Por E. Ray Clendenen
Énfasis bíblico clave, tal como se refleja en los 544 usos de diferentes formas de la palabra “bendición” y 282 apariciones de las diversas formas del término “maldición”.
En el AT, la palabra que se traduce “bendición” con más frecuencia es barak. La relación que antiguamente se pensaba existía en esta palabra entre los conceptos de “bendición” y “arrodillarse” ya no tiene validez. Las palabras relacionadas con estos conceptos solo sonaban parecidas. “Bendecir” significaba llenar de beneficios, ya sea como un fin en sí mismo o hacer que un objeto sea bendito para convertirse en fuente de mayor bendición para otros. En este sentido y con mayor frecuencia, Dios es considerado por lo menos el agente de bendición, y bendecir a una persona equivalía a clamar a Dios para que la bendijera. En otro sentido, la palabra podía significar “alabar”, como si se llenara de honor y palabras buenas al objeto de la bendición. En consecuencia, los individuos podían bendecir a Dios (Ex. 18:10; Rut 4:14; Sal. 68:19; 103:1), mientras que Dios también podía bendecir a hombres y mujeres (Gén. 12:23; Núm. 23:20; 1 Crón. 4:10; Sal. 109:28; Isa. 61:9). Las personas también podían bendecirse mutuamente (Gén. 27:33; Deut. 7:14; 1 Sam. 25:33) o bendecir cosas (Deut. 28:4; 1 Sam. 25:33; Prov. 5:18).
Las palabras de bendición también se podían utilizar como saludo, similar a una invocación de “paz” (shalom, Gén. 48:20). En este sentido se podían utilizar al encontrarse (Gén. 47:7), al partir (Gén. 24:60), dicho por mensajeros (1 Sam. 25:14), en gratitud (Job 31:20), como saludo matinal (Prov. 27:14), felicitando por la prosperidad (Gén. 12:3), como homenaje (2 Sam. 14:22) y demostrando amistad (2 Sam. 21:3). Ser bendecido por Dios se consideraba ingrediente esencial para una vida exitosa y satisfactoria. Una palabra relacionada, ’asher, a menudo traducida “bienaventurado” (Sal. 1:1), se refiere especialmente al estado de felicidad producto de ser bendecido.
En el NT, la palabra “bienaventurado” es frecuentemente la traducción de makarios, y quiere decir “bendecido, afortunado, feliz”. Aparece 50 veces en el NT y en forma más conocida en las “bienaventuranzas” del Sermón del Monte de Jesús (Mat. 5:3-11). En consecuencia, el concepto neotestamentario enfatiza el gozo que experimentan los seres humanos en su condición de hijos de Dios y ciudadanos de Su reino (Rom. 4:7,8; Apoc. 1:3; 14:13).
Para la acción de “bendecir”, el NT generalmente utilizaba el verbo eulogeo, cuya etimología refleja el significado de “hablar bien de” o “alabar” (Luc. 1:64). El adjetivo relacionado eulogetos se utilizaba especialmente con este sentido (Luc. 1:68; Ef. 1:3). El verbo se refiere con más frecuencia al otorgamiento de beneficios (Gál. 3:9) o a pedirle a Dios que lo haga (Heb. 7:1). El sustantivo eulogia, “bendición”, posee un rango de significado similar al del verbo (por ej.: Apoc. 5:12; Sant. 3:10; Heb. 6:7).
De los 282 usos bíblicos de las diversas formas de la palabra “maldición”, todas están en el AT excepto 34. El concepto evidentemente era más importante en el AT. Según quién estaba hablando, el que “maldice” está prediciendo, deseando o pidiendo la maldición, le está causando un gran problema a alguien o está invocando a un objeto para que sea la fuente de dicho problema. Así como pertenecer a Dios y a Su pueblo significaba bendición, ser maldecido frecuentemente quería decir que era separado de Dios y de la comunidad de la fe. Por lo tanto, incluía experimentar inseguridad y desastre.
Las dos palabras más comunes para “maldición” en el AT son ’arar y qalal. La primera especifica los resultados de la caída y la entrada del pecado en la creación de Dios (Gén. 3:14,17; 4:11; 5:29; 9:25). Se halla 39 veces en el AT como participio en voz pasiva (“maldito el que…”) en pronunciamientos de juicio o para disuadir del pecado futuro (esp. Deut. 27–28). La otra palabra, qalal, invoca particularmente la experiencia de ser insignificante o despreciable (Gén. 27:12,13; Ex. 21:17; Lev. 19:14).
En una época, muchos eruditos creían que el AT reflejaba la idea del antiguo Cercano Oriente de que la palabra dicha formalmente tenía una existencia independiente como así también el poder para que se cumpliera. Por ejemplo, este concepto se deducía a veces de Isa. 55:10,11, “mi palabra […] no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Del mismo modo se pensaba que las bendiciones y las maldiciones poseen dicho poder independiente. Pero otros pasajes como Prov. 26:2 (“Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa”) demuestran que para que una palabra de bendición o maldición sea efectiva debía ser divinamente sancionada y de manera apropiada (comp. Sal. 109:17-20). Aunque el rey pagano Balac tal vez haya creído en el poder de auto cumplimiento de las palabras dichas formalmente (Núm. 22:6), aun el adivino pagano Balaam sabía que no era así (Núm. 22:18,19). La bendición que Isaac pronunció sobre su hijo Jacob no era irrevocable porque ya la hubiera expresado (Gén. 27:30-40) sino porque había sido claramente ordenada por Dios (Gén. 25:22,23), y la preferencia de Isaac hacia su hijo Esaú no pudo cambiar eso.
En el NT, la acción de “maldecir” a veces significa desearle mala fortuna a alguien (Luc. 6:28; Rom. 12:14; Sant. 3:9,10). El concepto de “maldición” también se aplica a los que están fuera de las bendiciones de la gracia de Dios (Mat. 25:41). Ellos, por lo tanto, están bajo la condenación divina, la “maldición de la ley” a causa del pecado (Juan 7:49; Gál. 3:10,13; 1 Cor. 16:22). Una situación especialmente grave es la de aquellos que rechazan o se oponen activamente a la obra divina (Gál. 1:8,9; 2 Ped. 2:14; Apoc. 16:9,11,21).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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Muchas Gracias!! me fue de mucha ayuda. Shalom !!
Excelente, me ayudo mucho.