
Aprendiendo a observar
Al observar las Escrituras, tu tarea consiste esencialmente en responder a la pregunta: ¿Qué dice el texto? Y para responder correcta y comprensivamente, considera practicar los pasos a continuación:
1.Lee, lee, lee y vuelve a leer el texto. Ninguna otra disciplina de observación es más importante que la lectura. Mantén una actitud de oración y dependencia del Espíritu Santo mientras lees. Toma el tiempo necesario. Usa todas las traducciones que tengas a tu alcance. Si es posible, lee en voz alta y con entonación “dramática”, buscando transmitir fielmente el significado y la emoción del texto. Intenta enfatizar diferentes palabras y secciones en cada lectura del texto. Por ejemplo, en el maravilloso pasaje de Juan 3:16, tus lecturas en voz alta pudieran ser así (las mayúsculas indican las palabras que debes leer más lentamente y con mayor énfasis):
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- Lectura #1: “PORQUE de tal manera AMÓ DIOS al mundo, QUE DIO A SU HIJO UNIGÉNITO…”
Esta lectura enfatiza la acción amorosa y sacrificial de Dios al enviar a su Hijo.
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- Lectura #2: “Porque DE TAL MANERA AMÓ Dios al mundo, que DIO A SU HIJO unigénito…”
Esta lectura enfatiza que Dios no solo amó al mundo, sino que lo amó mucho y de la manera correcta.
2. Mira el Texto. Observa, admira y cuestiona cada palabra detenidamente. Trata de descubrir por qué el autor usó ciertas palabras y no otras. Observa por ejemplo Efesios 2:8:
- “Porque POR gracia sois salvos POR MEDIO DE la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
Las preposiciones son muy importantes en este texto. ¿Cuál sería el significado del texto si intercambiaras las preposiciones y el texto dijera: “porque por medio de la gracia sois salvos por la fe“?
3. “Vive” el texto. Encarna a los personajes. Ponte en sus zapatos. Considera las afirmaciones, o principios expresados por los participantes en la narración como si hubieran brotado de tus propios labios y corazón. Por ejemplo, el apóstol Pablo, luego de escuchar que le esperaban “prisiones y sufrimientos” en Jerusalén, proclamó en Hechos 20:24:
- “Pero de NINGUNA COSA hago caso, NI ESTIMO PRECIOSA mi vida para mí mismo, CON TAL QUE ACABE mi carrera CON GOZO, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
¿Podrías poner estas palabras en tus labios con un corazón sincero? ¿Pondrías algún límite a tu compromiso de vivir para Cristo? ¿Cuál sería tu estado emocional ante la posibilidad de ser perseguido, encarcelado y martirizado por tu fe?
4. Haz preguntas al texto: ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué?
Cuando abres la Biblia para escuchar la voz de Dios, debes acercarte con una actitud similar a la de un niño que está descubriendo el mundo y pregunta a sus padres constantemente “¿por qué?”. En este caso, el estudiante de las Escrituras hace preguntas al texto para descubrir lo que el Padre Celestial desea. Esta práctica nos ayuda a evitar el imponer sobre el texto nuestras ideas preconcebidas. Considera por ejemplo la declaración de Dios al final de Jeremías 31:34:
- “…dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”
Dios es el “¿quién?” de este pasaje. Él es quien habla, profetiza y promete. Pero considera la respuesta del texto a la pregunta, “¿qué está afirmando Dios al final del pasaje? La última frase afirma, “no me acordaré más de su pecado”. A partir de esta afirmación, algunas personas responderían que Dios perdona y olvida los pecados de su pueblo. Pero esa no es la respuesta del texto. ¡Dios no tiene mala memoria! Lo que el texto dice es que Él no se acordará. Esta es una decisión voluntaria de Dios que no tiene nada que ver con su memoria. Dios decide, en su misericordia, no traer a cuenta nuestros pecados, ni usarlos para condenarnos. Una vez perdonados, nuestros pecados no serán usados por Dios en nuestra contra nunca más.
