Por Kenneth A. Kitchen
«Fiabilidad» es la capacidad de ser confiable y veraz. ¿Es el Antiguo Testamento (AT) fiable en lo que dice sobre el trato de Dios hacia la humanidad en el antiguo Cercano Oriente? Los descubrimientos de aquel mundo primitivo suelen ilustrar la realidad objetiva de la historia del AT.
Historia primigenia
Los recuerdos compartidos representan una prueba de la fiabilidad del AT. El mundo antiguo observó el paso de innumerables generaciones humanas, pero mantuvo vivos en la memoria eventos trascendentales. Por ejemplo, otras culturas relataron historias sorprendentemente similares al diluvio de Noé. Esto es prueba indirecta de la fiabilidad del AT. El esquema de Génesis de documentar la creación y enumerar dos grupos de entre ocho y diez generaciones representativas que vivieron antes y después del diluvio también encuentra su parangón en la antigua literatura sumeria y babilónica. Esto demuestra que el AT encaja en las formas y las prácticas literarias de la era que documenta. Por último, vidas largas como la de Matusalén, de 969 años, no son obstáculo para la historicidad personal; antiguos documentos sumerios sostienen que el rey (En)-me-bara-gisi reinó 900 años. Los 900 años de reinado no son creíbles, pero el rey (En)-me-baragisi no era ficticio. Se lo reconoce como personaje histórico porque los arqueólogos descubrieron inscripciones con su nombre. Es una convención antigua muy difundida «estirar» los eventos reales y las edades de las personas de la época primigenia.
Historia patriarcal
Con Abraham ingresamos a la era de los patriarcas (aprox. 2000-1600 a.C.). Los registros son más abundantes a partir de este punto de la historia. Los patriarcas arriaban ovejas y reses de Ur (actual Irak) a Egipto. Los datos de Ur de esta época registran grandes manadas de ovejas, lo cual encaja en las descripciones del AT. Los archivos de Mari mencionan Harán, donde vivió Abraham. Desde los tiempos de Abraham hasta los de Jacob, Canaán fue una tierra de «ciudades-estado» independientes, como Siquem, Salem (Jerusalén) y Gerar. Estos centros poblacionales se nutrían de los pastos frecuentados por pastores locales y visitantes, como Abraham y sus descendientes (Gn. 37:12-13). Los «textos de execración» egipcios proveen evidencia extrabíblica de esta práctica. La guerra entre los reyes cananeos y los gobernantes orientales de Babilonia (Sinar, Elasar; ver Gn. 14) y de la iraní Elam es fiel a este período. Los archivos de Mari verifican que este fue el único período en el que florecieron muchas alianzas de guerra y las fuerzas de Elam llegaron tan al oeste. Las costumbres patriarcales que incluyen cuestiones como la formación de matrimonios y pactos reflejan este período, así como la suma de 20 siclos de plata que pagaron al comprar a José (Gn. 37:28). Detalles egipcios mencionados en el AT (nombres de personas, hambrunas mortales, la «interpretación» de sueños, etc.) coinciden con lo que se sabe sobre Egipto a partir de otras fuentes antiguas.
En Egipto, los hebreos trabajaron como esclavos para edificar ciudades, como Ramsés y Pitón. Una versión afirma que esto ocurrió bajo el reinado de Ramsés II (1279-1213 a.C.), mientras que, según otra, el éxodo ocurrió alrededor de 1446 a.C. La arqueología revela que Ramsés contaba con establos para carros (ver Ex. 14:25). Durante el éxodo de Egipto, Dios guio a los hebreos no por la cercana ruta del norte rumbo a Canaán (comp. Ex. 13:17-18), que estaba infestada de puestos militares egipcios, sino por el Monte Sinaí (actual Monte Safsafa o Monte Musa), mucho más seguro y al sur del control egipcio. El pacto entre Dios e Israel en el Monte Sinaí con Moisés como mediador incluye características (introducción histórica, identificación de testigos, mención de bendiciones y maldiciones del pacto) conocidas ya en los siglos XIV y XIII a.C., y el tabernáculo (Ex. 25:9; 26:1ss.) recuerda una prolongada tradición regional (aprox. 2800-1000 a.C.) de construir tiendas sagradas y santuarios. Hacia
1209 a.C., las tribus de Israel ya estaban en Canaán. Pruebas extrabíblicas de esto se encuentran en la Estela de la victoria del faraón Merenptah.
