«Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados. […] Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal» (1:7,12).
Introducción
Sofonías es uno de los Profetas Menores, y su mensaje se centra en la necesidad de vivir rectamente delante de Dios. De todos los profetas, quizás fue él quien dio la descripción más contundente sobre el juicio, pero a la vez, destacó la posibilidad de restauración para aquellos que se arrepintieran y se volvieran a la justicia.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: La larga genealogía de Sofonías (1:1, cuatro generaciones atrás hasta Ezequías) sugiere que era de linaje real. ¿Por qué listar cuatro generaciones si el último nombre no era significativo? (otros profetas incluyen dos generaciones a lo sumo, ver Zac. 1:1). Quizás, como el nombre de su padre era «Cusi», la gente tendía a sospechar que era de ascendencia mixta, una mezcla de cusita e israelita. En realidad, Sofonías menciona dos veces a los cusitas («los de Etiopía») en su breve profecía (2:12, 3:10), lo cual tal vez sugiera que tenía raíces cusitas.
La prueba interna indica que el libro de Sofonías se escribió en algún momento entre el 640 y el 612 a.C. Sofonías 1:1 se refiere al reinado de Josías (aprox. 640-609 a.C.), y 2:13-15 profetiza la caída de Nínive, que cayó en el 612 a.C. Por tanto, la profecía de Sofonías pudo haberse anunciado antes de tal suceso. Además, las prácticas idólatras de Judá (1:4-6) implican que el ministerio de Sofonías comenzó antes de las reformas de Josías cerca del 621 a.C. (2 R. 23).
Contexto histórico: El padre del rey Josías, el rey Amón (1:1), era un hombre malvado, al igual que su padre el rey Manasés (2 R. 21:1-7,11,16,20-22). Esta herencia de maldad explica la idolatría desenfrenada que reinaba en la tierra cuando Josías heredó el trono en el 640 a.C. Josías luchó para destruir la idolatría en Judá (Sof. 1:4-9). Tanto los sacerdotes paganos como los «ortodoxos» practicaban el culto a Yahvéh al mismo tiempo que adoraban a Baal, Moloc y otros dioses paganos (1:4-6). La lectura pública del libro de la ley (aprox. 621 a.C.) ayudó a implantar las reformas de Josías, ya que el pueblo se arrepintió, derribó sus numerosos altares (comp. Jer. 11:13), destruyó la parafernalia idolátrica que se utilizaba para adorar a Baal y Moloc (2 R. 23:1-14; comp. Sof. 1:3-4) y quitó a los sacerdotes idólatras (2 R. 23:5).
Mensaje y propósito
En vista de la inminente destrucción del «Día del Señor» (1:7-18; 2:2-3), el objetivo principal de Sofonías fue hacer un llamado inaplazable. Urgió al pueblo de Judá a buscar solo a Yahvéh en justicia y mansedumbre (2:1-3). El propósito inmediato era advertir a un Judá idólatra del juicio apremiante del Señor (1:4-13). El objetivo final era llamar a un «remanente» de todas las naciones (Judá, 2:7-9; Israel, 3:12-13; y todas las naciones, 3:9-10) a confiar en el Señor, a causa del día en que Su juicio vendría sobre la tierra (1:2-3, 17-18).
El Día del Señor: En los tiempos bíblicos, tomar una ciudad mediante el asedio de guerras llevaba meses y hasta años. Solamente un rey guerrero poderoso (ver los títulos de Yahvéh, 3:15,17) podía decir que ganaría una batalla, e incluso una guerra, en un solo día. El Día del Señor era cualquier jornada en que Dios «visitara» la tierra, ya fuera para castigar a Sus enemigos (1:7-9,12) o para salvar a Su pueblo (2:7; comp. 3:17). En algunos casos, se trataba del día en que liberaba a Su pueblo de las penurias inmediatas (2:7,9). Sin embargo, el Día del Señor definitivo vendrá en los últimos tiempos (3:11-20; comp. Jl. 3:14-21; Zac. 14:1-14).
