Por David P. Nelson
Adoración es el término empleado para referirse al acto o acción asociados con atribuir honra, reverencia o dignidad por parte de adherentes religiosos a aquello que se considera divino. La adoración cristiana a menudo se define como la atribución de honra y dignidad al Dios triuno. La adoración se entiende de manera más completa como interrelación entre la acción divina y la respuesta humana: la adoración es la respuesta humana ante la revelación personal del Dios triuno. Esto incluye: (1) inicio divino donde Dios se revela a sí mismo, Sus propósitos y Su voluntad; (2) relación espiritual y personal por parte del adorador con Dios por medio de Jesucristo, y (3) respuesta del adorador en devoción, humildad, sumisión y obediencia a Dios.
La adoración se puede entender dentro de un contexto amplio o reducido. En un sentido amplio, la adoración es una forma de vida (Rom. 12:1). En este contexto, la vida en su totalidad se considera un acto de adoración o de servicio ante Dios (1 Cor. 10:31; Col. 3:17). La adoración también se define como una acción del pueblo de Dios reunido, tal como se observa en la adoración que Dios prescribió en el tabernáculo (Ex. 25–40; Lev. 1–7) y en el templo (1 Crón. 22–29; 2 Crón. 3–7; 29–31), como así también en la adoración de la iglesia del NT (Hech. 13:2; 1 Cor. 11–14). Además de las diversas descripciones congregacionales, la adoración a veces incluye encuentros individuales con Dios (Gén. 29:35; 25:11-15; Ex. 3:1-22; Jos. 5:13-15; Isa. 6), adoración familiar (Gén. 4:2-5; 8:16–9:17; 35:2-7), y contiene descripciones de la adoración en el cielo (Isa. 6; Apoc. 4; 5; 7; 15; 19).
El concepto del inicio divino de la adoración se observa en varios textos bíblicos. Pareciera que Dios disfrutaba de la comunión con Adán (Gén. 3:8-24), Su criatura recientemente formada. La Biblia declara que el Señor creó al hombre para gloria de Dios (Isa. 43:7), y el apóstol Pablo considera que la negativa del hombre a funcionar dentro de esta capacidad constituye una ofensa fundamental contra el Creador (Rom. 1:21-23). Dios demostró iniciativa en la relación de adoración que tenía con Israel cuando le ordenó a Moisés: “Y harán un santuario para mí y habitaré en medio de ellos” (Ex. 25:8). En las instrucciones para el tabernáculo, Dios prescribe lo siguiente: (1) un espacio sagrado (qadosh, “lugar santo”); (2) un tiempo sagrado, el día de reposo (Ex. 31:12-17; 35:1-3), y (3) Su deseo de habitar en medio de Su pueblo (Ex. 25:8; 29:45,46; 33:14,15) y revelarles Su gloria (Ex. 29:43; 40:34-37). El Señor continuó esta relación con Israel en la adoración en el templo.