Israel histórico
Luego de la agitada época de los jueces, Saúl, David y Salomón gobernaron Israel. «La casa de David» se menciona en una estela aramea de Dan y también en la estela de Mesha, rey de Moab. Menos de 50 años después de David, el lugar llamado «Altos de Davit» (los egipcios usaban la t para la d final) se incluye en la lista geográfica de Palestina redactada por Shoshenq I («Sisac», aprox. 924 a.C.). El diseño del templo de Salomón reflejaba tendencias que eran comunes en la vecina Siria, aunque la decoración del templo era modesta en comparación. Los sabios escritos de Salomón se ajustan a su época en formato y contenido.
Luego de la muerte de Salomón (930 a.C.), Israel y Judá se dividieron en dos reinos. Los asirios avanzaron hacia el sur y tuvieron repetidos contactos con los gobernantes hebreos. Así, Acab y Jehú de Israel se mencionan en textos de Salmanasar III, mientras que sus sucesores mencionan a Joás, Manahem, Peka y Oseas. Existen sellos hebreos que identifican a siervos de Jeroboam II y Oseas. Judá, Jotám, Acaz y Ezequías están incluidos en las impresiones de sellos oficiales, mientras que los registros asirios cuentan con Joacaz, Ezequías y Manasés. Todos estos reyes aparecen en la misma secuencia y épocas, tanto en los registros bíblicos como asirios.
Mesha de Moab dejó una estela que menciona a Omri y a Acab de Israel. Por otro lado, las narraciones de Reyes y Crónicas mencionan, en los períodos y el orden correctos, a los siguientes reyes de Egipto: Shoshenq I [Sisac], Osorkón IV [So], Taharqo [Tirhakah], Necao (II) y Hofra. También se mencionan los gobernantes asirios Tiglat-piléser III, Salmanasar (V), Sargón (II), Senaquerib y Esar-Hadón. Por último, también se cita a los gobernantes babilonios Merodac-Baladán (II), Nabucodonosor (II) y Evil-Merodac. Diversos eventos han quedado documentados tanto en fuentes bíblicas como externas a lo largo de los 200 años de Israel y los 340 años de Judá. Las caídas de Samaria (722/720 a.C.) y de Judá (605-597 a.C.) se mencionan en crónicas asirias y babilónicas respectivamente.
Hemos descubierto tablillas de raciones de Babilonia para Joaquín, el rey judío desterrado, y su familia en 594-570 a.C. El bien documentado triunfo persa en 539 a.C. permitió que muchos exiliados regresaran a Judá y reconstruyeran Jerusalén y su templo tal como dice el AT. Otras figuras bíblicas ahora verificadas a través de los descubrimientos arqueológicos incluyen: Sanbalat I de Samaria, en papiros arameos; la postrer familia de Tobías de Amón, en tumbas ubicadas en Irak al-Amir; y Gasmu/Gesem como rey árabe en Qedar, en un cuenco perteneciente a su hijo Qaynu.
La historicidad del AT debe tomarse con seriedad. En cuanto al AT en sí, los Rollos del Mar Muerto (aprox. 150 a.C.–70 d.C.) brindan buena evidencia de una tradición centrada en el texto, cuidadosamente transmitida a lo largo de casi 1000 años hasta llegar a los escribas masoréticos (aprox. Entre ocho y diez siglos d.C.). Por lo tanto, el texto base de la Escritura del AT puede definirse como de transmisión esencialmente sólida; y la evidencia muestra que la forma y el contenido del AT encajan con a realidad literaria y cultural del antiguo Cercano Oriente. Para ampliar sobre el tema, ver On the Reliability of the Old Testament [Sobre la fiabilidad del Antiguo Testamento], de K. A. Kitchen.
Artículo extraído de la RVR 1960 Biblia de estudio Holman.
Foto por Mick Haupt en Unsplash
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