Después de los dos primeros acontecimientos relevantes, la creación del Universo y del hombre, inmediatamente el siguiente capítulo nos describe un cuadro donde es puesto a prueba todo el conocimiento que el hombre tiene de Dios, se presenta la caída, también denominada degeneración, por el pecado y la desobediencia en el capítulo 3. Aquí leemos las condiciones de la primera pareja y la decisión trascendental que tomaron.
Recordemos que Dios plantó un jardín y en medio puso el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios que es soberano, determinó las condiciones para la vida y los límites a todas sus criaturas, enseñándoles con instrucción lo que debían y no debían hacer; les dijo lo siguiente: “Pueden comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.” (Gn.2.9,15-17).
Podemos observar cómo Dios guía al hombre para que le obedezca, señalando inmediatamente que hay una consecuencia cuando se desobedece. Hay muchas interpretaciones de este pasaje, algunas son bíblicas en su análisis y otras racionales, podemos decir que cada acción conlleva una reacción, la Biblia llama a esto “siembra y cosecha”, otros lo llaman “crecimiento” y también “sufrimiento”, como principios que determinan lo que viene inmediatamente de una acción o decisión.
Como administradores de la gracia de Dios, dada para cuidar de la creación, ambos tenían una responsabilidad (imagen) y también potestad (semejanza), sin embargo, es difícil imaginar este momento de decisión, conocían todo el bien que les era posible conocer, lo aprendieron de Dios, podemos concluir indicando que conocían lo bueno. Pero esto no fue suficiente, en esta primera decisión se ve claramente que haciendo uso de su libertad no escogieron lo que bueno según la voluntad de Dios, sino su propia voluntad que no es la Dios, podemos decir que no actuaron en dependencia sino en autonomía.
Definitivamente buscaron satisfacer su propio deseo. Inmediatamente se activó un círculo dinámico inevitable de consecuencia. Analizando la desobediencia de Adán y Eva, vemos cómo esto llevó a lo que conocemos como pecado, porque esta acción no lleva a la voluntad de Dios, sino lo separa del curso de acción deseado por Él. Claramente esto es un proceso, según Génesis 3.6-7:
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Lo que viene después muchos ya lo conocen. ¿Quién incitó a los dos para desobedecer a Dios? el texto presenta a un personaje identificado en hebreo con el nombre de Satán, que significa “adversario”. Fue quien puso a prueba a la primera pareja.
Esto nos enseña que el hombre debe, sobre todo, aprender a obedecer a Dios siempre.
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