Por M. Pierce Matheney
Receptáculo original de los Diez Mandamientos y símbolo central de la presencia de Dios con el pueblo de Israel.
Antiguo Testamento El arca de la antigua Israel es misteriosa en cuanto a sus orígenes, sus significados y su destino final. Sus numerosos nombres confieren el sentimiento santo de la presencia de Dios. La palabra hebrea para arca (tebah) simplemente significa “caja, baúl, ataúd”, tal como lo indica su uso para el ataúd de José (Gén. 50:26) y para el arca que el rey Joás utilizó para las colectas del templo (2 Rey. 12:9-10).
Los nombres que se utilizan para el arca definen su significado por medio de los términos que la modifican. La palabra “pacto” como parte del nombre define al arca en relación con su propósito original de contener las tablas de piedra sobre las que se inscribieron los Diez Mandamientos (denominados a veces el “testimonio”). En ocasiones se la identifica más bien con el nombre de la deidad, “el arca de Dios” o “el arca del pacto de Jehová de los ejércitos (Yahvéh Sabaot)” (1 Sam. 4:4).
El origen del arca se remonta hasta Moisés en Sinaí. Su origen misterioso se observa haciendo un contraste de los dos relatos del Pentateuco en cuanto a cómo se construyó. El relato más elaborado de la fabricación y la ornamentación del arca realizadas por el artesano Bezaleel aparece en Ex. 25:10-22; 31:2,7; 35:30-35; 37:1-9. Se planificó durante la primera estadía de Moisés en Sinaí, y se construyó después de que se comunicaron y completaron todas las especificaciones para el tabernáculo. El otro relato se encuentra en Deut. 10:1-5. Después del pecado del becerro de oro y la ruptura de las tablas originales del Decálogo, Moisés hizo una caja simple de madera de acacia a fin de utilizarla como receptáculo para recibir las nuevas tablas de la ley.
Un poema muy antiguo, el “Cántico del Arca” de Núm. 10:35-36, arroja cierta luz sobre la función de esta durante el peregrinaje en el desierto. Era un símbolo de la presencia de Dios para guiar a los peregrinos y liderarlos en la batalla (Núm. 10:33,35-36). Si actuaban sin fe, dejando de seguir esta guía, las consecuencias podían ser dramáticas (Núm. 14:39-45). Algunos pasajes sugieren que el arca también se consideraba trono de la deidad invisible o estrado de sus pies (Jer. 3:16-17; Sal. 132:7-8). Estos significados diversos se deben interpretar como complementarios en lugar de contradictorios.
El arca se diseñó para ser trasladada. Su tamaño (alrededor de 1,20 m de largo [4 pies], 75 cm de ancho [2,5 pies] y 75 cm de profundidad [2,5 pies]) y su forma rectangular eran apropiados para este propósito. Se utilizaban postes permanentes para acarrearla ya que nadie podía tocarla y solo el personal sacerdotal (levítico) estaba autorizado a transportarla. El arca fue el objeto más importante del tabernáculo en el período del desierto, aunque su relación con el tabernáculo concluyó después de la conquista de Canaán.
El arca desempeñó un papel importante en las narraciones de la “guerra santa” durante el cruce del Jordán y la conquista de Jericó (Jos. 3–6). Después de la conquista se la ubicó en diversos lugares tales como Gilgal, Siquem (Jos. 8:30-35; Deut. 11:26-32; 27:1-26) o Bet-el (Jue. 20:26), según el sitio donde se reuniera la confederación de las tribus para adorar. Finalmente se instaló en forma permanente en Silo, donde se construyó un templo para alojarla (1 Sam. 1:9; 3:3).
Debido a la superstición infiel de los hijos malvados de Elí, las tribus hebreas fueron derrotadas en la batalla de Eben-ezer y los filisteos capturaron el arca (1 Sam. 4). Los acontecimientos relacionados con el arca en las ciudades de Asdod, Gat y Ecrón se narran a fin de magnificar el poder y la gloria del Señor del arca. El Señor venció a Dagón y derramó una peste sobre el enemigo hasta que buscaron el perdón del Dios de Israel mediante ofrendas simbólicas por la culpa, y enviaron de regreso el objeto temido siguiendo el ritual correcto (1 Sam. 5:1–6:12). Los hombres de Bet-semes se alegraron con el retorno del arca hasta que desacertadamente violaron su santidad al mirar en su interior (1 Sam. 6:13-15,19-20). Luego la llevaron a Quiriat-jearim, donde permaneció relativamente descuidada hasta que David la trasladó a su nueva capital y santuario en Jerusalén (1 Sam. 6:21–7:2; 2 Sam. 6). Pareciera que Abinadab y sus hijos (2 Sam. 6:3) habían servido fielmente al Señor del arca hasta que uno de ellos, Uza, cayó muerto al tocar imprudentemente el objeto santo durante el primer intento de David de transportarla desde su “collado” en Quiriat-jearim a la ciudad del rey. David, por temor, le dejó el arca a Obed-edom geteo, cuyacasa fue bendecida a causa de la santa presencia. De manera más cuidadosa y con un gran fervor religioso, David tuvo éxito la segunda vez que intentó llevar el arca a su ciudad capital (2 Sam. 6:12-19).
Estudios recientes sugieren que esta ceremonia del arca se representaba en ocasiones de producirse una coronación o anualmente en una celebración de asunción al trono. Dicha representación volvía a enfatizar la promesa hecha a la dinastía davídica, como así también la gloria de Jehová de los ejércitos (Sal. 24:7-10; 103:21-22). Salomón construyó el templo que David había planeado para alojar el arca, a la que posteriormente transportó dentro del lugar santísimo en medio de ceremonias festivas (1 Rey. 8; 2 Crón. 5).
Se desconoce el momento preciso del robo o la destrucción del arca. Algunos han sugerido que Sisac de Egipto saqueó el templo y se apoderó de este objeto santísimo (1 Rey. 14:25-28) pero, tomando como base Jer. 3:16-17, pareciera más probable que los babilonios la hayan capturado o destruido en el 587 a.C. junto con la caída de Jerusalén y el incendio del templo. Tal como predijo Jeremías, el arca nunca se reconstruyó para el segundo templo, con lo cual el lugar santísimo quedó vacío.
Otros misterios del arca son su relación con los querubines, su cubierta ornamentada denominada “propiciatorio” y su uso ritual preciso durante la época de la monarquía. Debido a que el arca del pacto era el símbolo central de la presencia de Dios con su pueblo Israel, sus misterios permanecen apropiadamente encubiertos dentro del santuario interior del Dios viviente. Ver Lugar santísimo; Propiciatorio; Tabernáculo; Templo.
Nuevo Testamento Hebreos 9:1-10 muestra que el arca formaba parte del orden antiguo con reglas externas, en espera de la llegada del nuevo día de Cristo, con un sacrificio perfecto capaz de limpiar la conciencia humana. Apocalipsis 11:19 muestra que el arca del pacto formará parte del templo celestial, cuando este sea revelado.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto Diccionario Bíblico Ilustrado Holman
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