Introducción
Jueces es el segundo de los libros históricos del AT (Josué a Ester), denominados Profetas Anteriores en la Biblia hebrea. En estos libros predominan las consideraciones teológicas y espirituales del Pentateuco y los Profetas sobre el simple registro de los hechos históricos. El libro recibe su nombre a partir de la palabra hebrea shophetim (2:18) que designa a los protagonistas, la cual también puede traducirse «gobernantes». Estos jueces fueron agentes de liberación divina. El Señor es el personaje central y el héroe de Jueces.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Se desconoce el escritor de Jueces, y no hay ningún dato que permita deducir su autoría. Puede dividirse en tres partes que toman como base relatos de diferentes fuentes. La introducción histórica es un relato tradicional sobre la conquista de Palestina, que concuerda con el libro de Josué. Las narraciones sobre los jueces, que ocupan la mayor parte del libro, parecen estar basadas en tradiciones orales o escritas de un observador local.
Contexto histórico: El período de los jueces israelitas se extiende desde la conquista de Canaán bajo el liderazgo de Josué hasta el establecimiento de la monarquía con Saúl y David. Los sucesos que se describen abarcan un período de aproximadamente 300 años y datan de fines del siglo XV a.C. hasta los últimos años del siglo XI a.C. Fue un tiempo de anarquía social y religiosa, caracterizado por el estribillo: «En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía» (17:6; 18:1; 19:1; 21:25).
La fecha de redacción de Jueces es incierta. La referencia en 18:30 a la suerte de Dan en «el día del cautiverio de la tierra» permitiría datar la edición final del libro luego del exilio del Reino del Norte a Asiria, alrededor de 722 a.C. Por otra parte, la sugerencia de que se podía visitar el altar de Gedeón en Ofra (6:24) apunta a una fecha anterior al exilio de Judá, el Reino del Sur, en 586 a.C. El mensaje debió resonar fuerte en diversos momentos de la historia de Israel, y habría sido muy pertinente durante los días tenebrosos del reinado de Manasés (686-642 a.C.; 2 R. 21:1-18). Sin embargo, no es posible establecer con exactitud una fecha de redacción.
Mensaje y propósito
Mediante una serie de ciclos desoladores, Jueces registra la decadencia moral y espiritual de Israel, desde el principio relativamente triunfal del libro hasta la degradación extrema de los capítulos 17–21. Aunque Dios levantó a varios libertadores o jueces, estos no pudieron revertir esta corriente; algunos incluso llegaron a empeorarla. Al final del libro, Israel se volvió una nación tan pagana y corrupta como los cananeos que había echado de la tierra. De continuar esta tendencia, la tierra expulsaría con el tiempo a los israelitas, como había vomitado a los moradores cananeos que los precedieron (Lv. 18:28).
La degeneración humana: Jueces demuestra lo que ocurre cuando en el pueblo de Dios cada uno hace como bien le parece. Indica que Israel no puede dar por sentada la gracia de Dios, ni tampoco deberíamos hacerlo nosotros. Si abandonamos Sus mandamientos y confiamos en nuestros ídolos imaginarios, acabaremos en el caos moral y espiritual. Ese sería nuestro destino si el Señor nos dejara solos.
La gracia divina: Jueces ofrece una profunda reflexión sobre la gracia de Dios. De seguro, los israelitas se habrían destruido a sí mismos si hubieran continuado arreglándoselas solos. Únicamente gracias a las repetidas intervenciones misericordiosas de Dios, el pueblo de Israel pudo salir del oscuro período premonárquico como un pueblo y una nación capaz de diferenciarse de las prácticas y las creencias paganas de sus vecinos.
La necesidad de la dirección de Dios: Aunque es posible interpretar la repetición de «no había rey en Israel» (17:6; 18:1; 19:1; 21:25) para justificar el establecimiento de una monarquía, es preferible considerarla una interpelación para volverse a Dios como Rey. En vez de idealizar a los reyes, el comentario «cada uno hacía lo que bien le parecía» (17:6; 21:25) equipara el nivel moral y espiritual de los futuros reyes de Israel con la confusión reinante en el pueblo durante este período. En otras palabras, la rebelión contra Dios se generaliza. Israel no necesitaba reyes para pecar; podía caer en la inmoralidad por su cuenta. Los israelitas habían abandonado al Dios del pacto para adorar a los dioses cananeos de la fertilidad. Al exponer este problema, el autor del libro se propuso despertar a su propia generación y llamar al pueblo del pacto a abandonar la apostasía y volverse a Yahvéh.
Contribución a la Biblia
Este libro enseña que Israel sobrevivió el oscuro período de los jueces solo por gracia divina. Con misericordia, Dios envió opresores para recordarles su rebeldía, respondió al clamor del pueblo y levantó libertadores. Jueces también ilustra el problema fundamental del corazón humano. Cuando el pueblo de Dios olvida los actos salvíficos del Señor, se aparta de Él y va tras otros dioses. Además, Jueces enseña el vínculo entre los compromisos espirituales y la conducta ética. Ciertamente, el libro es una ilustración de una verdad eterna: el Señor edificará Su reino a pesar de nuestro pecado y rebeldía.
Estructura
El libro se divide en tres partes. El preámbulo (1:1–3:6) describe cómo la segunda generación no avanzó con la conquista de Canaán. Luego, hay seis ciclos de pecado y salvación (3:7–16:31), que constituyen la parte central del libro. Por último, hay un anexo (caps. 17–21) en que se describen los efectos de la degradación total del pueblo. La estructura está signada por una serie de ciclos recurrentes de pecado y castigo, cada vez peores. En el centro del relato, se describe la época de Gedeón y Abimelec, y se resalta el problema de la monarquía.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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