Recientemente, Ligonier Ministries, en colaboración con Lifeway Research produjeron una encuesta para medir la “temperatura” teológica de los estadounidenses. Los resultados fueron alarmantes. En palabras de Ligonier Ministries, “la encuesta del Estado Teológico del 2018 revela profunda confusión acerca de la enseñanza de la Biblia, no solo entre los americanos como un todo, sino también entre los evangélicos…estos resultados muestran la necesidad urgente de la correcta enseñanza bíblica y la predicación valiente del Evangelio.”
Ante esta plegaria, queremos iniciar a suplir esa necesidad mediante una serie de artículos que presenten la postura bíblica sobre los temas de mayor confusión revelados en esta encuesta.
“Jesús es el primero y el más grande ser que Dios creó.”
En 2016 el 71% de evangélicos concordó con esta declaración cristológica. Lamentablemente, en el 2018 el porcentaje aumentó. Ahora hay un 78% de cristianos que expresan estar de acuerdo con esa declaración. Pero ¿qué es lo que está en juego al afirmar que Jesús es el primero y más grande ser que Dios creó?
No podemos contestar esta pregunta sin dar una breve explicación de cómo surgió esta doctrina en la historia de la Iglesia.
Arrio
Según los historiadores, todo comenzó con una serie de desacuerdos teológicos entre Alejandro, obispo de Alejandría y Arrio, uno de los presbíteros (pastores) más populares de aquella ciudad. Arrio, por su parte, sostenía que el Verbo encarnado, aunque existía antes que todo el resto de la creación no era Dios, sino que era la primera de todas las criaturas y, por ende, poseía una grandeza y excelencia superior. Alejandro, por su parte creía que el Hijo de Dios era divino y, por lo tanto, eterno y si era eterno, ¡no podía haber sido creado!
En respuesta a la controversia, Constantino convocó a un concilio de todos los obispos. Este concilio se reunió en Nicea en el año 325 d.C. Sin embargo, había un problema. Arrio no era obispo, así que, no podía estar presente. Por lo tanto, tuvo un represente, el obispo Eusebio de Nicomedia quien después de exponer la doctrina de Arrio (que él también sostenía), los obispos comenzaron a gritar: “¡blasfemia!”, “¡mentira!”, “¡herejía!”, y Eusebio entonces tuvo que callar.
El Credo de Nicea
El resultado de todo esto fue la condenación de las doctrinas expuestas por Eusebio y la composición de un credo que expresara la fe de la iglesia en relación con la persona de Cristo. Y así fue. La Iglesia clarificó y confirmó de forma oficial lo que las Escrituras enseñaban, a saber, que
- “en el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios (Jn.1:1),
- porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud (Col.1:19), y
- de ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén (Rom.9:5).
El Credo de Nicea resumió todos estos versículos que mostraban la divinidad de Cristo diciendo que el Hijo es homoousios, es decir, consubstancial o de la misma substancia que Dios el Padre. Por lo tanto, no afirmar esta declaración es negar la divinidad de Cristo.
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