Recientemente, Ligonier Ministries, en colaboración con Lifeway Research produjeron una encuesta para medir la “temperatura” teológica de los estadounidenses. Los resultados fueron alarmantes. En palabras de Ligonier Ministries, “la encuesta del Estado Teológico del 2018 revela profunda confusión acerca de la enseñanza de la Biblia, no solo entre los americanos como un todo, sino también entre los evangélicos…estos resultados muestran la necesidad urgente de la correcta enseñanza bíblica y la predicación valiente del Evangelio.”
Ante esta plegaria, queremos iniciar a suplir esa necesidad mediante una serie de artículos que presenten la postura bíblica sobre los temas de mayor confusión revelados en esta encuesta.
Todos pecan un poco, pero la mayoría de las personas son buenas por naturaleza.
Ante esta declaración, el 52% de evangélicos estadounidenses expresó estar de acuerdo. Esto significa que un poco más de la mitad de aquellos que profesan ser cristianos tienen un concepto errado sobre el pecado, lo que a su vez muestra una deficiente antropología bíblica. ¿Qué es lo que las Escrituras enseñan al respecto?
- Las Escrituras sostienen algo que históricamente se ha denominado Depravación Total. Esta doctrina enseña que cada hombre y mujer que entra de manera ordinaria en este mundo, nace siendo un pecador. Es decir, no viene siendo bueno para luego convertirse, por las circunstancias de su pasado o presente, en pecador; al contrario, nace con una naturaleza (i.e. intelecto, deseos, voluntad) completamente pecaminosa. Por eso, David exclamó en uno de sus salmos: “yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre” (Sal.51:5 NVI).
- Debido a esa naturaleza pecaminosa el hombre también nace sin la capacidad de hacer algo bueno que le conceda la salvación en Cristo (Rom.3:9-18). El hombre natural simplemente no puede elegir seguir a Dios porque, como Pablo escribe, está “muerto en delitos y pecados” (Efe.2:1) y solo puede ser resucitado a vida espiritual para poder creer en Cristo, por obra de la gracia divina (Efe.2:5-9).
- Por último, y como consecuencia de lo anterior, cada ser humano nace culpable delante de un Dios Santo y, por lo tanto, mereciendo el justo castigo del Señor. El apóstol Pablo confirma esto al escribir que, “todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Rom.3:23, cf. Rom.6:23).
Como vemos, lejos de ser buenos por naturaleza, la Biblia nos muestra que el alcance del pecado ha sido tal, que ha afectado toda nuestra naturaleza y solo la gracia de Dios puede cambiar ese gran mal.
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