Anatot, hogar de Jeremías (1:1), estaba 5 km (3 millas) al noreste de Jerusalén. Aunque Jeremías sufrió la oposición
y las amenazas de sus conciudadanos (11:21-23), compró un campo situado allí a su primo Hanameel en obediencia
a la palabra del Señor, para simbolizar que aún habría esperanza tras el exilio (32:6-15). Anatot fue invadida por
los babilonios, pero fue repoblada tras el exilio (Neh. 7:27; 11:32).
Introducción
El profeta Jeremías y su libro se distinguen de los demás profetas del AT por, al menos, dos características importantes: (1) la vida de Jeremías se describe con más detalle que la de los otros 15 escritores proféticos, y (2) este es el libro profético más largo de la Biblia (1364 versículos). Durante los tumultuosos días de la última mitad del siglo VII y el primer cuarto del siglo VI a.C., este vocero apareció comunicando la palabra de Dios al terco pueblo de Judá. El contenido del libro abarca aprox. Del 640 al 580 a.C.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Jeremías era un sacerdote del pueblo de Anatot (1:1). El Señor le ordenó que no se casara ni tuviera hijos debido al inminente juicio que caería sobre la siguiente generación. Su ministerio profético comenzó en el 626 a.C. y terminó después del 586 a.C. Fue contemporáneo de Habacuc y, posiblemente, de Abdías.
Contexto histórico: Este libro trata de los últimos días de Judá. El rey Ezequías reinó durante 42 años (729-686 a.C.) y empezó a revertir la bancarrota espiritual de Judá. Pero cuando su hijo Manasés ascendió al trono, las prácticas y los ritos idólatras y supersticiosos volvieron a inundar la nación. Amón, el hijo de Manasés, reinó solamente dos años (642-640 a.C.) y también restableció la adoración a los ídolos como la religión oficial de Judá (2 Cr. 33:22-23).
Josías, el hijo de 8 años de Amón, lo sucedió en el trono. Este muchachito anduvo en los caminos del antiguo rey David. A los 18 años de su reinado (622 a.C.), ordenó que se completaran las reparaciones del templo largamente pospuestas. Durante esa tarea, se encontró una copia de la ley de Moisés. Tras su lectura pública, el joven rey y todo su pueblo renovaron el pacto con el Señor. No obstante, esa reforma no pudo superar los efectos de la degeneración moral fomentada por Manasés y Amón.
Mensaje y propósito
Jeremías es el profeta de la «palabra de Jehová» (1:2). De las 349 veces que la frase «así ha dicho Jehová» —o similares— se usa en el AT, 157 están en este libro. Pero las profecías de Jeremías no eran solo una revelación objetiva de Dios para la nación, sino que también alegraban y alimentaban el alma del vocero divino. Como declara 15:16: «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…». Sin embargo, la palabra de Dios a veces era una carga para el profeta, ya que ocasionalmente se cansaba de comunicar el mensaje del juicio divino a un pueblo insensible.
El pueblo se sentía inmune a cualquier amenaza de juicio divino, pero Jeremías le advertía una y otra vez sobre la insensatez de depender del formalismo ritual y externo. La palabra profética del Señor buscaba que la nación se avergonzara y abandonara su piedad superficial y sin sentido.
Contribución a la Biblia
El pasaje más conocido de Jeremías es el texto del nuevo pacto en 31:31-34. No es solo la porción más larga del AT citada en el NT (He. 8:8-12; 10:16-17), sino que también podría decirse que es la que mejor une las antiguas promesas del Señor a Eva (Gn. 3:15), a Abraham (Gn. 12:1-3) y a David (2 S. 7:16-19) con la seguridad neotestamentaria de que, en Cristo, Dios les concede a los creyentes un corazón nuevo, salvación y comunión con Él.
Estructura
Una fecha resuena en todo el libro: «en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá». Ese año, el 605 a.C., se produjo un cambio trascendental en la situación política del Cercano Oriente. Egipto y Asiria fueron derrotadas en la batalla de Carquemis (46:2-12; 2 R. 24:7; 2 Cr. 35:20). Nabucodonosor ascendió al trono de Babilonia. Ese mismo año, Dios le ordenó a Jeremías que escribiera sus profecías para probar por última vez la receptividad del rey Joacim a Su palabra. Esta fecha significativa, «el año cuarto de Joacim», se colocó en 25:1, 36:1 y 45:1, y divide el libro en tres secciones importantes: la fidelidad del profeta en cumplir la comisión divina (caps. 2–24), la feroz oposición a su ministerio (caps. 25–35) y la caída de Judá (caps. 36–45). El libro incluye secciones poéticas (especialmente en los caps. 2–25) y prosa. En general, los eruditos de la alta crítica señalan que la poesía es de Jeremías y que la prosa es obra de sus amigos o de una persona catalogada como escritor deuteronómico (designado así porque se dice que las porciones en prosa reflejan el libro de Deuteronomio). Sin embargo, podemos preguntar: ¿Acaso Jeremías no podría haber escrito tanto poesía como prosa? No hay razón para suponer que no pudo hacerlo.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
_________________________________________________________________________
Foto por Tetiana SHYSHKINA, en Unsplash
Leave a Reply