Por Daniel C. Fredericks
Nombre que significa “casa de Dios”.
1. Bet-el fue importante en el AT tanto por razones geográficas como religiosas. A causa de las corrientes de agua abundantes, la región era fértil y atractiva para los asentamientos que datan de una época tan temprana como el 3200 a.C. y respaldan la mención de una ciudad en los días de Abraham. En la actualidad, la aldea de Beitin descansa sobre gran parte de las ruinas de Bet-el. Ubicada en la intersección de la ruta principal que atravesaba los montes de norte a sur y el camino que se dirigía desde Jericó hasta la llanura central, Bet-el era testigo de muchas travesías locales e internacionales. Se convirtió en una ciudad limítrofe destacada entre tribus y posteriormente entre los dos reinos. En el aspecto religioso, Bet-el sirvió como santuario durante las épocas de los patriarcas, los jueces y el reino dividido, por lo cual ocupaba el segundo lugar como centro religioso después de Jerusalén.
Cuando Abraham entró en Canaán, edificó un altar en Bet-el dónde “invocó el nombre de Jehová” (Gén. 12:8) y al que luego regresó después de su estadía en Egipto (Gén. 13:3). Su nieto Jacob pasó la noche en este lugar cuando iba camino a Siria a buscar una esposa. El Señor le confirmó el pacto abrahámico a Jacob mediante un sueño y este cambió el nombre del lugar, que anteriormente se llamaba Luz, por el de “Bet-el” (“casa de Dios”; Gén. 28:10-22). Es probable que en los pasajes anteriores relacionados con Abraham se haya hecho referencia al nombre “Bet-el” pero sin seguir un orden cronológico. Cuando Jacob regresó con su numerosa familia, se dirigió nuevamente a Betel para escuchar la confirmación del pacto que le hizo el Señor y allí se le cambió el nombre por “Israel”. Jacob levantó una vez más en este lugar un monumento de piedra (Gén. 35:1-16; Os. 12:4,5). Después de este período patriarcal se produjo una amplia fortificación.
En la época de la conquista, Bet-el y Hai fueron tomadas juntas (Jos. 7:2; 8:3-17; 12:9,16) pero la derrota definitiva de Bet-el se relata posteriormente en Jue. 1:22-26. Al comienzo era una ciudad fronteriza de Benjamín (Jos. 16:1,2; 18:13,22). Más tarde formó parte del Reino del Norte (1 Crón. 7:28) después que Abías la anexara a Judá solo por un breve período (2 Crón. 13:19).
El arca del pacto estuvo en Bet-el durante parte de la época de los jueces (Jue. 20:27), y las tribus convergieron allí por Benjamín a fin de vengarse de la atrocidad moral de Gabaa (Jue. 20:18-28), ofrecer sacrificios y buscar la guía del Señor (Jue. 21:1-4). Bet-el también fue el lugar donde Débora (Jue. 4:5) y Samuel (1 Sam. 7:16) juzgaron los asuntos civiles y religiosos de los israelitas de la región. Es evidente que Bet-el era vulnerable en la época de los jueces ya que la arqueología demuestra que durante ese período fue destruida varias veces.
David consideró que la ciudad era significativa como para enviar presentes mientras huía como fugitivo de Saúl, con la esperanza de establecer una amistad de valor diplomático para el futuro (1 Sam. 30:27). Cuando David finalmente nombró Jerusalén como su capital, Bet-el creció y prosperó.
Si bien Bet-el fue un lugar de adoración ortodoxa desde la época de Abraham hasta la de los jueces, Jeroboam I la convirtió en un centro religioso de su culto innovador y apóstata del Reino del Norte. Erigió un becerro de oro tanto en este lugar como en Dan, y colocó sacerdotes que no eran levitas, estableciendo así una festividad ilegítima para competir con las celebraciones y religión de Jerusalén (1 Rey. 12:29-33), ubicada a 17 km (10,5 millas) al sur en Judá. Bet-el se destacaba por encima de Dan. Un profeta anónimo proveniente de Judá encontró allí a Jeroboam I y lo censuró, tras lo cual destruyó el altar del rey (1 Rey. 13:1-10). Otro profeta anónimo de Bet-el indujo al primer profeta para que desobedeciera. A causa de su desobediencia, Dios hizo que un león matara al primer profeta (1 Rey. 13:11-25).
Pareciera que otros verdaderos profetas estuvieron ligados a Bet-el durante la época de la apostasía en el norte, ya que Elías se encontró allí con un grupo de ellos mientras viajaba (2 Rey. 2:2,3). Amós fue enviado a Bet-el para censurar al reino de Jeroboam II en el siglo VIII (Amós 7:10-13), puesto que era el centro de la idolatría del norte y su residencia real. Se enfrentó con la resistencia del sacerdote Amasías, quien le ordenó en vano que se fuera de la ciudad. Además de las acusaciones proféticas de Amós contra los que ofrecían sacrificios en este lugar (Amós 4:4), también predijo la destrucción de Bet-el y sus altares falsos (Amós 3:14; 5:5,6), tal como lo hizo Oseas (Os. 10:14,15). Da la impresión de que Oseas hizo un juego de palabras con el nombre Bet-el (“ciudad de Dios”) al referirse a ella como “Bet-avén” (“ciudad de un [dios] falso”, Os. 5:8,9; 10:5).
La importancia religiosa de Bet-el también se confirma con la designación por parte de Asiria de un sacerdote en esta ciudad que les enseñara a los nuevos residentes provenientes del norte que habían desalojado a los israelitas (2 Rey. 17:28). Más tarde, Josías profanó durante sus reformas otro altar falso de Bet-el (2 Rey. 23:4-19) y tal vez anexó la ciudad a su Reino del Sur. Fue destruida en el siglo VI durante el exilio. No obstante, algunas personas regresaron allí cuando fueron liberadas por los persas (Esd. 2:28; Neh. 7:32; 11:31). Es probable que haya sido una ciudad importante en la época de Cristo porque fue un fuerte romano de fines del siglo I.
2. Otra ciudad que se escribía tanto Betul (Jos. 19:4), Betuel (1 Crón. 4:30) como Bet-el (1 Sam. 30:27). Esta podría ser la actual Khirbet el Qaryatein al norte de Arad. 3. Bet-el era aparentemente el nombre de un dios semítico occidental. Muchos eruditos hallan en Jer. 48:13 una referencia a esta deidad. Otros encuentran la mención a la deidad en otros pasajes (especialmente Gén 31:13; Amós 5:5).
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto por Cristina Gottardi, en Unsplash
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