SIGNIFICADO TEOLÓGICO
Por Grant Osborne
En tanto que una teología de la cruz se puede encontrar fundamentalmente en los escritos de Pablo, este tema se remonta a una época anterior a él, tal como se puede demostrar en los “credos” (declaraciones de fe o enseñanza) que él citó. Por ejemplo, 1 Cor. 15:3-5 dice que Pablo había recibido y que luego les había enseñado a los corintios la verdad de que Jesús “murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras”. Tres temas importantes están entretejidos en esta declaración y en otros credos (Rom. 4:25; 6:1-8; 8:32; Col. 2:11,12; 1 Tim. 3:16; Heb. 1:3,4; 1 Ped. 1:21; 3:18-22): la muerte de Jesús como nuestro sustituto (de Isa. 53:5; comp. Mar. 10:45; 14:24); la muertey resurrección de Jesús como cumplimiento de las Escrituras; y la reivindicación y exaltación de Jesús llevada a cabo por Dios.
Para Pablo, la “palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18) es el corazón del evangelio, y la predicación de la cruz es el alma de la misión de la iglesia. “Cristo crucificado” (1 Cor. 1:23; comp. 2:2; Gál. 3:1) es más que la base de nuestra salvación; la cruz fue el acontecimiento central de la historia, el momento particular que demostró el control de Dios sobre la historia humana y Su participación en ella. En 1 Cor. 1:17–2:16, Pablo hace un contraste entre la “locura” del “mensaje de la cruz” frente a la “sabiduría” humana (1:17,18), ya que la salvación solo se puede encontrar en la cruz, y “el poder de Dios” solamente se puede ver en la locura del “mensaje de la cruz” y en la “debilidad” (1:21,25). Jesús en Su humildad obtuvo la gloria en virtud de Su sufrimiento; solo el crucificado podía convertirse en el resucitado (1:26-30). Dicho mensaje indudablemente se consideraba una locura en el siglo I. Historiadores romanos como Tácito y Suetonio miraban con desprecio la idea de un “Dios crucificado”.
La cruz es la base de nuestra salvación en las epístolas de Pablo (Rom. 3:24,25; Ef. 2:16; Col. 1:20; 2:14), mientras que en el libro de los Hechos se enfatiza como esencia la resurrección (Hech. 2:33-36; 3:19-21; 5:31). Romanos 4:25 presenta ambos énfasis. Lo más probable es que la razón del énfasis distinto se advierta más claramente al observar que Hechos presenta una crónica de la predicación de la iglesia primitiva (donde la resurrección es el fundamento apologético de nuestra salvación) y las epístolas desarrollan la enseñanza de esa iglesia (donde la base teológica de nuestra salvación es la crucifixión). Los tres términos importantes son: “redención”, que enfatiza el “pago del rescate” que efectuó la sangre de Jesús al librarnos del pecado (Tito 2:14; 1 Ped. 1:18); “propiciación”, que se refiere a la muerte de Jesús que “satisface” la ira del Dios justo (Rom. 3:25; Heb. 2:17); y “justificación”, que describe los resultados de la cruz, la “absolución” (“declarar justo”) de nuestra culpa (Rom. 3:24; 4:25; Gál. 2:16-21; 3:24).
La cruz ciertamente hizo aún más que procurar salvación. Forjó una unidad nueva entre los judíos y los gentiles al derribar “la pared intermedia de separación” y “crear… de los dos un solo” cuerpo (Ef. 2:14,15); en consecuencia, esto produce la “paz” al crear un nuevo acceso al Padre (v.18). Además, la cruz actuó “despojando” a las “potestades” demoníacas y concibió el triunfo final sobre Satanás y sus huestes, y forzó a esos ejércitos espirituales a seguir a su séquito en una procesión victoriosa (Col. 2:15). La cruz fue el gran error de Satanás. Cuando él entró en Judas para que traicionara a Jesús, no se dio cuenta de que la cruz se convertiría en su gran derrota. Solo pudo reaccionar con ira llena de frustración al saber que “tiene poco tiempo” (Apoc. 12:12). Satanás participó de su propia destrucción.
CONTINUARA…
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Aaron Burden, en Unsplash
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