Introducción
La palabra hebrea para salmos es tejilim, que significa «alabanza». El título en español proviene de la traducción griega (LXX) psalmós, que significa «canciones de alabanza». Sin duda, la alabanza a Yahvéh, el Dios de Israel, es el énfasis principal en los salmos. Referirse a Salmos como el himnario de Israel es, en parte, verdad, pero no alcanza a dar cuenta de todo el contenido de este libro. Más de un tercio de la colección son oraciones a Dios. Por lo tanto, podemos decir que Salmos contiene himnos y oraciones que se usaban en el culto de Israel.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Como el libro es una compilación de muchos salmos escritos a lo largo de un período extenso, no existe un solo autor. La designación más común en los títulos es «de David», y es razonable atribuirle la autoría de muchos de ellos, dado su rol como músico en la corte de Saúl (1 S. 16:14-23) y sus muchas experiencias como pastor, soldado y rey.
No obstante, la mención de su nombre en los títulos es una construcción hebrea ambigua; una simple preposición junto al nombre de David, que puede traducirse «escrito por», «perteneciente a», «para» o «sobre». Solo relaciona de alguna manera esos salmos con David, pero no necesariamente como autor.
Otros salmos se atribuyen a Salomón (Sal. 72; 127), Asaf (Sal. 50; 70-83), los hijos de Coré (Sal. 42; 44-49), Etán (Sal. 89), Hemán, hijo de Coré (Sal. 88) y Moisés (Sal. 90). Todos los títulos usan la misma preposición hebrea que aparece junto al nombre de David y, por lo tanto, son igual de ambiguos respecto a su autoría. En el caso de Asaf, aunque era uno de los músicos principales de David (1 Cr. 6:39), el nombre se asoció con un grupo de músicos (Esd. 2:40-41; ver nota en el título de Sal. 50). Esto puede explicar por qué un salmo aparentemente posexílico (Sal. 74) incluye el título «de Asaf».
Contexto histórico: Salmos consta de muchos himnos y oraciones compuestos por una sola persona, para uso comunitario. Si se tomaran los nombres en los títulos como los autores, la fecha de composición se extendería desde el tiempo de Moisés (siglo XV a.C.) hasta el período posexílico (siglo VI a.C. o posterior). Algunos títulos contienen información histórica que permitiría fechar la composición, aunque también (como la autoría) es ambigua. Podría no referirse a la fecha de composición, sino al contenido, y haberse agregado después de los sucesos. Esta es una perspectiva más probable, ya que algunos de estos salmos describen situaciones de riesgo de vida, donde la prioridad no hubiera sido componer un salmo. En muchos casos, incluyen también secciones de acción de gracias, que demuestran haber sido escritos luego de que Dios contestara las oraciones.
Mensaje y propósito
Existen miles de mensajes a lo largo de los 150 salmos, pero sobre todo, este registro de adoración y alabanza del pueblo de Dios nos enseña cómo relacionarnos con Él en diversas circunstancias de la vida. También demuestran la soberanía y la bondad de Dios hacia Su pueblo para infundir confianza a quienes confían en Él.
Contribución a la Biblia
La relación entre la obra de Dios en la vida de Su pueblo y la respuesta de este es la contribución más significativa de este libro. Dios nunca habló de manera directa en ninguno de los salmos, como lo hizo muchas veces en los relatos históricos y por medio de los profetas. Por lo tanto, están escritos desde una perspectiva humana, cuando los autores atravesaban diversas situaciones de la vida. Uno de los temas principales es el afán por comprender cómo se relacionan los atributos de Dios, particularmente Su soberanía y bondad, con las experiencias vividas. Estas palabras provienen de personas que no perdieron su fe en Él, a pesar de la tentación (Sal. 73). Deseaban entender el trato de Dios hacia ellos en forma personal y como comunidad.
Estructura
De principio a fin, Salmos es un libro de poesía. La poesía hebrea no tiene rima ni métrica regular, sino que usa paralelismos, en donde dos (o tres) líneas encuentran equilibrio y completan una idea. Algunos paralelismos son sinónimos, donde la segunda línea se hace eco de la primera. El paralelismo antitético usa un contraste entre dos segmentos, y en el sintético, el segundo completa la idea del primero.
Los salmos pueden dividirse en clases. Hay himnos (145–150) y cantos de acción de gracias (30–32). Los salmos de lamento (38–39) son oraciones de clamor a Dios en situaciones angustiosas. Los reales (2; 110) hablan del rey terrenal de Israel. Los de coronación (96; 98) celebran el reinado de Yahvéh. Los penitentes (32; 38; 51) expresan contrición y arrepentimiento, y los didácticos o de sabiduría (19; 119) tienden a ser proverbiales.
Bosquejo
Salmos se diferencia de la mayoría de los otros libros bíblicos porque contiene muchos escritos recogidos y compilados durante un período extenso y finalmente organizados en su forma presente. Por tanto, es imposible bosquejar el libro de la manera tradicional. Sin embargo, existe una clara estructura en esta colección. Salmos está dividido en cinco partes, conocidas también como libros. De acuerdo a la tradición judía, esta división en cinco secciones se basó en la distribución de la Torá (o Pentateuco), los primeros cinco libros de la Biblia. Las divisiones son: Libro I (Sal. 1–41), Libro II (Sal. 42–72), Libro III (Sal. 73–89), Libro IV (Sal. 90–106) y Libro V (Sal. 107–150). Los salmos también pueden agruparse por sus títulos; por ejemplo, los salmos de Asaf y los de los hijos de Coré. Cada uno de los primeros cuatro libros termina con una doxología o declaración que identifica el final de uno y el comienzo de otro. Los salmos que contienen estas declaraciones pueden considerarse salmos de «enlace» porque sirven para «unir» cada libro con el objeto de formar la colección.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Humberto Arellano, en Unsplash
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