Mensaje y propósito
La creación: Dios es el soberano Señor y Creador de todas las cosas. Dios creó todo de la nada. No existía ningún material previo. Él es el Creador, no un artesano, lo cual indica que tiene poder infinito y control perfecto sobre todo. No es parte del orden creado, y ningún elemento de la creación debe considerarse una extensión de Él. Todo lo que creó es bueno porque bueno es Él y también majestuoso. Dios es Señor; mantiene Su dominio sobre la creación y participa en ella. El control divino de la historia de la humanidad es tan completo que aun las peores acciones humanas pueden ser transformadas para cumplir con Sus propósitos benévolos (50:20).
La vida humana: Adán y Eva fueron creados a la imagen de Dios, diferentes al resto de la creación, para tener comunión con Él. Los seres humanos son una paradoja. Por un lado, son el toque final de toda la creación de Dios, hechos a Su imagen (1:26-27) y poseedores, dentro de su ámbito, de una autoridad similar a la divina sobre todo el orden creado (1:28- 29; 9:1-3). Por el otro, son pecadores; seres que, con los recursos y las capacidades que Dios les dio, han transgredido las leyes divinas (2:17; 3:6) y han perjudicado a otras personas (3:8-11; 6:5,11-12). Aun así, durante el transcurso de su vida terrenal, Dios espera que la gente obedezca Sus leyes (4:7) y también bendice a aquellos que viven según Sus caminos (6:8-9; 39:2,21). Dios quiere obrar por medio de los individuos para bendecir a todo ser humano (18:18; 22:18; 26:4). No obstante, Génesis enseña que, por el pecado, todos los seres humanos deben morir (2:17; 3:19; 5:5,8,11). Como toda vida humana es creada a la imagen de Dios, no hay persona ni clase de seres humanos superiores a otros. Ellos fueron creados para vivir en comunidad. La unidad más esencial de dicha comunidad es la familia: un esposo y una esposa (varón y mujer), con hijos.
El pecado: El mal y el pecado no se originaron en Dios. Adán y Eva fueron creados inocentes y con capacidad de decisión. El pecado entró en el mundo en un lugar y un momento específicos de la historia. Adán y Eva decidieron voluntariamente desobedecer a Dios, dejaron de ser inocentes y perdieron su libertad. Su naturaleza pecaminosa se transmitió a todos los demás seres humanos. El pecado produjo la muerte, tanto física como espiritual, y ha llevado a un mundo de angustias y dificultades.
El pacto: Génesis es una narrativa de las relaciones interpersonales basadas, por cierto, en pactos con Dios. Estos pactos brindan un principio unificador para entender toda la Biblia y definen la relación entre Dios y el hombre. La esencia de esta relación se encuentra en la frase: «y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios» (Jer. 32:38; comp. Gn. 17:7-8; Ex. 6:6-7; Lv. 26:12; Dt. 4:20; Jer. 11:4; Ez. 11:20). El pacto de Dios con Abraham es un acontecimiento de suma importancia, tanto en Génesis como en toda la Biblia. Dios llamó a Abraham para que dejara Ur y fuera a Canaán, y prometió convertirlo en una gran nación que, a su vez, bendeciría a todas las naciones (Gn. 12:1-3). Dios repite Su voto en Génesis 22:18, donde agrega que, algún día, a través de la simiente de Abraham serían bendecidas todas las naciones. Pablo aplica el sustantivo singular «simiente» en referencia a Cristo (Gá. 3:16). Por medio de Cristo, el profetizado descendiente de Abraham, las bendiciones del pacto abrahámico alcanzarían a toda nación.
No te pierdas la parte III…
Leave a Reply