«Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad […], y volarán como águilas que se apresuran a devorar» (1:6-8b).
Introducción
El libro de Habacuc, uno de los Profetas Menores, tiene un estilo singular. En vez de hablar al pueblo en nombre de Dios, Habacuc habló a Dios en nombre del pueblo y se esforzó por entender Su forma de actuar a través de la historia. En especial, deseaba comprender cómo era posible que el Señor utilizara una nación impía como instrumento de Su justicia. Dios respondió a la objeción del profeta: «… el justo por su fe vivirá» (2:4).
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: La Biblia no menciona a Habacuc en ningún otro sitio. Se cree que su nombre deriva de la palabra hebrea kjabác, «abrazar», pero la estructura no parece ser hebrea. Es más probable que el nombre esté relacionado con la palabra acadia habbaququ (planta de jardín o árbol frutal), una lengua semítica relacionada con el hebreo.
Contexto histórico: Habacuc predijo que los caldeos invadirían Judá (1:6). La palabra «caldeos» (heb. kasdim; acad. kaldu) se utilizaba originalmente para referirse a un grupo étnico que apareció en el siglo IX a.C. en el sur de Babilonia. En el siglo VIII a.C., los caldeos comenzaron a asumir allí el poder. Entre los primeros reyes caldeos, estuvo Merodac-baladán II (2 R. 20:12; Is. 39:1), quien asumió (y perdió) el trono de Babilonia dos veces a finales del siglo VIII a.C. El caldeo Nabopolasar (626-605 a.C.) comenzó a desmantelar el Imperio asirio con la ayuda de los medos, y fundó el Imperio neobabilónico. En la época de Habacuc, «caldeo» se había convertido en sinónimo de «babilonio».
Estos sucesos mundiales terminaron por afectar a Judá. El faraón Necao de Egipto cruzó Palestina tratando de apoyar al remanente asirio en el norte de Siria, en la guerra contra los babilonios. El piadoso rey Josías encontró la muerte al enfrentarse a Necao en Meguido en el 609 a.C. Judá cayó entonces en manos de Egipto desde el 609 hasta el 605 a.C.
La suerte de Judá cambió de nuevo cuando el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor II, venció a Necao en la batalla de Carquemis (mayo/junio del 605 a.C.) en el Río Éufrates, al noreste de Alepo, y sucedió a su padre en el trono de Babilonia en septiembre de ese mismo año. El ejército babilonio persiguió a Necao hasta Egipto, y esto hizo que Judá cayese bajo el dominio babilonio a partir del 604 a.C.
Habacuc predijo que los caldeos devastarían Judá(1:5-11), pero esa profecía no parece haberse cumplido en la ocupación babilónica relativamente pacífica del 604 a.C. Sin embargo, cuando Joacim, a quien Necao había colocado en el trono de Judá en el 609 a.C., se rebeló contra Babilonia aprox. En el 600 a.C., Nabucodonosor finalmente invadió la tierra y sitió Jerusalén del 598 al 597 a.C. Como consecuencia, Joacim fue depuesto y asesinado en el 598 a.C., y a su hijo Joaquín lo llevaron al exilio babilónico en el 597 a.C. Sedequías, último rey de Judá, trajo aun más devastación a su pueblo, porque se rebeló contra Babilonia en el 588 a.C. Cuando Judá cayó en manos de los babilonios en agosto del 587 o 586 a.C., Nabucodonosor arrasó Jerusalén y destruyó el templo. Sin embargo, tal como predijo Habacuc (2:6-20), Babilonia tuvo su propio día de juicio en el 539 a.C., cuando fue conquistada por Ciro de Persia.
Estos sucesos históricos nos ayudan a fechar el libro. Habacuc probablemente haya escrito su profecía durante el tiempo de calamidad que siguió a la muerte del rey Josías de Judá en el 609 a.C., pero antes de que el reino del sur sufriese las devastaciones de 598/597 a.C. y 587/586 a.C. a manos de los caldeos. Esto coloca la profecía durante el reinado de Joacim (aprox. 609-599 a.C.), probablemente durante el período de dominación egipcia, antes de que Babilonia invadiera Judá (609-605 a.C.).
Mensaje y propósito
Al igual que Job, Habacuc lucha por comprender los caminos del Señor: ¿Por qué permite Dios que la injusticia prevalezca (1:3)? ¿Cómo puede Él utilizar para castigar a Judá a un pueblo como los babilonios, aun más malvado (1:13)? ¿Por cuánto tiempo permitirá que aquellos que hacen iniquidad dominen el mundo (1:17)?
Dios no da respuestas claras a las preguntas de Habacuc. En cambio, llama a los justos a tener fe (2:4). Cuando Habacuc declaró que se regocijaría en el Señor sin importar lo que sucediera (3:17-19), demostró que había aceptado este mensaje y lo había hecho parte de su vida.
La grandeza soberana de Dios: Habacuc muestra la grandeza de Dios. A diferencia de los ídolos de madera o de piedra (2:18-19), Él vive eternamente (1:12), Sus profecías se cumplen (2:3), puede levantar naciones para lograr Sus propósitos (1:6) y sacudir al mundo mediante plagas y guerra (3:2-15).
La justicia escondida de Dios: El Dios de Habacuc es santo (1:12). El profeta esperaba que Él se opusiera a la injusticia (1:2-4,13a), aunque a veces sea difícil ver la justicia de Dios a través de los sucesos de la historia humana (1:13b). Pero aunque el Señor pueda utilizar la maldad de los hombres para lograr Sus buenos propósitos y permitir que el mal prevalezca por un tiempo, al final los malos pagarán por sus crímenes (2:6-14), y Él vendrá a salvar a Su pueblo y aplastar a los malvados (3:13-15).
Fe: El versículo clave de Habacuc es 2:4b: «… el justo por su fe vivirá». Aunque es difícil comprender los caminos de Dios para con los hombres, podemos aprender, como Habacuc, a confiar en Su bondad y exaltarla, a pesar de nuestro entendimiento imperfecto (3:16-19).
Contribución a la Biblia
Habacuc analiza un problema que enfrentamos a menudo: tratar de discernir los propósitos de Dios. Por un lado, somos conscientes de que Él tiene un propósito para este mundo. Esta verdad se revela a lo largo de toda la Escritura: las promesas de Dios a Abraham; Su deseo de que vivamos una vida abundante y Su voluntad de crear una comunidad humana segura, justa y llena de gozo. Pero, a fin de cuentas, la única forma de triunfar en el mundo y tener vida abundante es la fe. El mensaje de Habacuc de que el justo vivirá por fe preparó el camino para una mayor comprensión de esta verdad en el NT, el cual enfatiza la salvación mediante la fe en Cristo (Ro. 1:17; Gá. 3:11; He. 10:38-39).
Estructura
Los primeros dos capítulos constan de un diálogo entre el profeta y Dios. Habacuc se quejó primero de la injusticia en Judá (1:2-4). Dios respondió anunciando que enviaría a los caldeos para castigarla (1:5-11). Habacuc se quejó luego de la respuesta del Señor, diciendo que parecía injusto que utilizara a los babilonios, que eran incluso peores que los judíos, para castigarlos (1:12–2:1). Dios respondió que los babilonios eran ciertamente arrogantes y que al final recibirían el castigo que merecían; aun así, los utilizaría según había determinado (2:2-20). El capítulo final consiste en un salmo en el cual Habacuc reflexiona sobre su diálogo con Dios.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman
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