«La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.
¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza?…» (1:20-22).
Introducción
¿Qué es un proverbio? El proverbio secular procura afirmar una verdad general (no absoluta), como «quien mal anda, mal acaba». Es conciso y contundente; es decir, breve, pero rico en significado: «A palabras necias, oídos sordos». Un proverbio es práctico; su consejo es útil en el mundo real: «Al que madruga, Dios lo ayuda». Debería ser aplicado; el lector tendría que considerar qué cambiar en su vida a la luz del proverbio: «La caridad bien entendida comienza por casa». El proverbio deriva de una astuta observación de las situaciones comunes de la vida; el que lo crea demuestra ser conocedor y perceptivo, capaz de ver lo que suele ser verdad y sacar conclusiones: «Más vale maña que fuerza».
Sumado a esto, los proverbios de este libro tienen inspiración divina. Como provienen de Dios, sabemos con seguridad que son ciertos y beneficiosos: «El entendido en la palabra hallará el bien, y el que confía en Jehová es bienaventurado» (16:20). Los proverbios bíblicos no solo ofrecen consejo práctico para esta vida, sino que también guían al lector a la vida eterna: «El camino de la vida es hacia arriba al entendido, para apartarse del Seol abajo» (15:24).
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Los proverbios de los capítulos 1–29 (1:1; 10:1) se le atribuyen a Salomón. Según el testimonio bíblico, Salomón era sabio y recopilaba dichos también sabios (1 R. 3:5-14; 4:29-34; 5:7,12; 10:2-3,23-24; 11:41). Los capítulos 1–24 tal vez se escribieron durante su reinado, 970-931 a.C. Los de los capítulos 25–29 son proverbios de Salomón que recogió el rey Ezequías, que reinó en 716-687 a.C. (25:1). Los dos últimos capítulos se les adjudican a Agur y a Lemuel (30:1; 31:1), sobre quienes no se sabe nada más. Un editor inspirado compiló los proverbios de Salomón, Agur y Lemuel en el libro que hoy tenemos.
Contexto histórico: El reinado de Salomón representó el apogeo de la nación de Israel. El período fue testigo de la mayor extensión del territorio, además de la paz y del próspero comercio internacional (1 R. 4:20-25; 10:21-29). Es probable que Salomón conociera la antigua tradición sapiencial de Egipto (1 R. 3:1), pero mediante la inspiración y el don de Dios, compuso dichos aun mejores (1 R. 3:12; 10:6-7,23). Aunque dirigió su enseñanza a su hijo o hijos, estos dichos sabios e inspirados se aplican a todos. Proverbios, como el resto de la Biblia, contiene historias, enseñanzas y ejemplos. La gente debería aplicar estas verdades de manera apropiada a su situación (1 Co. 10:11).
Mensaje y propósito
Como estos proverbios están en la Biblia, no solo entretienen, sino que también exhortan, alientan y ofrecen esperanza. Salomón exhortó a los lectores, especialmente a los jóvenes, a buscar sabiduría en vez de necedad. Alentó a los inexpertos a convertirse en sabios en lugar de burladores, a ser enseñables en lugar de incorregibles, a vivir en lugar de morir. Predijo que aquellos que buscaran sabiduría encontrarían, en general, éxito y felicidad en esta vida, pero sin duda, gozo y bendición eternas.
Hay una estrecha conexión entre la sabiduría y Dios. Por ejemplo, ambos prescriben la obediencia y la moralidad, y prometen éxito y vida eterna. Están conectados porque la sabiduría presupone el temor de Dios, porque Dios es la fuente de este consejo inspirado y piadoso, y porque Él es quien garantiza las bendiciones que ella promete. Los beneficios de la sabiduría y de Dios son los mismos. Lo que la sabiduría promete es lo que Dios otorga (4:4-8).
Estructura
Proverbios pertenece al género de literatura sapiencial. Los libros sapienciales constan de las inteligentes observaciones del autor sobre el mundo y su gente. Sin embargo, sin una perspectiva divinamente inspirada, el mundo sería deprimente e irremediable, como lo muestran partes de Job y de Eclesiastés. En definitiva, la sabiduría bíblica está fundada en la fe en Dios.
El proceso de observación, contemplación e inspiración puede verse en Proverbios 24:30-34. Luego de observar la deteriorada condición del «campo del hombre perezoso» y de la «viña del hombre falto de entendimiento», Salomón contempló lo que veía y se inspiró: «Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo» (v. 32). Así componía un nuevo proverbio o aplicaba alguno conocido a la situación. «Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado» (vv. 33-34).
Proverbios está escrito como poesía hebrea, la cual es tersa y concisa, usa muchas imágenes y generalmente contiene una segunda parte que complementa el pensamiento de la primera o contrasta con él. Considerar la relación entre la segunda línea y la primera es una manera redituable de meditar en un proverbio.
En los capítulos 1–9, Salomón usó imágenes y fundamentó argumentos para enseñar sobre el valor de la sabiduría y la seducción del mal. En 22:17–24:34, encontramos «dichos» que constan de varios versículos, y en 30–31, algunos otros numéricos más un acróstico alfabético que elogia a la esposa virtuosa. En el resto del libro, lo común es que cada proverbio ocupe un versículo. Algunos eruditos sostienen que estos proverbios individuales están cuidadosamente agrupados y que deberían interpretarse en su contexto grupal. Otros consideran que la colección no es sistemática y sostienen que el contexto inmediato casi nunca tiene valor interpretativo.
En cualquier caso, lo importante es interpretar cada proverbio en el contexto del libro y de la Biblia en su conjunto. Por ejemplo, aunque 21:14 parece alentar el soborno, el resto de Proverbios claramente lo condena (15:27), como sucede con las demás partes de la Escritura (Ex. 23:8; Ecl. 7:7).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Laura Siegal, en Unsplash
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