Por J. Kenneth Eakins, Jack P. Lewis, Charles W.
Draper y E. Ray Clendenen
Parte IV
Arqueología y cultura antigua Un vasto abismo separa las culturas del día de hoy, especialmente las del hemisferio occidental, de las del período bíblico. Una de las grandes contribuciones de la arqueología está en su habilidad para destruir las barreras del tiempo y la cultura a fin de trasladar al lector de la Biblia al contexto antiguo, proveyendo una comprensión renovada y un conocimiento mayor de las Escrituras.
La lista de objetos bíblicos que se han hallado en excavaciones es muy extensa, y nos permite saber exactamente qué significa una palabra. Se incluye todo tipo de ejemplos de pesos y medidas, puntas de arado, armas, herramientas, joyas, jarras de barro, sellos y monedas. El arte antiguo describe los estilos de ropa, armas, modalidades de transporte, metodologías de guerra y estilos de vida. Las tumbas excavadas muestran las costumbres de los funerales donde se reflejan las creencias sobre la vida y la muerte. La tumba de Beni Hasán en Egipto, de alrededor del 1900 a.C., muestra cómo se vestían los semitas que iban a Egipto. Es el enfoque más cercano sobre el aspecto que pudieron haber tenido los patriarcas y aleja a los estudiantes de la analogía beduina anterior.
La arqueología aporta gran conocimiento de la cultura de las naciones vecinas a Israel: cananeos, egipcios, heteos, filisteos, moabitas, asirios, arameos, babilonios y persas. Los hallazgos revelan cuáles eran los dioses que adoraban, el comercio, las guerras y los tratados.
Las tablillas de Ugarit proveen una gran fuente de información fundamental acerca de la fe y la práctica cananea. Presentan un cuadro bastante claro de cómo era la vida en la tierra donde se establecieron los israelitas.
Los textos ugaríticos revelan el panteón cananeo con las prácticas de adoración de estos pueblos contra las cuales lucharon los profetas hebreos como Elías, Eliseo y Oseas. La inscripción Kuntillet Ajrud, que habla de “Yahvéh y su Asera” (la contraparte femenina) revela el sincretismo en que se hundió Israel, y confirma la denuncia de los profetas de Judá e Israel en relación con tales prácticas.
Génesis 15:1-6 indica que Abraham y Sara habían convertido en su heredero oficial a Eliezer, un miembro del personal de servicio de la familia. Es probable que lo hayan adoptado como heredero en respuesta a la prolongada tardanza del nacimiento del hijo prometido. Poco después, como se registra en Gén. 16:1-16, Sara avanzó más al tener un hijo por poder. Ante su insistencia, Abraham tuvo un hijo de la sierva egipcia Agar a quien llamó Ismael. ¿Qué lo indujo a estas acciones? En la antigua ciudad mesopotámica de Nuzi, al noroeste de la región, se hallaron tablas de barro que arrojan luz a esta pregunta. Las tablillas provienen de una época correspondiente a unos siglos después de Abraham pero contienen un registro de las costumbres que se practicaron durante un período de tiempo extenso. Estas tablas revelan que tanto la adopción de un hijo como el nacimiento por poder eran prácticas comunes para una pareja estéril. Se promulgaban reglas detalladas a fin de salvaguardar los derechos de todas las partes. Las raíces de Abraham estaban en Mesopotamia (Gén. 11:27-32) y es probable que haya conocido estas costumbres. Pareciera que Abraham y Sara siguieron las normas culturales aceptadas en aquella época.
Génesis 15:7-21 deja perplejo al lector moderno. El pasaje es difícil de entender. La recuperación de numerosas tablillas de barro de la ciudad de Mari, al norte de la Mesopotamia, ha arrojado por lo menos en forma parcial algo de luz sobre este pasaje. Las tablas son del siglo XVIII a.C. Indican que la ceremonia que se utilizaba en aquel tiempo para sellar un acuerdo o un pacto incluía cortar un asno por la mitad. Luego las personas que participaban en el contrato caminaban entre las partes divididas del animal. Se observa que Dios le dio instrucciones a Abraham sobre una ceremonia seguramente conocida por el patriarca. Dios se encontró con Abraham dentro del contexto cultural. Es interesante observar que cuando la gente de un período antiguotestamentario posterior hacía un pacto, decía en idioma hebreo que había “cortado un pacto”.
