Por Jimmy Albright
Ablución es un lavaje ceremonial hecho con agua para purificarse antes de la adoración. Dicha práctica es un trasfondo del bautismo en el NT. El término hebreo rachats es la palabra común usada para lavar con agua, enjuagarse o bañarse (Gén. 18:4; Ex. 2:5; Rut 3:3). La palabra griega louein es similar (Hech. 9:37; 16:33; 2 Ped. 2:22).
Antiguo Testamento
Las abluciones se realizaban para limpiarse de las impurezas correspondientes a una condición inferior o indeseable a fin de preparar a la persona para ser admitida en una condición superior o más deseable. Aarón y sus hijos fueron lavados antes de ser vestidos con las vestiduras sacerdotales y ungidos con aceite (Ex. 29:4; 30:19-21; Lev. 8:6). Tales lavamientos preparaban a las personas para participar de actos especiales de servicio religioso.
Cuando una persona se tornaba impura (Lev. 11–15), la purificación incluía las prácticas de ablución. El lavado podía simbolizar el argumento de una persona pidiendo ser pura e inocente del pecado en un caso particular (Deut. 21:1-9).
En ocasiones, las abluciones incluían un lavaje o baño general, como cuando los hebreos se bañaban el cuerpo y lavaban la ropa (Lev. 14:8; 15:5; Núm. 19:7-8). Tal lavado se llevaba a cabo en diversos lugares: agua de manantial (Lev. 15:13), un estanque (Juan 9:7), un río (2 Rey. 5:10) o el patio de una casa (2 Sam. 11:2).
En algunos capítulos de la tradición hebrea, la importancia ritual del lavado se convertía en parte esencial de la práctica religiosa, con descripciones minuciosas de cómo se suponía que debía lavarse una persona antes de diversas actividades. Algunos de los grupos más estrictos no entraban a una casa sin abluciones. Decían que se debía lavar primero una mano para purificarla a fin de poder lavar la otra.
Las enseñanzas del AT no dan un tratamiento tan importante y detallado a las abluciones. Más bien, la meta es la pureza interior, espiritual. El lavado externo es solo un símbolo (Sal. 24:4; 51:7; 73:13).
Nuevo Testamento
En Heb. 6:2, el escritor ruega a los creyentes ir más allá de la discusión sobre temas básicos entre los cuales menciona “la enseñanza sobre lavamientos” (LBLA). Tal vez esté refiriéndose a debates acerca de las diferencias entre el bautismo cristiano y otras abluciones. Hebreos 9:10 se refiere a “ceremonias de purificación” (NVI) que practicaban los hebreos al estar bajo la ley pero que ya no eran necesarias porque Cristo fue “ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos” (9:28).
Marcos 7:4 menciona que entre las tradiciones que cumplían los fariseos estaban “los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos”. Ellos cumplían “con el rito de lavarse las manos” (v.3 NVI) antes de comer. Lo hacían para mantener “la tradición de los ancianos”. Jesús consideró esto como “tradición de los hombres”, lo cual significaba que se estaba “dejando el mandamiento de Dios” (v.8). Jesús citó a Isaías para hacer un llamado a la pureza de corazón en lugar de ser tan estrictos con las reglas (v.6).
Los arqueólogos que realizaron excavaciones en Qumrán, comunidad de los Rollos del Mar Muerto de la estricta secta judía de los esenios, presentaron ilustraciones que ejemplificaban la práctica judía en la época de Jesús. Las excavaciones revelaron una vasta red de lavatorios y bañaderas que se utilizaban en las abluciones.
En el NT, el único lavado que se ordenó fue el del bautismo (Hech. 22:16; 1 Cor. 6:11). Efesios 5:26 muestra que el lavamiento del bautismo no es eficaz como ritual en sí mismo sino solamente como muestra de la obra de la Palabra de Dios en la vida del que se bautiza. La purificación interna debe acompañar el lavado exterior (Heb. 10:22).
Artículo extraído del Diccionario Bíbico Ilustrado Holman.
Foto por Ryan Loughlin en Unsplash
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