5. Marca el texto. Usa símbolos y notas. Identifica los tiempos verbales, las listas, las conjunciones (y/o), las preposiciones (porque, para, por), los contrastes y las repeticiones en el texto. Si no te gusta marcar tu Biblia, imprime el texto bíblico desde un sitio de internet, y haz todas las anotaciones posibles. Por ejemplo, las imágenes a continuación muestran que la idea de totalidad o perfección en la epístola a los Colosenses se repite constantemente a lo largo de la carta. ¡Tan solo en el capítulo 1, palabras como “todo”, “lleno”, “perfecto” y “siempre” aparecen más de 20 veces! Claramente Dios desea bendecirnos con una vida de plenitud espiritual.
6. Toma tiempo para meditar en oración sobre el texto. En muchas ocasiones el estudio del texto será arduo y requerirá de un esfuerzo mental, e inversión de tiempo significativos. En tales casos, lee el pasaje y medita en él en actitud de oración durante varios días. Pide al Señor para que su Espíritu Santo ilumine tu entendimiento, y te permita descubrir los profundos tesoros contenidos en el mensaje de las Escrituras. Romanos 9 es un buen ejemplo de este tipo de pasaje que demanda un análisis extenso.
7. Relaciona el texto con otras Escrituras. Ningún texto de la Biblia comunica la totalidad de la verdad acerca de la voluntad y el propósito de Dios. Busca siempre entender la manera en la que la enseñanza de un pasaje se relaciona a otros textos en la Palabra de Dios. Revisa los textos citados en el blog #3 de esta serie y determina la relación del pasaje con los temas globales de la historia de la redención.
8. Escribe tus observaciones y pensamientos. Este paso es importantísimo en el estudio, particularmente en preparación para enseñar o predicar. Mientras observas el texto con actitud de oración, ten siempre a la mano una libreta, diario, o aplicación en la cual puedas registrar tus observaciones. En este breve blog hemos ya descubierto algunas ideas importantes que podrían ser la base de una lección o predicación:
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- Dios amó al mundo de la manera correcta. No como el mundo quería, sino como el mundo necesitaba: enviando a su Amado Hijo para darle salvación. (Juan 3:16)
- La causa de la salvación es la gracia de Dios. El medio para recibir la salvación es la fe. (Efesios 2:8)
- Dios no se olvida de nuestros pecados, Él decide voluntariamente no acordarse de ellos ni usarlos en nuestra contra. (Jeremías 31:34)
9. Reconoce tus limitaciones. Ningún estudiante de la Palabra podrá descubrir todos los tesoros escondidos en cada pasaje. Al observar, depende de la guía del Espíritu Santo. Confía en que Dios te guiará a aquellos tesoros que tú necesitas descubrir y aplicar en el presente. Si hay algo que no entiendes, ora al Señor al respecto y descansa en él. Siempre habrá nuevas oportunidades para regresar al texto y descubrir más de sus tesoros.
10. Interactúa con otros creyentes y comparte con ellos tus hallazgos. Finalmente, reconoce que la plenitud del Espíritu se halla en el cuerpo de Cristo, en la comunidad de la iglesia. Busca oportunidades para interactuar con otros creyentes mientras estudias y meditas en la Palabra de Dios. Evita estudiar siempre en soledad y aislamiento. Dios puede iluminar tu entendimiento por medio de otros creyentes.
Repite los pasos descritos arriba (1-10) tantas veces como sea posible y necesario. Si esto haces, estarás en buen camino rumbo a un estudio fructífero.
Carlos Astorga nació en la Ciudad de México y creció en Monterrey. Tiene grados en Ciencias Computacionales y Teología Histórica. Ha servido en funciones pastorales, docentes y de tecnología de información por más de 25 años. Actualmente trabaja en Wheaton College, donde sirve en áreas de tecnología en la educación cristiana superior. Sirve además como maestro invitado en diferentes organizaciones misioneras y forma parte de la facultad del Instituto Ideal del Seminario de Denver. Carlos vive en Saint Charles, Illinois junto a su esposa Miriam y sus tres hermosas hijas: Elisa, Carolina y Sofía.
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