
George H. Guthrie
La Biblia es un libro singular; único en el mundo. Su «primera edición» fue hace siglos y, sin embargo, aún encabeza las listas de los libros más vendidos. Su mensaje al mundo moderno es hoy tan actual como los titulares de los diarios. A veces, la claridad de la Biblia es tan cristalina que aun un niño puede entenderla; otras veces, sus dificultades pueden humillar al académico más erudito. Reúne diversos temas y géneros literarios, y transmite una historia unificada: un mensaje que culmina en la persona y la obra de Jesucristo. Aunque el mensaje fue comunicado por autores humanos, es realmente la Palabra de Dios. La Biblia puede parecernos tan familiar como nuestro vecindario o resultarnos tan extraña como un país distante.
Este artículo procura ayudarnos a escuchar la voz de Dios mediante la interacción diaria con la Biblia. Escuchar la voz de Dios a través de las páginas de la Biblia requiere tiempo y esfuerzo; el oído espiritual es un sentido que aguzamos durante toda la vida. Comprender lo que otro dice es un desafío cuando cruzamos de una cultura a otra, y leer la Biblia es, en gran medida, una conversación transcultural, porque Dios impartió Su Palabra en lugares, épocas y circunstancias muy alejadas de las nuestras.
¿Por qué dedicar tiempo a meditar en la Palabra?
Tal vez su experiencia de lectura de la Biblia se haya caracterizado por la irregularidad y la intermitencia, y se pregunta si tendrá la constancia para leerla de continuo. Si es así, bienvenido al club. La mayoría hemos tenido dificultades con la disciplina necesaria para la lectura y el estudio de la Biblia. Por eso, ¿vale la pena volver a intentarlo o hacerlo por primera vez? En su fuero íntimo, muchos creyentes saben que sí.
La Biblia es la Palabra de Dios: Aquel que creó el mundo con Su palabra y anunció Su verdad sobre la vida por medio de la Escritura, para darnos a conocer Su propósito para este mundo y enseñarnos a vivir para Su gloria. Nos llama a ser «pueblo de Su Palabra», personas que encaran la vida con una actitud contracultural. La Biblia constituye el fundamento para entender quiénes somos y qué deberíamos estar haciendo en este mundo.
A continuación, ofrezco algunas sugerencias para su lectura, las cuales pueden ponerse en práctica a diario y no ocupan más tiempo que el que nos llevaría mirar una programa en la televisión.
Empecemos con el corazón
En la parábola del sembrador (Mar. 4:3-20), Jesús usó una ilustración gráfica para describir diferentes niveles de receptividad hacia la Palabra de Dios. Describe a un hombre que sale a sembrar semillas junto a un campo. Algunas caen sobre el camino apisonado cerca del campo; otras lo hacen sobre terreno pedregoso, donde la tierra es poco profunda; otras caen entre hierbas malas; y otras, en suelo fértil, un buen medio para el crecimiento. Los diferentes suelos representan el corazón humano cuando se enfrenta con la Palabra de Dios.
Algunas personas tienen el corazón tan endurecido como un camino muy transitado. La Palabra de Dios no consigue atravesar estos corazones. Otras tienen corazones superficiales, que parecen abiertos a la Palabra de Dios. La oyen y responden, pero cuando las circunstancias apremian, las tensiones de la vida reprimen los principios de la Escritura y la vida espiritual se marchita. Un tercer tipo de personas acepta la Palabra de Dios con mayor profundidad, pero las preocupaciones y los deseos por cosas mundanas la sofocan hasta expulsarla de sus vidas. Por último, están quienes reciben la Palabra con un corazón semejante a un campo bien arado. Así es la persona que recibe completamente la Palabra de Dios, y esta produce un crecimiento mas rápido en su vida espiritual.
¿Cuál de estas respuestas describe el estado actual de su corazón? Tal vez nunca decidió seguir a Cristo como el Señor de su vida. Quisiera animarlo a hablar con un cristiano o un pastor de confianza; pregúntele qué significa seguir a Cristo como Señor. En 1 Corintios 2:14, leemos que quienes no lo siguen no pueden comprender la verdad espiritual y ser transformados. Este debería ser su punto de partida. Vuélvase a Cristo y pídale que Él haga realidad la buena nueva del evangelio en su vida.
O tal vez usted ya tomó la decisión de seguir a Cristo, pero su corazón no es demasiado receptivo a la Palabra de Dios en este momento. Quizás lo consumen las preocupaciones o las cosas materiales. El pecado y la autocomplacencia pueden ir en perjuicio de su estudio bíblico. Para retomar el camino de una relación saludable con Dios, clame a Él ahora mismo, pídale perdón por su corazón endurecido, exprésele el deseo de escuchar Su Palabra y vivir conforme a ella.
Motivaciones
Cuando nuestro corazón es receptivo a la Palabra, somos sensibles a las motivaciones que nos ofrecen las Escrituras. Entre otras, leemos la Biblia para…
• tener gozo permanente (Sal. 119:111)
• ordenar nuestras ideas y motivaciones (He. 4:12)
• guardarnos del pecado y del error (Ef. 6:11-17; 1 P. 2:1-2)
• tener una relación personal con Dios y conocerlo (1 Co. 1:21; Gá. 4:8-9; 1 Ti. 4:16)
• conocer la verdad y pensar con claridad sobre lo valioso para Dios (2 P. 1:21)
• ser edificados en comunidad con otros creyentes (Hch. 20:32; Ef. 4:14-16)
• dejar de amoldarnos al mundo a medida que renovamos nuestra mente (Ro. 12:1-2; 1 P. 2:1-2)
• experimentar la libertad, la gracia, la paz y la esperanza de Dios (Jn. 8:32; Ro. 15:4; 2 P. 1:2)
• vivir para Dios, expresándole nuestro amor (Jn. 14:23-24; Ro. 12:2; 1 Ts. 4:1-8)
• servir a los seguidores de Cristo y a quienes aún no han respondido al evangelio, y recibir la aprobación de Dios por el trabajo bien hecho (Jos. 1:8; 2 Ti. 2:15; 3:16-17)
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