Momento en que Dios revela Su soberanía sobre los poderes y la existencia humana. El Día del Señor se basa en el término hebreo yom, “día”, el quinto sustantivo más frecuentemente usado en el AT y con una variedad de significados: el tiempo que dura el día, desde que sale el sol hasta que se pone (Gén. 1:14; 3:8; 8:22; Amós 5:8); un período de 24 horas (Gén. 1:5); una expresión general para “tiempo” sin límites específicos (Gén. 2:4; Sal. 102:3; Isa. 7:17); el período de tiempo de un suceso específico (Jer. 32:31; Ezeq. 1:28). El “Día del Señor” no especifica un período de tiempo preciso. Puede significar las horas del día, las 24 horas del día o un período de tiempo general caracterizado tal vez por un suceso especial. En Zac. 14:7 incluso se enfatiza un tiempo cuando es de día en todo momento y las tinieblas de la noche se han desvanecido.
El “Día del Señor” no designa la perspectiva temporal del hecho, ya sea pasado, presente o futuro. Lamentaciones 2:1 puede hablar del “día de la ira del Señor” en tiempo pasado, ya que describe la caída de Jerusalén. Joel 1:15 podría describir el “Día del Señor” como un desastre en tiempo presente.
Los profetas del AT usaron un término conocido por su audiencia, y por medio del cual la audiencia esperaba luz y salvación (Amós 5:18), pero los profetas lo describieron como un día de tinieblas y juicio (Isa. 2:10-22; 13:6,9; Joel 1:15; 2:1-11,31; 3:14,15; Amós 5:20; Sof. 1:7,8,14-18; Mal. 4:5). Por lo tanto, el lenguaje del AT para el Día del Señor está dirigido a advertir a los pecadores dentro del pueblo de Dios acerca del peligro de confiar en la religión tradicional sin comprometerse con Dios ni con Su manera de vivir. Es un lenguaje que podría usarse con el propósito de juzgar a Israel o bien para prometerle que será liberada de los enemigos malvados (Isa. 13:6,9; Ezeq. 30:3; Abd. 15). Por lo tanto, el Día del Señor es una instancia temporal cuando Dios despliega Su iniciativa soberana y muestra Su control sobre la historia, el tiempo, Su pueblo y todos los seres humanos.
Los escritores del NT tomaron la expresión del AT para enfatizar la victoria final de Cristo y el juicio final de los pecadores. Con este propósito, usaron muchas expresiones diferentes: “el día de Jesucristo” (Fil. 1:6); “el día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor. 1:8); “el día del Señor Jesús” (1 Cor. 5:5; 1 Tes. 5:2); “el día de Cristo” (Fil. 1:10; 2:16); “el día del juicio” (1 Juan 4:17); “aquel día” (1 Tes. 5:4; 2 Tim. 1:12); “el día de la ira” (Rom. 2:5).
Quienes tienen una perspectiva dispensacionalista de la Escritura con frecuencia tratan de interpretar cada uno de los términos en forma diferente. Por lo tanto “el día de Cristo” es un día de bendición equivalente al arrebatamiento, mientras que el día de Dios es un término que incluye todos los eventos del fin de los tiempos (2 Ped. 3:12). De acuerdo con este punto de vista, el Día del Señor incluye la gran tribulación, el juicio subsiguiente de las naciones y el período de bendición mundial bajo el gobierno del Mesías. Muchos eruditos bíblicos sin un punto de vista dispensacionalista interpretan que las numerosas expresiones del NT se refieren a un acontecimiento de suma importancia: el fin de los tiempos cuando Cristo regrese para el juicio final y establezca Su reino eterno. Más allá de las interpretaciones de los detalles específicos, el Día del Señor enfatiza la promesa de que llegará un día en que la soberanía eterna de Dios sobre la creación y sobre todas las naciones se hará claramente evidente para toda la humanidad.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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