Hechos 4:23-30).
- Dios reina. La soberanía de Dios no es una realidad pasiva ni impersonal. Dios actúa de manera soberana con un propósito específico y eterno. La Biblia describe esta realidad como el reino de Dios. El Reino de Dios es el tema central de la Biblia. Dios es Creador y Salvador porque su deseo es establecer su reino eterno sobre el universo. En otras palabras, en cada historia y lección, debes reconocer que el propósito último es el progreso del reino de Dios en el mundo. Historias como la de Nabucodonosor en el libro de Daniel, nos proclaman que, tanto en el juicio, como en el perdón y la misericordia, la intención es que toda persona en el mundo reconozca a Dios como el Rey soberano del cielo y de la tierra (observa Daniel 4:28-37).
- El Reino de Dios se cumple en la persona de Jesucristo. A lo largo de la narrativa de la Biblia, todos los actos de Dios, todos sus juicios, y cada una de sus promesas convergen en la persona de Jesús, el Hijo de Dios. En su vida, muerte y resurrección. Es en Jesús donde puedes admirar al Dios Salvador en toda su gloria. Jesús ilumina tu comprensión del pasado y lo llena de esperanza. Jesús te motiva también a perseverar en santidad en el presente en el poder de su Espíritu Santo. Finalmente, Jesús sella en tu mente y en tu corazón la certeza de un futuro glorioso, fundamentado en la gracia y la justicia de Dios proclamados en el evangelio. Es en Jesús donde Dios cumple todas sus promesas de salvación y juicio, y culmina con ello el establecimiento de su reino eterno y glorioso.
- La Biblia es primeramente una historia de salvación, no un manual de conducta. Al estudiar la Palabra de Dios es muy fácil caer en el error farisaico de usar la Biblia como una máquina generadora de reglas de conducta que garantizan la aprobación o la condena divina. Recuerda siempre que las Escrituras proclaman un mensaje de salvación por gracia, no en base a “obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho”, sino en base a la obra de Jesucristo quien “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” habiendo obtenido para ellos “eterna redención.” Cuando enseñes la Palabra de Dios, recuerda siempre que el deseo de Dios es transformar a las personas por gracia. La meta es personas santas, no personas morales. No es la autoayuda, sino la transformación empoderada internamente por el Espíritu Santo viviendo en el corazón del creyente.
- Ten siempre en mente los siguientes temas. Finalmente, y como consecuencia del punto anterior, siendo que la Biblia es en primera y última instancia una historia de salvación, los siguientes temas son siempre relevantes. Sin importar el texto o libro bíblico que estés estudiando, cada uno de estos conceptos informarán e iluminarán tu acercamiento al texto: creación, pecado, gracia, misericordia, perdón, fe, esperanza, amor, salvación (redención) y juicio. ¡Predica la gracia y la misericordia de Dios manifestada en el evangelio de Jesús, a partir de todo pasaje de las Sagradas Escrituras!
Carlos Astorga nació en la Ciudad de México y creció en Monterrey. Tiene grados en Ciencias Computacionales y Teología Histórica. Ha servido en funciones pastorales, docentes y de tecnología de información por más de 25 años. Actualmente trabaja en Wheaton College, donde sirve en áreas de tecnología en la educación cristiana superior. Sirve además como maestro invitado en diferentes organizaciones misioneras y forma parte de la facultad del Instituto Ideal del Seminario de Denver. Carlos vive en Saint Charles, Illinois junto a su esposa Miriam y sus tres hermosas hijas: Elisa, Carolina y Sofía.
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