En el NT surgen conceptos similares. En el encuentro de Jesús con la mujer samaritana en Juan 4 se observa la iniciativa divina. Jesús declara allí que Dios busca verdaderos adoradores, aquellos que lo adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:21-24). En este pasaje Jesús enseña que la adoración genuina no está limitada a un lugar en particular (Juan 4:21) sino que está. basada en una relación espiritual entre el adorador y Dios mediante la fe en Jesucristo (comp. Fil. 3:3). El momento habitual para la adoración cristiana pasa al “primer día de la semana” (Hech. 20:7; 1 Cor. 16:2), conocido como “el día del Señor” (Apoc. 1:10), que está indudablemente asociado con la resurrección de Jesús que se produjo ese día. La presencia de Dios entre su pueblo se revela en Jesús, que es Emanuel, “Dios con nosotros” (Mat. 1:23), y la gloria del Señor se revela en el Cristo encarnado que “habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Jesús
prometió la continuidad de Su presencia entre Su pueblo (Mat. 28:20), específicamente a través del ministerio del Espíritu Santo (Juan 14:15-26; 16:5-16; 1 Cor. 3:16; 6:19). Uno de los aspectos asombrosos de la adoración en la Biblia es que, luego de las instrucciones para la liturgia en el tabernáculo y en el templo, existe un relativo silencio con respecto a la estructura formal de la adoración. En su lugar, surgen varios modelos de adoración. Ya se han señalado los modelos individual y familiar. Las descripciones en cuanto a la adoración congregacional varían. En el tabernáculo incluye diferentes ofrendas (Lev. 1–7) que permiten a los adoradores expresar gratitud, reverencia y confesión al Señor en el establecimiento de memorables ofrendas rituales. La adoración en el templo mantiene estos elementos y emplea la música en un grado bastante amplio (1 Crón. 25). Hay un modelo general en la adoración en el tabernáculo y en el templo que procede del patio exterior al atrio interior, y luego al lugar santísimo, donde el sumo sacerdote entraba una sola vez al año en el Día de Expiación. En ciertos salmos también se evidencian modelos similares de entrada y movimiento progresivo (Sal. 95; 100).
En el NT existe cierto énfasis en la oración, la alabanza y la instrucción (Hech. 2:42-47) que tal vez indiquen la influencia de la sinagoga judía. En Hebreos se emplean patrones de adoración en el tabernáculo y en el templo, y allí Jesús es identificado tanto como el sumo sacerdote perfecto (Heb. 8:1–9:10) como también el sacrificio perfecto una vez y para siempre (9:11–10:18) mediante el cual todos los cristianos ahora tienen “libertad para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” (Heb. 10:19). En tanto que existen instrucciones para la adoración ordenada (1 Cor. 14:26-40), en el NT no hay una prescripción formal en cuanto a cierta secuencia.
Un estudio de los elementos bíblicos de la adoración incluye: oración, alabanza, acción de gracias, caridad/ofrenda (Hech. 2:45; 1 Cor. 8–9), confesión (Neh. 9; Sal. 51; Sant. 5:16); predicación y enseñanza (Neh. 8:7-9; Hech. 2; 5:42; 8:4; 14:7; 1 Cor. 14:26); lectura de las Escrituras (Neh. 8:1-6; 1 Tim. 4:13) y disciplina (Mat. 18:15-20; 1 Cor. 5:1-5). Dos características esenciales de la adoración cristiana son las ordenanzas del bautismo (Mat. 28:19; Hech. 2:38,41) y la Cena del Señor (Luc. 22:19; 1 Cor. 11:17-34). Puesto que en el NT no se prescribe cierta secuencia para la adoración, pareciera que lo mejor es entender que la adoración cristiana debe adoptar aspectos de los varios modelos de adoración que aparecen en la Biblia, y al mismo tiempo diversos elementos que las Escrituras definen de manera más clara.
Hay temas complejos relacionados con la adoración cristiana. La relación entre el aspecto vertical (doxológico) y el horizontal (doctrinal/exhortatorio) de la adoración es fundamental (Sal. 136; 1 Cor. 14:1-25; Ef. 5:18-21; Col. 3:16). Esta relación se observa, por ejemplo, en la naturaleza claramente trinitaria de la adoración cristiana donde la doctrina de una persona tiene implicancias profundas en la adoración que ofrece. La interrelación vertical/horizontal también se ve en la relación entre adoración y evangelismo (Sal. 96; Rom. 15:16). Asimismo, la relación de la adoración con la ética es de importancia fundamental (Sal. 15; 24; Amós 5:21-24; Mat. 15:8) ya que la respuesta obediente a la voluntad de Dios es vital para una adoración genuina (1 Sam. 15:22).
Artículo extraído del Diccionario Bíbico Ilustrado Holman.
Foto por Hannah Busing en Unsplash
Exelente explicación muchas gracias..🙏🕊📖
Muy buena explicación y bastante entendible.
Gracias