Introducción
«Números» deriva del nombre que se le da a este libro en la LXX, «Arithmoi», por los dos censos militares de los capítulos 1 y 26. El título en hebreo, Bemidbar, «En el desierto», describe el escenario geográfico de la mayor parte del libro, desde el Desierto de Sinaí hasta las áridas planicies de Moab, en la ribera del Río Jordán opuesta a Jericó.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Tradicionalmente, los eruditos cristianos han sostenido que Moisés fue el autor del Pentateuco, que incluye Números. Al igual que los demás libros del Pentateuco, Números es anónimo, pero Moisés es su personaje central. Este hombre de Dios llevaba un diario (33:2), y la frase «Jehová dijo [mandó] a Moisés» aparece en Números 31 veces. Es posible que los escribas añadieran algunas porciones posteriormente, como las referencias a la humildad de Moisés (12:3) y al «libro de las batallas de Jehová» (21:14), pero Moisés sigue siendo el autor principal.
Contexto histórico: Números continúa la narrativa histórica iniciada en Éxodo. Comienza un mes después del final de Éxodo (Ex. 40:2; Nm. 1:1), aproximadamente un año después de la salida de los israelitas de Egipto, y abarca los otros 39 años que permanecieron en el desierto, desde Sinaí a Cades, y finalmente hasta las planicies orientales del Río Jordán.
Mensaje y propósito
La soberanía de Dios: El personaje principal en Números es Yahvéh, el Dios de Israel. Él es soberano en la vida de todas las personas y las naciones. Utilizó incluso a Balaam, un hechicero hostil a los caminos de Dios, como instrumento para lograr Sus propósitos. Dios hace Su voluntad aun cuando Su pueblo es rebelde, como sucedió cuando rechazaron la tierra prometida en los capítulos 13–14. Al final, Él cumple Su promesa a Abraham en la siguiente generación de israelitas.
La presencia de Dios: Su presencia se muestra en la columna de fuego de noche y en la nube de día, en el arca del pacto que representa el trono de Su presencia entre los seres humanos y en el santuario móvil que demuestra que al Dios de Israel no se lo puede confinar a un territorio, una región, una ciudad ni, mucho menos, a ningún tipo de santuario.
La pureza y santidad de Dios: Dios es puro y santo, y exige ese mismo comportamiento de aquellos que aseguran que Él es su Dios. Este es un tema central del Pentateuco y de Números.
Dios y la revelación: El término «Jehová dijo a Moisés» sirve como marco de referencia para la estructura del libro. Moisés es el principal agente humano de revelación. Números presenta a Dios como Aquel que es capaz de desplegar Su voluntad reveladora aun a través de un asna o de un adivino pagano y renuente.
Promesa y cumplimiento: Dios le prometió a Abram que haría de él una gran nación (Gn. 12:2) y que daría a sus descendientes la tierra de los cananeos y los amorreos (Gn. 15:1,8-21; 17:8). Los dos censos muestran el cumplimiento de la primera promesa. El territorio que se les concedió a las dos tribus y media en Transjordania es el inicio del cumplimiento de la segunda. Dios se mostró fiel al cumplir esta promesa en la segunda generación (Nm. 15:1-21; 27:1-23; 36:1-12).
Exclusividad y singularidad de Dios: El Dios de Israel es el único y verdadero Dios, y por tanto es digno de la devoción exclusiva de la humanidad. No tolera la adoración de otras deidades ni de los elementos y las fuerzas de Su creación. Está más allá de lo que puede comprender la razón humana y no se lo puede comparar con el carácter humano (23:19). La ley israelita prohibía todas las imágenes divinas, los instrumentos de culto y ciertos estilos de adoración, así como los lugares no autorizados para tales prácticas. Todos esos tipos de idolatría debían eliminarse de la tierra para que Israel no cayera en tal transgresión ni fuera castigada.
Celebración en la adoración: El doble tema de la celebración y la adoración se distingue desde los capítulos iniciales de Números, que presentan a Israel en una armoniosa devoción a Yahvéh (caps. 1–7), hasta la promesa de cosechas abundantes en la tierra que ellos presentarían a Jehová como sacrificios y ofrendas cuando heredaran los territorios tribales (15:1-21; 28:1–29:40). En el libro, se intercalan varios cánticos, como el «cántico de la nube» (9:17-23) y el «cántico de guerra del arca» (10:35-36). Los parámetros de adoración fiel para los israelitas peregrinos se delinean además a través de varias circunstancias negativas, como el no celebrar la Pascua (9:13), el quebrantamiento del día de reposo (15:32-41) y el juicio contra los sacerdotes infieles y sus partidarios (caps. 16–17). La celebración y la adoración al Dios de Israel no se limitan a los israelitas. Varios pasajes establecen que la misma ley se aplica tanto a estos como a los extranjeros. Los extranjeros podían celebrar la Pascua si querían identificarse con la devoción de Israel a Yahvéh, el único Dios verdadero, pero tenían que someterse a las instrucciones y los preceptos del Señor (9:14).
Contribución a la Biblia
Números nos muestra cómo respondió Dios ante la incredulidad de los israelitas. La desobediencia tiene consecuencias, pero la gracia del Señor permanece, Su plan de redención no se detiene, ni Sus deseos para nuestra vida cambian. Números enfatiza la importancia de la obediencia en la vida cristiana, y Pablo nos recuerda el valor de aprender de las obras de Dios en el pasado (Ro. 15:4; 1 Co. 10:6,11).
Estructura
Números expone el desafiante mensaje de la fidelidad. Consiste en siete ciclos de temas, en los que se repiten los siguientes: (1) contexto histórico, (2) referencia a las doce tribus de Israel y a sus respectivos líderes, (3) asuntos relacionados con los sacerdotes y levitas, y (4) leyes que definen la naturaleza de la comunidad de fieles.
Este libro de la ley es primariamente narrativo, con algunas secciones de jurisprudencia entretejidas en una vibrante trama literaria.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Glo Bible
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