Por Chad Brand
Génesis 6–9 narra la historia del diluvio que cubrió toda la tierra, y de Noé, el hombre que Dios usó para salvar a seres humanos y animales.
Los acontecimientos
El diluvio y la inundación se produjeron por el pecado. Los seis primeros versículos de Gén. 6 hablan de los “hijos de Dios” que tuvieron relaciones con “las hijas de los hombres”. Algunos consideraron a “los hijos de Dios” como seres angelicales (o demoníacos), es decir, el mal en forma de demonios en convivencia con seres humanos. Es más probable que “los hijos de Dios” hayan sido los descendientes del linaje piadoso de Set, mientras que las “hijas de los hombres” fueran descendientes de la línea profana de Caín. El mal entonces consistiría en el yugo desigual entre justos e incrédulos que dominó al resto de la tierra al punto que “se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia” (Gén. 6:11). Aparentemente, solo quedaba Noé. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gén. 6:8). Era un hombre de fe, y esa fe “condenó al mundo” (Heb. 11:7).
Dios le ordenó a Noé que construyera un arca de “madera de gofer”. En ella entraron 14 ejemplares (“7 parejas”) de todos los animales puros y 2 de cada animal impuro (Gén. 7:1-5). Había más animales limpios porque, cuando terminara el diluvio, iban a ser necesarios como alimento y para los sacrificios (8:20-22; 9:2-4). Entonces Dios mandó Su juicio en forma de una lluvia que cayó sobre la tierra durante 40 días (7:17) y que prevaleció durante 150 días (7:24). Finalmente el arca se asentó sobre el Monte Ararat. Noé envió palomas tres veces hasta que la última no regresó. Luego abrió el arca, alabó a Dios, ofreció un sacrificio y recibió la promesa del pacto divino por el cual Dios no volvería a condenar al mundo con un diluvio (8:21-22).
Los temas
Pocos pasajes han despertado mayor interés que este. Se ha convertido en fuente de debates sobre ética (pena capital), teología (el pacto noeico) y apologética (las evidencias del diluvio). De esto último sobresalieron varios temas. El primero tiene que ver con los restos del arca. En los últimos 30 años se ha puesto mucho interés en fotografías que parecieran mostrar una enorme estructura de madera enterrada en la cima del Monte Ararat en Turquía. Se desconoce si esto se determinará alguna vez y si realmente se trata del arca. Segundo, hay mucha discusión sobre la existencia de pruebas del diluvio. Es como si cada semana aparecieran datos nuevos. No hace mucho, los científicos descubrieron restos de una ciudad a 300 m (100 pies) o más bajo la superficie del Mar Negro. Pareciera que ese mar no siempre estuvo allí o que no siempre fue tan extenso. Eso podría constituir prueba clara de un diluvio en la antigüedad. El tercer tema es si el diluvio fue local o universal. Los que proponen un diluvio local, algunos de los cuales son evangélicos, están en manifiesta oposición a los que sostienen un diluvio universal. Los textos del AT y del NT parecen enseñar claramente que el diluvio fue universal (Gén. 7:19-24; 2 Ped. 3:6). Sin embargo, esto no significa que una determinada forma de argumentar a favor del diluvio universal, como por ejemplo el enfoque catastrófico, sea la última palabra sobre el tema. Queda mucho por hacer. Lo que se puede afirmar es que la evidencia científica de un diluvio universal tiene mucho peso y aumenta diariamente.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Elias Null, en Unsplash
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