
Introducción
El primer y el segundo libro de Samuel marcan una importante transición en la historia de Israel. Al comienzo de 1 Samuel, Israel era una liga de tribus, desorganizada y con un pobre liderazgo espiritual. No obstante, Dios continuó el plan para Su pueblo al levantar a Samuel para guiar la transición de Israel de una teocracia a una monarquía. El reinado de Saúl constituye el resto de 1 Samuel, mientras que el gobierno de David ocupará gran parte de 2 Samuel.
Circunstancias de la redacción del libro
Autor: Según la tradición, 1 y 2 Samuel fueron originalmente un solo libro. Algunos eruditos atribuyen a Samuel los textos hasta el capítulo 25 del primer libro, y a los profetas Natán y Gad los aportes para los restantes relatos (según 1 Cr. 29:29). Esta posibilidad, sin embargo, es mera especulación porque no se mencionan los autores. Según 1 S. 27:6, el libro no se habría completado hasta unas generaciones después de la división del reino, alrededor del 930 a.C.
Contexto histórico: Después de conquistar la tierra durante la época de Josué, Israel se sumió en la idolatría. Jueces describe la recurrencia de estos ciclos y sus fases predecibles. Primero, el pueblo pecaba contra el Señor y caía en la idolatría. Segundo, el Señor levantaba un enemigo para que lo afligiera y se volviera a Él. Tercero, el pueblo se arrepentía y clamaba al Señor. Cuarto, el Señor lo liberaba por medio de un juez que Él levantaba. Un famoso versículo de Jueces describe acertadamente este período: «En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jue. 21:25). El primer libro de Samuel retoma el relato histórico de los últimos días de aquella confusión.
Mensaje y propósito
Liderazgo: Hay numerosos ejemplos de líderes buenos y malos en 1 y 2 Samuel. Los líderes prosperaban cuando atendían los consejos del Señor y comprendían que su liderazgo era un instrumento para Su gloria, pero fracasaban cuando abandonaban al Señor y usaban su posición en beneficio propio. La vida de Elí y de sus hijos, así como la de Samuel, Saúl, David y otros, ilustran cabalmente estos principios.
La soberanía de Dios: Las historias de 1 y 2 Samuel muestran el cuidado constante de Dios por Israel. Les proveyó un buen liderazgo espiritual mediante Samuel y estableció el primer rey de Israel, aun cuando en ese momento la monarquía no era Su perfecta voluntad para el pueblo. Levantó líderes y les facilitó los recursos para que derrotaran a sus enemigos y cumplieran Su propósito en la tierra, aunque muchas veces el pueblo y los líderes le fallaron.
Consecuencias del pecado: Ambos libros muestran la gravedad del pecado y describen sus resultados funestos, más allá del perdón. La desobediencia de Saúl a Dios lo distanció de su hijo Jonatán y de David, y finalmente le causó la muerte en la batalla. El pecado de David con Betsabé, aunque fue perdonado, tuvo consecuencias para toda la vida.
El pacto: En 1 y 2 Samuel se describe la relación de Dios con Su pueblo y Su fidelidad a las promesas del pacto. Jehová también estableció un pacto especial con David, que se cumpliría en la persona del Señor Jesucristo.
Contribución a la Biblia
Los libros de 1 y 2 Samuel describen la transición de una liga de tribus mal organizada pero sujeta a Dios (una teocracia) a un liderazgo centralizado en un rey que le rendía cuentas (una monarquía). La vida y el ministerio de Samuel fueron fundamentales durante este período de restructuración, conforme él volvía a señalarle al pueblo que debía regresar a Dios.
El reinado de Saúl expuso a los israelitas a los peligros que conlleva el gobierno de un rey. El pueblo de Dios hizo oídos sordos a las advertencias de Samuel (1 S. 8:10-20) porque estaba decidido a ser como las naciones vecinas. Al final, consiguieron lo que pedían, pero pagaron un precio tremendamente caro. La vida de Saúl advierte cuán importante es confiar en los tiempos de Dios para satisfacer las necesidades de la vida.
El reinado de David testifica de las obras maravillosas que el Señor hace a través de una vida entregada a Él. El segundo rey de Israel era consciente de la bendición de Dios sobre su vida, y su corazón se inclinaba a Él (2 S. 5:12; 7:1-2; 22:1-51; 23:1-7). Su vida sería de bendición a generaciones futuras (Is. 37:35). El pacto especial de Dios con David (2 S. 7:1- 29) culminó en la vida de Jesús, el hijo de David (Lc. 1:32-33). Sin embargo, las consecuencias del pecado de David con Betsabé son una advertencia contra la seducción del pecado. Dios pedirá cuentas a Sus hijos de sus acciones; el pecado, aun cuando sea perdonado, siempre tiene consecuencias terribles.
Estructura
Los primeros siete capítulos de 1 Samuel describen el nacimiento del profeta Samuel, su llamado y el inicio de su ministerio entre los israelitas. El capítulo 8 marca un punto de inflexión cuando el pueblo pide un rey que lo gobierne, «como tienen todas las naciones» (1 S. 8:5). Los capítulos 9–12 describen la elección de Saúl, conforme a la dirección de Dios, pero sin ser Su perfecta voluntad para ese momento (1 S. 12:16-18).
En los capítulos 13–31 se describen las victorias y los fracasos de Saúl, un rey de excelentes cualidades físicas y aptitudes militares (1 S. 14:47-52), pero sin un corazón conforme al de Dios (1 S. 13:14). Su resistencia a obedecer los mandatos del Señor terminó opacando sus logros, y los capítulos 16–31 describen la decadencia de su reino. Durante ese tiempo, Dios escogió a David y lo fue preparando para ser el sucesor de Saúl, un hecho que no pasó inadvertido para el rey (1 S. 15:28; 24:20-21; 28:17). Los primeros cuatro capítulos de 2 Samuel describen las luchas por el trono de Israel después de la muerte de Saúl. David fue ungido rey por los hombres de Judá (2 S. 2:4), pero Abner ungió a Is-boset, el mayor de los hijos sobrevivientes de Saúl, como rey de Israel (2 S. 2:8-9). La guerra civil resultante duró dos años y terminó con la muerte de Is-boset y el reconocimiento de David como rey sobre todo Israel.
Los relatos de 2 Samuel 5–24 se centran en los principales hitos del reino de David. Dios hizo un pacto especial con él y prometió establecer el trono de su reino para siempre (2 S. 7:1-29). Sin embargo, el pecado de David con Betsabé trajo dolorosas consecuencias a su reino, y constituye otro punto de inflexión en 2 Samuel. Al final, el arrepentimiento de David confirmó que era un hombre conforme al corazón de Dios, aunque su pecado mostró que ni siquiera un rey está por encima de las leyes divinas.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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Foto por RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
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