Por J. Kenneth Eakins, Jack P. Lewis, Charles W.
Draper y E. Ray Clendenen
Parte III
Arqueología e historia bíblica Informes egipcios tales como “El Relato de Sinuhé” muestran qué concepto tenía Palestina para los egipcios alrededor de la época de Abraham. Las tablas de Tell Amarna descubiertas por una campesina son cartas de gobernantes palestinos dirigidas a los faraones reinantes, pero demuestran la condición inestable de Palestina antes de la conquista israelita, lo cual permitió que Israel conquistara al enemigo uno tras otro.
El faraón egipcio Mernepta (1213–1204 a.C.) invadió Siria-Palestina durante su breve reinado. Un monumento que se encontró en su cámara mortuoria en Tebas contiene un registro de esta aventura e incluye la referencia más antigua a Israel fuera de la Biblia. Mernepta declaró haberlos destruido complemente. Es evidencia clara de que los israelitas estaban en la tierra de Canaán antes del siglo XIII a.C.
El descubrimiento del Código de Hammurabien Susa en 1901 con su preámbulo de 282 leyes abrió el camino a comparaciones interesantes con las leyes de Israel. Actualmente los arqueólogos cuentan con cinco códigos legales con escritura cuneiforme previos a la época de Moisés: los de Ur-Nammu, Eshnunna, Lipit-Ishtar, Hammurabi y de los hititas (heteos). Las leyes de Asiria Media son levemente posteriores. Se pueden efectuar comparaciones interesantes entre estas leyes y las de Moisés. Los contrastes incluyen la cantidad de acciones por las cuales el acusado está sujeto al sufrimiento (Núm. 5) y los castigos de mutilación (Deut. 25:12). Si bien estos códigos tienen tanto similitudes como diferencias con las leyes de Moisés, no se puede establecer ninguna afirmación en cuanto a que estas últimas se tomaron como base para desarrollarlos. Las diversas clases de mutilación del cuerpo que prescribe Hammurabi están ausentes en las leyes de Israel, como también sucede con las flagelaciones ilimitadas.
Interesantes conceptos paralelos correspondientes al período general de Jueces y Reyes incluyen la costumbre egipcia de contar las víctimas de una campaña militar a partir de las pilas de manos cortadas (comp. Jue. 8:6), el sacar un ojo (1 Sam. 11:1- 11), o ambos ojos (2 Rey. 25:7) y la descripción en un marfil de Meguido (como así también en un papiro egipcio) de hombres circuncidados en los que uno de ellos relata su sufrimiento.
Después de la muerte de Salomón (aprox. 922 a.C.), el reino hebreo se dividió en dos, el Reino del Norte (Israel) y el Reino del Sur (Judá). En consecuencia, una nación poderosa se convirtió en dos naciones, y el gobernante egipcio Sisac aprovechó la situación para invadir la tierra alrededor del 918 a.C. (1 Rey. 14:25-28). El relato bíblico es breve y cuenta solamente acerca del ataque a Jerusalén. No obstante, Sisac registró sus proezas sobre un muro del templo del dios Amún en Karnak, Egipto. Declara haber capturado más de 150 ciudades de Palestina, incluyendo lugares del Reino del Norte. Es probable que esta invasión haya sido un golpe más importante para los reinos hebreos de lo que se evidencia en el breve relato de 1 Reyes. El registro egipcio, que tal vez haya sido exagerado en cierta medida, sumado también a la evidencia arqueológica sugiere que varias de las ciudades que se mencionan fueron realmente destruidas alrededor de aquella época. Es un ejemplo de la ayuda arqueológica que provee un contexto histórico más amplio que enriquece el estudio de las Escrituras.
Mesa, rey de Moab, colocó sobre la “piedra moabita” el relato de su servidumbre a los reyes israelitas y de su esfuerzo por liberarse; esto pareciera un paralelo de la narración de 2 Rey. 3. En esta piedra se enumeran los nombres de Omri, de Mesa, del Señor, de Quemos y de numerosas ciudades palestinas. Se ilustra la política de cherem, mediante la cual un lugar se dedicaba totalmente a una deidad, tal como había sucedido anteriormente en Jericó (Jos. 6:21). Otros registros incrementan nuestro conocimiento de personajes bíblicos. Tales son los registros de la participación de Acab en la batalla de Qarqar en el 853 a.C. que aparecen en un monumento erigido por Salmanasar III, y del tributo de Jehú a este mismo rey que se registra en el obelisco negro que actualmente se encuentra en el Museo Británico. Ninguno de estos episodios se menciona en la Biblia.
