Por E. Ray Clendenen
Primer hombre y primera mujer creados por Dios. De ellos descienden todas las demás personas.
Antiguo Testamento
El nombre Eva se relaciona con la palabra hebrea correspondiente a “viviente” pero aparece solamente como el nombre de la primera mujer. Adán significa “hombre” y, en muchos lugares, la palabra hebrea se refiere a la humanidad en general. Por ejemplo, Gén. 1:27 dice: “Y creó Dios al hombre [adam] a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (ver también Gén. 5:2; 6:1). Adán se utiliza también para el primer hombre, ya sea con el artículo, como “al hombre” (Gén 2:15-16), o como el nombre “Adán” (Gén. 4:1,25; 5:3-4). Finalmente, el término se puede referir a un miembro de la raza humana, “un hombre” (por ej.: Gén. 2:5: “ni había hombre para que labrase la tierra”.).
Nuevo Testamento
El nombre Adán también aparece en el NT en referencia al primer hombre. Lucas remonta la genealogía de Jesús hasta Adán (Luc. 3:38), y Pablo se refiere a Jesús desde un punto de vista tipológico como el postrer Adán (1 Cor. 15:45). Así como Adán fue la cabeza inicial y representativa de la humanidad, Cristo fue la cabeza inicial y representativa de una nueva humanidad.
Eva se menciona dos veces en el NT. En 2 Cor. 11:3 se la utiliza como ejemplo de ser seducido por Satanás para alejarse de la verdad. En 1 Tim. 2:11-15 se insta a las mujeres a consagrarse al aprendizaje en sumisión silenciosa en lugar de presionar para obtener una función de enseñanza y autoridad en la iglesia. La razón que se da es que Adán fue creado antes que Eva, y que Eva fue engañada para que pecara. El engaño que tuvo lugar en el huerto y que abrió la puerta al pecado, la muerte y la corrupción lo provocó Adán en forma pasiva y parcial al permitir que Eva manejara las cosas con Satanás por sí sola en lugar de asumir de manera apropiada el papel que le correspondía según el orden de la creación y así tratar con Satanás en nombre de ambos. No sabemos si Adán hubiese tenido más éxito. Sí sabemos que no cumplió Con su responsabilidad como cabeza de la familia y cabeza de la raza humana, y que nos hizo caer junto con Él. Por lo tanto, Pablo instruye a las iglesias a no seguir el ejemplo fatal de Adán colocando a las mujeres en los primeros planos como enseñadoras ni ejerciendo autoridad sobre los hombres.
Alcances teológicos
El apóstol Pablo, en su discurso ateniense, basó su convicción acerca de la unidad de la raza humana en nuestra relación con Adán: “De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra” (Hech. 17:26 NVI).
Aunque gran parte de lo relacionado con el primer hombre y la primera mujer les correspondía exclusivamente a ellos, la naturaleza del pecado no ha cambiado (ver Isa. 53:6), y las metas y estrategias del maligno son esencialmente las mismas (ver 2 Cor. 11:3). La tentación de Eva se puede entender como un paradigma de lo que nos sucede a nosotros, y la corrupción que invade nuestro mundo y nuestra vida es resultado directo de la decisión de Adán de desobedecer a Dios. Pero Adán y Eva también fueron los primeros en enterarse de que Dios tenía un plan de redención mediante el cual uno de sus descendientes quitará el mal del mundo (Gén. 3:15).
Tal como declaró. la serpiente, el pecado ciertamente les abrió los ojos (Gén. 3:5,7), pero lo que vieron fue su propia desnudez y distanciamiento el uno del otro. La vergüenza y el temor habían desplazado a su inocencia, y el primer impulso que tuvieron fue cubrirse y esconderse (v.10). El segundo resultado inmediato de su pecado fue que el hombre y su esposa ya no pudieron caminar más con Dios (comp. Lev. 26:12; Sal. 89:15; Miq. 6:8). La pregunta que Dios le hizo a Adán, a quien él consideraba responsable principal, hizo que lo entendiera. De hecho, Dios preguntó (Gén. 3:9): “¿Por qué no estás caminando conmigo?”
El castigo que padeció la mujer iba a ser doble (3:16). Primero, el dolor, la ansiedad y la angustia iban a estar asociados con la función de tener hijos. Segundo, habría conflicto matrimonial.
El pecado de Adán no fue que escuchó a su mujer, sino que la escuchó a ella en lugar de escuchar a Dios (3:17). Al igual que con la mujer, la penalidad del hombre sería doble. Primero, así como la serpiente iba a tener conflicto con la mujer, y la mujer con el hombre, este tendría conflicto con la tierra que le produciría alimento solo a través del dolor, la ansiedad y la angustia. Segundo, finalmente iba a morir y volver al polvo (3:19), sin tener más acceso al árbol de la vida (3:22). Aunque la mujer también iba a morir, el castigo se le anunció al hombre porque él era el responsable representante de la raza (Gén. 2:16-17). Pablo explicó en Rom. 5:12: “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte”. Más aún, “por la transgresión de uno vino la condenación a todos” (5:18). As., en Génesis 5 resuena en ocho oportunidades el toque de difuntos, “y murió”. Por otra parte, Eva sería la fuente de vida al convertirse en aquella que produciría al libertador (3:15). Tal como Pablo declaró en Rom. 5:15: “Si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo” (también 1 Cor. 15:22).
Las consecuencias del pecado de Adán no recayeron simplemente en la primera familia sino sobre toda la humanidad, e inclusive sobre la tierra (Gén. 3:17; Rom. 8:19-21). Descender de Adán no solo ha tra.do como consecuencia muerte física sino también corrupción espiritual y moral, “muertos en vuestros delitos y pecados”, y “por naturaleza hijos de ira” (Ef. 2:1,3). Alejados de Cristo todos tienen “el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Ef. 4:18). Esto se puede remontar finalmente hasta Adán, de quien todos han heredado una naturaleza con inclinación al mal.
Artículo extraído del Diccionario Bíbico Ilustrado Holman.
Foto por Glo Bible
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