«Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que
del revoltón había quedado» (1:4).
Introducción
Joel es uno de los libros más cortos del AT. La primera parte (1:1–2:17) describe una terrible plaga de langostas y concluye con un llamado a la confesión de pecados. La segunda parte (2:18–3:21) proclama esperanza para el pueblo arrepentido y juicio sobre sus enemigos.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Joel («Yahvéh es Dios») se identifica como el hijo de Petuel. Como no es fácil asociarlo con ningún otro Joel de la Escritura (1 S. 8:2; 1 Cr. 4:35; 6:33; 11:38; 15:7; Esd. 10:43; Neh. 11:9), para conocerlo solo contamos con su libro, su obra y el llamado de Dios. La única información biográfica que da el libro es el nombre de su padre.
Contexto histórico: Fechar el libro de Joel siempre ha sido un trabajo difícil y basado en conjeturas, con propuestas tan disímiles que van desde el Israel anterior a la monarquía hasta el período posexílico, a veces bien entrada la época helenística.
Mensaje y propósito
Sorprendentemente, el libro de Joel no tiene un acta de acusación que enumere los delitos del pueblo. La única pista sobre cuáles fueron los pecados que motivaron el mensaje del profeta se encuentra en el llamado al arrepentimiento en 2:12-13: «… convertíos a mí con todo vuestro corazón…» y «Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos…». Todos los demás profetas (excepto Jonás, quien no utiliza el género profético) dan al menos algún indicio del comportamiento que debía cambiarse. Joel se concentra principalmente en la motivación, con mensajes de juicio y esperanza.
El libro contiene muchas exhortaciones, pero casi todas tienen que ver con el comportamiento externo y no con principios éticos o morales. Joel llama a los lectores a escuchar (1:2-3), a combatir (2:1; 3:9- 13), a lamentar (1:5,8,11,13-14; 2:15-16; aunque algunos intérpretes entienden que se trata de llamados indirectos al arrepentimiento) y a celebrar (2:21-23). La única exhortación moral auténtica de Joel se encuentra en 2:12-13, el llamamiento a la contrición.
El mensaje de Joel se ocupa principalmente de motivar al arrepentimiento mediante la proclamación del Día del Señor, que es «al mismo tiempo uno y muchos eventos» y «se refiere a una acción decisiva de Yahvéh para completar Su plan para Israel» (D. A. Garrett). La plaga de langostas se entiende como el juicio de Dios y un presagio del Día del Señor (1:2-20, en especial v. 15). Luego, Joel anuncia que se acerca un juicio peor a través de un ejército humano (2:1-11), suceso al cual también denomina «día de Jehová» (2:1,11).
Joel insiste en que la única esperanza para el pueblo de Dios es el arrepentimiento (2:12-17). Él le asegura a Judá que si se arrepiente, su recompensa será la restauración física (2:18-27) y espiritual (2:28-32) asociada con el Día del Señor (2:31). Luego concluye con la promesa de que en ese día, se hará juicio contra las naciones enemigas de Él y de Su pueblo (3:14).
La langosta: El libro de Joel contiene cuatro palabras específicas que se traducen «langosta» en español (1:4; 2:25): oruga, saltón, revoltón y langosta. Los exégetas se han preguntado durante mucho tiempo qué relación existe entre las langostas y el ejército mencionado más adelante en Joel. ¿Son dos cosas distintas? ¿Es uno metáfora del otro? ¿O se trata de dos aspectos del juicio de Dios contra Israel y las naciones? ¿Son las langostas reales, metafóricas o tipológicas?
Es importante señalar que tanto el ejército de langostas invasoras como el ejército extranjero fueron juicios de Dios. Además, las langostas pueden describirse como un ejército invasor, y a un ejército de hombres puede considerárselo perfectamente como una plaga de langostas destructivas.
El Día del Señor: La frase «día de Jehová» ocupa un lugar destacado en el libro de Joel y describe el día del juicio de Dios, que podía ir dirigido tanto contra la nación de Israel como contra «las naciones». La misma frase aparece en el AT en Is. 13:6,9; Ez. 13:5; Jl. 1:15; 2:1,11; 3:14; Am. 5:18,20; Abd. 15; y Sof. 1:7,14. El concepto en sí también se expresa en Jer. 46:10, Mal. 3:2 y varios pasajes más. Diferentes adjetivos se añaden a la frase «día de Jehová»: «de tinieblas, y no de luz» (Am. 5:18,20), «grande y terrible» (Mal. 4:5) y «grande y manifiesto» (Hch. 2:20). También se asocia con calamidades cósmicas: el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre (Hch. 2:20; Ap. 6:12).
En Is. 13; 34, Ez. 7 y Jl. 2, se describe el Día del Señor con más detalle. En Ez. 7, encontramos que el Señor enviará Su ira contra la tierra de Israel y la juzgará según su conducta, la castigará por todas sus abominaciones. Vendrán desastres, uno tras otro. El juicio y la idea de que se acerca el día en que Dios se dará a conocer por medio de Sus juicios son temas importantes en Joel. Dios usó lo más malvado de las naciones para que tomaran posesión de Judá e Israel, una estrategia chocante para los hebreos.
Contribución a la Biblia
Joel nos muestra al Dios Creador y Redentor de todo el universo en total control de la naturaleza. Deja claro que el Dios de justicia también es un Dios de misericordia dispuesto a redimir y restaurar a Su pueblo cuando acude a Él en arrepentimiento. El autor apunta hacia un día en que el Espíritu de Dios estaría presente en todas las personas. En Pentecostés, Pedro proclamó que había llegado el tiempo del discipulado lleno del Espíritu, anunciado por Joel (Hch. 2:17-21).
Estructura
El uso que Joel hace de la repetición da al libro la apariencia de una serie de puertas plegables y, en algunos casos, hasta de puertas dentro de puertas. Como demostró Garrett, la estructura general compensa la sección del juicio de Dios mediante la plaga de langostas (1:1-20) con la de la restauración física de la tierra (2:21-27). La profecía de un ejército invasor (2:1-11) se equilibra con la profecía sobre la destrucción de ese ejército (2:20). En la parte central, son muy importantes el llamado al arrepentimiento y la promesa de restauración (2:12-19). Pero esta estructura balanceada se superpone con otra. La profecía de la destrucción del ejército invasor (2:20) también se equilibra con la profecía final de la venganza del Señor contra todas las naciones (3:1-21). Por último, el testimonio de la restauración física de la tierra mediante la lluvia (2:21-27) se equilibra con la promesa de la restauración espiritual del pueblo por medio del derramamiento del Espíritu de Dios (2:28-32).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Nicolas Lindsay, en Unsplash
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