Omri fue monarca del Reino del Norte alrededor del 876–869 a.C. Durante su corto reinado trasladó la capital desde Tirsa hasta la ciudad de Samaria, que había sido recientemente edificada. Fue un rey malvado y la Biblia le dedica poco espacio (1 Rey. 16:15-28). Sin embargo, las naciones circundantes consideraban a Omri un gobernante muy poderoso y capaz. Fue tal la impresión que produjo sobre los asirios que por más de cien años los registros de estas naciones continúan refiriéndose a Israel como “la Casa de Omri”, aun después de que su dinastía ya no gobernaba. Esto nos recuerda que, desde una perspectiva bíblica, la fidelidad a Dios es mucho más importante que la capacidad para la guerra y el gobierno.
Los registros asirios proporcionan información acerca de Tiglat-pileser, Sargón, Senaquerib y Asurbanipal, importantes para el AT. También mencionan a los reyes de Israel y de Judá, y hacen una crónica del intercambio de los últimos reyes de Israel y del exilio de Samaria. Hasta el momento en que Emil Botta realizó excavaciones del palacio de Sargón, este rey solo se conocía a través de la Biblia. Sargón registró su propia invasión a Asdod (Isa. 20) y allí se encontró un fragmento de una esquela. Senaquerib describió en su palacio la toma de Laquis por su parte, y en un cilindro relató la manera en que hizo poner de rodillas a Ezequías. Se cree que un túnel hallado en Jerusalén fue construido por Ezequías en aquella época. Su inscripción cuenta acerca de la excavación que hubo que realizar para construir dicho túnel. Un registro narra que Senaquerib fue asesinado por su hijo. Los babilonios narraron sobre la caída de Nínive, la batalla de Carquemis y la captura de Jerusalén en un informe que establece como fecha el 15/16 de marzo del 597 a.C.
El movimiento profético es uno de los rasgos más distintivos de la vida del AT. Una investigación de antecedentes se ha centrado en Ebla, lugar donde se informa la aparición del equivalente de la palabra hebrea. Más de 20 textos de Mari en el Éufrates registran figuras similares a las proféticas, que tienen visiones y mensajes verbales entregados a los jefes de estado. La historia del siglo XI de la misión de Wen-Amon a Biblos continúa siendo el ejemplo clásico de comportamiento extático. La inscripción de Zakir del siglo XVIII en Afis, Siria, presenta a la deidad Bacal-shemán mientras habla a través de sus videntes (chozim). La excavación de Tell Deir Alla suministró los textos de Balaam en arameo del siglo VI, el primer texto profético fuera del AT (comp. Núm. 22–24). Aun en esa fecha, este “vidente de Dios” se reverenciaba en ciertos lugares. Ninguna de estas regiones posee una literatura profética comparable a la de los escritos proféticos.
La descripción que hace Nahum de la caída de Nínive se puede comprender mejor mediante un estudio de la descripción de las guerras antiguas registrada en los monumentos asirios. En estos se representan los ataques a ciudades, el cargamento de los carros de guerra y el exilio del pueblo. Nahum 3:8 compara la fecha de Nínive con la de Tebas. Los registros asirios también describen la toma de una ciudad egipcia más una descripción de la captura de Tebas.
La conmovedora declaración de Jeremías 34:6- 7 acerca de que el ejército babilónico había capturado todas las ciudades fortificadas de Judá con excepción de Jerusalén, Laquis y Azeca se destaca por medio de un grupo de 21 óstraca que los arqueólogos descubrieron en Laquis. Estas óstraca son borradores de una carta que el comandante hebreo de la ciudad condenada de Laquis estaba preparando para enviarle a un alto oficial de Jerusalén. Entre otras cosas escribió que ya no se recibían señales desde Azeca. Aparentemente estaba escribiendo poco después de la época de Jer. 34. En ese momento solo había dos naciones importantes que estaban resistiendo la arremetida babilónica, ya que Azeca había caído.
El destino del pueblo israelita en el exilio se ilustra en una lista de raciones para Yaukin (Joacim) y sus hijos que se halló en excavaciones en la Puerta de Ishtar de Babilonia. Registros bancarios hallados en Nipur muestran que había personas con nombres judíos que realizaban negocios allí durante el exilio. Aunque hasta ahora no se conoce ningún texto que denomine específicamente a Belsasar como rey, esta figura que en un tiempo solo se conocía a través de la Biblia, aparece varias veces en algunos textos. El regreso del exilio se produjo mediante un decreto de Ciro. El cilindro de Ciro, que actualmente se encuentra en el Museo Británico, no menciona ni a los judíos ni a su templo; no obstante, deja en claro que dicho proyecto estaba de acuerdo con la política general de Ciro. Los papiros que se hallaron en la isla Elefantina en Egipto, que datan de alrededor de la época de Nehemías, muestran la condición de los judíos en esa región pero también permiten establecer la fecha de la tarea de Nehemías. Se menciona a los hijos de Sambalat, y estos documentos junto a los papiros samaritanos que se encontraron en una cueva al noroeste de Jericó dan evidencia de que hubo una serie de personajes con este nombre.
ARTÍCULO CONTINUARÁ…
Artículo extraído del Diccionario Bíblico Ilustrado Holman.
Foto de Robert Bye Media /Unsplash
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