Introducción
El título de este libro del Pentateuco proviene de la LXX (la traducción griega del NT) y significa «segunda ley» o «repetición de la ley». En realidad, la frase es una traducción errónea de 17:18, que dice: «una copia de esta ley». Aun así, es un título apropiado, ya que gran parte de su contenido son repeticiones de leyes que se encuentran en Éxodo, Levítico y Números.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: El propio libro afirma que Moisés es el autor y la principal fuente del material (1:1), lo cual también aseveran textos subsiguientes del AT (Jos. 1:7-8; 1 R. 2:3; Esd. 3:2) y del NT (Mt. 19:7; Hch. 3:22; Ro. 10:19). Este reconocimiento se mantuvo prácticamente indiscutido hasta la llegada del racionalismo moderno, en los siglos XVII y XVIII; no obstante, ningún argumento propuesto por esta corriente de pensamiento ha triunfado sobre la antigua tradición mosaica.
Contexto histórico: El éxodo probablemente se produjo en el 1446 a.C., cuando Israel partió hacia Canaán, la heredad que Dios había prometido a Su pueblo. Debido a su espíritu rebelde, los israelitas se vieron forzados a vagar por el desierto durante 40 años (2:7) hasta que, por fin, llegaron a Moab, justo enfrente de Jericó (32:49). Allí Moisés compuso este tratado de despedida (31:9,24).
Mensaje y propósito
Aunque el pacto inicial entre el Señor e Israel se hizo en el Sinaí, gran parte de esa generación había muerto durante los 38 años que habían pasado desde entonces. Era, pues, necesario que la generación más joven reafirmara su compromiso con dicho pacto (4:1-8). Además, la transición de una existencia mayormente nómada en el desierto a un estilo de vida sedentario en Canaán exigía una revisión y ampliación del pacto, acorde a las nuevas condiciones. El propósito de Deuteronomio es dar instrucciones a los integrantes de la nueva comunidad del pacto a fin de capacitarlos para vivir obedientes a Dios y para cumplir con Sus planes divinos para ellos. A lo largo del libro, aparecen varios temas:
La naturaleza y el carácter de Dios: El principal atributo de Dios es la santidad. Con la Shemá (6:4), la confesión de fe de Israel, se enfatizan la santidad y la singularidad de Dios. El único Dios es Yahvéh. Su santidad y Su justicia se reflejan en la naturaleza moral de Su ley.
Como es el único Dios, también es completamente soberano. La soberanía divina se acentúa a la luz de la relación del pacto. Yahvéh es el Señor soberano de Israel y no compartirá Su señorío con nadie; sea una persona o un dios falso.
Otro atributo clave de Dios es el amor. Su amor hacia Su pueblo escogido se observa repetidamente a medida que Deuteronomio narra las obras milagrosas que el Señor hizo por los suyos. Dios tiene un propósito para Su pueblo, y Sus actos de amor procuraban que los israelitas se conformaran a ellos. Íntimamente vinculada al amor de Dios está Su gracia. El Señor no tenía por qué elegir a Israel. Aun cuando se quejaron y desobedecieron, Él les demostró Su gracia inmerecida.
La relación del pacto: El amor fue la razón del pacto de Dios con Israel (7:8). Como pueblo de Dios y conforme a ese pacto, los israelitas debían evidenciar su relación con Él reflejando el carácter divino ante las naciones vecinas. Al Señor le correspondía elegirlos y darles la tierra, mientras que la obligación de los israelitas era obedecer y servir. Deuteronomio expresa con vehemencia las bendiciones de vivir en ese pacto.
La respuesta de fe del pueblo de Dios: La respuesta de los israelitas a la relación establecida con Dios mediante el pacto debía ser vivir en plena consagración al Señor, individualmente y como nación. Toda faceta de la vida está bajo el soberano gobierno divino. No hay distinción entre lo religioso y lo secular, y Dios espera que Su pueblo aplique los patrones más elevados de conducta ética.
Israel reflejaría este concepto mediante la obediencia a la ley, que podría resumirse en un mandato: «Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (6:5). El pueblo del Señor no tiene que responder con una obediencia motivada por el temor, sino por el amor. «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Jn. 14:15). La orden de amar se fundamenta en el amor que Dios ya demostró por su gente; por esa razón, la obediencia por amor es la respuesta natural de fe a un Dios amoroso: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Jn. 4:19).
El pecado y sus consecuencias: En Deuteronomio, el pecado se presenta en el contexto del pacto. No cumplir con los mandamientos de Dios interrumpiría la relación establecida por el pacto y afectaría su pureza, su unidad y su testimonio. La desobediencia llevaría en sí maldición. Deuteronomio 27–28 habla duramente sobre lo que sucedería si el pueblo no cumplía con su parte del acuerdo. Una de las consecuencias sería la pérdida de la tierra. La idolatría llevaría a la muerte. Toda la nación sufriría por su desobediencia y su apostasía. La historia de Israel demuestra que Dios cumplió lo que le había advertido a Su pueblo.
Contribución a la Biblia
Después del libro de Salmos y el de Isaías, el NT alude más a Deuteronomio que a cualquier otro libro del AT. Esto no solo se refiere a las numerosas citas, sino en especial a su mención en los pasajes donde se trata más profundamente la verdad teológica. Para Jesús y Sus discípulos, Deuteronomio era de suma importancia en sus enseñanzas sobre Dios y el trato de este con Su pueblo escogido y con la humanidad en general. Cuando Jesús fue tentado, citó tres veces el libro de Deuteronomio contra Satanás (Mt. 4:4-10).
Estructura
El estilo de Deuteronomio se presenta como una serie de exhortaciones repetidas, recordatorias e incluso excepcionales, apropiado para compilar los sermones de Moisés que preparaban al pueblo para entrar en la tierra prometida. También refleja los típicos tratados de soberanía del antiguo Cercano Oriente, que podían incluir un preámbulo, un prólogo histórico, disposiciones principales, bendiciones y maldiciones, y planes para el mantenimiento de la relación pactada. El libro de Deuteronomio podría considerarse la constitución de la nación de Israel después de establecerse en la tierra prometida.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por Levi Meir Clancy, en Unsplash
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