«Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de
nuevo» (1:7).
Introducción
La Biblia nunca evade las verdades dolorosas ni las preguntas difíciles. Eclesiastés considera cómo encontrar significado en la vida, dada la aparente naturaleza fútil de todo. Este libro no permitirá que el lector se escude en respuestas superficiales. Tampoco responde al problema consolándonos con frases vacías. Al contrario, su lema es «todo es vanidad». Sin embargo, al obligarnos a afrontar la frivolidad de la existencia humana, nos guía a una vida libre de propósitos vacíos y recompensas engañosas.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Según 1:1 y 1:12, el autor era el hijo de David y rey de Israel, que gobernaba desde Jerusalén. Asimismo, 12:9 alude al autor como escritor de proverbios; por tanto, parece tratarse de Salomón. Muchos eruditos opinan que se escribió demasiado tarde en la historia de Israel para que él fuese el autor, ya que fechan el libro al menos 500 años después de su reinado (posterior al 450 a.C.). Sin embargo, hay pruebas claras de que el libro fue escrito durante la época de Salomón. Por ejemplo, el gran conocimiento de la literatura de las antiguas Mesopotamia y Egipto.
El autor también demuestra conocer el «Canto del arpista», una poesía de Egipto muy anterior al período de Salomón. Eclesiastés 9:7-9 es similar a ella y además refleja una porción de la famosa Épica de Gilgamesh, de Mesopotamia. Salomón tenía estrecho contacto con Egipto, cuyo imperio se extendió hasta el Río Éufrates; por tanto, resulta verosímil que conociera estos textos y reflexionara en ellos. Es sumamente improbable que, 500 años más tarde, cuando la gloria de Egipto y Mesopotamia había acabado, y Judá era una nación empobrecida, un autor judío anónimo haya tenido acceso a estos textos y pudiera comprenderlos. En cambio, Eclesiastés no muestra similitudes con la filosofía griega que floreció en el siglo V a.C. y posteriormente. Todos estos aspectos apoyan el criterio tradicional de la autoría de Salomón.
Contexto histórico: Eclesiastés forma parte de la literatura sapiencial, es decir, de los libros de la Biblia especialmente dirigidos a ayudar a los lectores a afrontar los asuntos prácticos y filosóficos de la vida. Está arraigado en la literatura sapiencial de Egipto y Babilonia. Proverbios y Eclesiastés son la respuesta bíblica a la búsqueda de la verdad. Proverbios trata de la sabiduría básica que da al lector principios fundamentales para aplicar en la vida. En cambio, Eclesiastés está destinado a un lector más maduro. El tema central es: ¿Anula la muerte todo propósito y significado de la vida?
Mensaje y propósito
El libro nos muestra que, aunque nosotros y nuestras obras seamos pasajeros —es decir, perecederos—, debemos aprovechar la vida sin tratar de justificar nuestra existencia con búsquedas que, finalmente, no tienen sentido. En resumen, Eclesiastés examina los principales emprendimientos de la vida a la luz de la realidad de la muerte y nos advierte sobre la búsqueda de varios propósitos diferentes.
- Los logros intelectuales. La sabiduría nos ayuda a lidiar con nuestra vida, pero niega que la adquisición de conocimiento como tal sea significativa. En última instancia, el sabio y sus obras perecen igual que el necio y las suyas.
- La riqueza y el lujo. La riqueza no da propósito a la vida. Además, quienes la persiguen desperdician su vida en amargura, ansiedad y arduo trabajo. El dinero es importante, y Eclesiastés afirma la necesidad de una estrategia que mantenga el nivel básico de prosperidad. Sin embargo, la riqueza en sí es un sustituto fraudulento del verdadero contentamiento.
- La política. El poder político es inherentemente corrupto y hace que los crueles e incompetentes cometan los peores males del mundo. De todos modos, el gobierno es necesario, y Eclesiastés aconseja al lector sobre cómo sobrevivir con una vida estable y pacífica en un mundo de competición política.
- La religión. Eclesiastés analiza el celo religioso y hace dos advertencias: no tratemos de impresionar a Dios y no nos desgastemos en excesos irracionales.
Desde una perspectiva positiva, se nos recomiendan dos cosas a la luz de la brevedad de nuestros días.
- Disfrutar de la vida. Esta no es una filosofía hedonista ni implica descuidar otras responsabilidades, porque hay un momento para todo bajo el sol. Sin embargo, la vida sin placer no es vida en absoluto.
- El temor de Dios. Se trata de una sincera humildad delante de Dios que nace al tomar conciencia de nuestra debilidad y pecado, de nuestra dependencia de Él y de que el Señor es nuestro juez.
Contribución a la Biblia
Eclesiastés debe leerse con cuidado porque algunos de sus versículos, si se toman aislados, parecen contradecir otras enseñanzas bíblicas. Por ejemplo: negar la vida después de la muerte (3:18-22), advertirnos de que no seamos demasiado justos (7:16) y recomendar una vida de placer (10:19). Sin embargo, su verdadero propósito es obligarnos a tomar en serio nuestra mortalidad para que consideremos detenidamente cómo vi-vir. Eclesiastés echa por tierra todas las simulaciones con que disfrazamos la realidad de la brevedad de la vida y lo efímero de todos nuestros logros. En este sentido, anticipa la enseñanza del NT de que solo la gracia de Dios nos salva y no el celo excesivo.
Estructura
La estructura de Eclesiastés no es la que solemos buscar en un libro de la Biblia. A primera vista, parece ir y venir, divagando sobre diversos temas casi en forma incoherente. No posee un bosquejo jerárquico simple y, a menudo, salta rápidamente de un tema a otro. Pero una mirada más detenida revela una estructura que alterna entre dos perspectivas: la existencia humana sin Dios y la que se experimenta delante de Él. Si Eclesiastés fuera música, se consideraría antifonal. La resolución de las tensiones que incluye se encuentra en la afirmación de que lo más importante en la vida es: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos» (12:13).
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Sammy Leigh Scholl, en Unsplash
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