
Por Roger L. Omanson
Traducción de varias palabras hebreas y griegas que cubren un amplio espectro de significados: entendimiento intelectual, experiencia personal, emoción y relación personal (incluyendo la relación sexual, Gén. 4:1; etc.). El conocimiento se le atribuye tanto a Dios como a los seres humanos.
En lo que respecta al conocimiento, se dice que Dios es omnisciente. Él sabe todo (Job 21:22; Sal. 139:1-18); Su entendimiento va más allá de toda medida (Sal. 147:5). Él conoce los pensamientos de nuestra mente y los secretos de nuestro corazón (Sal. 44:21; 94:11). Conoce los sucesos del pasado (Gén. 30:22), los acontecimientos del presente (Job 31:4) y los eventos del futuro (Zac. 13:1; Luc. 1:33).
El conocimiento que Dios posee de las naciones y de los seres humanos indica que tiene un interés personal en la gente y no una mera conciencia de su existencia (Sal. 144:3). Ser conocido por Dios tal vez signifique que una nación o un individuo son escogidos por Dios para desempeñar cierto papel dentro de los propósitos divinos para el mundo (Jer. 1:5; Amós 3:2; Gál. 4:9).
Con frecuencia la Biblia habla sobre el conocimiento humano. Conocer a Dios es el conocimiento más grandioso (Prov. 9:10) y constituye la necesidad más importante de la humanidad (Os. 6:6). En el AT, los israelitas conocen a Dios por medio de lo que Él hace por Su pueblo (Ex. 9:29; Lev. 23:43; Deut. 4:32-39; Sal. 9:10; 59:13; 78:16; Os. 2:19,20). Este conocimiento de Dios no es simplemente teórico ni objetivo; incluye experimentar la realidad de Dios en la vida de la persona (comp. Fil. 3:10) y vivir de una manera que demuestre respeto hacia el poder y la majestad de Dios (comp. Jer. 22:15,16).
En el NT, la persona conoce a Dios por medio del conocimiento de Jesucristo (Juan 8:19; Col. 2:2,3). El apóstol Pablo relacionaba íntimamente el conocimiento con la fe. El conocimiento le confiere a la fe dirección, convicción y seguridad (2 Cor. 4:14). Es un don espiritual (1 Cor. 12:8) que puede crecer, aumentar, llenar y abundar (Fil. 1:9; Col. 1:9,10; 2 Cor. 8:7). Consiste en tener una mejor comprensión de la voluntad de Dios en el sentido ético (Col. 1:9,10; Fil. 1:9), en saber que Dios desea salvarnos (Ef. 1:8,9), y en tener un discernimiento más profundo de la voluntad de Dios manifestada en Cristo (Ef. 1:17; 3:18,19).
Aunque Pablo reconocía la importancia del conocimiento, también sabía que podía ser un factor de división en iglesias como la de Roma y la de Corinto, donde algunos cristianos declaraban ser más espirituales debido al conocimiento que poseían de temas espirituales (Rom. 14:1–15:6; 1 Cor. 8:1-13). Pablo argumentaba que el conocimiento produce jactancia, pero que el amor edifica, y que el conocimiento ejercitado por el que es “fuerte” en la fe puede hacer que el “débil” en la fe vaya en contra de su conciencia cristiana y esto lo conduzca a la ruina espiritual. El conocimiento puede ser mal utilizado (1 Cor. 8). El amor es más importante que el conocimiento (1 Cor. 13), sin embargo, el conocimiento sigue siendo un don necesario para la enseñanza cristiana (1 Cor. 14:6) y para que los cristianos crezcan hasta alcanzar una fe madura (1 Cor. 8:7; 2 Ped. 1:5,6; 3:18).
En el Evangelio de Juan, el conocimiento es un concepto clave, aunque el sustantivo “conocimiento” nunca aparece en el relato. Más bien, Juan utiliza con frecuencia el verbo “conocer”. Jesús y el Padre poseen un conocimiento mutuo (Juan 10:14,15), y el conocimiento que Jesús tiene de Dios es perfecto (por ej. Juan 3:11; 4:22; 7:28,29).
El conocimiento de Dios está íntimamente relacionado con la fe, ya que expresa percepción y comprensión de dicha fe. El conocimiento pleno solo es posible después de la glorificación de Jesús, puesto que los discípulos a veces no entendían al Señor (Juan 4:32; 10:6; 12:16). En el Evangelio de Juan, el conocimiento se expresa en el testimonio cristiano que puede conducir a la fe en Jesús (Juan 1:7; 4:39; 12:17,18) y amor (Juan 17:26). Mientras que el conocimiento que Jesús tiene del Padre es perfecto, el de los discípulos en relación a Jesús es indirecto, habilitado por medio de la fe. El conocimiento que los creyentes tienen de Jesús es la percepción de Su persona como la revelación de Dios que guía a obedecer Su palabra de amor. Así pues, el cristiano es parte de la misión divina de amor hacia el mundo a fin de que la humanidad llegue a conocer y a creer en Jesús como revelación del amor del Padre para con el mundo.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Ben Whiteg, en Unsplash
Leave a Reply