Nuevo Testamento La arqueología confirma en muchos puntos el relato neotestamentario de los sucesos y de la cultura del mundo greco-romano del siglo I en Palestina y en otros lugares. Esto incluye evidencias en relación con las costumbres de las sepulturas, la crucifixión, la adoración en las sinagogas y la identidad de varios gobernantes. El NT presenta correctamente a Herodes el Grande como un rey malvado y cruel (Mat. 2:1-23). Se dan pocos detalles sobre su vida. Actualmente existe un cuadro más completo de este complejo hombre mediante los escritos de Josefo, historiador judío del siglo I, y la tarea de los arqueólogos. Herodes fue uno de los constructores más grandiosos del mundo antiguo. Una persona que visite Tierra Santa puede ver actualmente varias ruinas del programa de edificación de Herodes. Entre estas están la plataforma del templo de Jerusalén, la ciudad portuaria de Cesarea, el poderoso fuerte de Masada, las sorprendentes ruinas de Samaria y el Herodión, el palacio fortaleza donde Herodes fue sepultado. Estos lugares, junto a muchos otros que excavaron los arqueólogos, nos recuerdan que el mundo en que vivió Jesús continuaba estando en gran medida dominado por Herodes, no solo a través del gobierno de su hijo sino también mediante los monumentos de piedra que había dejado. Actualmente permanece en Jerusalén la plataforma de 14 has (35 acres) donde Herodes edificó su templo; y partes de la torre de David en la Ciudadela son herodianas. Se han hallado piedras con inscripciones que advierten a los gentiles no entraren el atrio–patio de Israel.
Nunca se pudo demostrar que fueran genuinas algunas supuestas reliquias de figuras del NT. Las declaraciones en cuanto a haber encontrado la casa de Pedro en Capernaum y su tumba en Roma están basadas en suposiciones piadosas. Los peregrinos han viajado a Palestina desde el siglo II, época en que Melito de Sardis fue “a ver los lugares”.
Muchos dejaron registros de lo que se les mostró, pero los sitios que ellos declaran como los lugares del nacimiento, el bautismo y la sepultura de Jesús solo se pueden establecer sobre la base del anhelo de venerarlos.
La mayoría de las ciudades paulinas y del Apocalipsis se han ubicado y muchas se han excavado. Corinto ha proporcionado la inscripción “sinagoga de los hebreos” y la relacionada con Erasto, que colocó el enlosado y se hizo cargo de los gastos (comp. Rom. 16:23). Existen documentos en papiros provenientes de Egipto que contienen invitaciones a comidas paganas y son buenas ilustraciones del problema que enfrentaban los corintios al ser invitados a participar de una reunión donde había comida que se había ofrecido a los ídolos.
Descubrimientos arqueológicos recientes A fines del siglo XX tuvieron lugar algunos descubrimientos arqueológicos de importancia que favorecen nuestra comprensión de la Biblia. El descubrimiento y la excavación de la ciudad de Séforis, localidad romana cosmopolita que se puede ver desde Nazaret, cambió el concepto de que Galilea era una región estrictamente rural y nada sofisticada. Un bote pesquero que data del siglo I d.C. y similar al que utilizaban los discípulos de Jesús se halló intacto bajo el lecho del Mar de Galilea. En Jerusalén se encontró un osario (urna) de piedra con el nombre del sumo sacerdote Caifás y que contenía sus huesos. Se recuperaron dos amuletos de plata pequeños que tienen una cita del libro de Números que superan en antigüedad por varios siglos a cualquier otra porción que haya sobrevivido de las Escrituras. Se han hallado pequeñas medallas de barro con la impresión de los sellos personales de Baruc, escriba de Jerusalén, y de los reyes de Judá Acaz y Ezequías. Se ha corroborado la autenticidad de una granada esculpida en marfil que se usó como parte superior de un cayado y que tenía una inscripción que decía pertenecer al servicio del templo de Salomón. Evaluaciones recientes de las excavaciones en Jericó demuestran que el relato bíblico de la caída del muro de la ciudad es preciso en muchos de sus detalles. Dos inscripciones incluyen el término “Casa de David”, una descubierta en 1993 en Tel Dan y la otra, la Estela de Mesa, que se descubrió en 1868 pero que solo se tradujo y se publicó en 1994. Estas son las únicas menciones extrabíblicas del gran rey.
Conclusiones Podemos esperar que surjan más descubrimientos significativos a medida que los arqueólogos continúen su labor en las tierras donde tuvieron lugar los acontecimientos bíblicos. Aunque a muchos arqueólogos les disgusta la idea de que la arqueología pueda demostrar la veracidad de la Biblia, aun así en muchos casos los descubrimientos han confirmado los relatos bíblicos. La función principal de la arqueología es la iluminación de las culturas pasadas. El gran abismo de tiempo, idioma y cultura entre nuestro tiempo y las épocas bíblicas hace que el conocimiento de los descubrimientos arqueológicos sea esencial para una comprensión acabada de las Sagradas Escrituras.
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto de Robert Bye Media /Unsplash
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