Por Clark Palmer
Cambio de opinión; también puede referirse a un giro total en el modo de pensar o al pesar que acompaña el darse cuenta de que se ha obrado mal. En sentido bíblico significa una profunda y total conversión a Dios. Hay arrepentimiento cuando uno se vuelve a Dios de manera radical; es una experiencia donde se reconoce a Dios como lo más importante de la existencia de la persona. Antiguo Testamento El concepto de volverse a Dios de todo corazón abunda en la predicación de los profetas del AT. Para expresar la idea de arrepentimiento se utilizan términos como “regresar”, “volver” o “buscar”.
En Amós 4–5, el Señor da a conocer Su juicio para que la nación regrese a Él. El arrepentimiento colectivo del pueblo es un tema que se trata en Oseas (6:1; 14:2) y es el resultado de la predicación de Jonás en Nínive (Jon. 3:10). Los típicos llamados al arrepentimiento se encuentran en Ezeq. 18 y 33, como así también en Isa. 55. En Ezeq. 18, el énfasis se inicia en el arrepentimiento personal. Nuevo Testamento El arrepentimiento fue la idea central en la predicación de Juan el Bautista, donde hace referencia a una total conversión a Dios. Se agrega al mensaje una nota de urgencia: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!” (Mat. 3:2). Quienes estaban preparados para darle a su vida esta nueva y radical orientación, lo demostraron bautizándose (Mar. 1:4). El giro total en la dirección de la vida debía demostrarse mediante profundos cambios en el estilo de vivir y en las relaciones (Luc. 3:8-14).
El énfasis en la necesidad de un cambio de vida total sigue presente en el ministerio de Jesús. El mensaje de arrepentimiento era central en Su predicación (Mar. 1:15). Al describir la esencia de Su misión, Jesús dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Luc. 5:32).
El llamado a esta acción es una convocación a una entrega absoluta a la voluntad de Dios y a vivir en procura de Sus propósitos. Este retorno radical hacia Dios se requiere de todos: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Luc. 13:3). Quienes habían sido testigos del ministerio de Jesús, de la verdad sobre Dios y de lo que Él reclamaba de sus vidas se encontraban en serio peligro si no se arrepentían. Jesús advirtió sobre las graves consecuencias para aquellos donde Su ministerio había sido rechazado: “Entonces comenzó a increpar a las ciudades en las que había hecho la mayoría de sus milagros, porque no se habían arrepentido” (Mat. 11:20 LBLA). Por otra parte, por un solo pecador que se arrepiente hay gran “gozo en el cielo” (Luc. 15:7). En Sus últimas palabras a los discípulos, Jesús les ordenó que predicaran a todas las naciones el mismo mensaje de arrepentimiento que Él había predicado (Luc. 24:47).
Este término continuó usándose a medida que la iglesia primitiva comenzaba a tomar forma. En la predicación del libro de los Hechos está presente el llamado al arrepentimiento (Hech. 2:38; 3:19; 8:22). Por un lado, en el discurso de Pablo en Atenas el apóstol da a conocer a Dios como quien “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (17:30). Por otra parte, el arrepentimiento se muestra como resultado de la iniciativa divina: “Dios ha concedido el arrepentimiento que conduce a la vida también a los gentiles” (Hech. 11:18; 2 Tim. 2:24-26). La abundancia de referencias en el NT deja en claro que el arrepentimiento es fundamental en la experiencia de salvación. La respuesta al llamado de Dios en la vida de una persona debe ser arrepentimiento, es decir, determinación voluntaria de abandonar una vida de pecado y de autogobierno para asumir entonces una forma de vivir gobernada por Dios y en Su justicia. Hay arrepentimiento cuando alguien ha sido convencido de la realidad de su pecado, lo rechaza, renuncia a él y se vuelve a Dios por medio de la fe en Jesucristo. El arrepentimiento es tan fundamental que cuando Pablo resumió su ministerio dijo: “Testifiqué a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hech. 20:21). La experiencia del arrepentimiento precede a la salvación (2 Ped. 3:9).
Si bien la mayoría de los llamados al arrepentimiento se dirige a los incrédulos, a veces se refiere a los creyentes. Pablo mencionó una carta a los corintios que les causó aflicción pero que finalmente los llevó al arrepentimiento (2 Cor. 7:8-13). En los mensajes a las iglesias en Apocalipsis se exhorta varias veces al arrepentimiento (Apoc. 2:5,16,21,22; 3:3,19) a fin de que estos creyentes e iglesias conduzcan sus vidas con más conformidad a la voluntad de Dios. Los creyentes, al igual que las iglesias, siempre deben esmerarse en la tarea de examinarse a sí mismos y permitir que el Espíritu de Dios señale aspectos que necesitan cambio. El arrepentimiento es más que un simple remordimiento. Ver Cilicio; Confesión; Conversión; Fe; Reino de Dios.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
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