Mensaje y propósito
La soberanía de Dios: El personaje principal en Números es Yahvéh, el Dios de Israel. Él es soberano en la vida de todas las personas y las naciones. Utilizó incluso a Balaam, un hechicero hostil a los caminos de Dios, como instrumento para lograr Sus propósitos. Dios hace Su voluntad aun cuando Su pueblo es rebelde, como sucedió cuando rechazaron la tierra prometida en los capítulos13–14. Al final, Él cumple Su promesa a Abraham en la siguiente generación de israelitas.
La presencia de Dios: Su presencia se muestra en la columna de fuego de noche y en la nube de día, en el arca del pacto que representa el trono de Su presencia entre los seres humanos y en el santuario móvil que demuestra que al Dios de Israel no se lo puede confinar a un territorio, una región, una ciudad ni, mucho menos, a ningún tipo de santuario.
La pureza y santidad de Dios: Dios es puro y santo, y exige ese mismo comportamiento de aquellos que aseguran que Él es su Dios. Este es un tema central del Pentateuco y de Números.
Dios y la revelación: El término «Jehová dijo a Moisés» sirve como marco de referencia para la estructura del libro. Moisés es el principal agente humano de revelación. Números presenta a Dios como Aquel que es capaz de desplegar Su voluntad reveladora aun a través de un asna o de un adivino pagano y renuente.
Promesa y cumplimiento: Dios le prometió a Abram que haría de él una gran nación (Gn. 12:2) y que daría a sus descendientes la tierra de los cananeos y los amorreos (Gn. 15:1,8-21; 17:8). Los dos censos muestran el cumplimiento de la primera promesa. El territorio que se les concedió a las dos tribus y media en Transjordania es el inicio del cumplimiento de la segunda. Dios se mostró fiel al cumplir esta promesa en la segunda generación (Nm. 15:1-21; 27:1-23; 36:1-12).
Exclusividad y singularidad de Dios: El Dios de Israel es el único y verdadero Dios, y por tanto es digno de la devoción exclusiva de la humanidad. No tolera la adoración de otras deidades ni de los elementos y las fuerzas de Su creación. Está más allá de lo que puede comprender la razón humana y no se lo puede comparar con el carácter humano (23:19).
La ley israelita prohibía todas las imágenes divinas, los instrumentos de culto y ciertos estilos de adoración, así como los lugares no autorizados para tales prácticas. Todos esos tipos de idolatría debían eliminarse de la tierra para que Israel no cayera en tal transgresión ni fuera castigada.
Celebración en la adoración: El doble tema de la celebración y la adoración se distingue desde los capítulos iniciales de Números, que presentan a Israel en una armoniosa devoción a Yahvéh (caps. 1–7), hasta la promesa de cosechas abundantes en la tierra que ellos presentarían a Jehová como sacrificios y ofrendas cuando heredaran los territorios tribales (15:1-21; 28:1–29:40).
En el libro, se intercalan varios cánticos, como el «cántico de la nube» (9:17-23) y el «cántico de guerra del arca» (10:35-36). Los parámetros de adoración fiel para los israelitas peregrinos se delinean además a través de varias circunstancias negativas, como el no celebrar la Pascua (9:13), el quebrantamiento del día de reposo (15:32-41) y el juicio contra los sacerdotes infieles y sus partidarios (caps. 16–17).
La celebración y la adoración al Dios de Israel no se limitan a los israelitas. Varios pasajes establecen que la misma ley se aplica tanto a estos como a los extranjeros. Los extranjeros podían celebrar la Pascua si querían identificarse con la devoción de Israel a Yahvéh, el único Dios verdadero, pero tenían que someterse a las instrucciones y los preceptos del Señor (9:14).
No te pierdas la parte III…pronto.
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