El remanente: Sofonías hizo hincapié en que el juicio de Dios, que aparentemente incluía a todos (1:2-3,17-18; comp. 3:6; Am. 9:1-4), no se contradeciría con la preservación de unos pocos sobrevivientes, llamados el «remanente» o «resto» de Su pueblo (ver nota en 2:9). Aunque Dios iba a destruir a los malvados de Judá y a sus pueblos vecinos paganos (2:4-9), prometió preservar un remanente, que incluía aun extranjeros, para que adorara a Yahvéh (3:9; comp. 2:11b).
Los nombres de Dios: Jehová es a la vez Dios de Israel (2:9a) y Señor (lit. Yahweh) de los Ejércitos (2:9a-10), gobernante soberano de todos los ejércitos del cielo y la tierra. Yahvéh, el Rey de Israel (3:15), es a la vez «guerrero» y «Yahvéh tu Dios», que salva a Su pueblo (3:17; comp. Ex. 15:2-3,13-18). Segundo, «el Señor Dios» (heb. ’adonai Yahweh), Señor absoluto de la tierra, derrama Su ira (desbordando Su enojo) en el Día del Señor (1:7,14-18), tanto sobre los idólatras como sobre los adoradores complacientes (1:4-13). Además, el nombre «Señor de los Ejércitos» hace hincapié en el castigo que daría a las naciones que maltrataron a Su pueblo (2:8-10) y en Su deseo de destruir los falsos dioses de ellos (2:11). De esta forma, se desata la ira celosa de Yahvéh (1:18; comp. Dt. 4:23-27) no solo contra Judá (2:2-3), sino también contra todos los reinos de la tierra (3:8). Yahvéh es un Dios justo que hace justicia (3:5) en medio de una Judá rebelde (3:1-4) y elimina a los soberbios (3:11). Sin embargo, por causa de Su amor (3:17), este rey guerrero (3:15,17) estorbará a los enemigos opresores y eliminará el castigo que Su remanente merece, para salvarlo del mal (3:15-17,19).
Contribución a la Biblia
La promesa de un remanente ilustra cómo la asombrosa gracia de Dios contrarresta Su ira celosa y Su enojo ardiente contra los malvados (Nah. 1:2-8). Él juzgará a las naciones arrogantes (2:8-11,13-15) y purgará a los soberbios de Su pueblo (3:11) para preservar a los humildes. Así Sofonías invita a todos los que humildemente obedecen al Señor a que lo busquen para que sean guardados (2:2-3). El NT manifiesta la maravillosa verdad de que todos podemos encontrar la salvación por la fe en Cristo. Pablo enfatizó la idea de que habría un remanente judío y nos recordó que el remanente es «escogido por gracia», no por obras (Ro. 11:5-6).
Estructura
Las expresiones «Palabra de Jehová (lit. Yahvéh)» (1:1a) y «dice Jehová» (3:20b) enmarcan todo el libro para enfatizar dos mensajes cruciales y complementarios: el juicio inminente y universal (1:1–3:8), y la bendición final del remanente (3:9-20). La primera sección, un quiasmo, entrelaza las ideas con el estribillo de refuerzo «dice Jehová» (ver 1:2-3,10a; 2:9a; 3:8a; comp. 2:5, «La palabra de Jehová») y destaca un juicio que incluye a todos. Sofonías 3:8 es una exhortación que sirve como nexo y que mira tanto hacia atrás («por tanto» v. 8) como hacia delante (esperar pacientemente la consumación del juicio por parte de Dios que traerá la salvación del remanente, vv. 9-13, introducido por el término heb. ki, «para/porque»; vv. 9,11). Pueden sintetizarse dos exhortaciones que ofrecen esperanza durante el juicio en 3:8-13: en 1:7 (callar/esperar en el Día del Señor el «castigo» de los malos) y en 2:1-3 (una invitación esencial a buscarlo para posiblemente ser salvos).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Gadiel Lazcano, en Unsplash.
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